Aquí escribo,
al filo de la noche,
en este cuaderno de cristal
y humo,
para ahuyentar las sombras.


Con la ventana abierta,
por si viene el pájaro
del sueño.

AMB







miércoles, 2 de septiembre de 2009

Noche de agosto (III)



Cuando notó que el mordisco de la melancolía empezaba a ser insoportable, se apartó del balcón y fue a por otra taza de té. Volvió a sentarse en el sillón de terciopelo rojo y bebió despacio mientras miraba las cuartillas sobre la mesa. Un cuento, un cuento de verano, corto y fresco, para aliviar un poco la mansedumbre del calor...
Lo que de verdad le hubiera gustado es estar allí, en esa terraza natural con la luna encendida, y el río y las estrellas, hablando con ese señor del tiempo que cambiaba de apariencia según los ojos que le miraban... Y también según el sitio, dijo. ¿Vivía ella en un sitio que tuviese ese poder, esa magia? ¿Qué forma adoptaría ante sus ojos? Da lo mismo. Lo que quisiera es tenerlo ahí, cerca, y preguntarle muchas cosas. Sobre ese ayer que no acababa de comprender, sobre este hoy que se le escapa, sobre el mañana que desconoce.

Bueno, dejaría el cuento sin terminar. Era mejor así. No tenía ni idea de cuál sería la reacción de la muchacha. Y si le diera por preguntar, no sabría qué poner en boca del señor Tiempo, que ahora era joven y podía decir cualquier cosa. Además, ya no estaba allí. Ya no veía el río, esa serpiente fabulosa hecha de agua y luna... Sólo veía la mesa, los muebles, las ventanas. Sí, era mejor dejarlo. El pequeño reloj blanco le dijo que ya era hora de acostarse. Mañana lo seguiría. O quizá escribiría otra cosa. Un poema.
Guardó las hojas dentro de un libro que había sobre la mesa. Las memorias del poeta Neruda. Y se fue a la cocina, a ponerse su vaso de leche fresca. Pero antes de irse a dormir, se asomó una vez más al balcón. Sus vecinas se habían ido y el bar estaba cerrado. No había un alma en las calles. Sólo el silencio, que caminaba despacio por la acera, como una sombra más, y la luna, allá arriba, que seguía hablando con la noche de sus cosas. Esta conversación sí que le hubiera gustado escucharla. Pero la luna y la noche hablaban en un lenguaje que no se podía entender. Sólo se oía como una música lejana. Había que estar soñando para estar cerca y poder escuchar.
Rafaela bajó la mirada. Se sentía cansada y un poco triste. ¿Para qué esos sueños que luego no podía controlar? ¿Para qué esos sueños que escapaban como mariposas, en cuanto te acercabas un poco más? ¿Para qué valen si no los puedes tocar?
Salió del balcón, decidida a acostarse de una vez y dejar de pensar. Pero justo en ese momento sucedió algo extraño. Escuchó un silbido que venía de la calle. Una y otra vez sonó en medio del silencio de la noche, con una música que le resultaba vagamente familiar. Seguro que no iba con ella, pero le picó la curiosidad. Apagó las luces y volvió a asomarse, medio escondida tras las cortinas.

(continuará...)


Antonio H. Martín
(agosto, 1997)

9 comentarios:

  1. Antonio,
    Antonio,
    Antonio...

    Vengo de leer las tres partes de tu Cuento de Verano, de corrido. Es una sensación maravillosa la que me invade. Tienes un arte especial para relatar estas historias, que me hace disfrutarlas muchísimo.

    Te diría sólo un par de cosas, además de que estoy encantada con tu relato.
    Primero: es preciosa la escena primera, en donde Rafaela departe con sus necias vecinas, pues me deja muy clara una cosa que mencionaste hace muy poco, no recuerdo ahora si fue en una Entrada o en un Comentario: hablabas de la diferencia entre ser y estar. Aqui, es evidente que ella está físicamente con ellas, pero su mente, su ser interior, está en otra parte.
    A continuación, me hizo un click especial ese hecho de que se sentase en un sillón rojo de terciopelo, ¡qué bonito! Y que abriese la ventana... pues me recordó claramente a TI, amigo-lobo-nocturno que espera a las musas de la inspiración con la ventana abierta.
    Y para finalizar, te quiero decir que justamente estaba yo pensando que tal vez ese relato estaría muy bien sin terminar, cuando Rafaela misma viene y dice lo mismo!

