Aquí escribo,
al filo de la noche,
en este cuaderno de cristal
y humo,
para ahuyentar las sombras.


Con la ventana abierta,
por si viene el pájaro
del sueño.

AMB







jueves, 17 de septiembre de 2009

Cesco (II)


(El Hermano Sol, por Liz Hentschel)


DE LA INFANCIA DE SAN FRANCISCO DE ASIS (II)


por Hermann Hesse



Entre tanto, Francisco fue corriendo al jardincito de su madre, diminuta plantación de tres o cuatro pasos de longitud, consistente en un estrecho espacio relleno de tierra y conservado con trabajo entre los muros de las casas. Pocas flores había: los narcisos ya habían fenecido, los alhelíes estaban echando capullo, pero dos altas matas de lirios de color violeta estaban en plena floración. Eran de su madre. Le costó dar un empujón a su corazón, pero no obstante echó mano y arrancó casi todas aquellas grandes flores, tan hermosas. Los tallos jugosos crujían en su mano, miró una de ellas contemplando de cerca el cáliz blanco, en cuyo interior empalidecía el color violeta y se agrupaban en perfecto orden los estambres amarillos y peludos. Sintió que era una lástima arrancar aquellas flores.
Pronto regresó, dando a cada niño un lirio. El mismo se quedó con uno en la mano, se puso al frente de la procesión y emprendió la marcha. Así recorrieron la callejuela siguiente; la vistosidad de las hermosas flores de jardín y el ejemplo del caudillo, a quien todos conocían, atrajeron a muchos niños. Con flores o sin flores, se unieron a la procesión, y en la calle siguiente otros más, y al llegar por fin cantando a la plaza de la catedral, cuando ya los montes de poniente ardían en rojo azulado frente al cielo dorado, eran una gran multitud. "Mille, mille fiori", cantaban, y delante de la catedral empezaron a bailar y Francisco, lleno de ardor, con las mejillas encendidas, dirigía el baile. Transeuntes ociosos en su paseo vespertino y labradores que regresaban de sus campos se pararon a mirar; las chicas jóvenes elogiaron a Francisco, y por fin una se atrevió a hacer lo que todas deseaban: se acercó al apuesto muchacho, le dio la mano y siguió bailando con él. Risas y aplausos se mezclaron con el canto, y el juego de la función religiosa infantil se engrandeció por instantes convirtiéndose en alegre fiesta, como la risa infantil se va tornando sonrisa de mujer en los labios de una adolescente.

Con el crepúsculo todo había terminado, dispersándose la reunión. Francisco llegó a casa acalorado y conmovido, y sólo entonces reparó en que había participado en la procesión descalzo y sin gorro, lo que desde hacía algún tiempo evitaba cuidadosamente, ya que alternaba mucho con muchachos mayores y con los hijos de los nobles.
Después de cenar y haberse tenido que ir a la cama tras alguna resistencia, le volvieron a la memoria la Orden de caballería y las altas obligaciones varoniles que había asumido, las cuales le pesaban en el alma. Se puso pálido de ira y se censuró a sí mismo por haberse abandonado tanto. Con los ojos cerrados y los labios apretados se recriminó y despreció amargamente, como hacía con frecuencia. ¡Hermoso héroe, valiente Roldán que arranca las flores de su madre y se va a bailar y jugar con una caterva de niños pequeños! ¡Vaya un caballero! Un bufón es lo que era, un payaso y un frívolo... Sabe Dios cómo, siendo así, se le pudo ocurrir jamás querer ser algo grande y noble. Pero en el baile, ante la catedral, ¡cómo le había resplandecido la luminosidad vespertina y la tenue lejanía dorada en el corazón! ¿No era elocuente aquello, no atraía aquello, no reclamaba aquello, alto y ardiente como la llamada de un heraldo? ¡Y él había bailado y jugueteado y por fin hasta se había dejado besar por una muchacha labradora! ¡Comediante! ¡Bufón! Se clavó las uñas en el puño cerrado, gimiendo de humillación y acusándose a sí mismo. ¡Ah, así era todo lo que él hacía! Así era todo -empezando siempre bien y con intención elevada y noble, y luego llegaba un capricho, un viento, un aroma, una tentación de cualquier parte, y el noble héroe volvía a ser un rapaz de la calle y un tonto como siempre. No, no existían sueños elevados ni decisiones sagradas ni entusiasmos..., todo esto era para otros más nobles y más dignos que él. ¡Oh Lanzarote y Roldán! ¡Oh poesías épicas y fuego sagrado lejano en los montes del Trasimeno!

