Borrador de una carta de Hölderlin a un amigo. *
Ah, querido, en qué estado estaba mi alma después de haberme separado de ti; al principio maldije a todo el mundo, dije con Fiesco: querría satisfacer mi resentimiento inexorable, querría desgarrar con mis uñas el mundo entero para hacer un monstruo de él..., pero pronto se desvaneció el furor. Desapareció mi violento odio, al que siguió una aceptación serena hacia todos los hombres, olvidé todas las injurias que había sufrido por su sagacidad a causa de las faltas de los otros; sí, yo los menospreciaba por sus eternos caprichos, por su inagotable sed de oro; sí, lo olvidé, yo me parecía al león que contempla al ratón a sus pies sin herirle porque es demasiado grande para enfadarse con él.
Dejé esta tierra tan pequeña, emprendí el vuelo hacia las estrellas, pasando sobre cimas de montañas antes tan caras a mi corazón sangrante. No solamente los males de la tierra me parecían pequeños y poco importantes; incluso sus alegrías no eran para mí más que golosinas hechas para niños y no para Dioses, y el hombre es un dios si quiere serlo. Pero he aquí a los hombres que se abandonan a la desesperación, plenos de incredulidad en cuanto a la naturaleza humana y tan débiles, en fin... No, no quiero hablar más de ello, no quiero caer de mi cielo, no quiero privarme de esta felicidad que me transporta, de esta sangre tan calma que corre por mis venas; no quiero soñar más con el pasado, e incluso si tuviera un gran deseo de ello, recordaría a lo sumo las flores que el carro de la Fortuna ha dejado escapar sobre mi camino; no quiero leer en la historia de mi vida sino las hojas que contienen mi felicidad.
No es cierto, hermano; crees que mis pensamientos, mis sentimientos ya no son de este mundo; creo que estoy maduro no para la paz muerta de la tumba, sino para una vida más feliz, más tranquila que ésta; incluso espero no estar largo tiempo ya sobre esta tierra, de la que ni siquiera las alegrías me atraen; espero que las tijeras fatales de la Parca vengan a cortar el hilo de mi vida, y en verdad puedo decir que espero el fin con tranquilidad, incluso con placer y con alegría.
Adiós, hermano; quizá sea la última vez que escuchas mi voz; recibe las bendiciones de un alma a la que restituiste la calma con tu amistad y con tu bondad y el último adiós de tu
Hölderlin
(* Escrita en francés, sin fecha y encontrada entre los papeles de Schwab, primer biógrafo de Hölderlin)
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El Paseo (Der Spaziergang)
Hermosos bosques que cubren la ladera,
En la verde pendiente dibujados,
Por cuyas sendas me guío,
Calmado en mi corazón
Dulcemente cada espina
Cuando más oscuro es el sentido
Del dolor del pensamiento y del Arte
Que desde tan antiguo en mí pesan.
Deliciosas imágenes del valle,
Jardines, árboles,
Estrecho puentecillo,
Arroyo que apenas puedo ver,
Qué hermoso en la despejada lejanía
Brilla el soberbio cuadro
De este paisaje que amorosamente
Visito, cuando el tiempo es benigno.
Dulcemente la divinidad nos lleva
Hacia el azul primero,
Luego con nubes dispone
La enorme y cenicienta bóveda,
Y abrasadores rayos y estruendo
De relámpagos, con embeleso de los campos,
Con belleza unida
A la fuente de la primitiva imagen.
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Este es uno de sus poemas de los "años oscuros", un poema de la locura.
Quizá una sonrisa del viejo Hölderlin...
Leyendo esta carta ya dice todo de su mundo interior.
ResponderEliminarSaludos
Sí, Malú.
ResponderEliminarY creo que esa fue una de sus últimas cartas antes de perderse en esa niebla que llaman locura.
Un saludo.
Amigo Antonio, me resulta algo familiar esa mirada del mundo terreno de Hölderlin; hay sentires, anhelos, sueños, pensamientos, deseos, incluso fantasías que se desbordan en los adentros de uno, es como un derroche de vida incapaz de encajarse en la realidad que nos rodea, quizás en palabras del propio Hölderlin diría que es el "(emprender) emprendí el vuelo hacia las estrellas" aunque al carecer de su amplitud o grandeza es lo que nos impide cruzar la frágil línea de la locura, pero hay momentos en que tengo mis dudas (no de grandeza sino de locuras).
ResponderEliminarUn abrazo Antonio.
María
Carta y poema, demasiado triste.
ResponderEliminarY me quedo pensando, su locura serìa màs triste.
Gracias por engrandecer mi aprendizaje!!
Besos y muchos màs.
Si la locura aún hoy es una enfermedad terrible, en cualquiera de sus manifestaciones..., qué vamos a decir de Hölderlin y su tiempo y su poesía...
ResponderEliminarMe gustó mucho, ahora me encuentro algo lejos de su mundo literario y creo que las traducciones dificultan el acercamiento.
Sin embargo, te agradezco que hayas dejado aquí este texto,
este paso de la ira a la acpetación, ese perdonar porque se sabe león y más fuerte, y sabe que el hombre es su propio dios, además algo muy difícil ser consciente de la felicidad.
Un abrazo.
Triste vida y dramático final el de Höderlin, algo que se refleja en su obra. Es curioso, que habiendo influido notablemente en Hegel, nunca gozase del mismo, ni siquiera parecido reconocimiento. Hay una parte de suerte o de fortuna de azar, en todas las vidas, que nunca le acompañó...
ResponderEliminarNo sé porque, es una figura que siempre me inspira ternura.
Confirma esta carta mis sospechas del comentario que te dejé en el post anterior.
ResponderEliminarHölderlin dice que "desprecia la sed del oro", por tanto, le importaba un bledo que la mesa en la que escribió Hiperión fuera de él o no...sin embargo si que deseaba vagar por los bosques, sentir el sonido del agua, pasear por el puentecillo...tener más tiempo para la contemplación y esa esencia poderla aprehender y volcar en sus poemas y escritos.
La traductora literal del poema de Hölderlin "Der Spaziergang" fue Txaro Santoro, licenciada en filología alemana, y el encargado de su versión a un castellano más poético, intentando ser lo más fiel al original, fue José María Alvarez, labor ésta que él mismo consideró como "imposible".
ResponderEliminarDe todas formas, para los interesados en su obra, paso ahora a incluir el texto en alemán, por si algunos de vosotros conocéis este idioma y quereis beber directamente de la fuente original.
DER SPAZIERGANG
Ihr Wälder schön an der Seite,
Am grünen Abhang gemalth,
Wo ich umher mich leite,
Durch susse Ruhe bezahlt
Für jeden Stachel im Herzen,
Wenn dunkel mir ist der Sinn,
Den Kunst und Sinnen hat Schmerzen
Gekostet von Anbeginn.
Ihr lieblichen Bilder im Thale,
Zum Beispiel Gärten und Baum,
Und dann der Steg der schmale,
Der Bach zu sehen kaum,
Wie schön aus heiterer Ferne
Glänzt Einem das herrliche Bild
Der Landschaft, die ich gerne
Besuch' in Witterung mild.
Die Gottheit freundlich geleitet
Uns erstlich mit Blau,
Hernach mit Wolken bereitet,
Gebildet wölbig und grau,
Mit sengenden Blizen und Rollen
Des Donners, mit Reiz des Gefilds,
Mit Schönheit, die gequollen
Vom Quell ursprünglichen Bilds.
Friedrich Hölderlin