Aquí escribo,
al filo de la noche,
en este cuaderno de cristal
y humo,
para ahuyentar las sombras.


Con la ventana abierta,
por si viene el pájaro
del sueño.

AMB







martes, 8 de septiembre de 2009

Cartas a Martín



He dudado si transcribir o no estas viejas cartas, por el tono triste y oscuro que se pasea por ellas como una sombra.
No se corresponden con mi vida actual, en absoluto, sólo son recuerdos, imágenes detenidas en el papel de un tiempo que pasó. De estas cartas sin destino hace ya dieciséis años. Pasaba yo entonces unos momentos un tanto "duros", en los que había tintes de desesperación, vacío y soledad.
Pero no todo en la vida se compone de claridades, y muchas veces éstas salen a la luz a base de pisar un suelo de sombras...
Las pongo aquí, porque quiero que se vea que para llegar a las sonrisas de hoy hubo que atravesar antes ciénagas de silencio, en las que no brillaba luna alguna.
Martín no es nadie en concreto, o tal vez sí, en parte, en diversas partes, pero sobre todo es mi alter ego, ese fragmento de mí que en aquellas noches veía como muy lejano, y al que echaba mucho de menos.
Queda esto como testimonio de otra época, de una en que hasta la música se me volvía veneno, porque me dolía...
No tienen ningún valor literario estas cartas, o al menos no fueron escritas con esa intención, sólo son confesiones de un alma que entonces vivía atormentada y no encontraba su destello en el espejo. Y tampoco he querido hacer correcciones, para no desvirtuar el reflejo de aquellos momentos, largos momentos, días y noches, meses enteros en los que sólo bailaban las sombras a mi alrededor, y en los que la música, como ya he dicho, era rota por un viento extraño.

Todo esto, felizmente, lo superé hace tiempo, justo el día en que decidí que entre el tigre de arriba y los que esperaban abajo, estando yo colgado sobre el precipicio, de una rama que se estaba rompiendo, decidí comerme la sabrosa fresa que tenía delante.

AHM.
(8 de septiembre, 2009)

... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ...


CARTAS A MARTÍN (I)


Domingo, 5 de diciembre, 1993


Querido Martín, por fin he encontrado un momento de tranquilidad para poder escribirte y contarte algunas cosas íntimas, de esas sobre las que tanto hemos hablado en el pasado. Y no es que me falte tiempo -tampoco es que me sobre-, dispongo al cabo del día de unas cuantas horas libres para mis asuntos, para lo personal, pero tú, precisamente tú, sabes muy bien en qué se puede convertir el tiempo libre si uno no encuentra la onda apropiada, si no es capaz de escuchar la música interior.
Sinceramente, el "maldito" tiempo libre se me vuelve más pesado aun que el otro. No puedo soportar ya lo que antes ansiaba: el silencio, la soledad. Hay, como sabes, un silencio amigo en el que oyes voces que te orientan y te ayudan, y una soledad sonora, llena de música, en la que puedes encontrar sueños amables que te enriquecen por dentro y te empujan a vivir. Pero, últimamente, mi silencio se ha vuelto mudo y mi soledad está vacía. Por eso me ha costado tanto encontrar este momento.

Hace ya más de un año que me vine a la ciudad, más de un año que cambié la paz de los paseos por el campo y los sueños a la luz de la luna por el humo y el asfalto, por el ajetreo y la locura. Y, evidentemente, no puedo decir que haya ganado con el cambio. Esta ciudad, como quizá cualquier otra, me resulta extraña, y esta forma de vivir la veo absurda y vacía. Mis únicos consuelos aquí se reducen a encontrar alguna vez algún pequeño escondite, alguna pequeña alegría que me distraiga de la realidad que me rodea. Puede ser un libro, una luz especial en los árboles del parque, una estrella, una música...
Ahora mismo estoy escuchando al amigo Vivaldi y eso me ayuda, me hace bien. Pero, como te digo, no son más que escondites, pequeños refugios tras los que acecha el viento de la realidad. Entre los violines y los oboes, puede uno sentir todavía cómo ese viento golpea las ventanas, cómo amenaza con entrar y destrozar en un instante todo el delicado tejido de la armonía. De hecho, eso es lo que siempre termina haciendo. Entra como una gran sombra, como un frío extraño y enemigo, y borra las letras de los libros, rompe la música y apaga la luz.

