Zenkai, hijo de un
samurai, entró al servicio de un alto oficial de Edo. Ocurrió que el joven se enamoró de la esposa de su superior, y cierto día tuvo la desgracia de ser sorprendido en su compañía. En defensa propia, Zenkai se vio obligado a matar al oficial, tras lo cual él y la mujer se dieron a la fuga.
Con el tiempo, ambos se convirtieron en bandidos. Pero la insaciable codicia de la mujer acabó asqueando a Zenkai, que decidió abandonarla. Marchó entonces a la lejana provincia de Buzen, donde subsistió como mendigo errante.
Para expiar su pasado, Zenkai resolvió dedicar el resto de su vida al ejercicio de buenas acciones. Habiendo sabido de un peligroso sendero que bordeaba un precipicio, en el cual habían encontrado la muerte varias personas, pensó en excavar un túnel a través de las montañas.
Zenkai mendigaba comida durante el día, y al caer la noche se aplicaba incansablemente a su trabajo. Pasados treinta años, el túnel tenía 2.280
shakus de largo, 20 de alto y 30 de ancho. *
Dos años antes de que el túnel estuviese terminado, el hijo del oficial que había asesinado, un hábil espadachín, habiendo averiguado el paradero de Zenkai, llegó allí para vengarse.
"Te daré mi vida de buena gana", le dijo Zenkai. "Pero permíteme antes que de fin a mi tarea. El día que haya terminado, podrás matarme".
El hombre condescendió. Pasaron varios meses y Zenkai seguía excavando. Por fin, cansado de no hacer nada, el hijo del oficial comenzó a ayudarle con el pico y la pala. Al cabo de un año de trabajo en común, el fuerte carácter y la voluntad de hierro de Zenkai habían empezado a hacer mella en su espíritu.
Llegó el día en que el túnel estuvo listo, y la gente pudo viajar a través de él sin correr ningún riesgo.
"Ya puedes cortarme la cabeza", dijo Zenkai al espadachín. "Mi trabajo está hecho".
"¿Cómo podría cortar la cabeza de mi propio maestro?", exclamó entonces el hombre con lágrimas en los ojos.
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(*) Un
shaku equivale a 30,3 cms.
- Del libro "Carne de Zen - Huesos de Zen"
- Editorial Swan (Madrid, 1979)
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Imagen: Jesús de Blas
Mis lagrimas brotaron de los míos,gracias Antonio,por estas bonitas historias cuanto se aprende de ellas.Un fuerte abrazo
ResponderEliminarGracias a ti, Marina, por tener sensibilidad para emocionarte, que es algo que no abunda en este mundo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Antonio, es un verdadero gozo disfrutar de estos pequeños relatos, tan grandes en sabiduría y enseñanzas. Al leerlos, me doy cuenta de mis propias carencias, del desconocimiento que tengo de toda esa literatura oriental, tan particular y bella; de la que tanto puede aprenderse.
ResponderEliminarVaya mi agradecimiento por tu afán por compartirla.
Un abrazo.
Sí amigo Antonio, encontramos maestros en todas partes, a veces de hecho donde menos lo imaginamos, incluso en ocasiones de quien menos lo pensamos aprendemos mucho más.
ResponderEliminarConvendría mantener los ojos del espíritu lo más posiblemente abiertos.
Un gusto visitarte :)
¡ Quebonito!. Muchas gracias por compartirlo en tu blog con todos. Un abrazo. milagros
ResponderEliminarBonita fábula. Gracias por compartirla Antonio.
ResponderEliminar"El Hombre sigue las vías de la Tierra,la Tierra sigue las vías del Cielo,el Cielo sigue las vías de la Vía, y la Vía sigue sus propias Vías."
ResponderEliminar(manuscrito colgado en la sala de cermonias del monasterio taoísta de Shangqing,en la provinicia china de Huangshi)
Un gran beso!
Muy bonito Antonio, las relaciones son así, cuando trabajas codo a codo con alguien, las horas y el tiempo compartido te llevan a tener sentimientos conjuntos casi inevitables si hay afinidad, y si además aprendes de la otra persona el aprecio llega solo, como en tu fábula. Un abrazo!
ResponderEliminarVaya este relato viene muy bien ahora que hay gente pidiendo cadena perpetua. ¿es posible el perdón, la reinseción de asesinos y violadores? No sé, en el cuento queda muy bello, pero en la realidad es difícil. Bueno aunque en el cuento él se impone su condena, en realidad no quedó libre de castigo y fue largo.
ResponderEliminarMuy interesante.
Un gran beso Antonio.
¡Qué hermoso relato! y que buenas enseñanzas nos trae... y es que no es bueno dejarse llevar por los impulsos iniciales, hay que intentar ver y comprender siempre más allá de las primeras apariencias.
ResponderEliminarUn beso.
