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Aquí escribo,
al filo de la noche,
en este cuaderno de cristal
y humo,
para ahuyentar las sombras.Con la ventana abierta,
por si viene el pájaro
del sueño.
El amigo Alberto Linde me llamó anoche por teléfono y me contó la impresión que tuvo al leer mi último escrito. Me dijo que le había gustado el breve texto de "Mis noches blancas" y que él también veía las cosas de esa manera, y no con la palidez y oscuridad de Dostoyevski. Pero no sólo eso (que pudiera parecer el simple elogio de un amigo íntimo), sino además que cuando leyó las últimas palabras una muy grata imagen se le encendió por dentro...
Alberto es un gran soñador, y para él cualquier mínimo indicio puede servir de puerta para entrar en las galerías del ensueño. Me contó que después de leer lo de «los valles musicales y encendidos...» inmediatamente se vio inmerso en una noche blanca y en uno de esos valles, en el que se celebraba una agradable fiesta, entre músicas, luces, risas y danzas. Y con esa imagen le vino a la memoria y le revivió por dentro cierta alegría de la infancia y la juventud que ya consideraba perdida y olvidada.
En el centro del profundo valle, acariciado por la luz de la luna, entre hogueras y faroles, un grupo de jubilosos amigos bailaban y cantaban. Simplemente eso. Pero Alberto sintió que estaba allí, que él también cantaba y danzaba, rodeado de rostros cómplices, de risas y de abrazos, y eso le llenó durante unos instantes de gozo.
Es curioso observar como unas sencillas palabras pueden despertar emociones en algunas personas, e incluso hacerles viajar a ciertos lugares, acercarles a esas brillantes galerías de los sueños que tienen que ver con el corazón... Desde luego, hace falta una sensibilidad soñadora para ello, como la que tiene Alberto, pero eso me hace ver que seguramente conservamos aún muchos tesoros ocultos, y que con sólo rasgar un poco el velo de la desidia y la frialdad éstos pueden volver a salir a la luz.
A. Martín Bardán
(10 de mayo, 2014)
Hermoso.
ResponderEliminarEn verdad me he transportado a ése valle musical y encendido.
Cariños Antonio.
Me alegro, Adriana.
ResponderEliminarSe nota que tú también tienes esa capacidad para viajar, como el amigo Alberto Linde.
Todo un placer constatar que esos 'transportes' funcionan...
Saludos cariñosos, amiga.