Ya, ya veo tu cara y oigo tus palabras. Tienes razón. No digo más que tonterías. Ya lo sé. Pero qué otra cosa puedo decir, esto es lo que me pasa, esto es lo que vivo. No hay más. Estoy enfermo, sí, de acuerdo. ¿Qué puedo hacer? ¿ponerme a cantar, a silbar, a bailar? ¿No es más justo llorar, gritar, arrastrarse? Desde donde yo estoy no encuentro otra voz para expresarme, sólo este quejido amargo y monótono.
¡Si al menos estuvieras aquí! Si pudiéramos pasear de nuevo juntos y brindar a la luna nuestros sueños... Pero estás muy lejos, querido amigo, demasiado lejos, y yo estoy solo con mis sombras, bebiendo día tras día y noche tras noche el mismo veneno, la misma copa de vacío.
No me bastan ya las pequeñas alegrías, los detalles amables, los rincones perfumados de otros tiempos. Necesito vivir, necesito un aliento nuevo, algo que me permita espantar a estas sombras que ahora me hieren, algo que me haga fuerte, que me haga vivo.

Bueno, Martín, aquí lo dejo. Ya me he desahogado un poco. Perdona mi tono; estoy realmente mal y, ya te digo, no sé hablar ahora de otra manera. Escríbeme, quiero escuchar tu voz, saber de ti, sentirte cerca. No hace falta que te diga que eres mi mejor amigo. No quiero con esto obligarte a nada especial, sólo a que me escribas una carta. Gracias, y hasta siempre.


Antonio HM.
(diciembre, 1993)

20 comentarios:

  1. Antonio, yo te agradezco profundamente la idea de dar a compartir estas cartas, dicen mucho, dan a entender mucho.El hecho de conocer tu sentir actual, tu visión, tus noches ahora, y empezar a saber que hubo antes otras tan distintas...
    Es un aporte grande,grandísimo.

    Un gran abrazo.

    ResponderEliminar
  2. Qué buena idea has tenido en contarnos sobre tus cartas.

    A mí me han pasado dos cosas: a veces he querido hablar con un completo extraño, que no tuviera sobre mí conocimiento alguno; o sea, ningún prejuicio o idea establecida.

    Otras veces he querido hablar con quien me conociera profundamente y que pudiera entenderme en base a ese conocimiento profundo.

    Y entonces me 'desdoblaba' y me escribía a esa parte de mí misma que acababa de crear. Una completa desconocida que analizara la situación de mi interior con total objetividad y me proveyera de esa mirada con que yo no era capaz de verme.

    Y las otras veces me ponìa frente al espejo y escuchaba a ese reflejo al que conocía perfectamente bien por dentro y por fuera. Y le hablaba y le entendía porque conocía los profundos motores de sus actitudes o acciones. Y le entendía.

    En fin... Que esta carta a tu alter ego me ha resultado tan familiar, no solo por el paralelismo con mi propia experiencia ;), sino porque la forma en que está escrita corresponde a una íntima familiaridad. Esa distancia casi imperceptible que estableces al escribirle a alguien que 'eres y no eres tú', posibilita que observes tus emociones de manera desapasionada. No porque no las expreses con pasión (como ocurre en tu escrito), sino porque te desidentificas de ellas.

    Y eso a veces nos da la lucidez que precisamos para entendernos mejor ;)

    Y bueno... Que también a veces necesitamos 'desahogarnos' 'aunque sea con nosotros mismos'... ;) Y creo que a ese alter ego es al que más le atañe nuestra vida ¿no? ;)

    un abrazo gradísimo amigo!! Y otros tantos para cada uno de tus alter egos, que me dará muchísimo gusto ir conociendo jeje

    ResponderEliminar
  3. Será que hoy estoy sensible pero he soltado unas lágrimas. Un comentario corto lo se pero en fin, ha días en los que no encuentras las palabras. Un beso..

    ResponderEliminar
  4. interesante leerte..

