Mirar y no ver misterio es no saber mirar.
Me asomo a la ventana y veo los edificios que hay delante de mi casa, los mismos de todos los días -las casas no se suelen mover-, veo los coches aparcados, la gente que pasa... Todo normal. Pero a veces algo ocurre en mi mente, y durante un instante, sólo un instante, veo todo eso de forma distinta. No es que vea nada raro, pero tampoco nada conocido... Veo esos edificios, coches y farolas como algo nuevo.
Lo que quiero decir es que, por un momento, veo el paisaje urbano que hay frente a mi ventana como si lo viera por primera vez. Las calles son nuevas para mí, nunca he caminado por ellas, y tras cada ventana hay alguien que desconozco, quizá un futuro amigo. Todo es una misteriosa e inquietante posibilidad, pero sin la sombra del temor, como un campo luminoso que atrae e invita a ser descubierto.
En otras palabras, miro ese paisaje sin el peso de la experiencia. Con la mirada libre y limpia. Aunque esto dure, como he dicho, sólo un instante.
Por supuesto que ya he andado por esas calles, porque llevo varios años viviendo aquí, y aunque no sepa exactamente quiénes habitan tras las numerosas ventanas, sí me he cruzado con la mayoría de ellos en esas mismas calles, he visto sus gestos y oído sus voces, sin notar nada especial. Esta experiencia cotidiana repetida ensombrece la mirada, y cuando me asomo por mi ventana sólo veo una continuidad aparente que no me dice nada. Seguro que es un error, pero uno siempre se fía de lo que ve, o cree ver. La película está visionada mil veces y ya se la sabe uno de memoria. Sabemos qué va a decir cada personaje y cómo se va a mover; sabemos que el asesino es, como casi siempre, el mayordomo. Pero yo me pregunto: ¿hemos visto de verdad la película a fondo? Y además, ¿no será una película “viva”, que cambia constantemente?
Tras las ventanas no hay posibilidades, sólo vecinos. Las calles son sólo calles, y las casas sólo casas normales, que para mí es como si estuvieran vacías. Todo normal y corriente. Excepto en ese instante en que la experiencia se distrae y me deja libre la mirada.
AHM
(21 de enero, 2009)
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imagen: "Flood Fences", por Rob Gonsalves.
Siempre hay algo detrás, algo mucho más atractivo que lo que vemos con los ojos del cada día y quién sabe si no será esa visión la más real. Pero tú lo dices, el peso de la experiencia nos hace ver de otra manera.
ResponderEliminarYo pienso siempre que tras cada una de esa ventanas que yo veo cuando miro desde la mía, hay gente con las mismas inquietudes que yo, con los mismos problemas, con las mismas ansias de vivir, pero que nuestra sociedad nos ha hecho huraños y desconfiados y por eso siempre vemos ventanas impersonales.
Me ha encantado esta reflexión tuya, yo creo que debieranos mirar siempre con los ojos del espíritu y seguro que todo sería diferente.
Pasa por mi blog a recoger un premio que tienes allí.
Un beso
Esos instantes tan especiales en los que es como si tú no fueras tú, sino alguien que viene de otro sitio, que habita aquella casa por primera vez, que el paisaje se estrena para tí, y las personas son un universo por descubrir.
ResponderEliminar¡Lástima que esa conciencia inconsciente sólo dure breves instantes!
Me ha pasado lo que cuentas en tu escrito...algo cotidiano, algo familiar, que miro de distinta manera....quizás es que sí, miramos pero no vemos, y es como si nos cambiaran un chip en nuestros ojos y descubrieramos un paisaje nuevo.
ResponderEliminarMe encanto leerte Antonio.
Saludos.
Sí, Luisa, mirar con los ojos del espíritu..., pero no siempre éste está disponible o accesible, o, mejor dicho, somos nosotros los que solemos estar enterrados bajo toneladas de escombros, bajo la basura de la experiencia.
