"En los días y en las horas en que el impulso hacia la
voluptuosidad es más fuerte, cuando no se trata de un apagado anhelo surgido de la vaciedad y el embotamiento de la consciencia, sino de una avidez ardiente y de una violenta pasión, precisamente entonces es cuando las mayores fuerzas del espíritu están también
dispuestas a llevar al límite su actividad. Ahora bien, en el instante en el que la consciencia se entrega a la pasión y está llena de ella, la consciencia mejor permanece
latente, se precisa de un poderoso esfuerzo para invertir la dirección y para que, en vez de esa pasión torturante, indigente y desesperada (el reino de la noche), sea la actividad de las elevadas fuerzas del espíritu, el reino de la luz, lo que llene la consciencia."
Arthur Schopenhauer
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Esto escribió el señor Schopenhauer, no sé si cuando era joven o ya de viejo, pero no estoy del todo de acuerdo. Y no estoy de acuerdo en su oposición entre lo que llama "el reino de la noche" y "el reino de la luz"... ¿Por qué habría de oponerse la noche a la luz?
Lo que sí entiendo bien es una cosa: o es de noche o es de día, ambas cosas no se pueden dar al unísono, aunque estén íntimamente relacionadas. No hay sombra si no hay una luz que se derrame sobre una figura, pero en la vida uno está en un sitio o en otro, no en los dos al mismo tiempo... La conciencia se sitúa en un lugar o en otro. Se pueden
ver ambos sitios desde la lejanía, desde una cierta distancia, desde una cierta
altura, pero no se puede actuar en los dos en el mismo momento.
Lo que Schopenhauer llama "el reino de la noche" es para mí toda una fuente de riquezas, un lugar inmenso y generoso donde encuentro toda clase de sueños y placeres, un oasis. Y el "reino de la luz" es otra cosa, es el desierto del pensamiento, con su fina arena de "realidades", que se mueve con el viento, de causas y efectos, de orden. El alma y el espíritu...
¿Son partes contrarias el alma y el espíritu?
¿Qué sería de un espíritu sin alma, o al revés? Nunca negaré la pasión, nunca mi afán por saber me partirá la conciencia en dos mitades, nunca seré un buda ni nada parecido. Mi entrega a la vida ha de ser total o no será entrega. Y yo amo a la vida.
No es que esto tenga mucho que ver con este tiempo mío de ausencia, pero algo sí. Mi problema tiene que ver con lo que apuntaba Schopenhauer, pero no en el sentido maniqueo en que lo presenta. Simplemente el viento cambió de rumbo y me hizo mirar hacia otro lado. Ese lado no es mejor ni peor, sólo es otro lado. Y cuando se mira hacia un sitio no se ve el otro, y menos se puede actuar en él. Ése es el problema: que no tengo dos caras, sólo una, y, o miro a un lado o miro a otro.
El viento sopló fuerte y no me dejó girar la cabeza.
Aun así, podría haberlo hecho, porque soy muy "cabezota" cuando me pongo, podría haber estado aquí, en el cuaderno, escribiendo y "charlando" con vosotros, mis amigos "virtuales", pero no hubiera estado al cien por cien, no hubiera sido del todo sincero. Porque mi ser estaba mirando a otro sitio.
Esta bitácora se llama "cuaderno nocturno" porque me encanta la noche, porque es en la noche cuando me siento más vivo, cuando mi mente está más clara, cuando más siento la vida. Pero la noche tiene muchas y variadas sombras... y algunas te atrapan, te absorben y no te dejan salir fácilmente.
Pero como nada es eterno, los vientos cambian y las sombras disminuyen, ya estoy fuera, mirando desde la distancia. Soy muy amigo de las sombras, pero no me gusta que me detengan demasiado tiempo, sólo el necesario para conversar con ellas y ver lo que te muestran, que suele ser mucho.
Así que, despejadas las brumas, la luna vuelve a brillar. Y la verdad es que está hermosa.
Antonio H. Martín
(21 de mayo, 2009)
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PD.- Agradezco todos y cada uno de vuestros comentarios, sobre todo esos que hablaban de "extrañeza"... Y me gustaría contestaros uno por uno. Lo haré en cuanto pueda. Un abrazo.
Antonio:
ResponderEliminar¡Qué gusto poder leerte de nuevo! Suelo venir, a veces, a tu Cuaderno, a buscar a Enya una y otra vez... (Me encanta esa canción de "Paint the Sky with Stars") y observaba que aún no regresabas a tu Cuaderno.
Efectivamente, espíritu y cuerpo no pueden disociarse, pero es necesario atender a uno u otro, casi siempre.
¡Celebro que pasen las brumas!
Un abrazo muy fuerte.
