Se supone que la tortuga tiene mucha paciencia, dada la lentitud de sus movimientos, pero hasta una tortuga puede cansarse de esperar, sobre todo si se ve encerrada y quiere salir afuera, que es donde está su mundo natural.
La tortuga sabe que es lenta, pero también que es segura. Y sabe asimismo que es mucho más rápida que el caracol, que su
casa es más resistente y más fuerte su voluntad.
¿Conseguirá esta tortuga abrir la ventana y perderse entre la hierba y la lluvia?
Y ya que esto hoy va de tortugas, voy a poner un texto taoísta del amigo Chuang Tse:
LA TORTUGA
Chuang Tzu, con su caña de bambú,
pescaba en el río Pu.
El príncipe de Chu
mandó a dos vicecancilleres
con un documento oficial:
"Por la presente queda usted nombrado
primer ministro."
Chuang Tzu cogió su caña de bambú.
Observando aún el río Pu,
dijo:
"Tengo entendido que hay una tortuga sagrada,
ofrecida y canonizada
hace tres mil años,
que es venerada por el príncipe,
envuelta en sedas,
en un precioso relicario
sobre un altar,
en el Templo.
¿Qué creen ustedes:
es acaso mejor otorgar la propia vida
y dejar atrás una concha sagrada
como objeto de culto
en una nube de incienso
durante tres mil años,
o será mejor vivir
como una tortuga vulgar
arrastrando la cola por el cieno?"
"Para la tortuga", dijo el vicecanciller,
"será mejor vivir
y arrastrar la cola por el cieno."
"¡Váyanse a casa!", dijo Chuang Tzu.
"!Déjenme aquí
para arrastrar mi cola por el cieno!"
________________________
- del libro "El Camino de Chuang Tzu" (o Chuang Tse)
- versión de Thomas Merton
- Ed. Debate (Madrid, 1999)
- (*) el nombre de "Morlita" quiere ser un pequeño homenaje a Michael Ende y su
Historia Interminable.
Veo a la tortuga, como el ave destinada a naufragar en su cascarón sin límites, hasta descubrír que dentro de sus raíces se asfixiaría y fuera de ellas, igualmente perececería. Entonces comienza a experimentar pequeñas muertes, debilitando al cascarón en cada una de ellas, hasta volverse instante. Y ahora sin desesperarse, vuelve a nacer con cada experiencia. A veces siendo ave, otras árbol, pez o meramente una tortuga intentando acercarse al mundo lo suficiente, como para intercambiar sus cascarones y re-encontrarse. La tortuga no lo sabe, pero seguirá siendo un huevo en busca de identidad, haciéndole espacio a un espíritu, que no dejará de asumir nombres mientras alcanza definición.
ResponderEliminarUna vez más me inspiras...
La impaciencia de la tortuga, es la peor de las impaciencias porque todos esperan lo contrario de ella.
ResponderEliminarOjalá pueda salir esta tortuga, ojalá.
No concibo una tortuga encerrada en un departamento, me gusta encontrarlas libres en el campo, mirarme como diciendo ¿Qué te sucede?.
Un abrazo.
Alicia
Pues ya que va de animales, yo quisera ser una vaca, ¿Has visto las vacas de mi pueblo con que tranquilidad viven?
ResponderEliminarde la tortuga me gusta que viven unos 200 años, eso da para mucho, para adquirir mucha sabiduría y saber que de nada valen las prisas, luego de esto o quizá antes me gusta su caparazón, porque yo necesito de un caparazón y me imagino que lo tengo aunque no lo tenga y hasta me lo creo.y me digo nada me dará, nada.
Un abrazo.
Morlita, por su paciencia, en aquella otra aventura acabó humillando a la liebre.
ResponderEliminarBrillantes metáforas de nuestra cruda realidad.
Un abrazo A.Martín.
Hola, Eli.
ResponderEliminarTu comentario me recuerda a aquellas frases del Demian de Hermann Hesse:
"El pájaro rompe el cascarón. El cascarón es el mundo. Quien quiera nacer, tiene que destruir un mundo..."
Por cierto, quiero decirte que he visitado tu blog de "Puzzlink" y he visto ahí tus amables saludos, pero no tienes abierta la opción de los comentarios. Así que te lo agradezco desde aquí.
Un abrazo.
Hola, Alicia, y bienvenida.
ResponderEliminarPues yo creo que sí, que alguien abrió esa ventana y la tortuga campa ya a sus anchas por entre la hierba, disfrutando de la lluvia.
Un abrazo, y gracias por tu visita.
AM.
¿Una vaca, Alfaro? Jajaja, ¿tan gordita te ves? ;)
ResponderEliminarRecuerdo que Morla, la tortuga gigante de la Historia Interminable, de Ende, era muy vieja, viejísima, y tenía muuucha sabiduría, pero de tanto estar sola hablaba consigo misma. Cosa que, por otra parte, no está mal y que yo mismo practico a menudo, jeje.
