Aquí escribo,
al filo de la noche,
en este cuaderno de cristal
y humo,
para ahuyentar las sombras.


Con la ventana abierta,
por si viene el pájaro
del sueño.

AMB







sábado, 28 de marzo de 2009

En el desierto...


Hola, amigos.

Me siento en la obligación de escribir esta nota informativa, debido a mi ausencia de estos días.
Por un lado, he estado ocupado en otras cosas que han absorbido mi tiempo como una esponja... Y por otro, he sufrido un pequeño accidente doméstico, de orden informático, que me ha dejado sin conexión internáutica.
Ya sé que poner tan cercanas palabras como "doméstico", "informático" e "internáutica", resulta cacofónico, pero no he encontrado ahora otras mejores. Lo malo es que con esta aclaración no he hecho sino empeorar las cosas, porque "cacofónico" viene a sumarse a la cacofonía... En fin.

Vamos, lo que quiero decir es que durante unos días he estado como perdido en el desierto.
No es fácil imaginarse la expresión de este lobo estepario cuando, cada vez que intentaba conectarse a Internet, la pantallita desaparecía después de unos segundos... Como si el acceso estuviera prohibido. Después de más de veinte intentos fallidos, este lobo tenía ya las fauces abiertas y babeantes, dispuesto a morder lo que se le pusiera delante.
Y todo esto viene a que tuve la "feliz" idea de instalar en mi equipo el flamante nuevo explorador de Windows, el Internet Explorer 8.
No puedo decir que este explorador sea malo, pero sí he echado en falta algunas sugerencias y alguna advertencia..., como la de que era peligroso para corazones delicados.
Seguramente, el error fue mío al cambiar algo en la configuración, pero el caso es que la situación era clara: no tenía conexión a Internet, más allá de unos pocos segundos. Y en ese tiempo no me alcanzaba ni a rezar un padrenuestro...

Nunca imaginé hasta qué punto estaba ligado a este cuaderno, y acostumbrado a leeros en vuestras respectivas bitácoras, además de los amables y siempre interesantes comentarios que dejais aquí.
La sensación, ya digo, es como si hubiera sido "abducido" y transportado a un desierto. Sólo veía arena y piedras, piedras y arena. Y un sol de justicia, que constantemente me señalaba con el dedo, como si fuera culpable de algo...

Bueno, afortunadamente parece que he conseguido salir del laberinto y aquí estoy de nuevo. Y espero que dure, porque a mí el desierto me gusta, pero no más de un par de horitas.

Y esta es mi aclaración. Para que sepais que no me había ido sin despedirme, sino que me habían cerrado la puerta.
Un saludo para todos.

AC. (28 de marzo, 2009)

sábado, 21 de marzo de 2009

El sabio




"¿Qué sé yo que los demás no sepan?", se preguntó el sabio una mañana, susurrando, mientras observaba desde su balcón la lejanía del horizonte y el pueblo que se extendía por el valle.
Y alguien, al parecer más sabio, le contestó en voz alta desde la umbría de los árboles de abajo:
"Preguntar. Tú sabes preguntar, lo que el común de la gente no sabe hacer, y cada pregunta tuya es una semilla que siembras en la tierra de lo posible. Y esa semilla con el tiempo germinará, crecerá y al llegar la primavera florecerá en forma de respuesta."
El sabio miró hacia abajo y reconoció a quien así había hablado, que saludaba entre la arboleda agitando el sombrero.
"¡Hola, amigo poeta! Tienes el oído muy fino. ¿Cómo tú por aquí?"
"Voy de paseo, aprovechando esta mañana de sol. Y no he podido evitar escuchar tus palabras. Sí, tengo el oído fino y también la mirada."
"Bien está eso. ¿Y decías que mis preguntas son como semillas?"
"Así es, amigo sabio, y precisamente voy ahora en busca de flores nuevas... Seguro que las hay preciosas en la ladera del monte, cerca de la laguna."
"Pero, ¿de verdad crees que las preguntas son como semillas?"
"Sí, lo creo, y además lo he comprobado muchas veces."
"Eso implicaría que en la pregunta vive el gérmen de la respuesta..."
"Yo en eso no me meto. Soy poeta, no sabio. Eso te corresponde a tí saberlo, pero intuyo que es así, como ahora dices.
"¡Bueno, me voy, que la mañana avanza!"
"Que disfrutes de tu paseo, poeta, y que tengas suerte y encuentres esas flores que buscas."

El sabio se quedó meditando sobre las palabras de su amigo, que ya desaparecía tras un recodo, camino de la laguna. "Puede que sea verdad lo que dice el poeta", pensó. "Y si así es, ¿por qué hace la pregunta quien ya tiene la respuesta...?"
Se metíó en la casa y miró despacio los muebles y los libros de su pequeña torre, pero en realidad no estaba mirando nada. Seguía pensando en silencio. La respuesta está implícita en la pregunta...
"¡Ah, ya caigo!", exclamó, al cabo de un rato. "¡Es sólo una concesión al tiempo! Sí, la pregunta es una semilla y en la semilla está la planta, el árbol, la flor, pero todo necesita tiempo para germinar, crecer y mostrarse en plenitud. ¡Es el juego del tiempo! ¡El juego de la vida!"
Estimó oportuno prepararse un leve tentempié de media mañana, acompañado de medio vasito de vino y algo de fruta, pero siguió pensando en lo mismo: "El tiempo, es el tiempo..., como una necesidad de jugar. En el niño están ya el joven y el viejo, pero hay una 'necesidad' de desplegar, de desarrollar, de crecer, por el puro gusto de hacerlo. ¡La vida quiere vivirse! Esa es la razón."
"Puede que en el fondo ya lo sepamos todo, pero necesitamos preguntar, inquirir, luchar y desesperar, para que 'eso' florezca en algún momento. Lo contrario sería la quietud de un conocimiento perfecto, algo parecido a la muerte. Y la vida quiere moverse, jugar, vivir..."
"¿Nos hace gracia un chiste conocido? No, sólo nos hace reír el que no conocíamos, el inesperado, el nuevo. De la misma manera, nos atrae el amor desconocido, el amigo desconocido, la tierra ignota, todo aquello que puede ser pero aún no es, al menos no es para nosotros."