Y te felicito por esa imagen de la escalinata que has puesto. Excelente.
¡¡Hola, Liz!!
ResponderEliminarEres encantadora, buena amiga y la primera que me da la bienvenida. ¡Gracias!
Por esa escalinata he subido hace poco. No reniego en absoluto de lo que encontré abajo, pero ya estaba bien de tanta sombra... Necesitaba volver a la luz, a mi querida luz inclinada, oblicua, mágica.
Un gran abrazo, amiga de sueños.
Que alegría que estes de vuelta!! con todo el brillo! y si se te extrañó mucho, el viento se quería adueñar de ti, pero no lo logró y eso me pone muy contenta!
ResponderEliminarTe dejo un gran beso sin brumas!!!
Gracias, MomentosdelaVida.
ResponderEliminarMe parece que es la primera vez que te saludo, y tengo que decirte que te has puesto un nombre muy apropiado, porque eso es precisamente la vida: momentos.
Gracias por tu beso sin brumas y por tu alegría, que me han sabido a luz.
Un abrazo.
Bueno pues, bienvenido nuevamente a tu espacio! Se te echaba de menos. Tus escritos serenos y sabios, siempre son bien recibidos. Una alegría volver a leerte. Un abrazo!!
ResponderEliminarHoy paso y te encuentro, hoy estás. Me alegro.
ResponderEliminarMe ha gustado esta entrada.
Hay muchas luces pero siempre que una se apaga se la echa de menos..., hasta que vuelve a encenderse y brilla de nuevo.
Un abrazo
Pues antes que nada alegrarme de tu vuelta a esa luz inclinada y oblicua que tanto te gusta y te inspira.
ResponderEliminarEl viento no deja de soplar...
Un abrazo.
Buen regreso,Antonio, sabés que te extrañaba.
ResponderEliminarHaciéndola corta, como decimos en Argentina, creo que Schopenhauer se refiere al "reino de la noche" como a lo siniestro, como a nuestro "lado oscuro".Cosas del período romántico...
Pues bien, si te viene bien la noche, y no te has dejado atrapar por las sombras demasiado oscuras, que así sea, amigo.
Bienvenido a la luz lunar, con un crisantemo rojo y una flor azul!
Mil besos!
Bienvenido de nuevo Antonio, es muy sincero por tu parte cuando dices que en este último tiempo podías haber estado pero no hubiera sido al cien por cien.
ResponderEliminarEs tu forma de ver y entender y para mí es admirable porque yo no soy del todo capaz de hacerlo, cuando dejo algo, primero me cuesta muchísimo soltar y por oposición me cuesta mucho más volver.
Pero aquí nos encontramos, y en cierta forma aprendemos, sabemos y "conocemos" otras formas de hacer, cosa que a mi me enriquece mucho.
Besos Antonio y feliz de tu regreso.
Estoy de acuerdo contigo. También yo estoy más vivo por la noche que en las horas diurnas y creo que la pasión o la voluptuosidad, si son verdaderas, no conocen horas. A mi juicio, Herr Arthur (del cual siento cierta admiración) vuelca estas palabras imbuido por la “Biblia” de ciertos espíritus germánicos. En realidad fue él quien acuñó esa forma de ver el mundo (quizás Hegel antes). El bien y el mal (Nietzche, Hesse. etcétera). Día y noche. El mundo amable contra el territorio de Abraxas.
ResponderEliminarDesgraciadamente el execrable Adolf, sabía leer, aunque muy mal. Él lo utilizó (el día) como el destino glorioso de la raza aria. (La noche) como todo lo que era decadente, y por tanto, “Delenda est”.
Bienhallado Herr Antonio; me alegro de que estés lo mejor posible y que puedas volver a girar la cabeza para este lado…. aunque sea sólo un ratito.
Un abrazo, amigo.
Hola, Andrea, y gracias.
ResponderEliminarIntentaré ser "sereno y sabio" como dices.
Un abrazo.
Alfaro, te ha quedado el comentario casi como un poema...
ResponderEliminarGracias.
Sólo añadir que no es que mi luz se hubiera "apagado", es que estaba en otra parte.
Un abrazo, poeta.
Hola, Media Luna.
ResponderEliminarMe alegro mucho de verte por aquí. ¿Volviste ya de tu viaje?
Tengo que ponerme al día.
Un abrazo, Carmen.
¡Hola, Silvia!
ResponderEliminarNo, no creo que Schopenhauer se esté refiriendo a "lo siniestro" en el sentido romántico, sino a algo mucho más simple; habla de 'voluptuosidad' y de 'violenta pasión', o sea que la cosa está clara. Y a eso lo define como "el reino de la noche" (en esta ocasión), pero seguro que don Arthur sabía que la noche tiene también otras riquezas...
