Aquí escribo,
al filo de la noche,
en este cuaderno de cristal
y humo,
para ahuyentar las sombras.


Con la ventana abierta,
por si viene el pájaro
del sueño.

AMB







sábado, 8 de marzo de 2008

Vientos...




Puedo decir hoy con seguridad, porque la experiencia de años me lo ha enseñado, que mi personalidad es como un castillo de naipes ante una ráfaga de viento.
Siempre que encuentro un hueco de paz y silencio, sin la interferencia de ese viento dañino, intento reconstruir, en la medida de lo posible, ese castillito de naipes. Pero ya he aprendido la lección y sé que cualquier golpe de aire lo va a volver a derribar.
Entre esta tensión de ver el derrumbe de mi castillo y volver a reconstruirlo, está el lugar, el breve y esporádico espacio, en el que intenta desarrollarse mi vida.
Cuando somos jóvenes esto no es así, pero es que entonces nuestra personalidad no es ningún castillo de naipes, sino una fuerza llena de sueños, ilusiones y alegría que incluso sabe montarse a caballo sobre cualquier viento, sea éste del género que sea. Lo de los naipes viene después.


Antonio HM.
(8-3-2008)

No hay comentarios:

Publicar un comentario