Mientras se comía lentamente el plátano con pan, el sabio, haciendo honor a su nombre, siguió pensando:
"La vida es una aventura. Ese es su sentido. Y no hay aventura en medio de un mundo viejo, conocido, trillado. Sólo la hay en lo nuevo. Puede que la aventura ya tenga escrito su guión desde hace tiempo, mucho tiempo, y todas las preguntas sepan su respuesta, pero un velo oculta todo esto y no nos deja verlo así. De este juego no conocemos ni las reglas, así que hay que inventar continuamente, descubrir y jugar entre sombras."
"Pero a pesar de las sombras, o gracias a ellas, la vida es un juego apasionante. El mejor de los juegos. Así que seguiré sembrando preguntas todos los días de mi vida, aunque sepa las respuestas, seguiré sembrando, para que alguna mañana de sol un poeta joven, sensible y despierto descubra flores nuevas en la ladera del monte, cerca de la laguna."

Y después de pensar esto, el sabio cogió su viejo bastón de caminante, salió de su casa y se fue a pasear. Quería descubrir las flores que él mismo había plantado, ver el fruto de su propia semilla. Ver, en definitiva, lo que el tiempo había hecho con sus sueños.


Antonio Martín
(21 de marzo, 2009)


miércoles, 18 de marzo de 2009

El umbral de Liz y la joya de Rayuela



Hola, amigos.

Esta no es una entrada normal del cuaderno, sino una entrada-noticia.
Por un lado, me complace mucho presentar el nuevo blog de la amiga Liz Hentschel, alias Lirio, "la pintora de sueños", según mi particular apreciación.
El blog lleva el interesante nombre de "Umbrales", y se estrenó hace un par de días con la pintura que aquí reproduzco y que lleva el título de "Volviendo a casa".

Dejo apunte de esta noticia, aparte de por ser amiga mía (Liz, no la noticia, aunque también) porque quedó claro la última vez que puse aquí su "Ofrenda" que su arte os gusta. Ya estaba en mi lista su blog del punto de encuentro Letras Kiltras, pero éste es más personal, en el sentido de que es sólo suyo, y tenemos la libertad de comentar sin necesidad de registrarnos en sitio alguno.
Así que, para vuestro conocimiento, dejo aquí el enlace:
http://lirio-umbrales.blogspot.com
El blog acaba de empezar, pero ahí es donde Liz irá poniendo sus inestimables tesoros. Yo, desde luego, no me lo pienso perder.

Y por otro lado, dejar constancia que la amiga Rayuela (del blog En Zigurat) me regaló el otro día un premio-joya, el cual tengo el gusto de exponer aquí y compartir con vosotros, o sea, con quien lo quiera de los que estais en mi lista. Tal y como hice con los dos anteriores. De esta manera, me evito difíciles elecciones, que siempre me dan dolor de cabeza, y tener que buscar un tiempo extra que me cuesta mucho encontrar.
Así que quien lo quiera puede tomarlo, porque es suyo. Haceros a la idea de que todos los blogs de mi lista están nominados.

Bueno, especialmente... ¡Todos! jejeje. Y el señor Saramago también, que el Nobel lo debe tener ya un poco olvidado.

Un gran abrazo para este medio mundo tan especial que nos ha tocado compartir. O sea, para todos vosotros, amigos de lunas, cristales, encinas, vientos, estrellas, amapolas, tiempos, miradas, orillas, fanzaras, dulzuras, brujas y noches...
Seguro que hay más, pero no me caben.

AC. (18 de marzo, 2009)

domingo, 15 de marzo de 2009

Amor del ayer



Algunos guardamos en un rincón de la memoria un amor del ayer, o del nunca. Ese amor que pudo ser y no fue, que pasó rozando nuestro camino pero no se quedó. Sólo la huella sigue ahí, indeleble, conservando extrañamente aún la frescura de entonces.
Creo que el amor es una sustancia fluida que puede verterse en moldes muy diferentes, pero, no sé por qué, siempre hay un molde que nos parece especial. Entre varios afectos elegimos uno. Cuando la vida nos separa de ese ser, en cuya compañía veíamos segura la felicidad, podemos pensar, al cabo del tiempo, que hizo lo que debía hacer. Que apartó de nuestro camino al ser que no era, en realidad, la "media naranja" que creíamos. Seguramente la vida es sabia y mueve los hilos según un plan previo, acorde a un destino. Pero ¿y si no es así? ¿Y si la vida se equivoca, o simplemente estaba distraída aquella noche? ¿O éramos nosotros los distraídos y no pusimos toda la fuerza en el intento?
Sea como fuere, nunca sabremos la verdad del asunto. Porque aquello pasó hace tiempo, está más allá de la frontera, en el lejano país de lo imposible.
La vida es generosa y nos muestra después otras oportunidades, otros caminos, otros "moldes" donde verter nuestro amor, ése que se quedó detenido y sediento en el ayer.
Y encontramos, efectivamente, nuevos moldes, nuevas cercanías, nuevos afectos, otras formas distintas que nos acompañan amablemente y necesitan de nuestro abrazo... Pero, nos queda la sensación de que nada será lo mismo, por muy bueno que pueda ser, y obstinadamente intentamos mirar a través de esos nuevos afectos, por si detrás estuviera... ella.

Como lobo estepario, me siento extraño hablando de amor, pero es que uno tiene también sus debilidades, y cuando florecen los almendros y las jacarandas, llueven invisibles, pero ciertos, los recuerdos de ese ayer perdido en las galerías del tiempo. Vuelven los sueños aquellos que se fueron...
¿Alguien sabe dónde se coge el avión para Nuncalandia?

AHM
(15 de marzo, 2009)

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viernes, 13 de marzo de 2009

Más premios...



Hoy es un día pleno de sol aquí en Madrid, pero aún así ha habido una pequeña nube brillante en el cielo y se ha parado un instante justo sobre mi casa. No ha llovido agua, sino premios, dos bonitos paquetes regalo que llevaban como nombre del remitente el de mi nueva amiga Le8al, del blog, que ella llama su "rinconcito", "Cosas que escapan a la razón..." Un rincón encantador que os aconsejo a todos, porque allí se está muy a gusto, con buenas letras y buena música.
Por descontado, está en mi lista, creo que el primero, por las comillas, y su dirección es http://le8al.blogspot.com

Pero lo que no voy a hacer esta vez es repartirlo, no al menos de la manera convencional. Semejante tarea sobrepasa en esta ocasión mis fuerzas; hoy me siento contento pero un poquito mayor.
Así que invito a todos los blogs incluidos en mi lista, o sea, a sus dueños, claro, que se lleven una copia de estos galardones a su casa, si lo estiman oportuno. Se lo dedico a todos ellos, es decir, a vosotros.
Con una sola excepción: el señor don José Saramago. Aparte de porque no creo que desde su atalaya de blanca arena, allá en Lanzarote, se vaya a dar ni cuenta de este mínimo hecho (que para nosotros no es tan mínimo), porque este buen señor ya tiene el premio Nobel... Me parece que con eso ya va servido. Aunque, si quiere, por mi parte no hay ningún inconveniente.

