Aquí escribo,
al filo de la noche,
en este cuaderno de cristal
y humo,
para ahuyentar las sombras.


Con la ventana abierta,
por si viene el pájaro
del sueño.

AMB







lunes, 27 de octubre de 2008

Amigo




Hoy es un día de luz y viento. Sol y aire entran por mi ventana, invitándome a vivir. El amigo José se ha ido ya, está de viaje, de vuelta hacia sus montañas junto al mar. La casa regresa poco a poco a su tranquilidad de antes, a su tímido silencio, pero aún se nota la presencia del amigo, aún resuenan en algún sitio su risa y su voz.

Me acuerdo ahora, no sé por qué, de mi hermana y su hijo, de los que no tengo noticias desde hace tiempo, a pesar de que viven cerca. Las historias son así, pasajeras, caprichosas, vienen y se van, a veces vuelven y a veces no. La presencia es como una luz que se monta en el aire, y quién sabe adonde viajará hoy el aire y en qué lugar se va a detener.

Lentamente, minuto a minuto, las cosas vuelven a su sitio, se acomodan en el hueco que tienen asignado, el polvo se aquieta y los sonidos recuperan su ritmo familiar, al que estamos acostumbrados, ese ritmo pausado, en calma, que nos susurra al oído que estamos en casa. Sólo el viento que entra por la ventana es nuevo, y nos trae esta luz, este cielo abierto, este leve frío de otoño, señales claras de que éste es otro día, de que hoy no es ayer.

Afuera los pájaros esperan, un tanto impacientes, sus cotidianas migas de pan, pero aún nadie asoma su mano por la abierta ventana. Quizá crean que me he ido, que hoy no estoy en casa. No pueden saber que este caminante se ha parado un momento a escribir una de sus notas, que ha visto un breve agujero en el continuo del tiempo y se ha detenido a mirar. Dentro de poco les daré, por sorpresa, su esperado alimento, volarán raudos con la miga en el pico buscando un seguro rincón y luego desaparecerán en este aire nuevo de la mañana.

El amigo está ahora en el tren, camino de su casa, para reencontrarse con su propio sonido, con su propio silencio, con lo que conforma el espejo de su vida; pensando quizá en las risas que aquí volaron un instante, en los gestos cómplices, en los recuerdos que surgieron inesperados de ocultos sitios de la memoria, en las palabras que aquí se dijeron y las que no se llegaron a decir.
El tren viaja muy rápido, y el amigo está ya muy lejos, pero se lleva su recuerdo y yo me quedo con el mío. ¿Cuándo nos volveremos a ver, a intercambiar sonrisas y palabras, a construir otra vez ese leve puente entre una y otra orilla?

¿Nostalgia? No. Que vuelva el tren cuando quiera; lo vivido nos dejó su huella. Y hoy es un día de luz y viento. El sol y el aire entran por mi ventana, invitándome a vivir.


AC. (25 de octubre, 2008)

7 comentarios:

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  2. Me alegra que te guste, Maite.
    Sí, queda una sombra de nostalgia pero el sol y el viento la difuminan muy bien; con la lluvia es más difícil, pero también se puede lograr. Todo depende de dónde fijemos la mirada...
    Por cierto, mi amigo me llamó ayer y dice que vuelve esta misma semana, o sea que la nostalgia tiene poco espacio esta vez.
    Me gustó tu tema de Sawhney.
    ¿Te gustó a tí el que pongo aquí de Nyman?

    Un saludo del lobo musical.

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  3. Ah, se me olvidaba otra pregunta:
    ¿Qué es eso de que te ha salido la palabra 'forests' como código?

    Ya sabes que soy un ignorante informático...

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  6. Hola Maite.
    Si te refieres a las fotos que pongo de avatar, son de Cantabria; la primera de una aldea de montaña llamada Los Tejos y la que tengo ahora como foto personal en LK es de Bárcena Mayor, un pueblo como de cuento de hadas.
    Por cierto, pienso volver a la foto anterior, porque en ésta casi no se me ve.

    ¿Peñazo, tú? ¡Todo lo contrario!
    Para mí eres más bien como una mariposa de primavera que pone luz y color en este blog nocturno y, muchas veces, sombrío.

    ¡Gracias, mariposa Isoba!

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