Aquí escribo,
al filo de la noche,
en este cuaderno de cristal
y humo,
para ahuyentar las sombras.


Con la ventana abierta,
por si viene el pájaro
del sueño.

AMB







domingo, 29 de junio de 2008


Imágenes


De vez en cuando me asaltan imágenes que poco o nada tienen que ver con el momento presente. Son extemporáneas, intempestivas, están fuera de tiempo. Vienen de muy lejos, de una larga distancia, pero tienen el poder de romper un poco la tela gris que me rodea, de hacer un pequeño agujero en la continuidad. A través de ese agujero penetra una ráfaga de aire, un aire dulce y antiguo, y por un momento puedo ver aquello que parecía olvidado y perdido.
No son imágenes del pasado, aunque también, son retazos de un mundo interior, de una intensa forma de vida, emotiva y poética, casi romántica, que la cotidianidad mediocre ha ido relegando hasta convertirla casi en leyenda. Pongo el “casi” porque prefiero dejar la puerta entreabierta.
En esas imágenes me veo a mí mismo moviéndome en un mundo diferente. Es este mundo en el que ahora estoy, pero es distinto, su aire huele de otra forma, sus colores tienen otra intensidad. Incluso yo me muevo de manera diferente. Es como si hubiera una especie de acuerdo entre los seres y las cosas, entre el adentro y el afuera, algo así como una conexión armónica, musical, entre la conciencia y el mundo.
Son imágenes que me recuerdan mucho a los sueños. Pero lo más curioso es su aparición repentina e inesperada en medio del discurso de la normalidad. Se presentan de pronto, sin avisar, como pequeños relámpagos, colándose inexplicablemente en medio de cualquier historia vulgar...


AHM.

Náufragos




En un interesante libro sobre ética, José Antonio Marina nos señala que todos somos náufragos, en el sentido de que necesitamos mantenernos a flote con nuestras propias fuerzas : “Reconocernos como autores, a pesar de la confabulación de determinismo y azar que parece guiar nuestras vidas, es una de las principales tareas éticas”. Y esta condición de náufragos se supera mediante la creación, la invención, el intento, viviendo a la manera del barón de Münchhausen, que se salvó de hundirse en un pantano alzándose por los pelos. Así “nos ponemos a salvo del gran sumidero en que puede convertirse el mar de la realidad”.
Como era de esperar, Marina nos advierte del viejo peligro : “El hombre, que es un ser de empeños y claudicaciones, renuncia con facilidad a su condición de autor para convertirse en robot, plagiario o marioneta. Las rutinas nos aguardan siempre, ofreciéndonos un seno maternal, cálido y adormecedor, donde adoptar una postura fetal y descansar”. Lo llama automatismo regresivo, y es lo mismo que apunta Taisha Abelar cuando menciona esa estúpida resistencia al cambio. 0 sea, la peligrosa historia de siempre.
Resulta gratificante escuchar estas voces. Ayuda a impedir que el mar de la realidad se convierta en un sumidero, como dice Marina. Si hiciera un balance, seguramente me encontraría con que debo mucho a estas y otras voces similares. Para el solitario representa toda una hazaña encontrar, en su cotidianidad, voces significativas, que le digan algo, que le toquen por dentro. Quizá por eso es solitario. Pero ahí están los libros, sobre todo ciertos libros, con su tesoro de voces e imágenes. Gracias a ellos, el solitario no se siente tan solo, y la realidad no llega a ser un océano gris y asfixiante. Estas voces son, ciertamente, islas para este náufrago.

Curioseando en la obra de José Antonio Marina, me encuentro con esta joya : “La razón y la libertad son valiosas, pero son modos de ser que alzamos a fuerza de fuerzas, como el buen estilo. Su forma verbal sería el gerundio. No es exacto decir ’soy racional’ o ’soy libre’. Deberíamos decir, en todo caso, ’estoy siendo racional’ o ’estoy siendo libre’. No son realidades posadas sino en vuelo, realizaciones de un proyecto creador no cosificado. Cuando el ánimo claudica, el proyecto se desploma y el sujeto se apoca y se abandona.”

Evidentemente, toda forma de vida necesita de ese gerundio para ser auténtica, requiere de la acción y el movimiento para ser lo que debe ser. Porque si no sería otra cosa. Esto que parece una obviedad, y lo es, no está tan claro para mucha gente. Normalmente, se suele perseguir un determinado estado, una situación fija, un nivel seguro y estable, y se piensa que a partir de ahí todo irá sobre ruedas. Pero luego suele pasar exactamente lo contrario, que las ruedas se paran, que el sistema se bloquea, que no funciona, y la aventura queda entonces frenada, abandonada en una vía muerta. Esto es así porque la vida no es estática, sino puro movimiento.
Comento esto ahora y de esta manera un tanto vehemente, porque me asaltan imágenes conocidas y personales que ilustran el párrafo citado. Cuando Marina habla de la falta de ánimo y el consiguiente derrumbe del proyecto creador, no puedo evitar pensar en este náufrago que sigue sin hallar la mágica fórmula de Münchhausen.
La clave está, por supuesto, en el ánimo. Pero, ¿qué pasa cuando éste falla? ¿Se puede generar ánimo desde la carencia? ¿Hay alguna fuente donde se pueda ir a buscarlo? Creo que fue Picasso el que dijo que no sabía si existía la inspiración, pero que, en cualquier caso, ésta siempre le encontraría trabajando. Es un buen ejemplo. Trabajar, luchar minuto a minuto, esforzarse en ese proyecto creador para salir poco a poco del pantano. Esto, por si mismo, habla a favor de la vida. Es animoso.