ResponderEliminarLe tenemos tanto aprecio y respeto a la experiencia que guardamos todas sus figuras, aun las más feas e inservibles, como si sufriéramos el 'síndrome de Diógenes'.
Pensar que tras cada una de esas ventanas hay alguien con tus mismas inquietudes, me parece mucho pensar, amiga Luisa. Eso te pasa porque eres una hada buena.
Yo me conformo con sentir que entre los cientos de ventanas, hay una o dos que ocultan a alguien cercano al corazón.
¿Un premio?... ¿Para mí? Pero si soy muy malo. Melchor ya me trajo hace dos semanas mi saquito de carbón.
En fin, espero no haber roto nada, y si así fuera, que sea de hielo...
Un beso, Luisa, y gracias.
¡Muy bien, Esther!
ResponderEliminarTú también eres una hada buena. Es tal y como dices: "como si tú no fueras tú, sino alguien que viene de otro sitio..." ¡Ésa es precisamente la cuestión!
¡Un abrazo virtual graaaandeeee!
Entre el premio y tus palabras, tan acertadas, me estáis alegrando la mañana :)
Seguro que hay alguien detrás de alguna de las ventanas que está haciendo un conjuro mágico, el de la estrella azul, la de los sueños...
Hola, Malú.
ResponderEliminarEncantado estoy yo, por tu visita. Ojalá supiéramos cambiar nosotros ese chip a voluntad. Quizás algún día... ¿Qué te parece mañana? ¿Qué te parece hoy mismo?
Me beberé un culín de sidrina a tu salud, para cambiar el chip.
Un abrazo, con la límpida transparencia del Cares.
Yo no me he dejado sepultar por los escombros de la experiencia, para mi ese instante es casi eterno; salir a la calle cada dia i descubrir cada dia algo nuevo aunque sea la milionesima vez que paso por un sitio, imaginar siempre que las ventanas no esconden vecinos sino mundos enteros fuera del alcance que se pierden cuando las abres... Me encanta pasear sin rumbo por mi ciudad al acecho de los misterios cuotidianos, y si voy armado con mi camara ya ni te cuento!
ResponderEliminarIntentad alargar estos momentos, vale la pena!
saludos!
Hola, Kiko.
ResponderEliminarPerdona que aún no haya encontrado tiempo para visitarte. Esto de las visitas y el tiempo se me está complicando cada vez más.
Permite que te diga que eres todo un afortunado si consigues alargar ese instante. Demuestra que tu mirada está limpia, y eso vale más que el oro, pero mucho más.
Un saludo.
Siempre sera lo que nuestros ojos quieran ver.y lo queramos ver.
ResponderEliminarLa música me encanto.
Un beso misterioso tras una ventana
¡Qué buena reflexión! ¡Qué buena imagen has escogido! Invita al movimiento, al desconcierto. A ese mismo desconcierto que nos provoca el instante de creer que todo es posible. Que tras cada ventana existe una vida llena de misterio. Me encantó éso de mirar sin la sombra del temor. Si el miedo no fuera tan poderoso, seguro que el instante duraría una vida entera, y cada día la calle sería diferente.
ResponderEliminarLa mirada limpia de experiencia, la mirada de un niño. Redescubrir cada rincón como si fuera la primera vez que lo miramos.
Un placer leerte y descubrir en cada nueva entrada tuya,una visión diferente.
Un saludo Antonio.
Cuando aprendes a caminar por ellas, sobre ellas, las que pisas, las que recorres....
ResponderEliminarRecuerdas la caída de la bicicleta en aquél portál...
La falda que por levantarla a destiempo te devolvió una mano en forma de bofetada...
El rincón en el que fumaste un cigarrillo...
Pero sí lo que ves son ese tipo de casas, quiero una de ellas Amigo....
Salu2sssss......
Tu mirada converge con la mía en la misma película viva.
ResponderEliminarPienso que tras las ventanas, aunque haya sólo "vecinos", siempre serán una incógnita, siempre habrá algo oculto, irrevelado e irrevelable.
Siempre hay misterio para ver!
