Aquí escribo,
al filo de la noche,
en este cuaderno de cristal
y humo,
para ahuyentar las sombras.


Con la ventana abierta,
por si viene el pájaro
del sueño.

AMB







viernes, 11 de enero de 2013

Gary Snyder

 
 
GARY SNYDER: UNA SIEMBRA INFINITA

por Miguel Grinberg


Mañana 8 de mayo cumple 78 años el poeta norteamericano Gary Snyder, recientemente ha ganado el premio de poesía Ruth Lilly 2008, dicho premio es uno de los más prestigiosos de Estados Unidos y tiene un monto de $100,000 dólares. Como un homenaje, porque a los poetas hay que leerlos siempre y a toda hora, reproducimos una nota introductoria más dos poemas publicados en el número 12 de la revista argentina El Jabalí:

En 1969, un libro-manifiesto titulado Tierra-Hogar, revelaba el pensamiento visionario de un eco-poeta estadounidense llamado Gary Snyder. Seis años más tarde, su colección de poemas La Isla de la Tortuga recibía el codiciado Premio Pulitzer: el volumen incluyó otra reflexión profética que denominó: Cuatro Cambios.

Hoy, Snyder es una de las conciencias que más influencia tiene en el circuito de la gente permeable a las profundas transformaciones planetarias. Figura mítica del “underground” de su país, muy joven fue influenciado por el Budismo Zen y la elección de ser guardaparques. Esa pasión fue retratada por uno de sus amigos, el legendario novelista Jack Kerouac, que lo tomó como protagonista de su libro Los Vagabundos del Dharma, donde el ecopoeta aparecía re-bautizado Japhy Ryder. Visitante y morador asiduo de monasterios japoneses, ermitaño en las montañas y descifrador del mensaje telúrico del indio americano, vive hace años en las colinas de California bien lejos del torbellino metropolitano de su país. Decía a fines de los vertiginosos Sesenta:

“La Revolución ha cesado de ser una cuestión ideológica. En cambio, la gente la está protagonizando ya mismo: un comunalismo en pequeños enclaves, nuevas organizaciones familiares. Un millón de personas en los Estados Unidos y otro millón en Inglaterra y Europa. Un vasto movimiento subterráneo en Rusia, que irá dándose a conocer en los años venideros, está consolidándose. ¿Cómo se reconocen entre sí? No siempre por sus barbas, el cabello largo, los pies descalzos o los collares de cuentas. El signo es un aire luminoso y tierno, calma y gentileza, frescura y maneras fluidas. Hombres, mujeres y niños: todos ellos tratando de recorrer la intemporal senda del amor y la sabiduría, en la afectuosa compañía del cielo, los vientos, las nubes, los árboles, las aguas, los animales y las hierbas: esa es la Tribu”.

Como poeta, Snyder sostiene los valores más arcaicos de la Tierra, que se remontan a los finales del Paleolítico: la fertilidad del suelo, la magia de los animales, el poder-visión que surge de la soledad, iniciaciones y renacimientos tremendos, el amor y el éxtasis de la danza, la obra tribal compartida. En un medio moderno de estructuras sociales fragmentadas, ha recuperado una tradición comunitaria que intenta contribuir al crecimiento de “la iluminación que emana de una libertad disciplinada”.

Ha remarcado que todo lo que diversas culturas han podido reconstruir a partir de visiones del inconsciente brotadas de ejercicios meditativos, será un vórtice revolucionario tarde o temprano. “Completará el círculo y nos unirá de muchas maneras con los mayores aspectos creativos de nuestro arcaico pasado”. En agosto de 1990, hizo una de sus raras salidas desde las sierras, y viajó a Boulder (Colorado, EEUU) convocado por otro poeta visionario, Allen Ginsberg, quien en el Instituto Naropa co-dirigía con Anne Waldman la Escuela Jack Kerouac de Poesía Descarnada. En la oportunidad, como una especie de retribalización continental, fuimos invitados otros ecopoetas de las Américas, incluido el gran vate ítaloamericano Lorenzo Monsanto Ferlinghetti. Snyder contribuyó ampliamente a la redacción de un manifiesto: Declaración de Interdependencia.

La Isla de la Tortuga es el antiguo nombre que recibía (por su forma geográfica) el continente norteamericano: nadie puede explicar desde qué altura y cómo lograron tener los aborígenes dicha perspectiva. Snyder se esmera en redescubrir los lazos con la Tierra, y cómo una persona se convierte en “nativo” de un lugar determinado, dejando de pensar en términos de colonos o de invasores. Su tentativa consiste —lúcidamente— en amalgamar fertilmente el pensamiento ecológico y las ideas budistas de interpenetración, que es lo que él practica en su vida cotidiana familiar y vecinal en las sierras.

