Aquí escribo,
al filo de la noche,
en este cuaderno de cristal
y humo,
para ahuyentar las sombras.
Con la ventana abierta,
por si viene el pájaro
del sueño.
AMB
domingo, 17 de octubre de 2010
Un color en el cielo
Hay tardes, sobre todo en el otoño, en que se puede ver un color distinto en el cielo, sobre las nubes, apoyado en el horizonte y más arriba... Para mí son tardes especiales, porque siento que algo diferente e innombrable me está hablando. Y me gusta mucho lo que me dice. Aunque mi mente limitada no lo entienda, mi ser más íntimo siente que el mensaje es amistoso y positivo.
Y después llega el anochecer..., y ese color se transforma en tenues sombras y luces lejanas, pero el mensaje sigue siendo el mismo.
No sé bien qué es esto, sólo sé que desde siempre lo he sentido e interpretado como magia... Momentos en que el universo parece que te mira y te habla.
Y además reconozco esos momentos como el lugar inexpresable en que nací, aparte de fechas, aparte del tiempo.
Imagino que muchos han visto ese color distinto, apoyado en el horizonte y más arriba, desde que el mundo es mundo. Pero sólo los que han sentido su llamada, los que han sido tocados por él, se convierten en poetas, caminantes o bebedores de estrellas.
¿El destino? No puedo saberlo, pero sí sé que soy, a mi manera, uno de ellos.
Esto no nos concede un nivel superior, en ningún sentido, pero sí nos hace diferentes, porque algo muy dentro nuestro se ha impregnado de ese color, de esa música, de ese viento...
Antonio H. Martín
(17 de octubre, 2010)
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El otoño tiene un color especial todo él.
ResponderEliminarNo sé si me ha tocado, porque me dice mucho más la primavera, igual es que soy como la naturaleza, me aletargo en esta estación.
Saludos, amigo Antonio.
Ese color, para mí, es el verde. Un verde claro, casi azulado, que parece que llena mis pupilas sin pudor, haciendo que se dilaten de pura felicidad.
ResponderEliminarYo no lo interpreto como que el destino, el karma, o lo que sea que fuere me tocara. Sería un tanto ególatra por mi parte...pero por esos momentos sí me siento especial. Aunque sepa que otros tantos pueden ver ese mismo color que yo.
Un besazo, Antonio.
De acuerdo, Malú, tú eres más primaveral (aunque pusiste en tu blog unas bellas fotos otoñales).
ResponderEliminarY seguro que cuando te "aletargas" en el otoño es porque te recoges en tu soñar y así recuperas fuerzas para recibir a las demás estaciones.
Un saludo, amiga astur.
Hola, Kimberly.
ResponderEliminar¿Ves en el cielo un color verde claro, casi azulado? ¿O no te refieres sólo al cielo?
No importa, lo que vale es que ese es tu color.
Ya digo que no sé si es cosa del destino, pero es muy curioso -asombroso- comprobar que una determinada luz nos toca de una forma especial, y nos hace sentir distintos.
Otros pueden, efecivamente, ver esa misma luz, ese mismo color, pero... no sienten lo mismo. Esa es la diferencia.
Así que tú eres de las "buenas", aunque te suelas calificar como "chunga" y como "lo peor". Términos que yo entiendo, en tu caso, en el sentido contrario.
Un gran beso, Mariposa.
No cabe duda de que sí, hay momentos en que la belleza que nos rodea alcanza un nivel especial y, es entonces cuando todo parece envuelto en algo irreal, como tú bien dices mágico, que lo convierte en único y por tanto inolvidable.
ResponderEliminarHe visto esos colores en el horizonte, de vez en cuando la naturaleza nos obsequia con ese espectáculo fascinante.
Momentos así son los que nos permiten seguir viviendo, más allá del dolor, de la frustación y de la rutina.
Un abrazo, Antonio.
...Esos momentos Antonio, en que un vértigo parece atraerte hasta ese lejano color que se acerca un poco más y parece que te integra y te ¿traspasa?...¿Dejándote de alguna manera más leve?...
ResponderEliminarBesito volado.
ese color, que nos aligera, que nos hace música, que nos transforma en poema...