Un beso (oculto en las calles)
Sólo la imaginación es capaz de redimirnos de nuestro mísero mundo y es capaz de introducirnos en otras dimensiones a través de esas ventanas. Todos practicamos ese ¿juego? alguna vez. Y ciertamente la experiencia "ensucia" un poco la posibilidad de...
ResponderEliminarEres una persona muy especial amigo Antonio.
Un abrazo.
Hay caminos, que por más recorridos que sean siguen siendo maravillosamente misteriosos. El sendero cuotidiano puede revelar, en rincones escondidos del transcurso, poemas en la pared, colgados en la madrugada por gente que hace sonreír a la ciudad.
ResponderEliminar‘Mira al lado, observa arriba, recréate en el interior. Si siempre tienes la vista baja, nunca alcanzarás el horizonte.’
Gracias Antonio por hacernos alzar vuelo y volver a escrutar las estrellas, observar alrededor y encontrar la mirada del vecino, escuchar el silencio y descubrir que la luz emana del centro de Ser.
Besos
Por supuesto que la película de la vida no está inmovil, es un continuo movimiento, como el agua de los ríos.
ResponderEliminarBuenas noches.
Necesitamos ver las cosas, el entorno, ahí, de forma fija, conocida, próxima, porque eso nos da una cierta seguridad, una cierta estabilidad, un cambio continuo nos desorienta y nos desubica, ciertamente hay instantes en que lo conocido se hace desconocido, percibimos esa parte oculta y no visible que siempre está... porque nada realmente es lo que parece, hay ventanas y puertas que nos permiten ver o acercarnos a ese otro ángulo que no se distingue a simple vista.
ResponderEliminarEsos instantes no siempre son agradables o bellos, pero indudablemente nos acercan a contemplar otras formas de un mismo mirar.
Feliz día Antonio que tengas bellos instantes.
María
Te felicito por ser libre. Por tener una mirada limpia, que puede y sabe alejarse de lo cotidiano; ver desde diferentes perspectivas que enriquecen la vida y la convierten en caleidoscópica y misteriosa.
ResponderEliminarUn saludo.
Salut Navarro
¿Tú crees, Mar, que vemos lo que queremos ver?
ResponderEliminarOjalá fuera así, pero al menos no es mi caso. Sólo veo lo que puedo.
Lo del cambio de mirada es algo que ocurre de vez en cuando, pero no porque yo lo llame. Viene y se va cuando quiere. Es caprichoso como el viento. Yo lo único que hago es tener siempre la ventana abierta, por si se digna a entrar y soplar un poco en mis dormidos ojos.
¿Qué música te gustó, Mar? Tengo la misma de siempre... Quizá es que hoy la has escuchado de otra manera.
Recojo tu beso misterioso. Gracias.
Hola Media Luna.
ResponderEliminarEso sería lo ideal: recuperar la mirada de la infancia, aunque no del todo, porque de algo nos tiene que servir la experiencia.
La mirada limpia descubre el entusiasmo de la vida nueva, fresca, sin mancha, pero no hay que olvidar que no todos los misterios son agradables... Y el niño es un ser abierto e incauto, que puede confundir fácilmente una laguna con una ciénaga.
Siento decir esto, pero es que no hay que olvidar que la vida no es un jardín, solamente.
Así que la fórmula correcta sería: entregarse al entusiasmo, mirar limpiamente, pero con el cinturón de seguridad que proporciona el conocimiento. Es el ya comentado aquí "punto medio". En ese punto la balanza está equilibrada, y la experiencia no pesa lo bastante como para ensuciar la mirada.
Un saludo de luna llena.
Jajaja, Erik, esas casas no se venden ni se encuentran, sólo se aprenden, y muchas veces ni eso.
ResponderEliminarSi yo supiera que existen, me mudaba hoy mismo.
Lo único que hay es poder 'verlas' alguna vez, con los ojos dee dentro.
Saludos manchegos.
Sí, Rayuela, siempre hay misterios para ver, y ojalá esos misterios tengan los colores que tú le pones a las palabras, como acabo de ver en tu zigurat.
