Aquí escribo,
al filo de la noche,
en este cuaderno de cristal
y humo,
para ahuyentar las sombras.


Con la ventana abierta,
por si viene el pájaro
del sueño.

AMB







domingo, 16 de septiembre de 2012

Desde el silencio...



Crecí en el seno de una familia desestructurada. Una que mezcló sus raíces con otras que resultaron ser incompatibles. Lo cual se tradujo con el tiempo en situaciones conflictivas y, a veces, casi desastrosas. Un niño es muy sensible a estos asuntos. Quizá por eso anda uno, pasados los años, enganchado todavía a ciertas carencias y a ciertos incumplimientos en el normal discurrir de la vida... Afortunadamente, siempre me movió un fuerte sentimiento en relación con aspectos de la vida, que yo llamaba "mágicos" o "poéticos", a los que solía acceder sobre todo a través de los sueños, y también de los libros. Pero está claro que esas malas experiencias familiares dejan una huella indeleble en el corazón del hombre. Uno lucha, y seguirá luchando, por escapar de esa telaraña, pero de alguna manera sigue ahí, influyendo negativamente en la actitud que uno tiene ante el mundo, en su modo de vivir.
De todas formas, escribo esto, sentado en un banco del parque bajo los altos árboles centenarios en una tarde tranquila y fresca, desde el silencio. Y es precisamente este silencio lo que me permite escapar a esa telaraña, aunque sea durante un breve tiempo, para poder ver las cosas y a mí mismo desde una diferente y nueva perspectiva, y tener una visión más libre de cuanto me rodea. Este silencio interior es un puente que enlaza con eso que amé desde niño: la mirada del sueño.
Ante esta mirada, los complejos y los traumas del pasado se diluyen, desaparecen, y uno puede llegar a ver y sentir que la vida es algo más, mucho más que el conjunto de experiencias por las que pasamos, antes y ahora, y que hay multitud de caminos abiertos por los que podemos andar libremente, sin arrastrar los lastres del tiempo.
Pero esto lo siento y veo ahora así porque una parte de esa telaraña se ha roto, porque la mirada se ha liberado, al menos en estos momentos, de esas rémoras del pasado y puede colarse hacia otras dimensiones del pensamiento. Porque, repito, estas breves líneas las escribo desde el silencio...

Antonio H. Martín

6 comentarios:

  1. Quizás es el tiempo transcurrido pero creo que llegamos a una edad que vemos nuestro pasado lejano con mucha objetividad. Como si observaramos en la lejania como fuimos y sabemos nuestras carencias y el porque de nuestros comportamientos.
    Un saludo

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  2. En el misterio del tiempo somos puro presente. El silencio ayuda a elaborar las heridas del pasado, que podemos lograr convertir en perlas. Todo depende de la visión existencial que escojamos adoptar.

    La relación con la magia, la poesía, lo etéreo, es un gran refugio de las telarañas y las sombras que se empeñan en atraparnos y apagar nuestra luz en ocasiones.

    Cuando se rompe la telaraña, te liberas y eres uno en el tiempo, presente en el momento y desde el silencio.

    Un abrazo.

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  3. ...es tu historia un pasar de cada día, de muchas vidas, tan aprecida a mis memorias, al final, me quedé estancada en una lágrima de niña, y en el abrazo a una muñeca dem i infancia...y vivo...sabiendo que he de morir, pero no quiero irme sin llenar los huecos o entenderlos al menos...un saludo Jayja

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  4. Sí, Malú, lo vemos con objetividad, pero eso no quita que ese pasado nos siga afectando en el presente. Si el pasado fue bueno, está bien que así sea, pero no si esos años fueron caóticos y sufrientes. En este caso, mejor intentar abrir un hueco en esa telaraña, para poder así vivir este presente más libremente y con autenticidad.

    Un abrazo, amiga del Norte.

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  5. Somos puro presente. Sí, Fer, porque en realidad es el presente lo único que existe. Pero los humanos tenemos esa rara manía inconsciente y muchas veces involuntaria de recordar, y de sentirnos afectados por esos recuerdos. No siempre es fácil escoger la visión existencial para convertir esas heridas en perlas. Suele ser más bien difícil.
    Yo prefiero eso que dices de la relación con la magia, la poesía, lo etéreo... Que es, efectivamente, un refugio frente a "las telarañas y las sombras que se empeñan en atraparnos y apagar nuestra luz en ocasiones."
    Esa relación con lo mágico no modifica el pasado, no transforma las heridas en perlas (al menos en mi caso), pero sí permite una apertura en la red, un hueco en la telaraña, una ventana por la que se puede mirar sin el peso del ayer.

    Un abrazo.

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  6. Pues creo, Jayja, que no debemos estancarnos en ningún recuerdo, aunque éste sea afectuoso. Recordar las buenas cosas está muy bien, y nos ayuda a seguir caminando, pero sin apegarnos a ellas, para así poder ser más conscientes del aquí y el ahora.
    Esa es la forma de llenar los huecos y de entenderlos.

    Un saludo.

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