En el crepúsculo se abrió suavemente la puerta y entró la madre sin hacer ruido. Ahora que el padre estaba de viaje dormía ella en la misma habitación que Francisco. Calzada con ligeras zapatillas, se acercó a su cama.
-¿No duermes aún, Cesco? -preguntó dulcemente.
El estuvo tentado de hacerse el dormido, pero no tuvo valor. En lugar de contestar, tomó su mano y la retuvo. El amaba las manos de su bella madre, lo mismo que su voz, con una ternura casi de enamorado. Ella le dejó la derecha, acariciándole el pelo con la izquierda.
-¿Te falta algo, hijo?
El siguió callado un rato, luego dijo muy bajito:
-He hecho algo malo.
-¿Es grave, Francisco? ¡Cuéntamelo!
-Hoy he arrancado casi todas tus flores. Las flores azules, ¿sabes?, las grandes. Ya no están.
-Lo sé, lo he visto. Así, ¿fuiste tú? Yo creí que habían sido Filippo o Graffe. Tú no sueles hacer esas cosas tan brutales.
-En seguida me pareció que había hecho mal... Se las di a los niños.
-¿Qué niños?
-Vinieron unos niños. ¡Jugamos a mille fiori!
-¿Tú también? ¿Jugaste con ellos?
-Sí, de repente tomé parte. Sólo tenían flores marchitas de la pradera y lo quise hacer bonito.
-¿Habéis ido a la catedral?
-Sí, a la catedral, como antes.
Ella le puso la mano sobre la cabeza.
-No, no es grave, Cesco. Si solo hubieras arrancado las flores por capricho. Pero así..., verdaderamente no es grave. ¡Tranquilízate!
El se estuvo muy quieto, y ella le creyó apaciguado. Entonces volvió a hablar muy quedo.

-No es por las flores.
-¿No? Entonces, ¿qué?
-No lo puedo decir.
-¡Dímelo, cuéntamelo! ¿Tienes remordimientos?
-Madre, yo quisiera ser un caballero.
-¿Un caballero? Sí, puedes probar... Pero ¿qué tiene que ver eso?
-¡Sí que tiene! ¡Mucho tiene que ver! ¡Tú no me puedes comprender! Mira, yo quiero llegar a ser un caballero. Y no puedo. Siempre vuelvo a cometer tonterías. Ser un caballero es tan difícil, tan difícil... Un verdadero caballero no hace nunca nada malo, ni tonto ni ridículo, y yo también lo quisiera, también quiero ser así, ¡y no puedo! De repente me he ido hoy con los niños corriendo y he dirigido su baile. ¡Como un niño pequeño!
La madre volvió a reclinarle sobre la almohada.
-¡No seas tonto, Francisco! Bailar no es pecado. Un caballero puede bailar también alguna vez, cuando está contento y alegre, o cuando quiere dar una alegría a los demás. Mira, tú te atormentas con cosas que no son como tú crees. Nadie consigue todo en seguida tal como quisiera. Los caballeros también fueron muchachos y jugaron y bailaron y todo eso. Pero dime: ¿por qué quieres ser un caballero? ¿Porque son tan devotos y valientes?
-Sí, sí. Y también, ¿sabes?, luego podré llegar a príncipe o duque, y todo el mundo hablará de mí.
-¿Tiene que ser que todo el mundo hable de ti?
-¡Oh, sí! Me gustaría mucho.
-Entonces ¡esfuérzate para que siempre puedan hablar bien de ti! Si no, es mala cosa estar en boca de la gente.

Ella hubo de seguir un rato a su lado, teniéndole cogida la mano. Pensamientos extraños embargaron el corazón de la madre al comparar lo infantil de los deseos y propósitos del hijo con el apasionamiento y la dolorosa emoción que provocaban en él. Aquel niño hallaría mucho amor, eso era cierto, pero también experimentaría muchos, muchos desengaños. Un caballero no sería seguramente, aquello eran sueños. Pero algo excepcional le estaría destinado, para bien o para mal.
En la oscuridad trazó sobre él el signo de la cruz, y en su corazón le llamó con aquel nombre que él mismo adoptaría más tarde: Poverello.


Hermann Hesse
(1920)

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- de "Libro de Fábulas", por Hermann Hesse
- trad.: Mariano S. Luque
- Ed. Aguilar, 1961
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Imagen:
- El Hermano Sol
- óleo de Liz Hentschel
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- Dolce Sentire
- Fratello Sole, Sorella Luna
- Claudio Baglioni (1971)

15 comentarios:

  1. Precioso, otra vez. Me ha impresionado sobremanera el diálogo. Es la comunicación de dos personas muy inteligentes que se quieren. La empatía de la madre envuelta en amor, el amor reverencial y sincero de su hijo...

    Ni qué decir de todas esas preguntas que se hace cesco, son esas dudas las que harán de él quien fue.

    Genial hesse, otra vez.

    Gracias!un abrazo!

    Chuff!!

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  2. Felicidades por tu blog que ha llegado a mi por azar.
    "El pajaro del sueño" preciosa definicion.
    Un saludo.
    Pilar

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  3. Hola, Zen.
    Sí, creo que en el diálogo está lo mejor. Es una conversación sencilla entre madre e hijo, pero ahí se deja entrever el destino del joven Cesco.
    Y quiero que sepas que me alegra de veras que te guste y lo disfrutes.

    Un abrazo, amigo.

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  4. Hola, Pilar.

    Ay, el azar... ¿No será ese el nombre del pájaro del sueño?
    Gracias por tu visita.
    Un saludo.