Y lo del caparazón considero que es algo absolutamente necesario. Todos los que somos un poco solitarios o "raros" tenemos que tener uno. Aunque en realidad creo que más que un caparazón, tipo tortuga, es como una especie de vacío, una distancia que ponemos entre el mundo y nuestro interior, algo así como el foso de un castillo.
Afortunadamente, sobre ese foso hay algún puentecillo, y gracias a ello nos hablamos desde la lejanía.
Un abrazo.
Sí, Terry, buena fábula aquella de La tortuga y la liebre, que viene a decir que es más importante la constancia que la rapidez.
ResponderEliminarLo bueno sería ser constante y veloz a un tiempo, pero bueno, no todos podemos ser supermánes...
Un abrazo, Don Terry.
Gracias por tu amable visita Antonio, aprecio mucho tu amistad. Sobre los comentarios, se debe "clíquear" sobre los títulos para abrír la opción de comentar. Sigo siendo una eterna aprendíz y si de Poesía me falta tanto por aprender, de computación me falta mucho más.
ResponderEliminarUn abrazo de Puerto... a puerto.
Antonio:
ResponderEliminarPues Chuang Tzu era un sabio.
Ya se sabe que una de las más importantes características que los chinos atribuían a la tortuga era la sabiduría. Así que, este hombre participaba de ella.
...Como tú, que siempre sabes elegir, con tacto y con inteligencia, cada Entrada de tu Cuaderno.
¡Gracias por ello!
Muchos besos
gracias por este post, Antonio.
ResponderEliminaren estos días, atorada de trabajo, me hizo muy bien leer al amigo taoísta.
mil besos*
Yo creo que en el arrastrar la cola también está el camino...
ResponderEliminarNo me resulta casualidad que en estos días todo sea Tao jeje..
Qué bonita foto y qué inquietante... hasta me apena un poco la tortuga, que pese a tener su propio universo dentro de su casa a cuestas, añore la hierba y la lluvia.
un abrazo inmenso, mi querido amigo..
Me da la sensación que esta tortuga
ResponderEliminarno tiene intención de competir, de cambiar su "status" de vida sencilla y ordenada por el fasto falso de adoraciones hipócritas.
En mi caso, "habría probado", igual podría contagiar la sencillez y la sinceridad a algunos, aunque se cargara el corazón de la amargura de la impotencia.
Afectuosos saludos primeros.
Por eso tengo una pequeña tortuga de jade, es un animal que trae suerte y prosperidad... eso espero para el nuevo año.
ResponderEliminarHabía una vez una tortuga, que guardaba muchas cosas, acumuladas a lo largo del tiempo, dentro de su cascarón, un día decidió, que para ir más ligera de equipaje, librarse en el camino de todo aquello que ya no le servía. Y así empezaba un cuento...
Un gran saludo.
Como tú bien apuntabas las sospechas han recaído en el navegador. Aún no lo tengo del todo solucionado, pero hoy he podido por fin internarme de nuevo en tu Cuaderno. Parece que ha pasado una dilatada temporada desde mi última visita. Tanto tiempo ha transcurrido, que advierto que hasta tienes otro patronímico. Las cosas andan deprisa. Exceptuando a la tortuga, claro. Aunque tampoco estoy muy seguro de ello. Rebosa lentitud, pero quizás ella (la tortuga) sea de la opinión que su vida es estresante y súper dinámica. Todo acaba siendo siempre subjetivo.
ResponderEliminarMe permito comentarte la entrada anterior aquí. Aunque según mi criterio un nombre influye, imprime carácter o lo diluye, creo que en realidad es algo irrelevante. Hay quienes prefieren llamarse siempre igual, y otros, como yo, utilizan varios pseudónimos, alias o malnombres. Hay quienes hasta me conocen por Rita Martin; (sin i acentuada) algunos piensan que es una perversidad. Lo mío debe ser un vicio, acaso, una manía. Nadie ha sido capaz de diagnosticarlo.
Antonio Castellón suena tan bien como Antonio Martín. Lo importante es que sigas siendo, el Antonio que todos conocemos y al que visitamos.
Recibe el abrazo de siempre.
A mí no me extraña que cuando se tiene paz sosiego y tranquilidad, además de un buen apartamento donde refugiarse de los peligros del exterior, se añoren los peligros que acechan entre la hierba y bajo el agua, por ejemplo. Morlita añora lo que no tiene. Le vendrá bien una escapadita.
ResponderEliminarAbrazos.
Hay seres de aparente fragilidad que parecen más vulnerables de lo que en realidad son.
ResponderEliminarCuando de hecho están bien armados y preparados para afrontar adversidades de todo tipo.
