Aquí escribo,
al filo de la noche,
en este cuaderno de cristal
y humo,
para ahuyentar las sombras.


Con la ventana abierta,
por si viene el pájaro
del sueño.

AMB







viernes, 8 de abril de 2011

Encontrar lo pequeño



Tengo un amigo que vive muy cerca de donde yo vivo. Entre los mismos montes y prados, envuelto en el mismo silencio, bajo la misma luz suave e inclinada de este norte, y junto a las casonas de piedra, que guardan ese aire fresco de sombra antigua, como pequeños castillos aislados del mundo, detenidos en el tiempo.
Pero mi amigo, desde hace unos días, no disfruta de esto... El amable oasis se le escapa, se le esconde tras múltiples y complejas tareas, la tensión de un tiempo enajenado y una invasión de problemas cotidianos, como moscas estúpidas que le llenan de ruido el aire.
Mi amigo está estresado. Vive atento al reloj, al teléfono, a las citas de trabajo... Valora, calibra, sopesa, responde todas las llamadas, hace todas las tareas necesarias, incluso las que no lo son tanto. Y asimismo intenta colocar cada cosa en su sitio, que en la sala haya la luz justa, que no le roben todo el silencio, que no le oscurezcan su amada música, que le dejen en paz lo bastante...
Y es esto último lo que no consigue. No logra encontrar el hueco por donde pasar al otro lado, a su lado, en el que vivía hasta hace poco. Las redes del mundo le tienen demasiado ocupado, y tiran de él en todas direcciones, en todas menos en una: la suya propia, la de antes, la que le llevaba hasta su lugar, hasta su sitio íntimo.
Mi amigo se rodea de buena música, busca en el día o la noche el momento propicio, el lapso de silencio donde volver a encontrar su voz, pero... en su mente bailan los diablos del mundo, esos bichitos de alas oscuras que zumban continuamente y enturbian la mirada.
A veces viene a mi casa y se sienta en su lugar preferido, donde están las mejores vistas, intentando un poco de descanso, de conversación tranquila, como teníamos antes. Yo sirvo unas cervezas o unas copas de buen vino, según el tiempo que haga, y pongo un disco de música suave. Pero le cuesta hallar el tono de antes, le cuesta soltar el lastre. Lo veo en su mirada: esos diablillos están bailando frenéticos dentro de su mente.
Y además, invariablemente, suena el teléfono móvil, con sus campanitas de urgencia. Otra vez le llaman, tiene que irse, no hay tiempo, ya hablaremos en otro momento... ¡Adiós!

A mi amigo le aconsejaría que luche por volver al rincón de su intimidad, que exija una hora para sí mismo, en medio del laberinto que ahora le envuelve y confunde. Y que intente recuperar su mirada, esa que era muy capaz de descubrir el encanto de las pequeñas cosas y pararse ante cualquier nimio detalle, fascinada, encendida, como si hubiese hallado un raro tesoro...
Pero sobra mi consejo, porque él sabe muy bien lo que tiene que hacer, que es precisamente eso: regresar los ojos a su punto lúcido, y volver a escuchar el latido de su tiempo.

Ayer, paseando sin rumbo por el pueblo, me encontré, sobre uno de esos vetustos muros de piedra que bordean las callejas, con unas florecillas despiertas y alegres tomando el sol de la mañana. No eran nada del otro mundo, y daba la impresión de que una leve brisa podía tumbarlas, pero en su sencillez creí ver el sentido del universo.


Antonio H. Martín

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foto: AHM (Abril-2011)

10 comentarios:

  1. Hola estoy encantada de haber encontrada tu casa-blog.
    Solo he leido esta entrada, de momento, pero me he quedado fascinada porque me encanta tu manera de disfrutar y de vivir todas aquellas pequeñas cosas...te felicito.
    Gracias por ese medio consejo sugerido a través de tu amigo.
    Saludos.