Que quien los recoja lo haga con total libertad y absoluta impunidad. Prometo no tomar medidas al respecto. Pero, sobre todo, que lo haga con una sonrisa y luego no sea tan viejo como yo y tenga la amabilidad de compartirlo con quien estime que lo merece. Ese es mi humilde deseo.

Un gran abrazo para todos, amigos de tertulia virtual.

Antonio Castellón dixit.
(13 de marzo, 2009)

El sitio


EL SITIO... ¿Un lugar lejano?


Necesitamos encontrar el sitio, nuestro sitio. Media vida se puede emplear en esa búsqueda, y algunas veces casi la vida entera, pero una vez encontrado no hay mejor lugar en el mundo. El sitio no es sólo un lugar, es un estado de ánimo relacionado con un lugar, o con varios, o con ninguno. Si lo encontramos sabemos, sentimos que estamos en nuestro sitio, y no hay mejor sitio que ése.
La vida suele llevarnos de un lado para otro como el viento a las hojas en otoño, de una manera que nos parece caprichosa o simplemente azarosa, aunque quizá no lo sea, ni lo uno ni lo otro. Somos prisioneros de las circunstancias, estamos sujetos a sus leyes y presiones, o al menos así lo sentimos. Por eso necesitamos encontrar nuestro sitio, nuestro lugar en el mundo. Ese sitio al que siempre queremos volver, o del que nunca debimos habernos ido.
Normalmente identificamos esto con nuestra casa, nuestro hogar, o intentamos que se parezca lo más posible. Decoramos los muebles con imágenes, figuras y recuerdos que nos transmitan la sensación de que estamos en nuestro propio dominio, sin invasiones externas, sin interferencias. Incluso dentro de la casa casi siempre hay una sala especial que consideramos nuestro lugar más íntimo, donde no nos gusta que entre nadie a curiosear. Puede ser nuestro cuarto de estudio, una buhardilla apartada del trasiego de la casa, o simplemente nuestro dormitorio. Un lugar de lo más personal, que sólo mostramos a los amigos más queridos, o sea, a los de verdad.
Todo esto está muy bien, cumple la necesidad de refugio que tiene cualquier ser humano. Pero el 'sitio' al que me refiero es algo más.
El sitio es un sentimiento, una esfera luminosa que llevamos dentro y que cuando brilla nos dice claramente que estamos 'situados'. ¿Corazón, alma...? Démosle el nombre que más nos guste; lo importante es que ése y no otro es nuestro sitio, un lugar inaccesible para otros y del que sólo nosotros tenemos la llave.

Lógicamente, un lugar adecuado, como nuestra casa, nos ayudará a encontrarnos en ese sitio, pero no siempre es así ni tiene por qué serlo. Cuántas veces hemos puesto nuestra música favorita con la intención de animarnos y nos hemos quedado fríos... Eso es porque el sitio nunca se encuentra desde afuera, por muy acomodado que esté, sino desde dentro. Los estímulos externos, como músicas, paisajes o determinadas situaciones favorables, como gratas compañías, nos ayudan a acercarnos, pero el sitio que buscamos sólo se encuentra desde uno mismo. La llave está en nuestro poder, aunque muchas veces no demos con ella.

Para mí, el hombre entero, completo, tal vez feliz, es el que lleva su sitio dentro, vaya donde vaya y esté donde esté. El que nunca se preocupa demasiado por el tiempo que hace fuera, si llueve o hace sol, porque siempre está dentro de "su casa".
Quizá alguien piense que esto viene a ser como un "estar aislado", una especie de autismo de 'torre de marfil', pero no. El que está en su sitio, el que lo ha encontrado y sabe llevarlo consigo a cualquier parte, es un ser libre y transparente, humano, comprensivo, que ve y escucha como cualquier otro, con la única diferencia que él no se deja 'tocar', no se deja llevar por las circunstancias... Todo lo percibe, como cualquiera, sus ventanas están abiertas de par en par, pero la puerta está cerrada. Y sólo la abrirá cuando quien llame al timbre valga la pena.
Necesitamos encontrar el sitio, nuestro sitio. Y una vez allí, tendremos la buena sensación de estar por fin en casa.


Antonio Martín
(13 de marzo, 2009)




domingo, 8 de marzo de 2009

Mujer


En este señalado Día de la Mujer, la pintora mexicana Elisabeth Hentschel ha querido poner su granito de arena con este precioso retrato.
Elisabeth aparece de vez en cuando por aquí, en los comentarios, usando el 'nick' de Lirio, y firmando con su nombre: Liz.
Y me enorgullezco de poder decir que es amiga mía; amiga de sentires y lecturas. A mí me gusta llamarla "la pintora de sueños", porque así es como la veo. Y si alguno de vosotros quiere conocer más de su obra, tengo en mi lista su sitio, en "El blog de Liz".
El origen de esta amistad es exactamente el mismo que en el caso de Cristal: Hesse. Ya hace cuarenta y siete años que mi tío Hermann se fue de este mundo y todavía anda haciendo amigos... ¿No es esto mágico?

Bien, este cuadro lo ha titulado "Ofrenda", y es, como digo, su aporte en este día tan especial. Aunque, bien mirado, todos los días de la semana deberían estar dedicados a la mujer, menos el domingo... Así que si hoy es domingo es porque los organizadores de días festivos y efemérides no saben lo que hacen.