    Por lo demás, sobran las palabras para expresar cuánto me fascina adentrarme en estos cuentos tuyos... es algo que siento de alguna manera muy familiar, porque se parace a mis imágenes interiores, a mis ritmos, a mis propias ensoñaciones.
    Vamos, ¡que es un deleite!
    Gracias, y quedo en espera de la continuacióm.
    Un beso

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  2. ¡Vaya, Lirio me ha pisado hasta la entrada!...bueno yo le anteponía un ¡Ay! soñador y dulce.

    Tienes el don de saber poner en limpio las sensaciones de todo tipo que nos recorren a la mayoría. Unos ni se enteran de que están ahí y otros padecemos con ellas cuando nos recorren y atraviesan.

    Soñar... un señor Tiempo cambiante según los ojos y el lugar... esos vecinos con los que estamos pero con los que no somos.

    Sigo atenta y maravillada, Antonio.

    Gracias por tanta sensibilidad.

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  3. ¡Hola Antonio, aquí me tienes de vuelta de vacaciones y de problemas con el ordenador!
    Llegué hasta tu casa con intención de leer tu ultima entrada y comentarla, pero me encontré que ésta venía de la anterior, y las dos de una tercera...de manera que me enfrasqué en la lectura del trío, y me llevaron como si lo hiciera ese "río de luna y plata" suave y plácidamente en ese departir con el cambiante señor tiempo...en acompañar a esa mujer en su escapada de la vida vacía, en que sus vecinas se sumergen encantadas cada noche...mientras ella sueña. Una mujer mágica en un entorno de gente vulgar que solo en su soledad puede lograr su milagro...
    Me ha encantado Antonio, cuestión que no me coge de sorpresa nunca cuando tengo el placer de leerte.

    besito volado.

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  4. Ja,ja,ja ...Quise poner el río de "agua y luna" pero como la imagen de mi mente fue el de una serpiente de plata, puse en mi comentario:" de luna y plata" ¡No quería enmendarte la plana!...

    Otro besito volado.

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  5. Gracias, Liz.
    Me agrada mucho que te guste y que te identifiques con algunas cosas, quizá es que todos los soñadores nos parecemos o andamos caminos muy cercanos y similares.
    El sillón de terciopelo rojo es real.

    Un beso, amiga pintora de sueños.

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  6. Hola, Luisa.

    ¿Ibas a decir un "¡Ay!" soñador y dulce? Pues me parece muy bien. Me encantan los suspiros de esa clase.

    Parece mentira que este relatito os guste de esta manera. Lo tenía abandonado entre papeles y nunca le di importancia más allá de ser un recuerdo.

    Ya pronto pongo el final.

    Un abrazo.

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  7. Hola, Brujita, y bienvenida.

    Lo de "río de luna y plata" suena bien, pero ¿no te parece que se repite? Lo digo porque se ha usado mucho la expresión "luna de plata", normalmente en poesía.
    Yo me quedo con mi "fabulosa serpiente hecha de agua y luna", porque aunque es una imagen muy simple, no sé, me transmite, me evoca lo que en ese momento.

    Enmendarme la plana no es posible, porque no tengo, jeje.

    Dos besitos volados, Brujita, y encantado de verte por aquí de nuevo.

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  8. ¡De acuerdo total Antonio! fue por eso que te puse el mensajito de las risas, la luna pone la plata en el río...luego sería totalmente repetitivo y la imagen de luna y agua es francamente preciosa, el problema es que mi cerebro pasa directamente las palabras a imágenes y eso me llevó al equívoco .

    Besito volado.

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  9. Y volvemos a Rafaela...dejará el relato inconcluso?Será con final abierto?Y esa luna...ay!qué maravilla! tanto como el detalle del libro:las memorias del poeta Neruda.
    Y será el señor Tiempo el que anda allá afuera? O será un lobo,que,según dicen,no sabe escribir...

    (y estoy de acuerdo con Gárgola en su comentario en el capítulo anterior:te llevás bien con la metaliteratura.)


    Mil besos!

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