Aquí escribo,
al filo de la noche,
en este cuaderno de cristal
y humo,
para ahuyentar las sombras.


Con la ventana abierta,
por si viene el pájaro
del sueño.

AMB







domingo, 15 de diciembre de 2013

Dos sueños...



(De «The Dreams of a Prophet»,  por Lord Dunsany)


    Yo dormía en el campo de amapolas de los dioses, en el valle de Alderon, adonde los dioses acuden a reunirse de noche cuando la luna está baja. Y soñé que éste era el Secreto.
    El Destino y el Azar habían estado jugando, y su juego había terminado y todo había concluido: las esperanzas y las lágrimas, los sufrimientos, deseos y tristezas, todas las cosas por las que lloraban los hombres y las cosas olvidadas, y los reinos y los pequeños jardines y el mar, y los mundos y las lunas y los soles. Y lo que quedaba no era nada, y no tenía ni color ni sonido.
    Entonces dijo el Destino al Azar: «Juguemos otra vez a nuestro viejo juego». Y jugaron nuevamente, utilizando a los dioses como piezas, como habían jugado a menudo otras veces. De manera que volverán a existir las cosas que existieron; y al pie de la misma loma, un súbito destello de sol, el mismo día de primavera, hará florecer de nuevo el mismo narciso, y lo cogerá el mismo niño, y no pesarán los mil millones de años que mediaron. Y se volverán a ver las mismas viejas caras, aunque no privadas de sus lugares familiares. Y tú y yo nos volveremos a encontrar en un jardín, una tarde de verano, cuando el sol se halle a medio camino entre su cenit y el mar, donde nos reuníamos antes. Pues el Destino y el Azar sólo juegan a un juego con movimientos idénticos, y lo juegan mientras transcurre la eternidad. 


Lord Dunsany

(«The Dreams of a Prophet» II - Time and the Gods - 1906)

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    Me encontraba de viaje en un mundo extraño y muy lejano. No recordaba el porqué ni el cómo, pero allí estaba, en un orbe tenebroso, de un color antiguo y místico, de leyenda, como hundido en la niebla del tiempo. Un mundo con grandes templos de pétreas columnas y paredes de sombra, que se alzaban en medio de lo que parecía un vasto desierto, con oscuros sacerdotes que vestían túnicas doradas de raros arabescos y bruñidas tiaras como de bronce. Y éstos, similares a los humanos, aunque muy distintos, de piel grisácea y con rasgos vagamente serpentinos, me mostraron una noche sin luna (a mí, su inexplicable huésped), a la luz de anchas hogueras como piras funerarias, sobre la gran plaza de arena que  había frente a uno de esos templos, un viejo ritual secreto, de índole sagrada, cuyo arcano sentido no me fue descifrado.
    De una engalanada jaula que había sobre un altar de piedra, empezaron a extraer y a soltar, una a una, pequeñas y preciosas aves verdiazules (cuyas formas, a pesar de su color y tamaño, recordaban mucho a las águilas), las cuales fueron alejándose lentamente hacia el profundo cielo de la noche. Al poco de comenzar el vuelo, de sus alas se desprendían brillos insólitos, como diminutas estrellas, que caían hacia la arena como los restos de los fuegos de artificio. Estaba maravillado contemplando esa visión e intentando comprender el enigma, cuando una de ellas, la tercera, se dio la vuelta, en lugar de desaparecer en la negrura como sus hermanas. Yo alcé entonces un brazo, con la mano abierta, en un gesto casi inconsciente, sin saber bien por qué lo hacía, y el ave se posó en ella...
    Aquellas gentes se quedaron muy sorprendidas por este hecho, y asintieron en silencio. Mientras que yo sentí una rara alegría, como si hubiese logrado, sin esperarlo, el fruto de algún desconocido y benefactor sortilegio. Y creo que ahí acabó mi sueño. Si sucedió algo más, ya no lo recuerdo.   


A. Martín Bardán
(15 de diciembre, 2013)

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imagen: Roger Dean
     

6 comentarios:

  1. ¡Vaya lujos oníricos! Antuán...

    Creo que este año, voy a pedir a los 'reyes' unos sueños similares a los tuyos... a ver si a pesar de lo mal que me porto :)), además del consabido carbón, me traen algo de mucho valor, como esos sueños que duermen en ti y contigo... Todo un tesoro, que te regala a menudo tu inconsciente. Eres afortunado , amigo.

    Así que, además de felices sueños, te deseo feliz todo!

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    1. Hola, hada Crystal.

      Estoy seguro de que los Reyes Magos te traerán lo que les pidas, que para eso son magos y tú un hada. Lo del carbón, en cambio, no me lo creo.
      Tienes razón, mi inconsciente a veces me sorprende muy gratamente. No alcanzo a saber interpretar muchos de sus mensajes, pero la impresión que me dejan algunos sueños es muy buena. Quizá sólo se trate de eso, de que a uno le quede una buena impresión y pueda despertarse con una sonrisa. Aunque también hay momentos en que me atrevo a pensar que esos sueños 'especiales' son causados por algún interesante movimiento anímico... En cualquier caso, yo los disfruto por la noche y más tarde sigo haciéndolo al escribirlos. Y si además gustan a algunos lectores, el círculo se completa gozosamente.

      Igual te digo, amiga: ¡feliz todo! Un abrazo.

      Antuán de Lakeness
      (Dream Land)

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  2. Hermosas imágenes nos traes. Me pareció como una gran pintura, con colores y movimientos mágicos. ¡Qué podría significar el hecho de que se posase esa ave en tu mano? No sé, un reconocimiento a tu talento especial... tal vez.
    Cuídate, y aprovecho para enviarte mis mejores deseos para Navidad y año nuevo.

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    1. Hola, recobrada amiga Liz.

      Después de leerte, se me ocurre que precisamente tú, pintora de sueños, podrías usar mi extraño viaje onírico para pintar una pequeña tela representando el mágico vuelo de esas aves... Sería precioso que quisieras hacerlo y el resultado seguro que una maravilla.
      No acierto a entender el significado de ese gesto del sueño, más allá de lo ya explicado. Lo que sentí fue eso: la alegría de que una buena magia se había fijado en mí, y me tocaba...

      Feliz Navidad, lejana-cercana amiga, y que comiences el año nuevo con el mejor de tus pinceles y la mejor de tus sonrisas. Un abrazo.

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  3. Feliz Navidad y Trabajo para Todos.
    Besos.

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