Yo sobre la mujer no puedo decir nada... Se me llena la boca con un torrente de palabras y no se me puede entender. Así que me limito a comentar someramente la pintura de mi amiga Liz.
En este cuadro veo a una bella mujer, con rasgos mexicanos, que descansa sobre el tronco de un árbol y lleva en las manos un ramillete de flores... Detrás de ella, un fondo de bosque romántico, impregnado de sueños.
La mujer descansa, pero su mirada es muy triste, como si quisiera volver al camino que está detrás, de donde cogió las flores, para perderse en una vida nueva y libre, es decir, para ganarse, para encontrarse, para vivir su propia vida, la que su corazón le pide vivir. Y no esta farsa, esta existencia sometida que parece que le ha tocado en suerte, como a otras muchas mujeres.

Me da la impresión de que esa mujer no está en realidad descansando sobre el tronco seco del árbol. Esa mujer está ahí parada porque no quiere avanzar más. Las pequeñas flores sobre su regazo son el símbolo del destino que desea, y le queman las manos.
Es ese difícil momento de querer decidir sin poder hacerlo... De mirar algo que no quieres ver. De ahí la tristeza, la pena de no tener la fuerza de cambiar el rumbo.
Esto es lo que veo. Seguramente la misma Liz, si se pasa por aquí, dará su versión original, lo que quiso decir con ese cuadro, y no tendrá mucho o nada que ver con mi torpe apreciación. Pero eso lo sabremos de su propia voz, de su propia letra.

Mientras tanto, mis mejores deseos y todo el ánimo de que soy capaz para las mujeres del mundo, y en especial para las que son maltratadas, orilladas, menospreciadas... Las mujeres son las flores del jardín. ¿Qué sería un jardín sin flores? No sería un jardín, sino un páramo, sólo malas hierbas, piedras y cardos; o peor, un desierto.
Quizá soy un romántico trasnochado, pero para mí la mujer es nada menos que la reina del mundo.

AHM.
(8 de marzo, 2009 - Día de la Mujer)

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Imagen: "Ofrenda", por Liz Hentschel.

sábado, 7 de marzo de 2009

Dragones de Cristal (II)



DRAGONES DE CRISTAL (II)


Decía el estoico Séneca aquello de "...Es vana la voluntad de quien no emprende lo que es fácil, sino que pretende que sea fácil lo que ha emprendido. Siempre que intentes algo, mídete a ti mismo, lo que te propones y los elementos de que dispones, pues el arrepentimiento, de no haber terminado una tarea, te hará desagradable."
No me considero estoico y tengo la "mala" costumbre de emprender siempre lo difícil, porque lo fácil no me interesa, no me llama la atención. Y otra costumbre que tengo es la de no medirme, porque siento que si me mido me limito, y no soy yo amigo de limitaciones. Mi pensar "mágico" cree que los elementos necesarios vendrán en el momento oportuno, y si no vienen es que no soy digno de la tarea emprendida. Puede que mi voluntad sea "vana", pero no vanidosa, ni tampoco pretendo nunca que sea fácil lo emprendido, sólo confío en que tenga buen fin.
Pero en algo acierta el señor Séneca, con respecto a este caso, y es que no haber terminado una tarea me vuelve desagradable. Así he estado estos días, algo desagradable conmigo mismo y con mi entorno, por no terminar lo empezado. Y es que cuando uno quiere hacer algo, parece que el mundo entero se pone en contra para impedirlo, y surgen obstáculos hasta de debajo de la piedras... Quizá en realidad no es así, mejor dicho, seguro que no es así, y lo que en verdad pasa es que se topa uno con la barrera de la mediocridad, fantasma casi ubicuo, que intenta evitar cualquier acción que valga la pena.
Pero sólo he estado "desagradable" en el sentido del profesor Lidenbrock, ese de la novela de Verne que después de hacer un importante descubrimiento recibió desapaciblemente el anuncio de que la sopa estaba en la mesa... "¡Váyase al diablo la sopa, y quien la haya hecho, y los que la coman!".

Y después de esta breve introducción, con la que quiero disculparme un poco de mi tardanza, voy con la segunda parte de estos "Dragones de Cristal":

Me preguntas, amiga Cristal, después de mencionar mis constantes vitales, si se puede hacer otra cosa... Efectivamente, no se puede vivir sin respiración, mirada y movimiento, pero yo aludía a que es en esas constantes donde se asienta mi pensamiento, mi "filosofía", dando a entender con ello que mi pensamiento está vivo. Y como tal, está sujeto a los cambios que muestren esas constantes, o sea, que más bien debería decir que está "liberado", en el sentido de atento, pendiente y flexible; es un pensamiento que observa y escucha. Mi "filosofía" ya expliqué que es en realidad el resultado de esas constantes, y sólo eso. Según respire, mire y me mueva así "filosofaré". Por eso, entre otras cosas, procuro poner siempre "filosofía" entre comillas.
Lo de "si se puede hacer otra cosa"..., me lleva al comentario de la entrada anterior, sobre la diferencia o no entre los seres humanos, y no quiero redundar. Sólo añadiré que respirando, mirando y moviéndose se pueden hacer un millón de cosas distintas; y esto del millón es sólo por poner un número redondo, pero seguro que son más.

Cuando dices "la alternativa a ese caminar por el filo...", imagino que quieres decir "la alternativa 'de' ese caminar por el filo". Y sí, es difícil y peligrosa, y es una opción, claro, tan válida como cualquier otra. Lo que no entiendo es por qué la llamas "solución 'adelantada' a todo problema". Que sea una solución o no es algo que debe averiguar cada individuo. Caminar por el filo, aparte de peligroso, no es sino estar en el borde del abismo, con la mirada puesta en ambos lados. Eso no nos garantiza ninguna solución, sólo nos amplia la visión de las cosas, nada más. Lo que pase después es imprevisible: comprensión y armonía, caos y locura, son igualmente posibles.

Vivir el presente, independientemente de lo que tengamos en mente sobre pasado y futuro, es lo único que podemos hacer. Lo único. Y esto que recalco es algo que, aunque suene raro, nadie suele hacer. Todos creemos vivir el presente, pero por lo general no es así: lo que vivimos es un espejismo, formado por retazos del pasado que se mezclan con anhelos de futuro. El presente, amiga Cristal, es el vuelo del dragón. Y quien no ve ese vuelo, no vive el presente.
El enfermo terminal, que sabe que no tiene nada que perder porque le queda poco tiempo, y se lanza a todas las posibilidades, puede que tampoco llegue a vivir ese presente. Por mucho que lo "exprima", lo más seguro es que se le siga escapando entre las manos como si fuera agua. Quizá porque ese presente se parece mucho al agua.
Esto me recuerda a lo que apuntaba el doctor Erich Fromm, sobre la diferencia entre tener y ser. Si te fijas, todos actuamos un poco como si fuéramos enfermos terminales, y luchamos por acumular "bienes", que son los que pensamos que nos van a permitir vivir de verdad, cuando estos sean muchos o suficientes. Nos queda poco tiempo y queremos vivir lo mejor posible. Pero ¿"vivir lo mejor posible" es en realidad vivir? ¿Somos lo que tenemos? Agotamos todas las posibilidades, según nuestro entender, pero ¿dónde está la vida?
Según esto, el rico sería el ser perfecto: ante él se despliega todo el abanico de lo existente, y todo para él es posible, a todo tiene acceso. Para todo, excepto para una cosa: la misma vida. Que no es en absoluto "comprable" ni exprimible.