Recuerdo ahora cierto hexagrama del I Ching, cuyo comentario dice así :
“La espera no es una esperanza vacía. Alberga la certidumbre interior de alcanzar su meta. La espera no significa un abandono de lo emprendido. Postergar no es anular.”

Está bien, pero mi espera ha de ser en todo caso, como aconsejaba Erich Fromm, una espera activa. Con cierta constancia en el trabajo, puede que consiga mantenerme a flote. Puede, incluso, que el ánimo se sienta seducido.



Antonio H. Martín

sábado, 28 de junio de 2008


Vieja Luna

Los hombres de hoy no ven la luna de antaño,
pero la luna de hoy ha alumbrado a los hombres antiguos.
Tanto los del pasado como los del presente
vienen y se van como las aguas de un río,
mas todos contemplan la misma luna.
¿Qué podría yo desear sino ver siempre,
mientras canto y bebo,
su reflejo en el fondo de mi copa de oro?


Li Po

miércoles, 25 de junio de 2008


Espejos


No hay espejos en esta casa. Los espejos son como los relojes: registran el paso del tiempo. Y lo importante es volverlo al revés.

Taisha Abelar



El solitario, el nocturno, necesita mirarse en los espejos, porque afuera, en la calle extraña, en la esquina iluminada y vacía, bajo la luz del sol, no se encuentra, no se ve. Allí sólo están los otros, a los que no entiende, a los que no siente. Sombras alineadas y en orden, figuras de otro tiempo y otro mundo que no es el suyo.
El solitario, el nocturno anda envuelto en sueños. Habla con la luna, cuando puede, y en raras noches de fiesta hasta baila con las estrellas. Está loco, se sale del camino, y observa como sus huellas quedan impresas por un instante en los breves charcos de lluvia, espejos efímeros que le miran y en seguida le olvidan. A veces se detiene en alguna calle o en un sendero del parque y habla con las sombras que más le atraen y les cuenta sus secretos.
Cuando vuelve a casa, sólo el espejo le recuerda, sólo allí encuentra, alguna vez, su tiempo, perdido y lejano.
Su tiempo en el espejo, su voz, su mirada.
En un mar de sombras y olvidos, el solitario, el náufrago, se agarra al cristal de su tiempo, como una balsa de luz, como un tronco de recuerdo, para seguir navegando.
Pero en su casa, todos los espejos están colgados del revés, cabeza abajo, para que el tiempo no se equivoque, para que no se amontonen las horas, para que entre un día y otro día, entre una noche y otra, brille más de un sueño.

AHM.



(nota: el autor sabe, obviamente, que un espejo al revés dará el mismo reflejo que si está al derecho, pero es que el autor está empleando una especie de metáfora; es la imagen mental del individuo la que debe cambiar...)

lunes, 23 de junio de 2008


Magia


Pasan los años y cada vez me convenzo más de que la única salida a la miseria humana está en la magia.
También el arte puede ayudar (¿acaso no es el arte una intuición, un presentimiento de la magia?), pero lo malo del arte es que es insuficiente, no llega hasta el fondo, se queda mirando desde la ventana, parado ante el umbral sin traspasar nunca la puerta. El arte llega a muy buenas visiones, pero carece de realidades. Tanto el poeta, como el pintor o el músico dan expresión a sus sentimientos, a las imágenes que les viven por dentro, e interpretan el mundo a su manera en sus obras, según su particular visión, llegando a veces a tocar con la punta de los dedos las altas nubes de la magia, sin comprender qué es eso que han percibido y a lo que han intentado dar forma.
Pero, ¿qué es la magia?
Según lo veo, algo que nada tiene que ver con los amables cuentos de hadas, aunque muchos de estos contengan ciertos símbolos relacionados con lo mágico, nada que ver con trucos ni fantasías.
La magia es escapar, saltar, romper la barrera de la mentira. La magia es despertar.

Jung se reía de aquellos que creían que la solución del mundo estaba en encontrar la armonía, porque eso que llaman “armonía” no es más que una proyección de si mismos, de sus deseos y anhelos personales. Es muy confortable para el ser humano en general arreglar el mundo a su manera, que todas las cosas estén bien ordenadas dentro de su armario, que no haya ninguna estridencia, que nada perturbe su paz, que nada ni nadie rompa la bonita y delicada telaraña de su mediocridad.
Pero sucede que la vida se les escapa, que no cede a su “armónico” control, que la vida corre veloz, salta, ruge y golpea. Por lo tanto, la solución pasa por aceptar el mundo tal y como es, no como utópicamente pudiera ser. Hay que hacer las paces con su realidad, nos guste o no, y a partir de ese punto, de esa base, comenzar a caminar.
Con esto sí tiene que ver la magia, cuya puerta es angosta y no un gran y bonito portal rodeado de flores.
Como decía, la magia es despertar, tomar plena conciencia, saltar fuera del trillado camino de los convencionalismos y ver la vida cara a cara, con lo que tiene de terrible y de fascinante. Sólo desde ahí puede el hombre superar su miseria, su mediocridad e intentar vivir de una forma nueva.
La magia es transformación, pero siempre empieza desde dentro, desde la realidad desnuda, no va detrás de ningún hermoso sueño, sino que sale de él, evita esos seductores hechizos, nos libera para ver el mundo en su totalidad y desde allí, quizás, poder darle la vuelta.


AHM.
(Junio, 2008)