Aquí escribo,
al filo de la noche,
en este cuaderno de cristal
y humo,
para ahuyentar las sombras.


Con la ventana abierta,
por si viene el pájaro
del sueño.

AMB







lunes, 23 de junio de 2008

Magia


Pasan los años y cada vez me convenzo más de que la única salida a la miseria humana está en la magia.
También el arte puede ayudar (¿acaso no es el arte una intuición, un presentimiento de la magia?), pero lo malo del arte es que es insuficiente, no llega hasta el fondo, se queda mirando desde la ventana, parado ante el umbral sin traspasar nunca la puerta. El arte llega a muy buenas visiones, pero carece de realidades. Tanto el poeta, como el pintor o el músico dan expresión a sus sentimientos, a las imágenes que les viven por dentro, e interpretan el mundo a su manera en sus obras, según su particular visión, llegando a veces a tocar con la punta de los dedos las altas nubes de la magia, sin comprender qué es eso que han percibido y a lo que han intentado dar forma.
Pero, ¿qué es la magia?
Según lo veo, algo que nada tiene que ver con los amables cuentos de hadas, aunque muchos de estos contengan ciertos símbolos relacionados con lo mágico, nada que ver con trucos ni fantasías.
La magia es escapar, saltar, romper la barrera de la mentira. La magia es despertar.

Jung se reía de aquellos que creían que la solución del mundo estaba en encontrar la armonía, porque eso que llaman “armonía” no es más que una proyección de si mismos, de sus deseos y anhelos personales. Es muy confortable para el ser humano en general arreglar el mundo a su manera, que todas las cosas estén bien ordenadas dentro de su armario, que no haya ninguna estridencia, que nada perturbe su paz, que nada ni nadie rompa la bonita y delicada telaraña de su mediocridad.
Pero sucede que la vida se les escapa, que no cede a su “armónico” control, que la vida corre veloz, salta, ruge y golpea. Por lo tanto, la solución pasa por aceptar el mundo tal y como es, no como utópicamente pudiera ser. Hay que hacer las paces con su realidad, nos guste o no, y a partir de ese punto, de esa base, comenzar a caminar.
Con esto sí tiene que ver la magia, cuya puerta es angosta y no un gran y bonito portal rodeado de flores.
Como decía, la magia es despertar, tomar plena conciencia, saltar fuera del trillado camino de los convencionalismos y ver la vida cara a cara, con lo que tiene de terrible y de fascinante. Sólo desde ahí puede el hombre superar su miseria, su mediocridad e intentar vivir de una forma nueva.
La magia es transformación, pero siempre empieza desde dentro, desde la realidad desnuda, no va detrás de ningún hermoso sueño, sino que sale de él, evita esos seductores hechizos, nos libera para ver el mundo en su totalidad y desde allí, quizás, poder darle la vuelta.


AHM.
(Junio, 2008)

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