Sobre el concepto de Dios, prefiero no hablar. Ya escribí aquí bastante sobre ello cuando hablé del vacío. Estimo que "Dios" es un sentimiento personal, que cada uno lleva a su manera. Puede coincidir con alguna iglesia o religión, o no, pero siempre será algo muy interior. Incluso definirse como "ateo" es una forma de relacionarse con ese concepto. Y en cuanto a lo de dejarse "manipular", ten en cuenta, Cristal, que a la mayoría de la gente le gusta que la manipulen. Sólo el espíritu libre no quiere ser manipulado, ni siquiera por sí mismo; por eso anda sobre el filo de la navaja, aun a riesgo de cortarse.
Le puede la libertad.

No conozco a tu amigo Abraracurcix, pero espero que no acierte en sus predicciones. ¡Con lo que me gusta a mí mirar el cielo!
Dices que "el hombre es un dios limitado y cruel, destinado a extinguirse como todo..." Así es, de eso me quejo yo casi todos los días, de mis limitaciones; de las crueldades menos, porque son muy pocas. Pero sí te digo una cosa: me importa un pimiento lo de la extinción, y me importa un pimiento, o un comino, porque yo no he venido aquí a ser "perpetuo". Y te digo más: ni siquiera estoy seguro de haber "venido".
El hombre es un ser con muchas capacidades, está abierto a muchas opciones, pero cada individuo elige. Y si no es libre para elegir, es porque ha elegido no ser libre. Efectivamente, hay un depredador en todos nosotros, al igual que hay buenas intenciones, pero eso nos lo da la naturaleza, no lo elegimos. Tenemos dientes para morder carne, como los lobos, pero también esos mismos dientes sirven para sonreír. Cuando haya hambre morderemos, y cuando haya afecto sonreiremos. Esto es natural. Lo malo es que el hombre es el inventor de la mentira. El por qué de esto no lo sé, pero así es. Me aventuro a creer que es por la escisión que siente y, por ende, por habitar en un mundo escindido. Cuando sonríe puede que en realidad lo que quiera es morder, y al contrario. La solución a esto no la sé, pero si sé que está en su naturaleza, tanto el problema como su solución.
En relación a esto, me alegro mucho de que exista la diversidad, de que no todos los hombres seamos iguales, ni tan siquiera parecidos. Y de que haya algunos de esos hombres que se atrevan a mejorar la especie. No a ser más altos y rubios, evidentemente, sino a ensanchar su alma, su conciencia, a romper límites y barreras, a alcanzar aquello que el hombre es capaz de alcanzar. Por eso admiro y quiero tanto a los románticos, porque se esforzaron en llegar al horizonte que tenían ante sus ojos, por muy imposible que les pudiera parecer.
En momentos de calma, el lobo estepario escribe poemas a la luna.

Perdona, me equivoqué con lo de "pesimista con esperanza", aunque ya anoté entre paréntesis que no estaba seguro. Así que te defines como "pesimista refugiada en la ironía"... ¿Y qué se siente, Cristal, cuando uno sonríe irónicamente ante un hecho contrario de la vida? ¿qué viene a significar en el fondo esa "burla fina y disimulada"? Es sincera mi pregunta, porque no sé la respuesta. Recuerdo que Hesse tenía a la ironía en alto aprecio, y que era una característica muy querida por los románticos. Pero desconozco qué quiere decir exactamente.
En mi caso, cuando me pongo en plan irónico, es para reírme de algo o de alguien, y me sale, efectivamente, una burla fina, que casi no se nota, pero que me sienta muy bien, y tiene el efecto de diluir a ese algo o ese alguien. ¿Es eso? Si es así, entonces la ironía sería como una forma de quitar peso a la realidad, una forma de "desnudarla", de dejarla en cueros para reirse de ella. ¿Y no es esto la esperanza en algo que está más allá de esa realidad? ¿la creencia de que existe una verdad más alta y profunda? Cuando mejor me ha sentado el ejercicio de la ironía ha sido cuando me la he aplicado a mí mismo.
"El velo de la ironía o el manto de la esperanza"... Bueno, en el fondo, los dos sirven para lo mismo: abrigan.

Si abres las ventanas de tu Cristalia de par en par, y esperas que te llegue algo de magia, no es gratuitamente, amiga Cristal; no es tampoco un fino gesto de ironía, ni una condescendencia con viejos sueños perdidos, una media sonrisa ante la luz inclinada de otros tiempos. No; si de verdad lo haces es sólo por una cosa: tu corazón sigue sintiendo la magia.
Aunque la claridad de la mente nos diga lo contrario, no debemos dejar de escuchar nunca la voz del corazón. No se trata de creer o no creer, se trata de vivir, de estar despiertos, de saber respirar, saber mirar y saber moverse.
El dragón no sólo vuela sobre las nubes, también nos vuela por dentro.

Un abrazo.

THE END...