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  2. Fino a quattro anni fa ho vissuto in un microscopico paese aggrappato ai fianchi di un monte, che da un lato sprofonda a picco nel mare di Liguria. Lassù ho vissuto per 12 anni; dalle finestre vedevo i monti susseguirsi fino al mare...le stagioni le percepivo dal profumo dell'aria...uccelli e animali selvatici erano i nostri vicini di casa..e la luna e le costellazioni che danzano nel cielo erano l'orologio notturno.... lassù ho imparato ad ascoltare il silenzio..a stare da sola per giorni... a cucinare con le piante spontanee... a raccogliere frutta senza litigare con i calabroni...una scuola di vita dolce e forte insieme.. ancora mi stupisco, ogni giorno, di quante cose non so di aver imparato.
    Un abbraccio grande

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  3. Tu amigo tiene que reencontrarse a sí mismo, volver a disfrutar del todo que puede ofrecer algo insignificante a priori, y dejar a un lado esos pequeños bichitos tocanarices.

    Texto espectacular; como siempre. Un gran beso, amigo Antonio.

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  4. Pues... independientemente de lo que decidas hacer con él, y ya que dices que a tu amigo le gusta la música, aquí le dejo un sencillo obsequio para que si lo tienes a bien, se lo entregues.

    Es una canción de un humilde pero docto y versado filósofo, que ojalá escuche con mucha atención, porque más allá de la intención con que fue compuesta...(en principio, es una canción de amor) encierra mucha sabiduría, para cualquiera que ande un tanto extraviado en las "redes del mundo" sin importar el motivo.

    En todo caso, como buen aficionado a la musica y aún conociendo la pieza (seguro!) como mínimo, podrá disfrutar de unos instantes de "relax" y olvidar su stress, aunque sea por unos minutos mientras la escucha.
    Uno siempre es lo que es

    Un abrazo desestresado para ambos.

    P.D.: Y por cierto, yo quiero tener un amigo como tú. Todo un lujo.

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  5. No cabe duda de que tu amigo esta atrapado dentro de las redes que la tela de araña del mundo global ha tejido a nuestro alrededor, y no es capaz de desconectar.

    Hay momentos en los que es sanísimo apagar el móvil, cerrar el portátil y adentrarse por un sendero en soledad, o en buena compañía para sentir el verdadero latido de lo real, de lo que llevamos dentro de nosotros mismos y de la naturaleza que nos rodea.

    Pero, es evidente que no basta con vivir en un lugar cercano a la naturaleza para aprovechar todo lo que nos puede aportar, si no sabemos desconectar, si no sabemos apreciarla y disfrutarla.

    Un fuerte abrazo, Antonio.

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  6. Ah... Eso sucede cuando buscamos el sentido donde es imposible hallarlo: fuera de uno mismo...

    Me ha encantado la canción que Cristal les ha regalado..

    Creo que cada encuentro trae una respuesta.. y que esa respuesta es una luz en nuestro camino, cuando la oscuridad es inexorable ;)

    besos miles querido amigo!!!

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  7. Pues qué suerte la de tu amigo al tenerte a ti, amable vecino y sereno druida, para acercarse a su punto de lucidez, aquél estado en el que se pueden realmente apreciar las pequeñas cosas.

    Un saludo hasta tu nueva morada

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  8. estoy luchando para no quedar atrapada como tu amigo!sé dónde está lo pequeño, pero el tiempo (si es que existe, según ciertas teorías que acabo de leer en otro blog)
    me es inmanejable últimamente...

    gracias,Antonio.

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  9. amigo, cuando estamos estresados es que hemos perdido el sendero que nos lleva a "casa", nada externo puede darnos paz si antes no la percibimos en nuestro interior...y sí, en esas flores tan pequeñas y tan simples, aparentemente tan frágiles, sí, claro que sí, está todo el universo!

    un abrazo, que disfrutes una excelente semana!

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  10. Gracias por vuestros comentarios, amigos Susana, Red, Butter, Cristalook, Cristal, Isis, Liz, Silvia y Phausca.
    Ha pasado más de un mes desde la publicación de esta entrada, y no pude contestaros en su momento, pero no quería dejar de deciros que os he leído y que vuestras palabras han sido para mí motivo de alegría.
    Sin duda, encontrar lo pequeño es importante.

    Un abrazo a todos.

    PD.- Crystal (cristal00k), mi amigo me encargó decirte que gracias por el tema de Serrat, que (cosa rara en él) no conocía y le ha gustado mucho. Besos, hada.

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