Aquí escribo,
al filo de la noche,
en este cuaderno de cristal
y humo,
para ahuyentar las sombras.


Con la ventana abierta,
por si viene el pájaro
del sueño.

AMB







domingo, 13 de mayo de 2012

El tono perdido...




¿Es posible recuperar el tono perdido, ese tono en el que nos sentíamos a gusto con nosotros mismos y con nuestra vida?
A veces, por azares del mundo, o por erráticas evoluciones de nuestra propia mente, ese tono amable y grato, tan personal, tan nuestro, desaparece de nuestra realidad y nos encontramos inmersos en tonalidades distintas, donde los colores y los sonidos han cambiado. De manera que ya no vemos lo que veíamos, ni sentimos ya aquello que sentíamos... Y hasta nuestra voz tiene un timbre diferente, raro, con el que no nos identificamos como antaño.
Supongo que es debido a algún tipo de desgaste interno, o a alguna consecuencia nefasta, relacionada con actividades que nos alejan de nosotros mismos. Ese tipo de actividades, aparentemente superficiales, de las que uno se deja llevar, sin darles importancia, pero que, subrepticiamente, te van encaminando por derroteros que uno no buscaba y que terminan situándote en un paisaje indeseable, inhóspito y, sobre todo, extraño.
Esto es lo peor de todo: la extrañeza. Es muy conocida esa sensación ocasional de mirarse en el espejo y no reconocerse, pero si esto se extiende más allá, en el espacio y el tiempo, y ya ni siquiera reconocemos ni nuestra voz ni nuestra mirada, en el transcurso de muchos días y noches, la cosa adquiere visos de gravedad. Paseamos por los mismos caminos de antes, vemos los mismos árboles, las mismas personas, el mismo río, los mismos animales amigos, la misma luna, pero sentimos como que hay un cambio de tono... Entre eso que vemos y nosotros no hay ya la misma relación, no se desarrolla el mismo diálogo, que a veces, incluso, nos parecía cercano a lo mágico.
¿Por qué sucede esto? Imagino que el fondo del asunto tiene que ver con un alejamiento de nuestro ser interno, de nuestro ser luminoso, como lo llamaba el amigo Castaneda.
Ocurre, no sabemos cómo, pero ocurre que en determinado momento de nuestra vida nos encontramos con que hemos perdido ese tono, esa brisa que sentíamos como una caricia, ese brillo en la mirada, esa luz diferente, íntima, que sentíamos como muy nuestra, que transformaba el mundo, y que nos salvaba de caer en miserias y vacíos que hasta entonces nos parecían totalmente ajenos a nuestra sensibilidad.
He aquí otra palabra clave: sensibilidad.
Eso es lo que creo que se pierde. Por circunstancias, que no sé precisar, uno pierde su sensibilidad. No es que se vuelva insensible, apático o indiferente, sino que cambia el tono de ésta, cambia el color, y donde antes destellaba un azul ahora hay un gris... Cambia la música, y el allegro se torna en algo más parecido a un adagio, a uno opaco y sin casi armonía...

No me parece que esto tenga que ver con el paso de los años, no se trata del fácil discurso de "me estoy haciendo viejo"... No. Se trata más bien de que algo hemos hecho mal, de que nos hemos -como he apuntado antes- alejado de nosotros mismos. Y la cuestión es: ¿podemos recuperar ese tono perdido? ¿Podemos volver a acercarnos...?
Sinceramente, creo que sí. Y no hablo con gratuidad, porque varias veces en el pasado he transitado por varias "bajadas" de tono, y he conseguido volver, con esfuerzo y al cabo de cierto tiempo, a lo que podríamos llamar mi centro, a mi camino. O sea, que ese regreso sí es posible. ¿Cómo?
Pues mi receta es muy sencilla, y ya la he mencionado aquí en más de una ocasión. Se trata simplemente de lograr detener el flujo de los pensamientos, ese "diálogo interno" que suele acompañarnos, incansable, a todas horas, machacándonos, y que nos sumerge en unas arenas movedizas que nos impiden el libre movimiento y anegan hasta nuestra visión. Sí, se trata de llegar a esa vieja y estimada laguna de silencio, que supone todo un baño de claridad y toda una limpieza mental. Porque allí es donde podemos reencontrar el sonido de nuestra voz, la auténtica, y el tono aquel que habíamos perdido.
Es un viaje posible, sin duda. Y esta misma noche, escribiendo estas líneas, siento que he rozado sus tranquilas aguas...



Antonio H. Martín

(13 de mayo, 2012)


Transformation / Music by Max Richter from Nate Grubbs on Vimeo.



______________________

música: "On the Nature of Daylight" (Transformation), por Max Richter
vídeo: Nate Grubbs

12 comentarios:

  1. Os recomiendo, amigos, que veais el vídeo en pantalla completa, merece la pena (ninguna pena).
    A mí me encantó.

    ¡Saludos!

