Aquí escribo,
al filo de la noche,
en este cuaderno de cristal
y humo,
para ahuyentar las sombras.


Con la ventana abierta,
por si viene el pájaro
del sueño.

AMB







domingo, 29 de diciembre de 2013

Al alba...



    Por la grieta más fina de la pared, se coló el rayo de luz... No había forma de saber si era o no cierto, pero allí estaba, presente como una columna de versos y aves de ensueño, escrita en el muro de la sombra, entre los perfiles de un tiempo sin figura y sin nombre. Más allá estaba la puerta, muy cerca, a pocos metros, brillando de un modo extraño, grabada con signos y palabras que no podía entender... No quise encender la lámpara, por si ello rompía el equilibrio de las horas, el embrujo de los minutos, que se deslizaba como un río silente y lúcido ante mi asombrada mirada.
    Desde un mar profundo, con olas de espuma nacarada, y un horizonte de montañas rotas, grises, rotundas, lejanas, pero luminosas y azuladas, algo me llamaba... El sol tenía un rostro grave, adusto, serio, con los brazos caídos, pero llenas las manos de regalos de alegría y una tierna lujuria. ¿Cómo podía ver el sol si la puerta estaba aún cerrada? Me aproximé, no sin cierto temor, y giré la llave de plata...
    El alba de una nueva vida me asaltó, como un paraíso. La visión me cegó, en un primer momento, los ojos, y una sensación de estar por fin en el hogar me llenó las venas, con sangre viva y cálida, fluida, vibrante, incluso sonora. Ví las casas verdes de mi infancia, con sus ventanas azules, con los pájaros que sonreían y los árboles de frutos dorados. Ví las alegres alas de los sueños, que cruzaban el cielo con su vuelo de risas y besos. Ví el prado de los abrazos perdidos, que se entrelazaban con las mínimas sombras de la hierba, en una poesía de luces, en una sinfonía de voces y ecos, dulces y amables. Ví a los amigos, que se acercaban, que me querían y querían estar conmigo...
    Entonces quise despertarme, incrédulo ante tanta maravilla. Y la diosa del sueño me susurró al oído, mientras me rodeaba tiernamente con su abrazo: «Quédate... No hay otro lugar al que quieras ir... Aquí estás en casa...»


Antonio Martín Bardán
(29 de diciembre, 2013)      

8 comentarios:

  1. ¿Quién querría despertar de un sueño así? Es precioso, es entrar en otra dimensión, es ser capaz de leer glifos de lenguajes mágicos.
    Gracias, Antonio, por invitarnos a ese mundo tan especial.
    Que el Año Nuevo sea un despertar prometedor a nuevas esperanzas.
    Un abrazo

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    1. Hola, Liz.
      No fue exactamente un sueño, sino más bien un encadenamiento de ensueños. Pero sí, es cierto, las extrañas escrituras se vuelven legibles en esos momentos. O al menos esa es la impresión que se tiene entonces...
      El año nuevo puede que nos traiga nuevos despertares. Así lo deseo y así lo espero, amiga. El río de la vida sigue su curso; sólo debemos estar bien alertas, con la mente clara y la mirada bien despierta. Soñar (y ensoñar) no contradice esto que digo, porque muchas veces los sueños son las más claras ventanas que tenemos hacia la auténtica realidad.

      Un abrazo, amiga Liz.

      (P.d.: Ando ahora con problemas de conexión, pero puede que en breve, en pocos días, el casero instale una línea nueva, aquí donde resido. Entonces contestaré como se merece a tu mail. Gracias por enviármelo. A ver si solucionamos los conflictos que haya con tu blog de "Umbrales". De momento, sólo decirte que sí, que sigo en el norte, y que a Madrid sólo lo añoro en algunos momentos; sobre todo por visitar algunas librerías y caminar por algunas viejas y queridas calles. Pero el pasado es sólo pasado... El presente es todo lo que hay. Por lo demás, estoy bien aquí.
      Otro abrazo, amiga pintora de sueños.)

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  2. A falta de sueños propios, buenos son los ajenos. He compartido el tuyo porque es hermoso.Gracias.

    Un fortísimo abrazo,amigo

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    1. Pues me alegro, Luis Antonio, de que compartas alguno de mis sueños. Para eso los escribo y publico, para compartirlos. Creo, sinceramente, que lo mejor que se me da en este mundo es eso: soñar. Gracias por considerar a éste como "hermoso".
      Tú no tendrás sueños (o no los recuerdas bien), pero, en cambio, sueles hacer largos viajes, que te enriquecen la vida.

      Un gran abrazo, amigo, y que tengas un feliz año nuevo.

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  3. A veces sueños o ensoñaciones como las tuyas Antonio son lo único a lo que podemos agarrarnos para que la vida no sea tan dura.Es la segunda entrada que leo de tu blog y es muy hermosa...

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    1. Pues me alegra que digas eso, Anónimo, porque a mí me ocurre exactamente lo mismo. Perderme en los cuentos de Dunsany o de MacDonald, o en las novelas y cuentos del amigo Hesse, es para mí todo un alivio, que actúa de contrapeso a la gravedad de este mundo.
      Gracias por tus palabras, amigo o amiga. ¿Podrías, si vuelves a comentar, dejar un nombre?
      De todas formas, un abrazo y feliz año.

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  4. Suena bien ese final... amigo. Lo mejor, que llegará el día de quedarse ahí y no está lejos. Nuestra vida es un suspiro en el camino de este Universo. O ni eso...

    Te abrazo.

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  5. Suena bien, ¿verdad? Pues como "nuestra vida es un suspiro", poco queda entonces para llegar a ese final (que ojalá sea así, o similar). Ya lo veremos, cuando se descorra por fin el velo...

    Un abrazo.

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