“La especie humana, en lo que inmediatamente nos concierne, posee un eje vertical de unos 40.000 años y hacia el año 1900 de nuestra era alcanzó una expansión horizontal de alrededor de 3.000 idiomas diferentes y 1.000 culturas distintas. Cada cultura y cada lenguaje viviente es el resultado de incontables fertilizaciones cruzadas: de ningún modo un auge y decadencia de civilizaciones. Es como un florecimiento periódico que absorbe, germina, y estalla diseminando incontables semillas. Hoy como nunca somos conscientes de la pluralidad de los estilos humanos de vida y de sus posibilidades, mientras al mismo tiempo, como en una antigua película muda, estamos maniatados a una locomotora desbocada que corre con frenesí hacia una catástrofe muy singular. Parte de nuestro ser modernos es el mismísimo hecho de nuestra consciencia de ser uno con nuestros orígenes —contemporáneos de todos los períodos— y miembros de todas las culturas. Las semillas de cada estructura o cada costumbre están en la mente humana.”

En su profética obra, Matrimonio del Cielo y el Infierno, William Blake decía: “La Poesía es Deleite Eterno”, y Snyder toma eso como punto de partida para recordar que en nuestra civilización tecnocrática el petróleo y el carbón son antigua energía del Sol acumulada en las células de árboles pretéritos. Del mismo modo se enfoca en una energía planetaria, eterno deleite, que subyace en el hecho de estar vivos, también cercanos al Sol, pero de otra manera. Conociendo la impermanencia y la muerte, recuperando la sabiduría del éxtasis inmaterial.


Miguel Grinberg
(7 de mayo, 2008)

12 comentarios:

  1. Estaba ya un poco harto de hablar tanto de mí mismo y de mis problemas cotidianos. Así que, para alejarme de esa marea, he preferido publicar esta nueva página del cuaderno dedicada a alguien a quien admiro desde hace tiempo: el poeta orientalista Gary Snyder.
    Guardaba entre mis archivos esta semblanza, escrita por Miguel Grinberg hace unos años, y me pareció buena idea publicarla. Para mí ha sido como un soplo ae aire fresco. Espero que os guste.

    Saludos, amigos.

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  2. Me ha gustado tanto que pienso acercarme a alguna de sus obras.
    Feliz Año, Antonio.
    Un abrazo

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  3. Pues me alegro, Luis Antonio. Y si no conocías a Snyder, me alegro aún más, por habértelo presentado.

    Feliz año, amigo. Un abrazo.

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  4. ¿No recuerdas el personaje de Japhy Ryder, en "Los Vagabundos del Dharma" de Jack Kerouac? Pues ese era el entonces joven Gary Snyder.
    Acércate cuando puedas a alguna de sus obras. Te gustará.

    Un saludo.

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  5. Por cierto, he de añadir que a mí este hombre, este poeta, me transmite alegría de vivir. Me ocurre desde que leí, hace muchos años, ese libro de Kerouac, y me sigue ocurriendo ahora cuando veo su imagen aquí, con Los Dolomitas al fondo. No sé, desprende cierta fuerza que siempre me ha llegado. Me gustaría ser su amigo, pero está un poco lejos...

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  6. Y añado algo más, que tiene que ver con mis anteriores entradas y también con ésta. Son unas frases de la actriz Charlotte Rampling, que he leído en una reciente entrevista, donde habla de una crisis nerviosa que sufrió hace tiempo, y que dicen así:

    "Ahora estoy bien. Todo el mundo debería superar una depresión... Porque cuando tocas fondo es cuando empiezas a pensar de verdad y probablemente te vuelves menos estúpida."

    Seguro que Snyder sabe mucho de esto, por él o por otros. Y yo, después de estos meses de fangos varios, también lo sé...

    Hasta pronto, amigos.

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  7. ¡Qué gran tipo!
    Gracias por acercárnoslo, Antonio.
    Todo un visionario, que nos trae brisas refrescantes.
    Saludos

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  8. Así es, amiga Liz: un buen tipo. A mí ya me atrajo hace mucho tiempo, leyendo la descripción que de él y de su vida montañera y zen hacía Kerouac.
    Me alegra que te guste a ti también.

    Un abrazo.

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  9. Totalmente de acuerdo un gran personaje.

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  10. Sí, TLG, un gran personaje.

    Gracias por tu visita. Un saludo.

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