Aquí escribo,
al filo de la noche,
en este cuaderno de cristal
y humo,
para ahuyentar las sombras.


Con la ventana abierta,
por si viene el pájaro
del sueño.

AMB







miércoles, 30 de junio de 2010

Cada aliento...



Cada aliento tuyo es mi aliento,
el aire de bruma
que alimenta mi boca,
un duende que juega
con mi sombra.

Cada risa...
un sol en medio de la noche,
una estrella que baila
con mi cuerpo perdido,
una sirena que canta.

Cada beso...
un zafiro que brilla,
de labio a labio,
y que me habla
del tesoro que guardas.

Cada mirada...
un puente entre el abismo,
un río de luna,
una calle sin fin
que cabalga los mundos,

y los une.

No quiero más en la vida
que rodear tu cintura
con mis brazos,
no quiero más que...
besarte.

El tiempo es una llanura
ancha y desconocida,
la vida un océano
donde a veces vuelan
los delfines.

Y tú eres mi luz,
mi mujer de luna,
la que pone la pimienta
y el destello
en el mar de los días.

Te amo.


(You Belong To Me)



Antonio HM.




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- Every Breath You Take
- The Police

lunes, 28 de junio de 2010

Noches de blanco satén



Este vídeo se supone que tenía que ir en la anterior entrada, pero no ha funcionado bien el proceso de conversión, y eso que lo he intentado varias veces, así que lo pongo a continuación.


AHM.



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- Nights in White Satin
- The Moody Blues

El hechizo



Hay días en que uno parece haber perdido la sensibilidad, la capacidad de percibir lo mágico y lo bello, el brillo de las horas y las cosas. Son los días en que parece que se me borra el alma...
Por mi ventana se ve un paisaje vacío, sin significado, rutinario y absurdo, que no me dice nada. Mi casa es una cueva solitaria, silenciosa, sin música. Y los libros me miran como si fuese un extraño... Hasta la luna se calla, y las estrellas parecen mirar hacia otro lado.
Siento que se me borra el alma.

Pero he encontrado un buen hechizo para superar eso: simplemente cierro los ojos e imagino que ella, mi chica, está aquí, conmigo, a mi lado. Consigo verla en el pasillo, en la cocina, en el salón, en los cuartos..., iluminando cada rincón de la casa. Oigo su risa, veo sus ojos claros y hasta siento el calor y el color de sus besos, de sus besos de cereza.

E inmediatamente, todo cambia. Vuelve el brillo de las horas y las cosas, la luna recupera su voz y su sonrisa de plata, las estrellas giran sus caras de luz lejana y me miran curiosas.
Y mi alma recobra el dibujo azul de su silueta...


Antonio HM.

martes, 22 de junio de 2010

Diótima


(Hölderlin, por Liz Hentschel)


"Hölderlin, con fidelidad admirable, no fue sino aquello a que su destino le llamaba: un poeta. Pero ahí nadie le ha superado en su país, ni en otro país cualquiera."

Luis Cernuda

... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ...


Aquí hay una laguna en mi existencia. Morí, y al despertar me encontré apoyado en el corazón de aquella celestial muchacha.

¡Oh vida del amor! ¡Cómo habías llegado hasta ella con tu gracioso florecer! Como acunada en un ligero sueño por el canto de genios benéficos, reposaba su encantadora cabezita sobre mi hombro, sonreía con dulce paz y, finalmente, alzó sus etéreos ojos hacia mí con gozoso e ingenuo asombro, como si aquélla fuera la primera vez que dirigieran su vista al mundo.

Largo tiempo permanecimos así, olvidados de nosotros mismos, en tierna contemplación, y ninguno sabía qué nos pasaba, hasta que la alegría se desbordó en mí y entre lágrimas y gemidos de dicha recuperé también mi perdido lenguaje, y mi silenciosa exaltación despertó de nuevo por completo a la existencia.
Finalmente, miramos también a nuestro alrededor.

"¡Oh mis viejos árboles amigos", exclamó Diótima como si no los hubiera visto desde hacía tiempo, y el recuerdo de los pasados días solitarios jugueteaba en torno a sus alegrías como las sombras en torno a la nieve inmaculada cuando enrojece y brilla en el alegre crepúsculo.

"¡Angel del cielo!", grité, "¿quién puede abarcarte?, ¿quién puede decir que te ha comprendido por entero?"

"¿Te asombras", me respondió, "de que te quiera tanto? ¡Querido! ¡Humilde orgulloso! ¿Acaso soy una de esas que no pueden creer en ti? ¿No te he sondeado? ¿No he reconocido el genio en medio de sus nubes? Da igual que te ocultes y no te veas a ti mismo; yo haré que surja tu ser más profundo, yo...
"Pero ya está aquí, ya se ha levantado, como un astro; ha desgarrado su envoltura y surge como una primavera; ha brotado como una fuente cristalina de la gruta oscura; éste ya no es Hiperión el tenebroso, ya no existe su salvaje tristeza..., ¡oh soberano mío!"

