Aquí escribo,
al filo de la noche,
en este cuaderno de cristal
y humo,
para ahuyentar las sombras.


Con la ventana abierta,
por si viene el pájaro
del sueño.

AMB







lunes, 12 de enero de 2015

Pequeña estrella




En la noche brilla tu luz.
De dónde, no lo sé.
Tan cerca parece y tan lejos.
Cómo te llamas, no lo sé.
Lo que quiera que seas:
¡luce, pequeña estrella!

(según una vieja canción infantil de Irlanda)


    La anterior estrofa se encuentra en el comienzo de la novela-cuento de hadas «Momo», de Michael Ende. Leí ese cuento hace muchos años, pero en absoluto recordaba ese fragmento de canción infantil. Quizá porque en el libro se halla situado en una página aparte, en letra pequeña, y no encima del texto del primer capítulo. Ha sido echando una breve ojeada a una edición informática del cuento donde me han salido al paso esos versos. Y me han llamado la atención porque me hacen recordar a cierto amable sentimiento que se presenta a veces en noches cubiertas y oscuras, cuando tenemos la suerte de descubrir entre la negrura del cielo algún punto brillante, un astro inesperado que se asoma entre las nubes y acaricia el vacío de la noche con su luz, que nos parece (tal como dice la canción) lejana y cercana a un tiempo. 

    En esos momentos, sentimos la aparición de la estrella como una grata compañía, que suaviza la profundidad del cielo nocturno (que quizá nos tenía inmersos en tristes y oscuros pensamientos...) y parece adornarlo con un brillo de amistosa proximidad. Lo tomamos como si se tratara de un mágico signo del universo, que quiere sacarnos de soledades y tinieblas, y consigue provocarnos la citada sensación de compañía y una agradecida sonrisa. Sin detenernos a pensar en lógicas ni razones, y lejos de inclinarnos ante el fantasma de lo «casual», sentimos entonces que esa estrella solitaria nos saca de nuestro mar de sombras. Como si nos guiñara un ojo desde el infinito, como si tirase de nosotros hacia otras esferas del pensamiento, más serenas y alegres. 
    Esto es lo que me evoca esa sencilla estrofa. Y me ha parecido acertado ponerla aquí, como saludo a este nuevo año que acaba de comenzar.    
    

Antonio H. Martín 
(12 de enero, 2015)         

7 comentarios:

  1. He buscado en la red alguna foto donde se viera a una estrella solitaria, entre nubes oscuras, pero no ha dado resultado. Sólo he encontrado las típicas (y hermosas) fotografías de cielos con luna y miríadas de estrellas... Así que al final he elegido una imagen nocturna cualquiera, con ambiente invernal, que me ha gustado y me ha parecido más o menos apropiada.

    Saludos.

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  2. Me gusta tu bienvenida al nuevo año.Yo también leí Momo hace unos cuantos años y tampoco recordaba esa canción infantil, que es ,sin duda,la mejor entrada a lo que después ibamos a descubrir en la historia de Momo.Aquella niña,que sabía escuchar,es en realidad esa pequeña estrella que nos devuelve la sonrisa y que nos hace ver, que los pequeños momentos y sensaciones que no tienen valor económico, son realmente los importantes en la vida humana y nos acercan a su vertiente espiritual.

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  3. Me faltó el final: buen día caminante

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    1. Así lo veo yo también, amiga. Esos pequeños momentos son el tesoro de la vida. Por eso es importante, como hacía Momo, evitar que los "hombres grises" nos roben el tiempo. Resulta difícil muchas veces, pero hay que intentarlo.
      Creo que si sabemos mirar, si tenemos la suficiente atención, siempre acabaremos encontrando esa pequeña estrella entre lo gris de las rutinas y los cielos oscuros.

      Buen día.

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  4. Asocio lo que expones con algo que escribí en mi bitácora hace unos días:

    "En la página del mañana,
    salpicada de penumbras,
    maltrazo unas rayas
    con pretensiones de estrella"

    Un abrazo, Antonio

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    1. Hola, Luis Antonio.

      No es exactamente lo mismo, pero sí tiene que ver. Tú hablas de la "estrella" que uno mismo pinta sobre el cielo del mañana, intentando iluminar las sombras. Y yo de la que aparece en el cielo del hoy, entre la negrura, que nos hace sonreír, nos acompaña e incluso parece guiarnos.
      Pero bueno, en todo caso, ambos hablamos de estrellas, y tanto una como otra están ahí para dar luz y aliviar la espesura de la oscuridad.

      Un abrazo.

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  5. Han pasado 8 años, 5 meses y 15 días desde que escribiste sobre la pequeña estrella Canción Irlandesa, con la que se inicia el libro de Momo. ( también lo estoy leyendo en el ordenador.
    Sé de que hablas porqué también en noches oscuras y en oscuras del alma, he tenido un diálogo y experimentado esa cercanía y proximidad aunque muy léjos está, tintilea, brilla, se esconde y vuelves a la cama en paz.

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