    Saludos nocturnos, enhorabuena por tu blog. : )

    ResponderEliminar
  5. ¿Sabes? En la explicación del por qué escribiste esta carta a Martín, está impregnada la voz y la forma de escribir del Tío Hermann. Me ha gustado mucho, porque además es un tono muy sereno. La carta en si no tiene esa voz, seguramente porque hace tiempo que la escribiste y porque era el desahogo de un mal momento. Me ha gustado mucho repito. Saludos, Antonio

    ResponderEliminar
  6. Amigo Antonio, porque así te siento en estos momentos y no es un simple decir. Te siento tan cerca, después de haber leído esta entrada, que casi puedo tocar tu mano. Entiendo tu carta, hace 14 años yo también entré en ese lugar sombrío, sólo que no sé si he salido de él o vivo a medias entre dos mundos. Me alegra que en ti sea pasado y me encantaría poder tomar la decisión que tú tomaste "
    Todo esto, felizmente, lo superé hace tiempo, justo el día en que decidí que entre el tigre de arriba y los que esperaban abajo, estando yo colgado sobre el precipicio, de una rama que se estaba rompiendo, decidí comerme la sabrosa fresa que tenía delante."
    Qué hermosa y sabia son tus palabras, gracias.

    Tú nombraste mi sueño más íntimo (no se lo digas a nadie)pero siempre quise ser una brujaazul.

    Besos, mago de la noche.

    ResponderEliminar
  7. Ale, me emocionan tus palabras.

    Pensé que era bueno dar a conocer otras facetas anteriores, pero no pienso seguir, porque releer y encima reescribir estas cartas me deprime un poquito. No son buenos recuerdos.
    Y la segunda carta es mucho más "dura".

    Pero, muchas gracias por tu reconocimiento.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  8. Mmmm
    ¡Hace ya 16 años, Antonio, que escribiste esto!
    Cómo pasa el tiempo, pero es muy bueno guardar estos testimonios. Tu carta es un testimonio no sólo del pasado, sino de ti mismo.

    Aunque veo una esencial diferencia entre el Antonio de entonces y el de hoy, especialmente en tu actual jovialidad y actitud positiva, también encuentro muchos puntos inalterados: te reconozco.

    ¿Narciso y Goldmundo? Es bien interesante este tema del "desdoble". A mi también me ha fascinado en el pasado y a veces todavia aflora en mis pensamientos. (¿Recuerdas mi autorretrato ante el espejo? Ahí me clavé en el mismo asunto...)

    Pero me parece intrigante que tú hayas incluso llegado a bautizar a tu alter ego con otro nombre, Martín...Es sin duda una manera efectiva de invocar a esa "otra" parte de ti mismo que necesitas contactar. El caso es que ya se ve que él te logró escuchar, porque hoy vive en ti. ¿Es asi? Hoy por hoy, creo que te has vuelto un Maestro del "tiempo libre". Nos escribes todas estas cosas preciosas para poder leerlas,y además lo disfrutas.

    Un beso a ti y a Martín también

    ResponderEliminar
  9. Amigo Antonio,
    Tu carta ha producido en tus lectores efecto catártico. Y aquí voy yo. Hace dieciséis años estaba en la oscuridad,pero tampoco me encontré para hablarme.El espejo no me dejó pasar, y quemé todos mis escritos.Como volví a la luz(oblicua, por supuesto),no viene al caso.
    Me parece copado...estoy usando términos de adolescentes,que hoy no corregiré...bueno, decía, me parece copadísimo que nos muestres estas cartas (la primera,por ahora),que nos revela tu alterego...tu costado siniestro, dice una banda de rock que escucha mi hija.
    Y, lo más notable, para mí, está en el estilo, en la forma de tu prosa. Escribiste (describiste) un estado oscuro, pero con palabras serenas.Al menos esa sensación llegó hasta mí.

    Gracias,amigo Anoniomartín, por dejarnos atravesar tu espejo.

    Millones de besos!

    ResponderEliminar
  10. Querido amigo:

    había escrito un sesudo comentario que acabo de lanzar al espacio virtual, porque es que, al final, la mente no es la que manda en los sentimientos, ni en casi nada... sino el corazón.

    Hoy, y sólo por una vez, hablará otra voz desde esta ventanita.

    Una voz, que quiere decirte, que la oscuridad siempre sabe encontrar el momento de eclipsar a nuestras claridades. Y lo sabes. Todos lo sabemos. No existiría una cosa sin la otra, es como un camino alterno, que nos lleva un poco a su antojo. Y una vez comienza ese proceso, es difícil zafarse del abrazo de ese baile amarradito... pero todo, abolutamente todo, acaba por consumirse en el fuego fatuo de nuestros sentires... Humana conditio, amigo.