Todo aquello era para mí como un sueño. ¿Podía creer en aquel milagro del amor? ¿Podía? La alegría me hubiera matado.

"¡Oh divina!", exclamé, "¿me estás hablando a mí?, ¿puedes renunciar así a ti misma, tú, toda plenitud, y encontrar alegría en mí? Oh, ahora veo, ahora sé lo que con frecuencia he intuido, que el hombre es una envoltura en la que a menudo se encierra un dios; una copa en la que el cielo vierte su néctar para dar de beber lo mejor a sus hijos..."

"¡Sí, sí!", me respondió con una entusiasta sonrisa, "tu tocayo, el espléndido Hiperión del cielo, está en ti!"

"Déjame", repliqué, "déjame ser tuyo, déjame olvidarme de mí, deja que toda vida y todo espíritu en mí vuelen sólo hacia ti; ¡sólo hacia ti, en una grandiosa contemplación sin fin! ¡Oh Diótima!, así me mantenía también antes ante la vaga imagen divina que mi amor se inventaba, ante el ídolo de mis sueños solitarios; yo lo alimentaba fielmente, le daba vida con mi propia vida, lo refrescaba y lo calentaba con las esperanzas de mi corazón, pero nada me daba que no le hubiera dado yo, y cuando estaba en la pobreza me dejaba pobre. Ahora te tengo en mis brazos y siento la respiración de tu pecho y siento tus ojos en mis ojos, la belleza del presente inunda mis sentidos y yo la conservo, poseo así el esplendor y ya no vacilo... ¡Sí! ¡Realmente no soy el que antes fui, Diótima! Me he convertido en igual a ti y lo divino juega ahora con lo divino como los niños juegan entre sí..."

"Pero tienes que volvérteme un poco más tranquilo", dijo.

"¡Sí, también tienes razón, mi amor!", repliqué alegremente; "si no, no se me aparecerán las Gracias; si no, no seré capaz de ver, en el amor de la belleza, sus más leves y dulces movimientos. Oh, sí, quiero aprender a no pasar por alto nada de lo que hay en ti. ¡Dame sólo tiempo suficiente!"

"¡Adulador!", contestó. "Por hoy hemos llegado al final, ¡querido adulador! Las doradas nubes del crepúsculo me lo están advirtiendo. ¡Oh, no te entristezcas! ¡Conserva en ti y en mí la alegría pura! ¡Déjala resonar en ti hasta mañana y que el pesar no la mate...! Las flores del corazón requieren tiernos cuidados. Sus raíces están en todas partes, pero sólo se desarrollan en un ambiente cálido. ¡Adiós, Hiperión!"

Y se apartó de mí. Todo mi ser se inflamó en mí cuando vi que iba a desaparecer en su radiante belleza.
"¡Oh tú...!", exclamé precipitándome tras ella, y derramé mi alma sobre su mano en infinitos besos.

"¡Dios mío!", dijo ella, "¿qué sucederá en el futuro?"

Estas palabras me afectaron. "¡Perdona, mi cielo!", dije; "me voy. ¡Buenas noches, Diótima! ¡Piensa todavía un poco en mí!"

"Lo haré", replicó; "¡buenas noches!"

Y ahora ni una palabra más, Belarmino. Sería demasiado para mi resignado corazón. Me siento trastornado. Pero voy a salir, voy a tumbarme entre las plantas y los árboles y voy a rogar que la naturaleza me dé esa misma calma.



FRIEDRICH HÖLDERLIN
(1798)
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- fragmento de una carta de Hiperión a Belarmino
- del libro Hyperion oder der Eremit in Griechenland
- traducción de Jesús Munárriz
- Ediciones Hiperión (Madrid, 1976)




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Imágenes:

- "Hölderlin", acuarela con tinta china de Liz Hentschel (2010)*
- "Mujer frente al sol poniente", óleo de Caspar David Friedrich (1818)
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* este retrato de Hölderlin es un regalo de mi querida amiga Liz, por mi cumpleaños.

jueves, 17 de junio de 2010

En el valle de la luna



-- ¿Por qué te vas ahora, amiga? Aún es muy pronto, es de noche...
-- Me llamó ayer la luna, y me dijo que tenía que hacer unos encargos de su parte.
-- ¿Unos encargos?
-- Sí, me dijo que había algunos sueños sueltos por ahí, perdidos, y que había que buscarlos, recogerlos y llevárselos a sus destinatarios.
-- ¿Acaso eres tú la mensajera de la luna?
-- Jeje, puede que sí.
-- Bien, me gusta, pero no olvides que aquí estaré esperándote, y que el alba no tendrá luz si tú no estás a mi lado.
-- Eres un amor, pero también un exagerado.
-- No, no lo soy, sin ti no hay luz.
-- Te quiero.
-- Probaré a bailar con las olas del aire, pero seguro que me sabrá a poco.
-- ¡Tonto!
-- Te amo tanto...
-- Volveré pronto, no te preocupes.
-- Hazlo, o me muero.
-- ¿Sabes una cosa?
-- ¿Qué?
-- Estás loco.
-- Sí, por ti.
-- ¡Jajaja! Estás como una cabra, pero te quiero.
-- Y yo a ti, y no soporto tu ausencia. Dile a la luna que se busque a otra mensajera.
-- No puedo.
-- ¿Por qué?
-- ¿Es que no lo sabes? Yo soy hija de la luna.