Antonio Castellón
(7 de marzo, 2009)

miércoles, 4 de marzo de 2009

Dragones de Cristal (I)



DRAGONES DE CRISTAL (I)


Esto se empieza a parecer un poco a la saga de la Guerra de las Galaxias, pero sin guerra alguna, claro. Es decir, que es como un interesante y atractivo baile entre galaxias vecinas. Son las fiestas del barrio del universo. Evidentemente se manejan lenguajes distintos, pero tendiendo a un conocimiento mutuo, y hasta sospechando que, en el fondo, ambas sintaxis beben de una misma fuente, tienen una raíz común o muy similar, para lo cual se usan estos puentes intergalácticos que solemos llamar "blogs", que parecen las plazas donde confluyen todas las esquinas siderales, y que en realidad son naves individuales que viajan a la velocidad de la luz; incluso más deprisa, a la del pensamiento. En definitiva, una danza de conciencias.
Sí, la amiga Cristal ha vuelto a las andadas, y esta vez usa su propio "cine" para proyectar la película, lo que me parece un bonito detalle por su parte, dado que de esa película formo parte (soy uno de los encargados del storyboard y salgo de extra en varias escenas).
Muchos de vosotros ya habreis leido su entrada en La Mirada de Cristal, pero otros no. Así que los que esteis aquí acomodaos en las butacas, tened a punto la bolsa de palomitas y preparaos, porque la película comienza en pocos minutos...
Omito la introducción, porque en ella hay demasiadas flores dirigidas a este cine mío nocturno y a mi humilde persona, y no es que sea por falsa modestia, pero me parecería excesivo repetirla aquí. Tanto me ha gustado, que prefiero ocultarla.

Se apagan las luces; poco a poco se va haciendo el silencio... Se oye a lo lejos, in crescendo, música de Vangelis... Es el tema titulado "El Dragón". Se abre lentamente el telón... Empieza la película...

AM.


(Pd. : Al final no he podido omitir la introducción; me parecía que la película quedaba "cortada". Ssssshhh...)

... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ...


Desde Cristalia para Antonio


Las sombras acogedoras invaden Cristalia cuando se extinguen bullicios y rumores y todo eco diurno se apaga. Es entonces cuando el alma y el intelecto de alguno de sus habitantes se despierta, para sumergirse en las aguas de un maravilloso laberinto virtual e iniciar un fantástico viaje nocturno de destino incierto y en ocasiones sorprendente.

Hoy, creo haber visto un dragón… pero volaba tan alto y silencioso que quizás era sólo el viento y la luz del espíritu de Gaia burlándose de este pobre humano hembra.
Hace ya unas cuantas lunas tuve la fortuna de que un Cuaderno Nocturno lleno de magia y buenas letras me hallase en uno de mis viajes por la maraña de caminos de esta Blogoesfera. Pero el descubridor se convirtió en hallazgo a no tardar. Pronto se hicieron frecuentes los viajes entre ambos puntos de este Mar de Dédalo. Y hoy es llegado el momento de corresponder a sus muchas visitas y atenciones de forma especial.

No debo continuar sin decir que, muchos, de los que hemos encontrado, este Cuaderno, lo utilizamos de guía y aliciente, para levantar el listón de este pequeño gran mundo, en el que todos navegamos, hacia ninguna parte y sin tiempo definido. Al igual que en la vida. Genio y figura amigo. Pero… ¿a quién importa la meta? si el viaje nos deleita. Ya lo dijo el poeta… se hace camino al andar…

Surcar este mar, con esa guía, aunque a veces se nos disfrace de “tirano”, es una especie de “soma” que nos ayuda a bucear en nuestro interior y a poner nuestro sextante en las coordenadas de viaje hacia nuestro Shangri-La particular.
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Querido Antonio:
Después de dos entradas en tu blog y un sinfín de comentarios sobre el tema que nos ocupa… ¿Qué decir que no haya sido dicho ya?

Quizás que has conseguido que destape mi “tirano interior” de una forma que nunca creí ni pensé descubrir en este espacio. Pero a lo hecho pecho y a las penas “puñalás”…

Y sin más, te diré que haces bien en decir que la diferencia entre tú y yo, es, en principio, sólo aparente. Porque en el fondo todos los seres humanos nos parecemos de forma extraordinaria. Sólo somos hormigas de diferentes hormigueros. La singularidad es una quimera amigo mío. Todos sin excepción, no importa el camino y los vericuetos, vamos hacia el mismo sitio, y desde el mismo punto de partida. Sólo nos diferencian los “andares”. ¿Y al cabo, no buscamos todos lo mismo? Un poco de felicidad… aunque para unos u otros sea algo muy diferente.

Leer a Sartre, a Heidegger, Schopenhauer, etc… eso que nombras como conocimiento cargado y cavilado, no tiene demasiado valor, ¡cierto! Sólo es una manera de constatar que no estás sólo en este universo, y que otros, mucho antes que tú ya pensaron lo mismo… Como tú y tu tío Hermann .

Dices regirte por tres constantes, “respiración, mirada y movimiento. Es decir vida”. Y yo pregunto humildemente ¿se puede hacer otra cosa? La alternativa a ese caminar por el filo es ciertamente jodida. Aunque algunos, en muchos momentos la acaricien como solución “adelantada” a todo problema. Pero aún así y nos guste, o no, es una opción Antonio. Tan válida como la de cualquiera, incluyendo la tuya o la mía…

Vivir el presente, asumiendo el pasado y sin plantearse el futuro como una hipoteca, no diré que sea imposible pero no es fácil de ninguna manera. A veces, aunque a más de uno le parecerá una “boutade” me he planteado que deberíamos actuar con la perspectiva de un enfermo incurable o terminal… para exprimir el presente en todas nuestras posibilidades… Probablemente así seríamos capaces de abandonar el lastre que supone la conveniencia del futuro… sin importar el pasado. Pero quizás fue eso lo que enloqueció Höderlin, ¡quien sabe!

En todo caso, desde la perspectiva de una atea, las posibilidades se reducen bastante ¿verdad?. No niego categóricamente una existencia espiritual, a la que no hace tanto que me ha acercado algo tan empirista como la Física y la Mecánica Cuántica. Dime rara. Pero por supuesto estoy muy lejos de cualquier idea religiosa al uso…. Muchos, yo entre ellos, no necesitamos de ese concepto de Dios, que es tan sólo la necesidad que tiene el ser humano de transcender de nuestra condición de mortales. Algo que algunos “espabilados” sin escrúpulos aprovechan todavía para manipular el mundo a su antojo.

