Aquí escribo,
al filo de la noche,
en este cuaderno de cristal
y humo,
para ahuyentar las sombras.


Con la ventana abierta,
por si viene el pájaro
del sueño.

AMB







viernes, 13 de enero de 2012

El viaje...



Se ahogó la sombra, por fin, inundada, asfixiada, sin senda y sin aire, tumbada por sí misma... Se ahogó la sombra, y quedó libre el paso hacia la luz... El fresco temblor de las hojas, el lúdico rumor del agua, el camino abierto, amplio de voces y de nubes... La estrella que mira, la luna cómplice, compañera... El viento que habla, la balada de la noche, los rincones antiguos y amigos, el piano que besa, la caricia del silencio, la mirada... El viaje...


Antonio H. Martín





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música: El Viaje - Erik Satie y Michael Nyman
imagen: AHM.

domingo, 8 de enero de 2012

La laguna de silencio (II)



Escojo esta entrada antigua, de Abril del 2010, porque una vez más necesito acceder a esa "laguna de silencio", para aclarar mis ideas y reencontrar el camino con corazón... La vida y el mundo te lleva y te trae, como se suele decir, pero uno tiene que llegar a esa orilla lejana e interior y entrar en sus aguas, para volver a escuchar las voces perdidas...
Esas voces que nos llamaron hace tanto tiempo, y dieron sentido a nuestro vivir. Es como volver al camino primigenio, como volver a beber de aquella fuente, a ver aquella luz que una noche, con luna o sin ella, nos llamó...


Antonio H. Martín
(8 de enero, 2012)

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La laguna de silencio



"Es como si todo se encontrara quieto. No hay movimiento, ni agitación, sólo completa vacuidad de todo pensar, de todo ver. No existe un intérprete que traduzca, que observe, que censure. Es una inmensurable vastedad totalmente quieta y silenciosa. No hay espacio, ni hay tiempo para cubrir ese espacio. Están aquí el principio y el fin de todas las cosas. Realmente, nada hay que pueda decirse acerca de ello."

Jiddu Krishnamurti
("Diario", 1961)

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A las anteriores palabras de Krishnamurti añado ahora estos versos suyos:

Aquel que atrapa para sí una alegría
destruye la alada vida;
pero el que besa la alegría mientras vuela
vive en el amanecer de la eternidad.


Y todo esto me trae a la memoria un viejo deseo: el de encontrar lo que llamo "la laguna de silencio". Un lugar difícil de hallar, pero que existe, sin duda alguna. Es un lugar donde la mente se remansa, donde la mente se silencia, donde el pensamiento se calla, y también el sentimiento. Un lugar en el que sólo hay silencio y vacío, pero un silencio lleno de música y un vacío lleno de vida. La laguna de silencio es un sitio que hay que visitar, un lugar necesario, que nos cura el alma y nos hace ver lo que hay que ver.
En esa laguna, todo está en su sitio, todo está en orden. Los conflictos se disuelven como agua de lluvia, y todo es claro, diáfano, transparente. En esa laguna uno puede encontrar el brillo que había perdido y la voz que anhelaba, el abrazo y el beso, la sonrisa y la alegría de ser.
Esa laguna es el mejor de los sitios, es la fuente de la que hay que beber.
Antoine de Saint-Exupéry mencionaba en su "Principito" que había un pozo escondido en el desierto... Pues algo así es a lo que me refiero. En la laguna de silencio está el néctar, la ambrosía, el jugo de un sentir distinto, el zumo de un mirar diferente, más abierto, más vasto, en el que el ser concreto se disuelve para ser más.
He visitado algunas veces esa laguna, y siempre he encontrado en ella el agua de la vida, y el aire de la certeza. Allí, en esa laguna, se junta el horizonte con la mirada...

AHM.

martes, 3 de enero de 2012

El duende




El duende caminaba errabundo, solo, quizá triste, por la orilla del río, entre árboles añosos, cubiertos de hiedra, que le miraban con indiferencia. Su olla de oro estaba agotada, vacía, y había que buscar nuevos destellos con que llenarla... El día era plomizo, brumoso, oscuro y frío. Llevaba ya muchas horas sin hallar nada... Y de pronto la vio, bajo la tenue sombra de un fresno que sonreía (a saber por qué íntimo secreto...). Era una flor azul , con una luz de plata en su centro, una joya en medio de la niebla... El duende se puso contento y recogió su aroma en la pequeña olla vacía. Había encontrado la flor del beso, y ahora podría volver a regalar deseos a los amantes de los sueños...


Antonio H. Martín

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imagen: AHM