ResponderEliminarmil besos,amigo*
Es que ese algo en el cielo, ha 'sintonizado' con tu universo interno, con su imagen en tu interior... Se ha producido esa identidad, en un segundo de luz, como un estallido, que le da ese brillo inconfundible en la mirada que tienen quienes han sido tocados por ese instante en que reconocen el universo dentro de sí y se funden con el universo de afuera. Y a partir de entonces viven en unidad.. danzando con las estrellas, fundiéndose en el viento, diluyéndose en las nubes que se alejan, siendo eco de las olas del mar..
ResponderEliminarEsa sintonía nos funde con el Todo.. y nada hay fuera de esa identidad..
Un abrazo cósmico, querido amigo!!!
Sí, Cristal, momentos así son los que nos enamoran de la vida. Y a algunos, eso nos marca para siempre.
ResponderEliminarEl dolor, la frustación y la rutina son pozos muy hondos y oscuros, pero no pueden quitarnos el goce y la marca de esos momentos, esos en que un color en el cielo se nos clavó en el corazón.
Quizá suene algo "cursi" esto que digo, pero así es como lo siento.
Un abrazo, Cristal.
Sí, Brujita, a esos momentos me refiero, a ese vértigo, a esa sed de absoluto, tan romántica, que parece saciarse en ellos.
ResponderEliminarOtro besito volado para ti.
Tú lo dices como nadie, Rayuela: "ese color... que nos hace música, que nos transforma en poema".
ResponderEliminarSi algo tengo de sensibilidad es desde que descubrí esos colores en el cielo y en la tierra, colores que te hablan en un lenguaje que no entiende la razón, pero que de alguna manera te señalan un camino.
No pretendo con esto parecer como místico, pero es que no sé expresarlo de otra forma.
Besos, amiga Silvia.
Creo que es como dices, amiga Isis.
ResponderEliminarHay como una "sintonía" entre el exterior y el interior, y eso nos llena de... de todo. En momentos así somos hermanos de las estrellas, y como vientos que vuelan sobre las montañas y sobre el mar.
Pero el sentimiento de unidad, amiga, sólo ocurre en esos precisos momentos. No hay ninguna garantía de que sea para siempre. No es que uno alcance un "satori" o llegue a un "nirvana" para el resto de su vida.
Son sólo momentos maravillosos, pero que se van con las olas del diario devenir, con las mareas de la "realidad" mundana.
Pero, eso sí, dejan su marca indeleble por siempre, y eso, al menos a algunos, nos cambia la forma de mirar al mundo y el modo de sentir a la vida.
Un abrazo, amiga maga Isis.
Esos son los momentos en que callamos nuestra mente y dejamos que eso que somos se exprese..sin palabras...sin poder expresarlo.
ResponderEliminarBesos
Antonio,
ResponderEliminarno dudes nunca que lo eres, eres uno de ellos.
Un abrazo.
Salut
Pues el "otoño" que siento llamar a mi puerta viene revestido de colores sombríos. ¡Ya me gustaría que se pareciese al otoño estacional que nos envuelve, ya...Y que tan bien descries!
ResponderEliminarUn cordial saludo
Quise decir "describes". Es que el color sombrío de determinados "otoños" te obnubila un poco tanto la mente como la visión.
ResponderEliminarSupongo que se trata simplemente de un día gris...Nada más
Hola, Mária.
ResponderEliminarEsos son los momentos en que nacemos. Cuando nuestro ser se abre al universo.
Al menos, yo lo veo así.
Besos, amiga de los árboles.
Gracias, Salut.
ResponderEliminarTus palabras son un regalo para este caminante.
Un abrazo.
Eso creo yo también, Luis Antonio, que es sólo el efecto de un "día gris".
ResponderEliminarLa verdad es que cuando se apaga el sol y cunden las sombras, aun siendo de día, por culpa de las nubes, eso nos suele afectar negativamente, nos baja el ánimo y estamos más expuestos a la tristeza.
Pero seguro que sabes apreciar un otoño entre soles, con sus hojas rojas y pardas, con su viento suave, lleno de recuerdos, lleno de sueños.
El otoño tiene un sabor a lejanía, un sabor a fin, a despedida, pero... huele tan bien, y te calma la mente de tal forma que se suele llevar con su brisa todos los pensamientos negativos.
Todo, por supuesto, es subjetivo, pero en mi caso el otoño siempre va cargado de magia, y cada hoja que cae de un árbol es un sueño que planea...
Un saludo, amigo.