Aquí escribo,
al filo de la noche,
en este cuaderno de cristal
y humo,
para ahuyentar las sombras.


Con la ventana abierta,
por si viene el pájaro
del sueño.

AMB







viernes, 23 de mayo de 2014

El racimo de energía




    Un buen consejo de Yukio Mishima: «He comprendido que basta practicar el kendo y blandir una espada de bambú para evadirse, aunque sea por breves instantes, del pantano del nihilismo.»
     Hay un cierto veneno que hace que el cuerpo se olvide de sí mismo. Con el paso del tiempo sólo queda una mente fantasma, aislada, que no toca, ni huele, ni respira, que piensa sin sentir, que mira sin ver: "conoce" la vida, pero no la vive. Esto lleva, creo, al nihilismo, que es la creencia en la nada, que es una opacidad en el corazón, que es la prematura presencia de la muerte.
    La nada nunca está presente, la nada no existe. Sólo existe la lucha, el deseo, la tensión y el sueño. Sólo existe la vida. Pero esa mente aislada, espectral, que colecciona ideas y archiva recuerdos, que observa, que suma y resta, que clasifica, que tira o que guarda, que rechaza, que elige. Esa mente al final tiende a pintar de nada todo cuanto toca, cada pared y cada nube... Y esto vuelve al mundo gris, esto genera el pantano en que nos hundimos.
    Por eso es bueno coger la espada de madera. Por eso es bueno bailar.

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    A propósito de lo escrito anoche: ¿qué he querido decir? Me quedo, por no caer otra vez en lo inevitable, con la imagen simple y clara de Mishima. Sé que hay un laberinto mental que lleva al nihilismo, una forma compleja de percibir que nos hunde en ese pantano, que nos precipita en esa visión gris, oscura, de la vida. Y sé también que una sacudida del cuerpo, un movimiento fresco y lúdico, una carrera o un salto, lleva a la visión contraria, rompe el embrujo, deshace la niebla. 
    El racimo de energía sale de su burbuja y danza con el viento.


A. Martín Bardán

(Diario de un obstinado - Noviembre, 1996)

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    Releo las líneas anteriores (escritas hace 18 años) y me quedo pensando en su validez... Reconozco que hay tiempos en que uno siente como si perdiera cada día una pluma de sus alas, como si se hubiese internado en un pantano de sombras, pesado y asfixiante, del que no encuentra la salida. Y que ante esa agobiante situación, no hay nada mejor que mover el cuerpo, como decía, de forma fresca y lúdica. Escapar dando un salto, corriendo, bailando... De esa forma, el racimo de energía se reconcentra, se ordena, vuelve al ámbito de la luz y sale del pantano, lejos de las peligrosas arenas movedizas, a salvo de las acechantes alimañas de la oscuridad.
    No es fácil, no, pero nada que merezca la pena lo es. Hoy, como ayer, no sé explicarlo mejor. Pero sé bien que ese salto, esa danza, es posible. La pesada sombra de la nada es sólo la amenazadora ilusión de una mente dormida. El salto, la carrera, la danza (con o sin espada de bambú) nos sacan de esa ilusión y nos recomponen la mirada. Después, el camino vuelve a ser visible, aparece de nuevo la vieja sonrisa. Y la música del sentido (esa amada melodía) regresa a nuestros oídos. Ya podemos, entonces, seguir caminando...


Antonio Martín Bardán
(23 de mayo, 2014)



4 comentarios:

  1. Me gusta tu diario de un obstinado.Te he conocido muchos años después y observo que sigues siendo un soñador incansable, que sigue danzando aunque la música no sea tan bella.Buen día caminante "obstinado"

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    1. Lo de "obstinado" viene de una definición de Hermann Hesse (de 1919) que dice así:

      «Una virtud hay que quiero mucho, una sola. Se llama obstinación. Todas las demás, sobre las que leemos en los libros y oímos hablar a los maestros, no me interesan tanto. En el fondo se podría englobar todo ese sinfín de virtudes que ha inventado el hombre en un solo nombre. Virtud es: obediencia. La cuestión es a quién se obedece. La obstinación también es obediencia. Todas las demás virtudes, tan apreciadas y ensalzadas, son obediencia a leyes dictadas por los hombres. Tan sólo la obstinación no pregunta por esas leyes. El que es obstinado obedece a otra ley, a una sola, absolutamente sagrada, a la ley que lleva en sí mismo, al "propio sentido".»

      ("Obstinación" en alemán se escribe "Eigensinn", palabra compuesta que literalmente significa "propio sentido".)

      Y, por supuesto, amiga, que sigo siendo un obstinado. No por terquedad, sino porque no sabría ser de otra manera. Otros caminos diferentes me harían daño y me disiparían. Está claro que cada uno debe seguir su propio sendero. Hay que ir tras esa voz que nos llama, porque en el fondo es la nuestra... Desde más allá de las sombras, nuestro ser interior nos habla e intenta guiarnos.

      Saludos.

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  2. Tutte le volte che torno a leggerti, mi si apre un universo di pensieri.
    Seguaci di un io interiore...
    Saludos

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    1. Gracias por tus palabras, Anto.

      Me gusta sentir, me gusta pensar... Y, sobre todo, seguir a ese ser interior que siempre tiene muchas cosas valiosas que decirnos y nos muestra el camino, en medio de este laberinto.

      Saludos.

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