
"... Hubo quien me aconsejó el olvido de mí mismo. Resultó un mal consejo, ya que sólo dándome cuenta de quién soy puedo hallar algún consuelo."
Oscar Wilde("De Profundis")
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Estas palabras del maestro Wilde hay que colocarlas en el contexto en que fueron escritas, o sea, cuando estaba preso en una cárcel de Londres, pero me dan pie a algunas breves reflexiones...
Recuerdo, por ejemplo, a Jung, que decía que el "egoísmo" era una necesidad para el proceso de individuación; o a Gurdieff, que recomendaba "recordarse siempre a sí mismo", porque era necesario para no perderse en el laberinto.
No hay que confundir egoísmo con egolatría. Una cosa es quererse a sí mismo, por el deseo de vivir y crecer, y otra muy distinta es creerse el centro del universo y así permitirse molestar o incluso eliminar a otros seres humanos, sólo por querer ordenar el mundo conforme al propio capricho. Que es el caso de tantos y tantos fascistas que hemos visto pasar a lo largo de la historia.
Pero
recordarse, saber quién es uno, en las circunstancias que sean, es una necesidad básica. Hoy, en este mundo tan moderno y tecnificado, todo parece inclinarse hacia la masificación. Algo que por otro lado no es nada nuevo.
Siempre ha existido el "pan y circo", porque eso es lo que piden los humanos, la masa, la gente, que no se ha atrevido a individualizarse, porque es mucho más fácil pertenecer a una tribu, a un equipo deportivo o a una nación, que enfrentarse con el
dolor de ser uno mismo.
Pero estimo ese proceso como algo que es absolutamente necesario. Necesario si queremos que nuestra vida particular sea algo digno, algo que merezca la pena, algo que apunte hacia nuevos horizontes.
Quien sólo espere de su vida una situación cómoda y divertida, no tiene la necesidad de
recordarse... Cualquier anuncio del televisor le va a mostrar, casi continuamente, lo que tiene que hacer con su vida y ahí va a encontrar su identidad.
Pero hay otros seres humanos que tienen esa necesidad, porque algo, algún brillo, alguna forma de jade se les mostró hace tiempo, mucho tiempo, quizá una señal azul en medio de una nube, o un reflejo de luna en el sendero junto al río...
Estos otros necesitan recordarse siempre, porque si no sienten que se diluyen en un laberinto al que no pertenecen, uno que les ahoga, les asfixia y les anula como individuos.
Lo reconozco, soy un egoísta, a pesar de que mi ego me importe muy poco, y quiero recordarme siempre. Mi egoísmo es, sobre todo, una necesidad de crecer y de no perderme entre la miseria.
La luna me cuenta historias porque sabe que las escucho.
Antonio HM.