Aquí escribo,
al filo de la noche,
en este cuaderno de cristal
y humo,
para ahuyentar las sombras.


Con la ventana abierta,
por si viene el pájaro
del sueño.

AMB







viernes, 19 de abril de 2013

El oro y el barro



"No se puede ser vagabundo y artista y al mismo tiempo un burgués sano y cuerdo. Si quieres embriaguez, ¡acepta también la resaca! Si quieres sol y bellas fantasías, ¡acepta también la suciedad y el hastío! Todo está dentro de ti, el oro y el barro, el deleite y la pena, la risa infantil y la angustia mortal. ¡Acéptalo todo, no te aflijas por nada, no intentes rehuir nada! No eres un burgués, tampoco eres un griego, no eres armónico y dueño de ti mismo, eres un pájaro en plena tormenta. ¡Déjala rugir! ¡Déjate llevar!"

Hermann Hesse


    Toda una lección del maestro Hesse, que deberíamos aprender y no olvidar nunca. Recomendable sobre todo para personas como yo.
    Vagabundo y artista..., este binomio, que recuerda a la atractiva y mitificada bohemia, está directamente relacionado con cierto sueño de vida. Ese que suele acompañarnos en la juventud, cuando uno se siente con fuerzas para elegir aquello que siente como su camino. Algunas azules cimas son conquistadas, cuando los vientos son propicios. Algunos valles esmeralda nos llegan a pertenecer, cuando la luz inclinada está de nuestra parte. E incluso llegamos alguna vez a poseer dorados tesoros que encontramos siguiendo viejos mapas que cayeron en nuestras manos por una graciosa casualidad... Pero a todos esos momentos brillantes siempre les sigue el lado inverso de la sombra.
    La copa es buena, la bebemos hasta el fondo con delectación, pero detrás está su final. Esa sensación de vacío y de pérdida que viene después, cuando volvemos a ella y no encontramos ya más vino... Sabemos que allí, en esa curva del desierto, está el pozo escondido, pero, sin saber por qué, allí ahora no vemos nada. Sólo la muda vastedad del desierto. Y es cuando la sombra nos mira afilada y fría, y parece reírse de nosotros. Esto es lo que, desconcertados, no sabemos aceptar, y esto es, precisamente, lo que hay que asumir y comprender. Que después de la musical noche de estrellas y luna, donde las nubes son besos y el aire acaricia como un sueño, viene el otro lado, la parte contraria, el silencio y el vacío...
    El oro y el barro forman parte de un mismo dibujo. Y no se puede pretender que a un día en el paraíso le siga otro. Después del paraíso, viene siempre el infierno. Tras el infierno, quizás, vuelva el paraíso, pero el infierno es ineludible. La tormenta es así, y nosotros no somos más que pájaros en medio de la tormenta. Dejarse llevar, como dice Hesse, es la única salida posible. El fuerte viento y la lluvia pasarán, volverá la calma, y tal vez regresen los aires suaves y amables, pero mientras tanto tenemos que aceptar la realidad de la tormenta.
    No, no se puede ser vagabundo y artista y asimismo un burgués sano y cuerdo. Ambas historias se contradicen demasiado. Así que, si el camino elegido es el primero, no nos queda sino aprender a navegar y saber resistir los embates. Más allá de los surcos de barro que ahora pisamos está la copa de oro en que bebimos ayer. El pozo escondido del desierto nos espera tras la siguiente duna...  
 

Antonio H. Martín
(19 de abril, 2013)

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