Supongamos por un momento que, después de leerle y admirarle durante muchos años, de considerarle mi maestro e incluso llamarle "mi tío Hermann" con afecto y cariño, Hermann Hesse se decidiera, desde el más allá (creo que vive en una gran casa en las inmediaciones de la constelación de Orión, según vi una vez en un sueño) a dedicarme a mí, a este humilde caminante, unas breves letras.
Serían más o menos así:
Este aficionado a pensar y escribir, que es esencialmente un sentidor y que se hace llamar "Antonio H. Martín" (suele comentar que esa hache es un homenaje a mi lobo estepario), me ha llamado la atención últimamente, porque sus escritos han cambiado de tono, debido a no sé qué difícil situación por la que está pasando. Y quisiera dedicarle unas letras, desde mi lejano retiro, como hice otras muchas veces con otros lectores, cuando aún vivía en ese mundo.
A este hombrecito le he visto varias veces merodeando por los alrededores de mi antigua casa terrestre, buscando entre mis viejos recuerdos. Y una noche incluso, por esos mágicos puentes del sueño, estuvo de visita en mi casa actual, paseando por mi biblioteca. Es un ser algo raro, conflictivo, problemático y neurótico, pero también un buen soñador. Me recuerda algo a varios de mis personajes literarios, como Lauscher, Klingsor o el mismo Harry Haller. Y por eso quiero dedicarle esta letras.
Siempre le ha gustado escribir, pero nunca ha pensado en que ello fuera una salida a sus conflictos, sino sólo una vía de escape pasajera, momentánea, una forma de expresarse, desahogarse y conseguir algo de claridad en su caos interior. Nunca se ha considerado a sí mismo como escritor, y nunca lo ha pretendido, a pesar de algunas buenas críticas que ha recibido en este cuaderno y que a él le parecen sólo muestras de afecto.
Y ahora este caminante, este solitario tiene problemas... Bueno, siempre los ha tenido, pero ahora parece que esos problemas se acentúan de forma un tanto peligrosa. ¿Qué puedo decirle? Pues que la vida siempre es difícil, y que seguir un camino, sea cual sea, pero más si ese camino es crudamente individual, conlleva sufrimiento, dolor, y pasar por valles y desiertos de soledad que nos hacen temblar. Y que ante una situación de esta magnitud uno sólo puede hacer una cosa: aferrarse a aquello que ama.
Lo que uno ama es lo que da sentido a nuestra vida. Lo que uno ama es nada menos que la base sobre la que todo lo demás se sustenta. Lo que nos hace sentir, lo que nos permite vivir. En el caso de mi "lobo estepario" era su fe en los Inmortales. En el caso de este caminante de cuaderno no lo sé, pero seguro que hay algo por ahí, danzando todavía en las galerías de su corazón. Y a eso es a lo que debe dirigir su mirada, con toda la fuerza de la que aún sea capaz.
Este es mi consejo de viejo. Encontrar esa luz oculta, que seguro está en alguna parte de su ser, y mirarla fijamente, llenarse de ella, abrazarla. Con esa luz podrá seguir caminando, ya sea entre valles, desiertos o incluso ciénagas. Esa luz será la linterna en la noche, su pequeña estrella en medio de la oscuridad. Con ella sabrá ver las líneas invisibles que se esconden entre la niebla, encontrará los atajos entre la maleza y podrá volver a escuchar la música que le enamoró hace tanto tiempo. Esa música que él solía llamar "magia", y que es el pulso y el destello que le movió desde siempre a caminar y a vivir.
Un abrazo de tu tío Hermann
Es claro como la luz que estás buscando y que encontrarás en tu interior, ya que irradia su luminosidad en tus escritos, que sos más un caminante y un buen soñador que raro, conflictivo, problemático y neurótico.
ResponderEliminarNeuróticos, decía el maestro Jung, somos todos. Y en los momentos difíciles nos ponemos un poco más neuróticos. No hay que temerle a nuestra propia sombra: lo que nos salva es enfrentarla y colmarla de la luz que proviene de la fantasía y el amor.
Estoy segura de que encontrarás tu luz, escucharás tu música y redescubrirás la magia del son de la vida.
¡Un abrazo de una caminante que conoce la oscuridad y fuerza, amigo!
La vida siempre nos pone a prueba pero de la mano del "tio hermann" ya has encontrado el camino a seguir.
ResponderEliminarSuerte!!! La tormenta siempre pasa.
Cariños.....
En ese difícil viaje estoy, Fer.
ResponderEliminarSé que esa luz está en algún sitio, dentro y fuera de mí, y siguiendo el consejo del tío Hermann la estoy buscando.
Gracias por tus buenos deseos, amiga.
Un abrazo desde el camino.
Pues sí, Oriana, el camino que me aconseja el tío Hermann me parece el mejor.
ResponderEliminarLa tormenta pasará, claro que sí. Lo difícil es que no nos lleve con ella. Para eso necesito seguir ese camino y reencontrar esa antigua luz.
Gracias, amiga. Un abrazo.