Y esto enlaza con tu entrada de "Lo bien hecho" y le da cuerpo.
ResponderEliminarPor lo general, nada mejor, que conocer al creemos nuestro enemigo, para que deje de serlo. Y digo por lo general, porque también habrá casos, que ese conocimiento no hará más que reafirmarnos en nuestra inquina y animadversión.
En todo caso, sólo las almas grandes son capaces de prescindir del odio y del rencor. No sé si voy a estar entre ellas... Me temo que no.
La naturaleza de cada uno sólo puede contrariarse hasta un punto. Y la mía, irremediablemente cavilosa, es de interrogarse:
¿Dónde queda la justicia? ¿o es venganza? Supongo que esa es la gran pregunta. Pero como te decía, no me imagino perdonando según qué, aunque tampoco siendo el brazo ejecutor de una venganza que incluyese vida humana. ¿O sí? ¿porqué debo creerme mejor que otros? Difícil saber los límites de cada uno sin estar en una situación lo suficientemente comprometida (Ay! suspiro) No sé...
En fin, Antonio, y mientras nos interrogamos así nos va...
Envidio tu seguridad ante estas y otras disyuntivas. Eres un Druida de la Luz, no sé si oblicua, pero estás en ella, sin duda!
Un abrazo Druida de la Luz Oblicua.
Hola, te he descubierto a traves del Blues de las Encinas y la verdad, que pienso volver con asiduidad para leer esas historias que escribes y cuentas con tanta sencillez y maestria.
ResponderEliminarMe gusta.
un abrazo
Creo Antonio, que este tu hidalgo caballero Japones, está hecho del mismo acero pensamiento que nuestro hidalgo Quijote. Yo solo me considero un alumno mas de estos maestros.
ResponderEliminarSaludos.
Sorprendente.
ResponderEliminarExpiación fructífera.
Gracias, amigo Antonio. Por el relato y la imagen (¡eres un maestro para elegir tus imágenes!).
Un beso
La historia es preciosa. Cuando uno conoce de verdad a un enemigo es posible el perdón... pero yo no lo tengo del todo claro y le añado " en según qué casos" pues aunque yo no soy rencorosa ni sería capaz de llevar a cabo venganzas ruines, tengo el pálpito de que no todo se perdona... podrá olvidarse... pero perdonar... lo dudo.
ResponderEliminar¿Y ves? ya me has hecho darle vueltas a la cabeza a la cuestión; ahora estaré con el "como-come" toda la semana jejejeje.
Es estupendo que compartas con nosotros tanta sabiduría.
Beso enorme.
Las circunstancias más insospechadas hacen que nos encontremos con las personas en el camino..
ResponderEliminarY solo hasta después de que caminamos con ellas, el tiempo que la vida considera necesario, se nos revela el sentido de cada encuentro..
Mi querido Antonio... como siempre, me ha fascinado leer las letras nocturnas de tu luminoso cuaderno.
Te dejo un abrazo inmenso, y en mi blog te he dejado la invitación a un concurso... Si no quieres participar eres libre de no hacerlo ;) Pero pensé en ti porque no es muy común que a las personas les guste el tipo de música que a ti y a mí nos gusta ;)
Ve a enterarte y comprenderás mis palabras ;)
besos!!!!
Una hermosa enseñanza, asì como reflexiva.
ResponderEliminarGracias por compartirlo Antonio!!
Besos y muchos màs.
Lo único que separa a los seres humanos es el desconociniemto. Si "nos obligasemos" a conocer o a los demás, probablemente nos llevaríamos gratas sorpresas. Porque de todo el mundo se aprende algo.
ResponderEliminarUn abrazo grande, Antonio.
Muy bello relato ya mi ansiedad no me dejaba, así que solo leer!! es maravilloso,sensible y toda relación tiene esto del tiempo y compartir, muyyyyyy bello, te repito!!!besos y un hasta pronto.
ResponderEliminarAntonio, pongo estos relatos por eso, porque creo que encierran un conocimiento necesario.
ResponderEliminarA ver si aprendemos algo...
Un abrazo, poeta.
Los ojos, Azul, los ojos, saber mirar para poder ver.
ResponderEliminarAhí está el mágico secreto.
Saludos descalzos, pero con sombrero.
De nada, Milagros.
ResponderEliminarEs un placer para mí compartirlo, que lo leais y de paso saqueis alguna buena conclusión.
Un abrazo.
¿"Bonita fábula"?
ResponderEliminarTú sí que eres bonita y fabulosa, Bruja, que te acabo de leer lo de "Destino".
Gracias por tu magia.
Bueno, Silvia, pues según eso todo está entrelazado.
ResponderEliminarCuando vuelva a Huangshi, a ver si me acuerdo de pasarme por el monasterio y escribir debajo del manuscrito:
R
a
y
u
e
l
a
Para que sepan que en Mar de Plata hay alguien especial que también está en la Vía.