    Por eso, me satisface ver que has sido capaz de conseguir esa transmutación alquímica, a través de tu fresa fiosofal. Dicen, que la vida no es esperar a que pase la tormenta, sino aprender a bailar bajo la lluvia. Y me alegra, no sabes como! o si... ver que estás entre los afortunados que lo han descubierto hace tiempo.

    Así pues, te deseo que con la magia acostumbrada sigas bailando con la luz hasta el fin de tus días. Aunque no me escribas.

    Desde el blog de una buena amiga comun, a la que por cierto, le ha encantado este magnífico post. Te envío un fuerte abrazo.

    FDO: MARTIN.

    ResponderEliminar
  11. Es muy curioso, amiga Isis:

    Ese "alter ego", efectivamente, es nosotros mismos y no lo es del todo, porque entonces sería como hablar con un reflejo.
    Ese "alter ego" somos nosotros, pero sabe más que nosotros mismos, de manera que necesitamos hablar con él para que nos oriente.
    Quizá es la parte "luminosa" de nuestro ser que suele andar oculta o estar lejos.
    Él ve las cosas de otro modo, porque la distancia le regala una perspectiva mucho más amplia.

    A mis otros "alter egos" te los iré presentando poco a poco, jeje. Es que son varios.

    Un gran abrazo, amiga maga.

    ResponderEliminar
  12. Andrea, ¿mis letras te han provocado lágrimas?
    ¿Tan mal escribo?

    Me gustaría que me explicaras qué es lo que te ha tocado...

    Un beso, rubia que no soporta la inoperancia, jeje.

    ResponderEliminar
  13. Hola, Teto.
    Gracias por incluirme, me pasaré en cuanto pueda por tus páginas.
    "Frases motivadoras, dedicadas a la meditación y el bienestar del alma", me llama mucho la atención.

    Un saludo.

    ResponderEliminar
  14. Gracias, Arya.

    Espero que nos sigamos viendo/leyendo.

    Un saludo nocturno.

    ResponderEliminar
  15. Hola, Daniel.

    ¿Y tú sabes lo que me ha entrado a mí por el cuerpo al leer tus palabras?
    Eso que has dicho es un "piropo" en toda regla, jajaja.
    Que un escrito mío te recuerde al querido Tío Hermann es todo un orgullo. ¡Gracias, Conde!
    En efecto, la carta tiene otro tono, porque era otro momento muy distinto cuando fue escrita.
    Un saludo, amigo Damián.

    ResponderEliminar
  16. Gracias, Juanaazul.

    Lo que a ti te pasa es que no sabes dónde dejaste la escoba y, ya te lo dije, no sabes que no te hace ninguna falta.
    Si "vives a medias entre dos mundos", intenta coger lo mejor de cada uno, y si uno de ellos no aporta nada a tu vida... ¡pega el salto! Y sitúate.

    Un beso, nueva bruja.

    ResponderEliminar
  17. Hola, Liz.

    El Antonio ése del pasado andaba un poco perdido. Y sí, de alguna forma, Martín ha vuelto a estar en mí. Siempre estuvo, pero la sensibilidad no siempre ve lo que tiene delante, cerca o adentro.
    A veces nos ponemos muy "burros" y no sabemos dónde estamos ni quiénes somos...

    Gracias por tu beso, y el que le dedicas a Martín también me lo quedo, jeje.

    Un abrazo, maga tepozteca.

    ResponderEliminar
  18. Hola, Silvia.

    Sí, estamos por aquí un poco catárticos, ¿será malo eso?
    Dices que describí un estado oscuro de forma serena... Bueno eso creo que está en el carácter: no sabría escribir "cabreado", en tensión, a gritos, no me entendería ni yo, jeje.
    Delante del papel, uno se coloca en un nivel diferente, con cierta distancia.
    Seguro que a ti también te ocurre así.

    Gracias, Silviyuela.

    ¡Un BILLÓN de besos! ¡jajajaja! (te gano)

    Antoniomartín

    ResponderEliminar
  19. Hola, Cristal (¿o Martín?)

    ¿Dónde está el espacio virtual ese para ir a buscar tu comentario?
    Es que es una pena que se pierda.

    Sí amiga, la oscuridad viene y se va todos los días, es el baile de la vida.
    Yo no sólo bailo bajo la lluvia, sino que además bailo para que llueva...
    Unas veces me hace caso y otras no, pero casi siempre hay por ahí una fresa que llevarse a la boca.

    Un abrazo, amiga hada.

    ResponderEliminar