Esa idea de crear valores con nuestras acciones, es la parte espiritual y de magia que nos corresponde en “este lado” como tú apuntas. Pero aparte de las buenas intenciones, el depredador que vive en todos nosotros nos lo pone francamente difícil. Y el que esté libre de culpa que tire la primera piedra. El hombre es un Dios limitado y cruel, destinado a extinguirse como todo… Eso, si antes, como diría mi buen amigo Abraracurcix, el cielo no se desploma encima de nuestras cabezas. Que por lo visto según los cosmólogos es la causa más probable de extinción de la vida en este planeta. O del planeta mismo. ¿Ves a que me refería con lo de las churras y las merinas? En fin…

Por último matizar, que nunca me definí como una “pesimista con esperanza” si no como una “pesimista refugiada en la ironía”. Según la RAE, esperanza tiene que ver con confianza en lograr algo que se desea e ironía es una burla sutil y disimulada o lo que sucede de forma inesperada y parece una burla del destino. Importante el matiz que diferencia una cosa de la otra.

Aunque he mejorado, en lo que ha tenido bastante que ver el tema de la Física… debo reconocer que sigo estando mucho, muchísimo más cerca del velo de la ironía que del manto de la esperanza. Y aún así, y precisamente por eso, voy a seguir estando lejos de héroes y élites y van a seguir sin gustarme, con sus excepciones.

Al fin y al cabo el hombre, aunque náufrago, es el único ser de este Universo con esa capacidad, ni siquiera la risa (los chimpancés se ríen) sólo la ironía nos distingue del resto de seres vivos. Por lo demás todos somos falibles y finitos. No hay más. La mediocridad fue creada por el hombre para el hombre y siempre será subjetiva amigo Antonio. Lo que en una cultura puede parecer sublime, en otra puede ser una solemne chorrada.

¿Qué más puedo decirte amigo? Quizás que todos somos producto de un tiempo y una educación. Sobretodo hijos de la experiencia individual de cada uno. Y cada uno habla según como le ha ido en la feria, y algunos ni eso. Directamente se han quedado mudos o no llegaron ni a la edad de hablar. No hay más que leer el diario…

Mientras tanto, abriré las ventanas de Cristalia de par en par, a la espera de que me invada un poco de la magia, que destila tu Cuaderno, que envidio sinceramente, y quedo atenta por si en medio de la luz inclinada atisbo de nuevo el vuelo del Dragón.

Un abrazo sincero.

CRISTAL00K (1 de marzo, 2009)

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Querida amiga Cristal, me he quedado sin palomitas.
Como este cine es de los antiguos y tiene sesión continua, aprovecho unos minutos y me voy al cine-bar. Me tomo mi refresco, compro provisiones y vuelvo a ver la película, por aquello que dicen de que en la segunda vez se ven cosas que no se han visto en la primera. Suele pasar con las buenas películas...

Bien, ya la he vuelto a ver. Y, efectivamente, había cosas ("cosillas" dirías tú) que no había visto bien; pequeños detalles que se te escapan en una primera visión, o, como diría un moderno, "visualización" (¡jo...!).
En primerísimo lugar, mi más sincero agradecimiento por esa introducción tan poética en la que me encuentro inevitablemente involucrado. No quería ponerla, pero quedaba tan bien con la música que... En fin, ¿para qué voy a decir eso de "no es para tanto", etc.? No, no lo es, pero me has dejado encantado. Y por otra parte me alegro de haberlo hecho, por si todavía hay alguien que piensa que esto es un "debate", una discusión o algún tipo de enfrentamiento. Esto, por supuesto, es sólo una conversación amistosa, como la que podríamos tener tranquilamente sentados en una cafetería cualquiera de cualquier ciudad. Yo me pido Salamanca, y el café cortado.
Pero vayamos ya a la "película", que es lo que importa:

Dices una frase, amiga Cristal, al principio, que muchas veces me he encontrado por ahí y siempre me ha provocado cierto rechazo. No sé, la tengo como alergia: "Todos los seres humanos nos parecemos..." Y añades luego, para ilustrarla, el símil de las hormigas... Y además rematas diciendo: "La singularidad es una quimera."
Me ha pasado un poco como cuando dijiste en otra entrada que "a las palabras se las lleva el viento", que rápidamente fui a ver si era verdad. En este caso he mirado también a los libros y he visto que dentro sólo había "quimeras", y que mis mejores compañías, las únicas de las que he podido aprender algo eran nada más que eso... quimeras. No, no puede ser que estés hablando en serio. La segunda cosa que he hecho es asomarme por la ventana. He visto personas desconocidas que iban para arriba o para abajo, caminando por la acera, y a unos barrenderos (¿empleados de la limpieza se dice ahora?), que habían aparcado el camión de la basura frente a mi casa y charlaban de sus cosas mientras hacían no sé qué... Y por su tono de voz he "adivinado" de qué estaban hablando: de nada. Luego he pensado, no sé por qué, en Goethe, en Hölderlin, en Novalis, en Hoffmann, en Bach, Mendelssohn, Vivaldi, Unamuno, Machado, Beethoven, Dostoyevski, Rilke, Friedrich, Gauguin, Van Gogh, Nietzsche, Jung, Fromm, Ende y, cómo no, en el tío Hesse, y en cien más... Y no me salen las cuentas.
¿Todos los seres humanos nos parecemos? En qué, te pregunto. ¿En que tenemos cuerpos similares? Ah, pero más adelante nos das la pista: "vamos hacia el mismo sitio, y desde el mismo punto de partida". Evidente: el nacimiento y la muerte nos iguala, pero eso que tú llamas "andares", eso, amiga mía, es mucho andar... Y sí, todos buscamos la felicidad, pero no sólo es "muy diferente" esta felicidad, sino que muchas veces no tiene absolutamente nada que ver una felicidad con otra, y hasta pueden ser contrarias.
No tengo nada en contra, por ejemplo, de la felicidad "normal" del barrendero, nada en contra, pero ¿qué tiene que ver con mi felicidad? ¿Sería yo feliz con su felicidad? ¿Lo sería él con la mía? Estamos hablando de "mundos" muy distintos, amiga Cristal. Lo que para él es bueno, puede no serlo para mí, y viceversa. Y en absoluto es por meterme con el pobre barrendero, a quien no conozco de nada y lo mismo es un sabio disfrazado. Pero le ha tocado venir aquí como ejemplo. Otra vez me tocará a mí.
Recuerdo que una vez le dije a una persona a la que apreciaba que "tenía que conseguir llevarla a mi mundo", y ella me contestó: "¿Pero qué mundo...?" A partir de entonces comprendí que la tarea iba a ser ardua. Hoy confirmo que imposible.

