Aquí escribo,
al filo de la noche,
en este cuaderno de cristal
y humo,
para ahuyentar las sombras.


Con la ventana abierta,
por si viene el pájaro
del sueño.

AMB







lunes, 15 de abril de 2013

Recuerdos de Montagnola


    A veces vivimos momentos que están tocados por una cierta magia, pero no siempre somos conscientes de ese hecho, de la pequeña maravilla vivida, hasta mucho tiempo después...
    Me doy cuenta hoy, después de más de treinta años, que quien me recibió en 1979 en la Casa Camuzzi, de Montagnola, no fue el escritor chileno Miguel Serrano, sino el mismo Hermann Hesse... Por eso cuando envié una carta al autor americano, pasados unos cuantos años de mi viaje, éste me respondió que no me recordaba. Y no fue sólo por la lógica razón del tiempo transcurrido y por ser yo un desconocido, sino porque en esencia —ahora lo veo— no había sido él quien me había recibido amablemente, mostrado el salón de la casa con sus valiosos recuerdos (entre ellos, el espejo de Klingsor), y regalado algunos libros, sino que detrás estaba la mano de mi estimado "tío Hermann".
    Ya narré aquí hace tiempo los detalles de esa inolvidable visita. Por ejemplo, nada más llegar frente a la Casa Camuzzi, cuyo oscuro portal apareció ante mis ojos como la entrada de un templo sagrado, me quedé unos minutos quieto, mirándola, y un hermoso gato se acercó a mí y se dejó acariciar... Como en un gesto de bienvenida. Y más tarde comprobé, en un libro biográfico sobre Hesse que adquirí en la cercana Lugano, que el gato preferido del tío Hermann era asombrosamente parecido al que se me había acercado... Puedo entender que esto que digo suene a simple coincidencia, además de que no creo que todos los gatos de Montagnola sean iguales..., pero uno interpreta las cosas a su manera y se permite, de acuerdo con sus sentimientos, encontrar un sentido personal a la experiencia.
    Lo que está claro es que durante esos días era casi constante la sensación de una presencia invisible. Y puedo afirmar, por tanto, que casi continuamente sentía que el espíritu de Hesse me acompañaba. ¿Quién si no? Al fin y al cabo, había viajado hasta allí para eso, para sentir de cerca los lugares en los que había vivido el maestro y para intentar encontrarme con su espíritu. No es que llegara a ver un fantasma, ni sólo que ese pueblo estuviese impregnado de su recuerdo. Pero sentí, sobre todo en ciertos momentos, que detrás de mis pasos, como guiándome, estaba él...
    Cuando crucé el umbral de la Casa y llamé a la puerta que daba al antiguo aposento de Hesse, me abrió un señor alto, serio y elegante, vestido de traje gris, al cual expresé los motivos de mi presencia allí. Le dije que era un gran admirador de la obra de Hesse, que venía desde muy lejos, y poco más... El señor (que luego resultó ser el escritor y diplomático que he nombrado al principio) me escuchó sin decir nada. Imagino que un tanto perplejo por mi extraña visita. Y cuando, pasados unos segundos, comprendí que era absurdo seguir ante esa puerta, e hice ademán de marcharme, el señor en cuestión recuperó el habla y me dijo textualmente: "alguien admirador de Hesse y que viene de tan lejos, no se puede quedar en la puerta..." Y me invitó amablemente a entrar.
    En fin, cualquiera puede entenderlo como desee. Pero para mí que fue el mismo Hesse quien en ese instante intercedió en mi favor y no quiso que me fuera con las manos vacías... Fue su regalo a ese joven caminante que había venido de un país lejano con el corazón lleno de sueños.  
     


Antonio H. Martín
(15 de abril, 2013)

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imagen: Montagnola, acuarela
(Hermann Hesse - 1929)

12 comentarios:

  1. Tutto è possibile se la nostra mente e la nostra anima sono aperte all'impossibile.

    Un saluto Antonella

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    1. Así es, Antonella.
      Te puedo asegurar que este caminante nocturno siempre ha estado y está abierto a lo imposible. Y además creo que muchas veces existe la oportunidad para que se convierta en posible, aunque no siempre sepamos verla. Una muestra de ello es lo que aquí narro sobre mi visita a la antigua casa de Hesse.

      Un saludo.