Un beso.
Hola, Andrea.
ResponderEliminarLo curioso de esta historia es que enseña que las ideas preconcebidas sobre alguien pueden cambiar, si sabemos tener la sensibilidad suficiente para ver luces donde antes sólo veíamos sombras.
El samurai estaba determinado a vengar la muerte de su padre, pero supo ver que quien tenía delante no era ningún asesino.
Un abrazo, consciente amiga.
Bueno, Juana, en este caso no se trataba de ningún asesino o violador, sólo era un enamorado que tuvo que defenderse...
ResponderEliminarEl tema de la cadena perpetua es muy delicado. Opino que habría que mirar cada caso concreto con lupa.
Un beso sin cadenas.
Ay, María...
ResponderEliminarEso es, pero para ello tenemos que tener el coraje de pararnos delante de los seres y las cosas, tener el "gesto" y la paciencia de mirar y escuchar.
Y primero hay que darse una buena ducha, para librarse de los prejuicios.
Besos.
Bueno, y aquí me encuentro con la querida amiga 007, digo, 00k, la amiga de mirada de cristal, la que odia limpiar el horno por culpa de la ausencia de pirólisis (¡y que le den al Feng Shui ese...!), la que cavila y de paso me deja a mí cavilando...
ResponderEliminarAsí es, Cristal, hay que conocer al enemigo para saber con certeza si es de verdad un enemigo. En unos casos la respuesta será negativa y en otros afirmativa, pero es imprescindible acercarse, por mucho que no nos guste su presencia. Los hornos, ejem, las personas forman una imagen en nuestra mente que puede estar deformada por multitud de elementos y circunstancias. Todo eso se barre o se confirma con la cercanía.
No creo que haga falta ser "un alma grande" para prescindir del odio y del rencor. Lo único que es necesario es, como he dicho antes, saber mirar. El que sabe mirar no es grande ni pequeño, sencillamente ve.
No se trata de saber perdonar, se trata de alcanzar el difícil pero necesario arte de no equivocarse.
¿Cómo saber si el agua que fluye de una fuente está fría o caliente? Sólo hay una forma.
¿Druida de la luz oblicua? No, qué más quisiera yo. Sólo soy un humilde discípulo de aquel sabio que sembraba preguntas.
Un abrazo, amiga dragona de cristal.
Hola, Abi E.
ResponderEliminarMuy buen sitio del que vienes. Gracias por tus palabras. Intentaré conocer las tuyas, aunque tengo el problema del tiempo... Pero encontraré el hueco.
Un saludo.
Se me olvidaba, Abi E...
ResponderEliminarDos preguntillas:
- ¿Te han dicho alguna vez que te pareces a José Antonio Marina?
- ¿Quién es ese señor de piedra junto al que te sientas? ¿Unamuno?
Otro saludo.
Pd.- Visitaré tus "Abejas".
Estoy de acuerdo, Terry, este japonés tiene un acero y una madera muy similar al de nuestro querido Don Quijote.
ResponderEliminarSí, somos alumnos, así que habrá que aprenderse la lección.
Un saludo, amigo.
Hola, Liz.
ResponderEliminarLo de "maestro en elegir imágenes" lo consigo gracias a una buena amiga pintora, de México, que me inspira con sus maravillosos cuadros.
Un beso tepozteco.
Claro, Luisa, es en "según qué casos".
ResponderEliminarPodemos perdonar a un enemigo si ese "enemigo" conseguimos transformarlo en amigo. Y eso depende de él y de uno mismo.
Uno mismo, por tener la paciencia y el gesto de abrir esa oportunidad, y el enemigo por compensar lo que hizo mal con algo bueno, con algo "bien hecho".
Un gran beso, amiga.
Sí, Isis sin velo, que brilla en la noche, así es: hay que caminar juntos, al menos el trecho suficiente para conocerse de cerca.
ResponderEliminarVeré qué es eso del concurso.
Gracias por invitarme.
Un abrazo.
Hola, Amanecer.
ResponderEliminarQué bueno que te guste. Seguiré con estas historias, que contienen mucho jugo.
Besos.
(y saludos al pequeño Kenai)
Sí, Yurena, es el desconocimiento lo que suele separarnos, la falta de una auténtica cercanía, pero no siempre esto desemboca en una buena relación, en una amistad.
ResponderEliminarAunque hay quien piense que todos somos iguales o parecidos, y que siempre se puede aprender del otro, muchas veces lo que aprendemos es a... ¡salir corriendo!
Un abrazo.
Me alegra verte por aquí, Katy.
ResponderEliminarSi ya puedes leer es que estás mejor. ¡Estupendo!
Que siga la mejoría.
Besos.