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Aquí escribo,
al filo de la noche,
en este cuaderno de cristal
y humo,
para ahuyentar las sombras.Con la ventana abierta,
por si viene el pájaro
del sueño.
Cuando era niño soñaba con un caballo blanco
que volaba. Luego al despertar todo me parecía
diferente, como si la vida no fuera un sueño.
Recuerdo que cuando murió mi padre se me
apareció otra vez. Ya no era blanco sino rojizo;
alazán, decía mi madre. En ese año terminé el
bachillerato. Mamá se fue años después, cuando
volví a soñar con un caballo gris. Desde
entonces la vida ha pasado muy deprisa. Los
árboles que rodean la finca han envejecido.
En la era ya no hay trigo. Hoy he visto desde
la ventana de mi cuarto un caballo negro,
esperando, junto a la casa.
Fernando Abarca
____________________
(regalo de mi amigo Fernando)
Prefiero quedarme con mi caballo blanco alado.
ResponderEliminarTe he echado de menos, amigo mío. Y a nuestra amiga en común también.
Hola, Butter!
ResponderEliminarHace mucho que no te leo, pero nuestra amiga escribe y publica asiduamente.
También yo prefiero el caballo blanco alado.
Un abrazo, amiga.
Sorprendente el sueño de tu amigo Fernando. En todo caso, los sueños acostumbran a ser manifestaciones del inconsciente en clave simbólica, y en este caso, relatados de forma preciosa.
ResponderEliminarTiempo al tiempo.
Gracias, Crystal.
ResponderEliminarLe transmitiré a mi amigo tus palabras. En cuanto a los sueños, totalmente de acuerdo contigo. Además, en este caso el sueño coincide bastante no sólo con el inconsciente sino también con la realidad misma...
Parece que ese tiempo... ya está cerca.