Hay ciertos lugares especiales a los que me gusta llamar "puntos de huida", porque eso es precisamente lo que siento al verlos. Me parece como si fueran puertas o ventanas de escape hacia otros mundos, como si el tejido de esta realidad tuviera un roto justo en ese punto que estoy mirando.
Casi todos los atardeceres tienen esa particularidad, llevan consigo como un mensaje de llamada, una invitación al viaje y la aventura, pero los puntos a los que me refiero pueden estar en cualquier parte. Puede ser un simple ángulo del tejado, que ha sido tocado por determinada luz, o un rincón entre las sombras por el que nos parece que acaba de pasar un duende...
Cuando veo unos de estos puntos de huida me quedo parado, mi atención se queda fija y siento que estoy ante algo invisible para lo que no tengo palabras, pero que me atrae poderosamente... La foto que pongo aquí de una carretera vacía es muy evidente, y más que un punto es toda una avenida hacia el horizonte, pero da una idea de a lo que me refiero. Y esa misma sensación se puede encontrar entre las cosas más cotidianas, incluso dentro de casa, en el pasillo o en la cocina. Hay muchos puntos de esos diseminados por el mundo, mezclados con cualquier cosa, medio ocultos entre cualquier paisaje cotidiano, por mínimo que sea.
Los llamo "puntos de huida" porque me parece que algo extraño y diferente
sucede en ellos, como si esos lugares, grandes o pequeños, no fueran del todo de este mundo... Y porque parecen invitarnos a eso, a huir.
Atractivos brillos en la noche, pasadizos entre la niebla, puertas que nos miran y rincones que hablan...
Antonio Martín
(16 de febrero, 2010)
Intersecciones, lugares que dejaron de serlo al cobrar vida. Rastros que de nosotros viven y nos consuman, al arrastrarnos al encuentro de dos abismos que se abren, atravesándose mutuamente.
ResponderEliminarAleph y Tokonoma, vacío y materia recorriéndose al unísono, sed y ahogo ocupando el sitio que les corresponde, otoñando claridades de instantes futuros.
Temblor del reflejo, libre de su asiento...
Sì Antonio..
ResponderEliminarDefinitavemente esos lugares existen y son puertas que se abren para que podamos 'huir' ... O para que otro mundo entre por un momento en este. Ese mundo escondido que a veces logramos vislumbrar en esas 'huídas' ;)
Un abrazo inmenso, desde este rayo de sol ;)
Vaya, creía que era la única en sentir esas sensaciones peculiares a veces, al mirar algo aparentemente cotidiano y sencillo, pero que en ocasiones percibimos de forma diferente.
ResponderEliminarA mi me ha pasado con el viento y con las nubes especialmente, aunque en ciertos momentos cualquier detalle puede desencadenar la huida. Por lo que sé, es más nuestra forma de percibir que lo externo en sí, quizás la conjunción de un efecto externo con un estado interno especialmente receptivo o paradójico, o muy seguramente, creativo. Pura poesía...
Un abrazo
Sí, Antonio, es una suerte poseer,
ResponderEliminarcomo humanos, esa capacidad de salir, escaparnos, volar... de esta cotidianeidad que nos oprime, o de cualquier situación molesta, a través de estpos "pasadizos en la niebla". No creo que ningún otro animal lo pueda hacer, fuera del hombre, y es la imaginación lo que se revela a través de esos intersticios.
Bien!
Un beso, desde el umbral
De pronto encuentras delante de ti un lugar especial y las sensaciones cambian, van desde la incertidumbre hasta el sosiego, me ha sucedido alguna vez entrar en un espacio muy grande y sentirme rara. 'Puntos de huida', ha sido una buena idea darles un nombre, un abrazo Antonio :)
ResponderEliminar"la urbanidad
ResponderEliminarse desliza
a mi costado"
te acordás? eso era para mí el punto de huida del que vos hablás...
y que los duendes pasan...pasan.
hermoso post,Antonio!
mil besos*
Tú lo dices muy bien, Eli, gracias.
ResponderEliminar"Intersecciones, lugares que dejaron de serlo al cobrar vida".
Porque no son meros lugares, sino puertas abiertas.
Un saludo, amiga poeta.
O sea, que los conoces...
ResponderEliminar¿Qué otra cosa se podía esperar de una maga como tú, amiga Isis?
Un abrazo, desde uno de esos puntos de huida.
Pues ya ves, Matilde, no eres la única, jeje, hay más locos en este mundo de cuerdos.
ResponderEliminarEn nuestra "forma de percibir" está la clave de muchas cosas.
Ojalá coincidiéramos más, para transformar nuestra visión del mundo, y al mismo mundo...
Un abrazo, Caminante de Noche.
Hola, Liz.
ResponderEliminarYo sí creo que hay otros animales con esa capacidad, por ejemplo los gatos, o los lobos, jeje.
Al fin y al cabo, el hombre sólo es el animal que habla y escribe, pero los demás también tienen su ánima, estoy seguro de ello.
Gracias por ese beso "desde el umbral", por ahí nos vemos.
Un abrazo.
Hola, Andrea.
ResponderEliminarPues ese nombre se me ocurrió según miraba, justamente, uno de esos puntos. Nada especial en apariencia, pero... a mí me enganchó. Y me quedé mirando como si me fuera a ir por él...
Un abrazo, Andrea.
Hola, Silvia.
ResponderEliminarNo me acuerdo ahora de ese poema tuyo, pero entiendo bien lo que querés decir.
Vos sabés bien de qué hablo.
Mil besos color lila para vos, y un abrazo azul.
Son rincones que a mi se me antojan como esa puerta que se abre, y que penetras silenciosa como Alicia en el país de las maravillas, donde nada es lo que parece.
ResponderEliminarUn placer volver a tus letras de donde nunca me fuí.
Un abrazo grande.