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  2. Me gusta tu interpretación de los hechos en ese viaje. ¿porqué no iba a ser tal como dices? Sobre todo si así lo sentiste en ese momento, incluso ahora...

    Echar la vista atrás, es a veces un ejercicio de lucidez en la interpretación de sucesos que en ese entonces vivimos demasiado deprisa o sin ser conscientes de toda su repercusión en nuestros actos o en nuestra vida. El presente nos atropella muchas veces.

    Pero puedo imaginarte en ese 'templo' absorbiendo hasta el más mínimo influjo que pudiese quedar ahí de tu tío. Y lo del gato, me parece todo un ensueño empujado a tu realidad por vete tu a saber que manos o poder.

    Una maravilla de viaje y de recuerdo, amigo. Te felicito por ello y gracias por compartirlo aquí, con este nuevo 'aire'.

    Un abrazo, Antuán.

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    1. La verdad es que durante todos estos años no lo había visto de esta manera, pero hace poco se me pasó por la mente, y me convenció. Sobre todo porque es así como lo sentí en su momento. Lo que pasa es que creo que a veces uno reprime inconscientemente algunas certezas...
      Sí, amiga, así fue: todo un fascinante paseo por lo que para mí era, efectivamente, un templo, o una especie de santuario. En aquella época yo estaba muy absorbido por todo lo de Hesse, y estar allí 'in situ' fue una experiencia casi mágica.
      Un placer compartirlo. Desde siempre, cuando he tenido una alegría, mi primera reacción ha sido comunicárselo a mis amigos. Me parece el complemento perfecto para redondear la vivencia.

      Un abrazo, Crystal.

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  3. Desconozco el motivo, de porque últimamente se duplican los comentarios que dejo en tu blog. Sorry...

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    1. Pues no sé, amiga. A mí me pasaba hace tiempo, pero era porque cuando tardaba mucho en aparecer el comentario creía que se había perdido, y entonces le volvía a dar a la tecla. Con lo cual luego me aparecía duplicado.
      Pero en tu caso, vete a saber...
      De todas formas, ahora lo elimino, para que no se vea el dulce y avispado rostro de Crystalita dos veces seguidas.

      Otro abrazo.

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  4. Sea por lo que fuera, es digno de contar e incluso de creer que fue el mismo Hesse
    saludos

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    1. Gracias, Omar.
      A mí, naturalmente, me gusta creerlo así. No puedo tener una certeza racional, pero sí la tengo a nivel intuitivo, valga eso lo que valga. Para mí, mucho.
      Y estoy convencido de que el amigo Hesse anduvo muy cerca...

      Un saludo.

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  5. Gabriel García Márquez dice que "La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda, y cómo la recuerda para contarla"

    Deje o no, huella, acostumbro a pasear por esta grata vereda...

    Saludos

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    1. Pues sí, Luis Antonio. Al fin y al cabo, lo que nos importa es esa impresión, que puede ser del todo fiel o no a la vivencia original, pero que para nosotros es nada menos que la huella que nos queda.

      Gracias por tus paseos por aquí, amigo profesor. Lo de comentar es lo de menos. Me conformo con saber que me lees. Yo también te leo, aunque muchas veces no me atreva a entrar en esos temas que echan chispas...

      Un saludo.

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  6. Cuánto me alegra haber llegado a tu blog con esta fascinante entrada: Mientras te leía atentamente no podía evitar recordar algo parecido cuando visité la casa de Pablo Neruda en Isla Negra...Me atrapó de tal manera que sentía su presencia. Dejé de contar lo que me había sucedido porque me miraban como rsi se me hubiera aflojado un tornillo ;)
    Lo más curioso es que ni en La Sebastiana, ni en la Chascona me ocurrió nada parecido...las visité como una casa museo de tantas.

    Saludos y feliz semana

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    1. Bienvenida, Pilar. También yo me alegro de que tu primera visita haya coincidido de tan buena manera.
      Así que a ti te pasó algo parecido en la casa de Neruda... Debe ser porque uno se acerca a esos lugares con una importante carga emocional. Me gustaría mucho leer sobre esa experiencia en tu Vocablo Mudo.
      Si te sucedió en Isla Negra y no en los otros sitios, sería porque sólo allí era por donde aún rondaba el espíritu de don Pablo.

      Un saludo.

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