ResponderEliminarUn beso azul (asomado a la ventana)
Hola, Cristal.
ResponderEliminarSi eso de que hablamos es un juego, te diré que lo otro también lo es. Yo me quedo con el primero.
¿Especial, yo? No lo creo. En todo caso, 'espacial', por las raciones de espacio que me como todas las noches. Anoche, sin ir más lejos, degusté un riquísimo filete de nebulosa.
No sé si te has fijado que este cuaderno es tuyo. Lo dice arriba, en el poemita de presentación.
Un abrazo espacial.
Amiga Gárgola, eso es lo que tenemos que hacer siempre: no tener la vista baja. ¿Para qué mirar abajo si ya sabemos cómo es el suelo?
ResponderEliminarUn beso de horizonte.
Exacto, Alfaro, esa película se mueve continuamente, como las aguas de un río.
ResponderEliminarSomos nosotros los que no nos movemos, de ahí nuestras sombras.
Un abrazo, y buenos días.
Hola, María.
ResponderEliminarEs justo lo que decía en el comentario de más arriba, el que le hago a Media Luna.
No hay que confundir las cosas: la vida no es sólo un jardín, aunque en momentos de alegría nos parezca verlo así. Pero tampoco es un valle de sombras.
La vida es todo eso y un millón de cosas más.
Feliz día también para ti.
Hago todo lo que puedo por eso, Salut, por ser libre y tener una mirada limpia. Y si algo consigo, ten en cuenta que no es por mérito propio, sino porque ese misterio de la vida me rozó hace tiempo con sus alas (como a todos, imagino, sólo que no se dan cuenta).
ResponderEliminarNo quiero ser un idiota en ningún sentido: no me pliego ante la mirada risueña que sólo sabe ver flores y encantos, pero tampoco ante la mirada fácil que sólo ve sombras y pozos.
El universo está lleno de ambas cosas, y de muchas otras que desconocemos. Y ante este universo inmenso y misterioso, mi actitud es la del asombro.
Un saludo.
Muy bueno, Antonio, por cierto he intentado aclarar tu duda en el comentario simétrico, nos vemos por aquí…
ResponderEliminarAntonio, creo que los elementos de una casa, cumplen o se pensó que servirían para unas funciones enriquecedoras: La ventana airea, da luz y es contemplativa de un paisaje variado exterior, quizás sean las prisas las que en determinados momentos, no apoyemos los codos en el marco de dicha ventana y, hacemos una escayola en algunos de nuestras extremidades para frenar dicha estancia, recordando como los gorrioncillos en su nido cuando eramos niños, los contemplábamos hasta que aprendían a volar.
ResponderEliminarUn abrazo.
Aunque creamos que podemos prever todo lo que sucede de tanto repetirse,
ResponderEliminarnunca nada es igual. Hay instantes en que somos capaces de ver más allá de lo cotidiano.
Son instantes brillantes y libres.
La lástima, es que duran muy poco.
Un beso grande.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarLa calle que veo por mi ventana, cada noche, parece la misma, pero hoy tiene un silencio diferente...
ResponderEliminarDonde la imaginaciòn y pensamientos, viajan.
Me a encantado mirar atrevez de tu ventana!! :D
Buen fin de semana Antonio!!
Besos y muchos màs.
Sólo vemos lo que las circunstancias del momento nos deja. Ser conscientes de estar viviendo el presente es muy difícil...creo.
ResponderEliminarUn saludo y me ha gustado tu reflexión, por lo menos durante un instante he estado aquí presente...
Un saludo y con tu permiso seguiré visitando tu cuaderno nocturno.
mj
Nada es lo que parece. Parece que en lo más profundo de nuestra mente se esconde el temor a mostrarnos tal como somos. Desde la ventana nos llega el paisaje y deseamos interpretarlo a la conveniencia del momento, pero hay instantes en los que ese rincón oscuro se ilumina y nos premite cierta claridad. Aunque, quizá, eso tampoco sea cierto.