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  5. Antonio, Portador de Narraciones Hermosas y Significativas:

    ¿Cómo no se iba a sentir Francisco inclinado a seguir primero, y liderear después a esos niños de la procesión? Se lo pedía su corazón.

    Una de las denominaciones que le da Chesterton a nuestro amado Poverello es la de "Juglar de Dios", pues conforme pasó el tiempo, en eso se convirtió: hacía danzas, movimientos acrobáticos y piruetas dedicadas especialmente a su Dama: la Virgen María(No fue su única Dama, pues también elevó a ese rango a la Dama Pobreza y a la Dama, o Hermana, Caridad).

    El relato de Hesse me fue llevando de la mano sin dificultad, como suele hacerlo. Y ¡cuál no sería mi sorpresa cuando leí lo de los lirios! Me emocioné (justamente estoy ahora pintando un ramo de estas flores tan espirituales y bellas). Y claro que vi que habías tenido la delicadeza de dedicarm a mi esta Entrada, y te lo agradezco en el alma.
    Que hayas ilustrado esta narración con mi cuadro del Hermano Sol es un gran honor para mi, y también te lo agradezco mucho.

    Sobre el fragmento de la película de Zefirelli que elegiste, te tengo que decir que es de los más preciosos de todo el filme, y resulta sintomático: aqui se deduce claramente que cuando sanó de su crisis, el que le mostró su camino fue un gorrióncillo. Y esto se asemeja al episodio del cuento, en donde se ve atraído por un inocente y hermoso juego de niños.

    La Vuelta a la Inocencia, es lo que representa. Pero no es una inocencia gratuita ni azarosa, sino que es producto de un acto de Voluntad.

    Un abrazo emocionado, como una guirnalda de flores silvestres, para ti, Amigo.

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  6. Hesse, siempre fue un gran lector de mentes. Y aquí, especialmente tierno con el de Asis.

    Gracias de nuevo por acercarnos este texto poco conocido de tu tío.

    Abrazos.

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  7. Ah! y felicitar a Liz por ese más que magnífico retrato. Tú la llamas muchas veces, pintora de sueños. Yo añadiría, de sueños luminosos. Realmente tiene mano con la luz.

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  8. Gracias por tu blog, es muy grato entrar y leer cosas como esta. Me acercas a Hesse.
    Besos

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  9. Hola, Liz.

    A mí también me sorprendió muy gratamente lo de los lirios. No me lo esperaba, y en seguida pensé en ti. Me dije: este detalle le va a gustar a Liz. ¡Qué casualidad!
    Gracias por tu comentario, que nos acerca un poco más la figura de Francisco, el Poverello, como le llamó su madre.

    Mencionas la "vuelta a la inocencia", y eso me recuerda que Hesse hablaba de una tercera estapa en la vida, que era como volver al paraíso de la infancia, pero siempre pasando antes por el infierno...

    Un abrazo, Liz, gran amiga y gran artista.

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  10. Gracias, Cristal.

    Sí, mi "tío" era un buen lector de mentes, sobre todo de la suya, jeje, pero su mente era tan amplia que comprendía muchas psicologías. Uno de sus primeros libros se llama "Hermann Lauscher", que significa Hermann, el que escucha.
    Y en cuanto a la amiga Liz, efectivamente es una "pintora de sueños", que sabe ver lo que no se ve a simple vista, y luego lo sabe plasmar en un lienzo.
    Es de una extraordinaria sensibilidad, y, si por mí fuera, expondría en los mejores museos del mundo. No exagero. Se lo merece.

    Un abrazo, hada.

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  11. Pues me das una alegría, Malú.
    Es para mí un orgullo acercar estos "olvidados" cuentos de mi querido tío Hermann.

    Un beso, amiga asturiana, y a ver si encuentras más tiempo para escribir y publicar tus fotos.

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  12. Hay una cosa que no entenderé: Venimos a ser felices, a estar contentos, la biblia está llena de salmos y cantares...¿por qué entonces se empeñan en que toda espiritualidad tiene que ser triste, aburrida y seria? Puede ser igual de sentida con una bella música o baile...

    P.S.: Gracias por compartir las pinturas de Lirio!

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  13. Hola, amiga Bruja.

    Los que se empeñan en eso que dices son los "señores" de la iglesia, de las iglesias. Nada que ver en el fondo con la espiritualidad.

    Y las pinturas de Liz están aquí porque son su regalo.

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  14. Hola Antonio: Llego a ti de la mano de Cristal y me he detenido en las últimas entradas. El retrato que hace Hesse (no relato) expresa el momento de una incipiente y profunda transformación de la que el propio protagonista todavía no conoce el alcance mientras que nosotros sí. Y mi pregunta es cuántas tranformaciones grandes o pequeñas habremos dejado escapar sólo porque no estuvimos atentos a las señales que nos llegaban.
    Un saludo y gracias por tu página.

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  15. Hola, Josep.

    Ay, las señales... Tenemos muchas a lo largo de la vida, pero solemos darnos cuenta mucho tiempo después. Y es que somos muy lentos.

    Gracias por tu visita.

    Un saludo.

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