Claro que el barrendero y yo nos veremos las caras en el mismo umbral, cuando nos llegue la hora, pero ¿nos convierte eso en iguales? No, amiga, él morirá como él y yo como yo, exactamente igual a como hemos vivido, a como somos, o sea, diferentes.
Por otro lado, reconozco que la muerte es buena consejera, como decía el amigo Castaneda, porque nos coloca frente al espejo frío del final ineludible. Y esa imagen en el espejo nos sirve para borrar nuestra importancia personal, que no es más que un lastre, un obstáculo para la libertad. Pero... el hecho inevitable de la muerte no nos iguala, sólo nos dice que todos nos enfrentamos a lo mismo. En ese sentido, y sólo en ese sentido, somos todos iguales, aunque mejor sería decir que todos "estamos" iguales. Ahí sí que me siento igual, no ya sólo al barrendero, sino al oficinista, al político, al ladrón o a cualquier perro callejero, a cualquier ave o a cualquier insecto.
Todos vamos a morir, todos respiramos, más o menos, el mismo aire y todos caminamos por calles similares. ¿Y eso qué?
Lo siento, pero no puedo dirigirme a Goethe y decirle: "Usted es igual que yo y yo igual que usted; los dos tenemos dos ojos, dos orejas, dos pies, dos manos, y un palmo de narices." Porque él me podría responder: "¿Y tiene usted también un Fausto, un Werther, un Wilhelm Meister?"

Como ves, amiga Cristal, esto es sólo el principio. Unas frases tuyas y se desencadena el torrente... Lo dejo aquí, por ahora, porque si continuo no va a caber en la página y me gusta que se vea todo junto. Así que esto es nada más que una primera parte de mi "película".
Permanezcan atentos a la pantalla, amigos. Si les ha gustado este aperitivo, claro. En caso contrario, se les cambiarán sus boletos en la puerta de salida por unas suculentas páginas, las cuales contienen exquisitos haikus y tankas de primera calidad.

Por último, quiero añadir, Cristal, que entiendas que esto no quiere ser un diálogo "entre Confucio y Lao Tse"... Andamos nosotros muy lejos de esas alturas; pero sí una conversación entre galaxias amigas, que quieren comprenderse, porque, inexplicablemente, se atraen, quizás porque tienen un origen común, como dije antes.

Un fuerte abrazo, amiga, y gracias a todos por vuestra inestimable atención.
Volverán a volar los Dragones de Cristal.

Antonio Martín
(4 de marzo, 2009)







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imágenes: Roger Dean
música: The Dragon - Vangelis

lunes, 2 de marzo de 2009

Al esfuerzo personal


Cuando uno es niño todos los regalos le parecen maravillosos, y le provoca una amplia sonrisa y un gran placer recibirlos. Por lo general, suelen ser precisamente esos juguetes que andaba pidiendo durante mucho tiempo y que vienen a colmar sus deseos. Luego viene la adolescencia, y los regalos se transforman, extrañamente, en esos objetos incomprensibles, desligados de toda emoción, que los mayores llaman "útiles": que si una muda, que si unos zapatos, unos pantalones, etc. Y uno se queda entonces, al recibirlos, con una cara rara, como diciendo... ¿qué es esto, una broma? ¿Me estais engañando, verdad? ¿Dónde están los regalos?
Y, bueno, después viene la juventud, esa época "difícil" en la que ya empieza a tomar forma una personalidad propia, con gustos personales, selectivos, que elige ciertas cosas y rechaza otras. Y aquí la cosa se complica aún más.
En mi caso, no recibí en ese tiempo muchos regalos, pero la mayoría eran una mezcla de utilidades y rotundos fracasos que me dejaban mal sabor de boca. Perfumes, corbatas, calcetines y demás formaban parte del primer grupo, y el segundo se componía de discos y libros, procedentes de compañeros que creían conocer mis gustos... En total, una ruina.
Pero, afortunadamente, siempre había por ahí algún buen amigo que sí me conocía de verdad, y sabía lo que para mí era valioso. Este amigo no le daba nunca mucha importancia a su regalo, no me lo entregaba con aspavientos y grandes felicitaciones, sólo lo dejaba sobre la mesa, bien envuelto, y esperaba en silencio a que yo lo descubriera... En ese mágico momento, al desenvolver el paquete, mi curiosidad se encontraba con la alegría, con la íntima satisfacción de que el amigo había dado en el centro de la diana, lo que significaba que había estado atento a mis deseos, que me conocía y me apreciaba, o sea, que efectivamente era mi amigo. Solía ser un simple libro, pero no sólo eso, era "el" libro. Ese que justamente había estado buscando, u otro que tenía que ver con mis sentires de entonces.

Todo esto viene a que, una vez más, se me ha concedido un premio. Y quiero expresar que lo tomo en ese sentido, como el regalo de un amigo. Observo que esto de los premios está muy movido últimamente, y no sé en el fondo cuál es la razón. Pero eso no me importa, lo que me importa es cómo lo tomo, cómo lo recibo... Como ese buen libro que andaba buscando.

El premio en cuestión lleva el pomposo nombre de "Premio al esfuerzo personal", y lo he recibido de manos del amigo llamado El Lobo, desde su blog homónimo (http://miramiminimundo.blogspot.com). He visto que él lo ha repartido entre otros diez amigos, así que no pienso ser menos. Y ésta es mi lista:

1- We Create the Time, de Gárgola.
2- Cosas que escapan a la razón, de Le8al.
3- Desbordándome, de Oderfla.
4- El Silencio del Violín, de Salut.
5- Mil Orillas, de Lena Yau.
6- Marian Ramentol, de Marian Raméntol.
7- Déjà Vu, de Malvada Bruja del Norte.
8- Bagajes, de Raquel T.
9- Confesiones de una mente peligrosa, de Eliana Gimena Digiovani.
10- Nunca estuve en Fanzara, de Daniel Damián (Conde de Galzerán).

La verdad es que no soy nadie para repartir premios, incluso siento algo de vergüenza al hacerlo. Porque algunos de los que he puesto en la lista son mucho más veteranos e imagino que ya pasan de premios, y más de que se los otorgue un "nuevo" como yo. Pero, bueno, no tiene mayor importancia; sólo quiere ser el regalo de un amigo a sus amigos. Pueden recogerlo o no, repartirlo o no. Los premios son como la lluvia: hay quien usa paraguas y quien la recibe con una sonrisa.

Un abrazo para los premiados, y para los otros, que también lo son, aunque ahora no figure su nombre.