Aquí escribo,
al filo de la noche,
en este cuaderno de cristal
y humo,
para ahuyentar las sombras.


Con la ventana abierta,
por si viene el pájaro
del sueño.

AMB







viernes, 19 de diciembre de 2008

La fiesta extraña


LA FIESTA EXTRAÑA


La semana que viene comienzan ya las fiestas navideñas, esas que muchos esperan con ilusión e impaciencia, algunos con temor y otros con desdén. Los primeros, los niños, claro, porque estas fiestas están llenas de regalos, esas cosas bonitas y caras que aparecen de la nada en mitad de la noche... Los segundos, los tristes, los que saben que estas fiestas serán, inevitablemente, otro mordisco más en el delgado cuello de su soledad. Y los terceros, los que llaman los amargados, los incrédulos, los que no entienden el derroche ni la alegría y suelen pregonar que éstas son fiestas para tontos.
La fiesta, ese número pintado de rojo en el calendario, es como una bombilla que ilumina el resto de los días, que normalmente visten de negro o azul oscuro. Y ese color, el rojo, nos avisa de que ese día va a ser especial, o tiene que serlo. Pero la fiesta la vive cada uno a su manera, como puede o sabe; o no la vive en absoluto, porque no la siente como tal, sino como un día cualquiera, otro número más en el saco de la vida...
La fiesta actúa, creo, de espejo para el individuo. En ella se mira y se reconoce. Si la propia vida está a flote, tendrá alegría y diversión, le rodearán familiares y amigos, habrá risas y champán, bailes y licores, abrazos y canciones junto al árbol brillante. Si la propia vida anda por debajo de esa línea de flote, la fiesta sólo será un triste y oscuro buceo por las profundidades, una tensión fría, un vacío entre fugaces burbujas sin aire, un callado reproche, una ausencia, un silencio... En este último caso, se hace lo que se puede, se decora la mesa, se sonríe, se bebe, se dicen cosas que intentan ser chispeantes, incluso se pone uno el ridículo gorrito de las fiestas... Pero siempre llega ese momento, ese frío instante en que todo se cae por su propio peso, y esa gente se ve a sí misma desde otra distancia, como cansados actores de una obra fementida y absurda. Ese es el momento en que acaba la fiesta que nunca fue, y todo se detiene. Las mujeres recogen la mesa y se reúnen en la cocina para hablar de las cosas de siempre, y los hombres se quedan sentados en el salón fumando un cigarro, abriendo la última botella y hablando de sus cosas de siempre...

Pero, me pregunto cómo serán las fiestas para los extraños... Sí, esos seres raros, normalmente solitarios sin causa, que están como tocados por una luz distinta. Esos que cuando eran niños, en medio del jolgorio de la fiesta familiar, se retiraban a una habitación apartada y en penumbra y rompían a llorar desconsoladamente y sin motivo. ¿Cómo vivirán esos seres extraños éstas y otras fiestas?
Me los imagino asomados al balcón en medio de la noche, entre la sinfonía estúpida de los petardos, mirando fijamente, abstraídos, como en sueños, a la lejana, infinita y misteriosa fiesta de las estrellas...


Antonio H. Martín (18 de diciembre, 2008)

11 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. Isoba anti-petardera,
    Isoba anti-reguetonera,
    Isoba pro-música celta,
    Isoba pro- buen arte.
    Isoba sensible,
    Isoba inteligente,
    Isoba amiga.

    ¡Un saludo de nieve para Isoba!

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  3. Lúcida visión de estas fiestas Antonio. Todos andamos un poco reflejados en lo que explicas.
    Habrá que pasarlas, lo mejor posible, tanto si nos gustan como si no...
    Saludos y muchas gracias por tu comentario.

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  4. Por cierto, los amigos de mis amigos son mis amigos. Hesse marca de forma indeleble ¿verdad?
    Anduve revolviendo en tus escritos.
    Te enlazo.

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  5. Muchas gracias, Cristal00k.
    Es un placer para mí figurar entre tus enlaces.

    Lo del amigo Hesse ya creo que lo llevo en la sangre. De hecho, le suelo llamar "mi tío Hermann".
    Y el mejor viaje de mi vida fue precisamente a Montagnola, que seguro te suena...

    Un saludo de otro lobo estepario.

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  6. En mi ciudad no hay petardos para estas fiestas.
    Que te sean felices.

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  7. Hola! ;)

    Mil gracias por tu visita y tus palabras. He venido a visitarte y me ha encantado el paseíto...

    A mí me encanta mirar la lejana, infinita y misteriosa fiesta de las estrellas ;)

    Qué bonito regalo han sido hoy tus palabras ..

    un abrazo.. Nos leemos ;)

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  8. ...y en esa fiesta de las estrellas juegan al corro, la Osa madre con su hija la menor y Galileo, la siguiente mañana aparecera de nuevo el sol para darnos otra oportunidad.

    Antonio, del comentario anterior no borres nada, me parece perfecto.

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  9. Gracias, Alfaro. Lo mismo te deseo -lo digo aquí y en tu bella ciudad.

    Gracias, Isis, por tu paseo. Si miras esa fiesta es que tú también eres una 'extraña'. Otra amiga más.
    Espero que vaya bien tu nuevo rumbo.

    Terry, me das a entender que acerté con mi observación...
    Nos vemos en la fiesta de las Osas.

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  10. Las estrellas, la poesía y las letras: puntos de conexión entre ‘nosotros creamos el tiempo’ y el ‘cuaderno nocturno’.
    Misteriosa es la red que nos conduce a conocer afinidades. Me encanta que hayas venido por 'el tiempo' pues así tengo la oportunidad de conocer tu espacio. Paseo y disfruto de lo que veo y leo. Así que, volveré!

    Estos días ando reflexionando sobre el significado de las fiestas, y tu escrito, refleja muy bien todo ello. En mi caso, puedo decir que los sentimientos y predisposiciones van cambiando con los años y las circunstancias y no pierdo la esperanza de que algún día las navidades me vuelvan a ilusionar...

    Un beso

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  11. Me parece casi maravilloso (aunque el término esté ya tan manido) que gracias a esta 'misteriosa red' podamos conocernos, y que esos puntos de conexión puedan unirse en una línea.
    Un placer para mí que te haya gustado el paseo por este cuaderno de noche. Es un jardín oscuro, pero nunca le faltan ni su luna ni sus estrellas.

    Las navidades te volverán a ilusionar cuando abras esa ventanita interior, mágica, que nos cambia la mirada.

    Gracias por el beso, Gargola.

    Que en estas fiestas las estrellas estén muy brillantes en el camino de tu tiempo.
    Eso te deseo.

    Antonio

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