Antonio HM



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- "The Things You Are To Me"
- Elaine Paige

martes, 15 de junio de 2010

Bajo la lluvia



Estos últimos días ha llovido mucho en Madrid, cosa rara en el mes de junio. Y en la ciudad suele ser algo molesto esto, porque hay más tráfico y porque siempre te pilla desprevenido en medio de la calle, sin paraguas, te mojas y se te estropea el traje o el peinado, pero...
Qué diferente es esto de la lluvia, en el campo o en la ciudad, cuando estás enamorado. La lluvia te anima, te alegra, y te encanta pasear bajo sus gotas, bajo su música fresca y limpia, escuchando el susurro de sus múltiples voces. Es la danza del agua, la danza de la vida...
Y a uno le entran ganas de bailar a su son, de cantar, e incluso de imaginar que cada gota de lluvia... es un beso.

Antonio HM.

(por supuesto, dedicado a mi chica, a la que amo cada día más)

viernes, 11 de junio de 2010

Diótima a Hiperión



"Me parece que fue apenas ayer aquella tarde encantadora en que se acercó por vez primera aquel sagrado extranjero, cuando, como un genio afligido, resplandeció en las sombras del bosque en que pasaba su juventud soñando una inocente niña... Llegó con la brisa de mayo, con la encantadora brisa de mayo de Jonia, que lo hacía aún más deslumbrante para mí, que le revolvía el cabello, le entreabría los labios como flores, que trocó en risa su melancolía y ¡oh rayos celestes!, ¡cómo me iluminabais desde aquellos ojos, desde aquellas embriagadoras fuentes donde la vida imperecedera, a la sombra protectora de las pestañas, vaga y resplandece...!

"¡Dioses propicios! ¡Qué hermoso era con su mirada puesta en mí! ¡Cómo estaba frente a mí, joven, alto, todo él agilidad y nervio, aunque sus brazos colgaran a lo largo del cuerpo como para pasar inadvertidos! ¡Y cómo miró él fascinado hacia lo alto, como si hubiera volado yo al cielo y ya no estuviera allí! ¡Ay, y cómo sonrió y enrojeció con toda la gracia de su corazón cuando vio que seguía ante él, y brillaron como el relámpago entre las veladas lágrimas sus ojos de Febo al preguntar: ¿eres tú, eres tú realmente?

"¿Y por qué se acercó a mí con tal veneración, tan lleno de amorosa superstición? ¿Por qué inclinó su cabeza, por qué aquel hijo de los dioses estaba tan lleno de anhelo y de tristeza? Su genio era demasiado radiante para seguir estando solo, y el mundo demasiado pobre para abarcarlo. ¡Era una imagen deseable, tejida de grandeza y pena! ¡Pero ahora todo ha cambiado! ¡Se ha acabado la pena! ¡Tiene una tarea que realizar, ya no es aquel enfermo!

"¡Toda yo era un suspiro cuando empecé a escribirte, amado mío! Ahora soy toda alegría. Cuando se habla de ti, vuelve la felicidad. ¡Ya ves! Así debe seguir siendo. ¡Adiós!"


Friedrich Hölderlin

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- fragmento de una carta de Diótima a Hiperión
- del libro Hiperión, o el eremita en Grecia
- traducción de Jesús Munárriz
- Ediciones Hiperión (Madrid, 1976)

martes, 1 de junio de 2010

Diosa del azar




Diosa del azar, te veo bailar entre las sombras,
observo tu danza sobre los helechos y las esquinas,
a pesar de la niebla y del humo;
veo tu cuerpo sinuoso y brillante,
caprichoso,
amoroso,
que juega entre veredas y arroyos,
entre nubes y estrellas.

Veo tu risa,
alegre como un delfín en el mar de la noche,
y tu sonrisa de luna traviesa.

Y me atrevo a pedirte un deseo...
Concédeme un encuentro, uno más,
con aquella a quien amo.
Permite que los caminos
vuelvan a cruzarse,
que de los árboles vuelvan a brotar
los dulces sueños.
Que la luz del oeste vuelva a abrazar nuestros pasos...


Antonio HM.

(dedicado a mi chica)