Hacen un lindo juego juntos tu crisantemo rojo nipón y la flor azul de Novalis. Gracias, amiga.
Mil y un besos con luz oblicua y lunar.
Muchas gracias, María.
ResponderEliminarNormalmente es difícil dejar algo y mucho más difícil volver, pero es que yo suelo "dejarme llevar". No por que lo quiera así, sino porque soy así. Digamos que la vida me ha hecho algo "flexible" y "sinuoso", y cuando sopla el viento fuerte me agacho o me aparto, no le planto cara como si fuera un abeto, sino que me doblo como un fresno.
Puede parecer una metáfora de la supervivencia, pero ya digo que no es voluntario, es sólo mi forma de ser.
Un gran beso, poeta María.
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Pd.- ¿No te parece que la gran 'M' de tu sello desluce un poco la imagen del trébol? En su día te dije que me gustó el cambio, pero ahora veo que el tipo de letra que has elegido parece una cinta, y da una sensación un tanto rara... Si te fijas un poco sabrás a qué me refiero.
Un abrazo.
Que todo un señor Conde esté de acuerdo conmigo en algo, me hace abrigar esperanzas de que algún día me invite a su castillo (un tanto caótico, pero lleno de riquezas personales)...
ResponderEliminarYo nací de noche, y nada más nacer me dije, mirando en derredor: mmm, ¡me gusta esto! Luego amaneció y me quedé un poco asombrado y decepcionado, pero guardé ya para siempre esa primera impresión nocturna.
El Adolf ese que mencionas era idiota, aparte de otras cosas peores. Conocí en su momento en Suiza a un escritor chileno que cree que el tal Adolf era un "avatar", y añado yo que sí, el avatar de los idiotas y los resentidos.
Ojalá le hubieran admitido en la Academia de Bellas Artes, y hoy hablaríamos del amable "pintor Hitler", de estilo neorromántico.
Lo "jodido" para mí es que este escritor al que aludo fue "amigo" de Hesse, es decir que tuvo varios encuentros personales con mi tío, e incluso comió en su casa.
Por supuesto, mi tío Hermann nunca supo quién era en realidad el tipo que estaba sentado a su mesa...
Pero bueno, son cosas del pasado.
Un abrazo, Conde Damián.
Por cierto, Daniel, se me olvidaba decir que yo también estoy del lado de Abraxas, por descontado.
ResponderEliminarSólo es una cuestión de claridad y sinceridad.
Saludos, amigo.
Amiga Cristalook:
ResponderEliminarPor si te pasas otra vez por aquí, quiero agradecerte profundamente tus tres sonrisas, las que pusiste en la anterior entrada.
Ha sido tu comentario más escueto y, sin embargo, más intenso.
¡Gracias! Las tres me han llegado como esta agua de mayo que ahora nos refresca, pero por dentro.
Un gran abrazo.
La verdad es que se le echaba en falta Sr. Druida. Por mi parte, y seguro que no soy la única, celebro que las brumas, a veces acogedoras, hayan dado paso a esa luna brillante que ilumina tu noche de nuevo.
ResponderEliminarBien escogido ese texto de Schopenhauer que supongo? de "El mundo como voluntad y representación". El amigo Arthur era, al igual que tú, un amante de la noche de la que decía, que contrarrestaba la inhibición provocada por la luz del día, haciendo posible la expresión espontánea del sentimiento. Y calificaba al día de artero y engañoso.
Sea como sea y hablando de nuevo por boca del filósofo, te diré que la voluntad acostumbra a saber siempre, cuando el entendimiento la apoya, lo que desea en un momento y en un lugar determinado, pero casi nunca lo que quiere en general.
Quiero con ello decir que me satisface que sea tu voluntad en este momento y lugar determinado el regresar con nosotros, por el dia o por la noche.
Así es que un abrazo y bienvenido de nuevo Antonio.
Amiga Cristal.
ResponderEliminarEn principio decirte que soy amigo de las brumas, de las nieblas. Me encanta pasear por un bosque con niebla, me siento como si estuviera caminando en sueños.
Pero no empleé aquí ese término en ese sentido, sino en un sentido peyorativo.
El texto de Schopenhauer no es del libro que mencionas, pertenece a sus escritos póstumos, concretamente a "El legado manuscrito", Der handschriftliche Nachlass.
Eso que dices de que Herr Arthur "calificaba al día de artero y engañoso", me lo señala como un caminante amigo.
Y sobre lo de la voluntad...
Bueno, al fin y al cabo la voluntad es una mujer ¿no?
¡Jajaja!
Qué poca gracia tiene lo que acabo de decir, jejeje. Perdón.
Un gran abrazo, amiga de cristal.