Y a mí me da, que aunque aparentemente lenta,(cuestión subjetiva...lenta comparándola con qué?) la buena de Morlita es una aventurera nata que se siente en una jaula de oro... que está deseando abandonar para adentrarse en los peligros y andanzas que ese jardín, que divisa a traves de su reja, y la metereología por más adversa que se presente le deparen. Ojalá lo consiga.
Aquí cada uno ve lo que ve... preciosa foto e inpiradora entrada Sr. Druida.
Un abrazo.
Gracias a ti, Eli, por tu aclaración.
ResponderEliminarSobre los comentarios, si quieres cambiarlo y ponerlo "en abierto", sólo tienes que ir a Configuración y habilitar esa opción.
Y gracias también por ese abrazo "de Puerto... a puerto". El tuyo es más "rico", jeje, así que salgo ganando.
Besos.
Sí, amiga Liz, Chuang Tse era todo un sabio (prefiero nombrarlo así: Tse en lugar de Tzu, porque soy de la vieja escuela).
ResponderEliminarRecuerdo una anécdota del amigo Chuang: que cuando murió su compañera se dedicó a tocar el tambor en la puerta de su casa. La gente le inquiría sobre su extraña actitud, y él se limitó a contestar algo así como que se sentía muy contento, porque su amada había entrado de lleno en el Tao...
Así era el amigo Chuang.
Un abrazo, pintora soñadora.
De nada, Silvia.
ResponderEliminarIntenta "desatorarte". Porque hay un tiempo para el trabajo y otro muy distinto para el "no-trabajo".
Es necesario encontrar una armonía entre ambos.
dos mil besos**
Isis, está claro que esta tortuga de la foto quería salir.
ResponderEliminarEstaba ya harta de la asepsia de la casa y quería arrastrar su cola por entre la hierba. Es decir, el "espíritu de la tortuga" la estaba llamando. Y como mejor se siente una tortuga es siendo tortuga.
Un pájaro metido en una jaula nos regala igual sus trinos y sus colores, pero... ¡qué hermoso es ver a ese mismo pájaro en libertad!
Un abrazo, amiga maga del wu wei.
Hola, Ruy, y bienvenido.
ResponderEliminarNo, tanto la tortuga de la foto como la otra que se menciona en la historia taoísta, no querían competir, sólo vivir, seguir su camino, o sea, tortuguear.
La "prueba" de que hablas no te la aconsejo. Sería como dices, y seguramente dejarías una buena huella, pero es una tarea amarga y agotadora. Porque a la mayoría le gusta jugar a que es sorda y ciega.
Saludos.
Hola, Maite.
ResponderEliminar¡Qué bien tener una tortuga de jade! La mía es de goma. Así que seguro que la tuya trae mejor suerte, jeje.
Me gustaría saber más de ese cuento que mencionas. ¿Es tuyo?
Un abrazo.
¡Hombre, amigo Daniel! ¡Por fin!
ResponderEliminarMe alegro mucho de que hayas cambiado de barco, o de piloto, y poder verte de nuevo por aquí.
Sí, seguro que la tortuga no se ve a sí misma como lenta, sino que ve a los otros como unos locos descerebrados que van corriendo a todas partes. De hecho, casi ni los ve, jeje.
Excepto al caracol.
En cuanto a lo del nombre, ya digo al principio (y también al final) que no tiene ninguna importancia. Me podría llamar Paco López y seguir siendo el mismo.
Lo que vale es lo que hay por dentro. Pero en este caso había un trasfondo personal, que es la causa del cambio. Simplemente me siento mejor con este Martín, y eso es todo. Mi bigote está igual que antes.
Un abrazo, Conde, y gracias por venir.
Eso es lo que quiere la tortuga, Luisa: salir.
ResponderEliminarLa casa de los humanos está muy bien, pero su instinto la empuja hacia el exterior.
Y a algunos humanos "raros" nos pasa lo mismo. Hay momentos para estar en casa y disfrutar de la paz del hogar, pero hay otros en que necesitamos escapar.
Por mi ventana, algunas veces, escucho la llamada del viento...
Un gran abrazo, amiga viajera.
Hola, Cristal.
ResponderEliminarLa tortuga es "lenta" si la comparas con un pájaro, una liebre, un Ferrari Testarossa o con un avión. Y "rápida" si la comparas, por ejemplo, con un caracol o una estrella de mar.
Pero eso a la tortuga le importa un pimiento, porque ella vive y ve según su tempus subjetivo.
Como nos pasa a todos.
Si yo me comparo con un halcón, tendré la impresión de que estoy casi parado, aunque esté caminando o corriendo, y el halcón me verá a mí como si fuera un árbol con pies, que se arrastra torpemente.
Yo también espero que a la buena de Morlita alguien le abra esa ventana.
Un abrazo, hada cuenta-cuentos.