ResponderEliminarPrecioso, precioso. Un gusto leerte.
Chuff!!
Verdaderamente los mismos hechos nos pueden representar apreciaciones diferentes y que lindo que las mismas vallan transformándose!!!
ResponderEliminarIgual, triste sería que te detubieras en la ventana esperando a alguien, todos hemos pasado por eso!!!
Te sigo!!!
Bonitas casas de un cuento de hada.donde esta la ilusión y la magia,
ResponderEliminarUn abrazo de sueño no de dueño
Sí, estos momentos de epifanía son maravillosos. Ver de nuevo, como por primera vez.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muy cierta tu reflexión...Cuando me levanto por las mañanas, en las que la ciudad todavía está a oscuras, y la veo con las luces ambarinas de las farolas, al fondo los semáforos con sus colores cambiantes, pienso...¡qué diferente está el barrio!Aunque sea el mismo barrio de siempre...
ResponderEliminarAmigos Terry, Isoba, Amanecer, Zeny, Mar, Bel y Bruja, veo por vuestras palabras que estamos de acuerdo en lo básico.
ResponderEliminarNo os contesto uno a uno porque ahora no tengo tiempo. Estoy trabajando en una nueva 'reflexión' y por mi ventana se cuelan muchas cosas, viejas y nuevas...
Y digo lo mismo para los nuevos visitantes, Moony, M.Jose y Daro, con un saludo de bienvenida.
Un abrazo, amigos.
Pd.: Lobo, en cuanto pueda me paso por tu sitio; a ver si es verdad que has aclarado mi duda. Saludos.
Si Antonio, yo también he experimentado una sensación parecida. Creo que se consigue, no cambiando la calle, sino cambiándote a ti mismo. Jugar por un momento a ser otro. Lo que resulta difícil, es mantener ese estado por mucho tiempo., eso de ser otro. Lo cotidiano acaba imponiéndose. Un abrazo.
ResponderEliminarHola, Daniel.
ResponderEliminar"Lo cotidiano acaba imponiéndose", dices. ¿Recuerdas lo que escribí en 'La fuerza de la costumbre'? Creo que sí los leiste.
Estoy de acuerdo, pero al mismo tiempo no lo puedo aceptar. Resulta difícil, sí, pero lo más valioso de esta vida está precisamente en ese campo 'difícil'. Lo fácil es gratis, no cuesta ningún esfuerzo, nos lo regalan, pero ¿es valioso? ¿merece la pena?
Está bien y es interesante lo de jugar a ser otro, pero lo importante es darse cuenta de que el juego es más serio de lo que parece, y que ese 'otro' no es sino la parte de nosotros mismos que no vive bajo la imposición de lo cotidiano, quizá nuestra parte más valiosa.
Un abrazo, amigo Conde.
Estoy de acuerdo con la esencia, ojalá pudiésemos aprehender a mirar con esa libertad en la mirada; cada instante tiene millones de variantes, matices y apreciaciones distintas, según sea la persona, su estado de ánimo en ese preciso momento, y la situación en que lo experimente...
ResponderEliminarCon el paso del tiempo, ganamos en conocimientos y experiencia, pero en contrapartida perdemos en ingenuidad, en frescura y en la pureza que solo los ojos de un niño nos pueden transmitir.
¿Cual es la visión exacta de ese breve momento?
Besos envueltos en dudas.
Davinia, la visión exacta de ese breve momento sólo puedes tenerla tú. Y esa será tu 'visión exacta' del mismo.
ResponderEliminarUn momento puede verse desde muchos ángulos diferentes, y todos son válidos para quien los percibe.
El momento 'en sí' no creo que sea nada exacto. Veo la vida como un océano en continuo movimiento, cambiante, variable, vivo...
No es que la vida esté loca, pero es tan múltiple, tan rica, que no puede encasillarse en ninguna exactitud humana. ¿Entiendes lo que quiero decir?
Desenvuelve esas dudas, y deja que tus besos vuelen libremente.
Un abrazo.