    ResponderEliminar
  2. Amigo mío, supongo que el primer error que se comete es pensar que el cometer ciertas acciones de nuestra vida es algo superficial, sin importancia alguna para ese azul interior que cada uno lleva y que no todos aún lo han descubierto.

    A pesar de todo, de esa extrañeza e insensibilidad, que para nada es insensible,la clave está en ir volviendo poco a poco. En luchar. En ser.

    No has podido escribir esto en una época más ideal que ahora para mí. Te doy mil gracias.

    ResponderEliminar
  3. No sólo el vídeo merece la pena, tus palabras, este blog, todo es importante.
    Y ese tono, se vuelve a encontrarte, es necesario dejarse llevar.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  4. Excelente texto que inspira otro texto, no igual, porque seguramente no hay ningun otro escrito similar al suyo. Saludos desde EEUU.

    ResponderEliminar
  5. Así es, amiga, uno se deja llevar, pensando que no importa, pero eso te va envolviendo en una maraña que te hace perder tu tono "natural".

    Luchar y ser, esa es la clave, como bien indicas. Volver...

    Me alegro de que este texto haya coincidido positivamente con tu circunstancia.

    Un abrazo, Butter.

    ResponderEliminar
  6. Sí, Alicia, es necesario dejarse llevar, pero no en cualquier dirección, sino sólo en la que importa, en la que nos atañe...
    Por eso, es necesario, a veces, volver.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  7. Gracias, Noris.

    No sé si mi humilde texto es inspirador de cualquier otro, pero si es así, bienvenido sea, siempre que sea para bien.

    Un saludo, y gracias por pasarte.

    ResponderEliminar
  8. Tu hablabas del tono perdido y sí entiendo perfectamente de lo que hablas porque a veces yo también lo pierdo e intento recuperarlo... pero también podríamos hablar de los destellos, esos que ocurren cuando te enamoras y lo ves todo precioso... tengo una anécdota al respeto, una buena amiga está enamorado y el otro día paseando me decía: ¡Qué día tan precioso! y yo me reía porque más nublado no podía estar... La vida...

    ResponderEliminar
  9. El vídeo es precioso... y precisamente quizás no da la clave de tu post... todo son ciclos, como en la naturaleza.

    Te dejo un beso!

    ResponderEliminar
  10. Tienes razón, Antonius, como suele suceder.
    Claro que recurrentemente perdemos el tono, el ánimo, el entusiasmo y la alegría de vivir, porque somos humanos y vivimos en este plano (de momento). Si todo fuera coser y cantar, si la vida fuese eternamente color de rosa, perderíamos la brújula. Creo que es necesario recorrer pasajes oscuros para recobrar la luz, una y otra vez. Y la receta nos la has dado tú ahora mismo: primero hay que darnos cuenta de que hemos perdido momentáneamente ese "tono", y segundo, hay que reencontrarlo en la Laguna del Silencio, como tú le llamas.

    Me acaba de suceder estos días, por cierto. Pero gracias a Dios -y a mis esfuerzos- parece que lo estoy hallando poco a poco.
    Ah! Y otra cosa: aparte de abrevar de dicha laguna, es también hermoso encontrarse con amigos con quienes comunicarnos, amigos sinceros como tú y la mayoría de tus lector@s.

    Un beso a tod@s

    ResponderEliminar
  11. Amiga Malvada:

    Estar enamorado es como un estado de gracia que todo lo transforma. A tu amiga, ese día nublado le parecía precioso, porque así lo veía... El amor es un talismán, un acto mágico que cambia nuestra visión.
    No me refería con lo del "tono perdido" a eso, pero sí tiene mucho que ver...
    En cuanto al vídeo, me alegra que te guste, e imagino que falta una "ese" en tu comentario, cuando dices que "precisamente quizás 'no' da la clave de tu post"... Supongo que quisiste escribir 'nos".
    Sí, amiga, son ciclos. Gracias por el beso.

    Un abrazo, Bruja.

    ResponderEliminar
  12. ¡Hola, querida amiga Lirius!

    Sí, así suele ser: la vida que merece la pena siempre es difícil, y hay que guardar una constancia cotidiana para salir adelante.
    Si todo fuese "coser y cantar", como dices, y "la vida color de rosa", seríamos unos seres absurdos e idiotas.
    La vida es, fundamentalmente, lucha.
    Pero cada uno necesita de ese "tono" personal para sobrevivir y seguir bregando, o sea, para poder sentir de la mejor de las formas, la nuestra.
    La laguna de silencio es inapreciable en este sentido, porque calma, aplaca ese diálogo feroz de la mente y nos deja acceder a otros planos y otras posibilidades.
    Y también, por supuesto, están los buenos amigos, que actuan de puentes, de enlaces entre el caos y la armonía.

    Me alegro mucho, Liz, de que estés recuperando tu tono.

    Un abrazo, desde este Árbol Azul, amiga Pintora de Sueños.

    ResponderEliminar