Quizá no queda del todo claro en el siguiente texto, porque es un tema complejo, pero es muy interesante y por eso lo expongo aquí. Hace 28 años dos ensayistas franceses se dedicaron a glosar y explicar los libros de Carlos Castaneda, que por entonces sólo sumaban cinco, e intentaron dar todas las explicaciones posibles a ese nuevo o viejo conocimiento con que el amigo Castaneda asombraba al mundo de los inquietos y buscadores. Un poco al estilo de Louis Pauwels y Jacques Bergier, pusieron toda la carne en el asador e intentaron explicar lo inexplicable.
Quizá fueron un poco "más papistas que el papa", y puede que hasta el mismo Castaneda quedara asombrado de tanta explicación... Pero este mundo es libre para expresarse (excepto en algunas "culturas"), y estos dos amigos hicieron mucho por acercar los difíciles textos del "brujo" Carlos Castaneda.
Por ello, todos los
buscadores de estrellas les quedamos profundamente agradecidos.
AHM.
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La locura controlada
por Bernard Dubant y Michel Marguerie
El guerrero considera al mundo como un misterio sin límites, y lo que hacen los hombres como una locura sin nombre.
Todos los actos de los hombres son locura, o más bien son percibidos como locura por quienes ya no creen en el
sentido de los actos ordenados por la razón. Los hombres actúan según las reglas que juzgan
normales, con fines que estiman necesarios, justos, buenos, y llaman locura a los comportamientos extrarracionales. Volverse loco es perder la razón. Luego, el uso de la razón también es locura: esta
normalidad, la razón entera, la explicación racional de las cosas, no es más que locura. Los actos y la vida de los hombres nada significan propiamente: la gente se pasa la vida envejeciendo, y su vida, a pesar de los credos ilusorios a que se aferran, nada significa para ellos ni para nadie.
Los actos de los hombres corrientes son sólo
ruido y furor, como dijo Shakespeare. El dramaturgo había así intuído que el
mundo no es sino un teatro y los hombres actores. El guerrero no percibe las cosas de distinta manera. Sus actos también son locura, pero como él no cree, es una locura
controlada.
Con
todo el mundo se sirve Don Juan de su
locura controlada; todo lo que hace es
locura controlada, lo cual no significa que no sea
sincero, sino que
sus actos son sólo los de un actor. Para mí -dice-
no hay ni una sola cosa que sea importante, y menos mis actos que los de cualquiera de mis semejantes. A pesar de ello, continúo viviendo porque es mi voluntad... Mi voluntad controla la locura de mi vida.
El guerrero que ha anulado la importancia de las cosas, si escoge vivir, no puede considerarlo como una locura; pero como ejercita una elección que su voluntad dirige, su locura está controlada. El hombre que está bajo el control de su razón, no se controla; por eso su locura no está
controlada, y su lado siniestro no puede apenas ser compensado por su lado alegre: el hombre ordinario no cree estar loco; ¡sus actos son endiabladamente serios! El guerrero elige actuar, debe creer sin creer, como hemos visto. Su acto es puramente gratuito, y él sabe que todos los actos pretendidamente serios son también gratuitos.
Tus actos -dice Don Juan-,
así como, de manera general, los de tus semejantes, te parecen importantes porque has aprendido a pensar que son importantes.
Sí, pero entonces hay que agarrarse a algo. Como ya hemos visto, el guerrero no se agarra a nada; en nada se parece a esa gente que ha pretendido
abrumar a su generación haciendo el vacío (¡que vacío tan ilusorio!, y ¡qué pérdida de tiempo!) y que, beoda, se agarra a algún
mito movilizador, lo que prueba que se ha quedado convertida en hechiceros negros deseosos de creer, es decir, de comer el alimento que trafican sus semejantes.
La locura controlada es el deber creer; la locura no controlada es la creencia. Una cosa es importante cuando se nos ha dicho así y nosotros, solamente, balamos con el rebaño: es el
es necesario creer en algo. Pero ACTUAR con todo su ser sin creer y sin conceder la menor importancia a lo que se hace, pero con toda la perfección que da un perfecto control y un perfecto abandono, es un acto de águila solitaria. Es la única manera desinteresada de actuar, y el guerrero debe actuar
sin esperar nada a cambio.
(Cabe decir que este
desinterés nada tiene que ver con un acto
caritativo, que da
buena conciencia.)
Y este desinterés es vulnerabilidad, y placer sin límites. Si la palabra
nobleza tiene sentido, no puede significar más que esto.
(continuará...)
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- del libro "Castaneda: El camino del guerrero"
- Bernard Dubant y Michel Marguerie
- traducción de Eugenia Frutos
- Ediciones Mascarón, 1981