Aquí escribo,
al filo de la noche,
en este cuaderno de cristal
y humo,
para ahuyentar las sombras.


Con la ventana abierta,
por si viene el pájaro
del sueño.

AMB







martes, 31 de julio de 2012

La pregunta



Eran casi las seis de la tarde de un día caluroso de verano. Martín Bardán, un señor mayor y solitario, aficionado a la lectura y las reflexiones, después de comer un pequeño plato de suculentas alubias y de ver un rato la casi insoportable televisión, se refugió en su cuarto de estudio y buscó entre sus libros algo que despertara su interés. Miró y rebuscó durante más de media hora entre los anaqueles de madera. Y al final encontró, después de revisar varios libros, algo que le llamó la atención:

Cuando los grandes problemas descienden y la vida se hace tan negra como las penas, no vale lamentarse y decir: "¡Este es el fin!", sino decirse con esperanza: "¡Este es el principio!". La ocasión debiera ser tomada como la oportunidad para empezar una nueva vida, para mostrar las cualidades positivas, valerosas y constructivas que hay dentro de uno. Será una oportunidad para reconstruir la existencia sobre una base más firme, sobre bases propias, sobre aquellas cualidades que ayuden a soportar. Vencer nuestras dificultades en la mente primero, y luego ella gradualmente se reajustará de nuevo hacia las circunstancias externas.

Esto lo encontró en un viejo libro de Paul Brunton ("Una Ermita en los Himalayas"), y le sorprendió. ¿Es posible creer, pensó, que un aluvión de dificultades pueda dar lugar a una nueva actitud individual? ¿Que alguien, ante unas circunstancias adversas, pueda llegar a entrever el comienzo de un nuevo camino?
Lo de la esperanza era algo que para Martín B. resultaba muy sospechoso, porque ya había vivido la rotura de muchas de ellas en su vida. Pero también le recordaba este texto a aquello de lo que hablaba Castaneda, lo de la actitud del guerrero. Y en eso sí seguía creyendo. Recordó, por ejemplo, aquellas palabras de "Relatos de Poder":

Un guerrero debe cultivar el sentimiento de que tiene cuanto necesita para ese viaje extravagante que es su vida. Lo que cuenta para un guerrero es estar vivo. La vida es suficiente y completa en sí misma, y por sí misma se explica.
Por eso puede uno decir, sin presunción, que la experiencia de las experiencias es estar vivo.


De manera que, según esto, lo único que importa es vivir. Y así, a pesar de cualquier circunstancia adversa, lo que tiene que hacer uno es adaptarse, saber seguir la corriente y continuar con su extraña aventura.
No parecía nada fácil el asunto, pero tampoco descabellado. La vida, como se sabe, es tremendamente cambiante. Eso se ha dicho desde siempre. Y uno no debería rendirse ante un cambio del destino, frente a una variación de las circunstancias, por mucho que nos duelan. Vivir es la aventura deseada y necesaria, seguir navegando en el propio barco, por muy frágil que a veces pueda parecernos. Seguir, sople el viento que sople.

Meditando sobre esto, Martín B. dejó los libros y su cuarto de estudio. Salió afuera y se puso a caminar por la orilla del río. Y debajo de un fresno joven se sentó y volvió a inquirir, como otras veces, a la brillante superficie del agua que se deslizaba indolente bajo el sol del atardecer.
Sí, el río, con sus mil voces, sus mil ojos y sus mil sonrisas y lamentos, asintió a su pregunta... La vida es el desafío del guerrero, del caminante, y todo lo que se puede hacer frente al misterio de esta aventura es vivirlo...


Antonio H. Martín

(31 de julio, 2012)



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música: "If You Look"
álbum: "Imaginary Roads" (1988)
autor: William Ackerman
imagen: AHM

4 comentarios:

  1. Los seres humanos tenemos gran poder de adaptación, lo que ocurre es que muchas veces nos encerramos en nosotros mismos y no miramos que hay otras oportunidades.
    Como siempre, Antonio tu escrito me ha hecho reflexionar.
    Un beso.

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  2. Lo tenemos, es cierto, amiga Malú. Pero es muy difícil a veces el encontrar la fuerza interior para adaptarse.

    Sin embargo, no nos queda otro camino. O eso, o sucumbir...

    Un abrazo.

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  3. Desde luego que no podemos sucumbir, aunque en algún momento se nos pase por la cabeza tenemos que intentar desecharlo rapidamente y tirar hacia delante. Muchas veces cuando parece todo negro aparece una lucecita apenas perceptible, y ahí nos tenemos que dirigir en linea recta y rapidamente.
    Besos

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  4. No, amiga, sucumbir es lo último. Hay que luchar por la vida. Pero es muy importante eso que dices de "la lucecita". Si la vemos es que todo tiene solución.

    Besos.

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