Aquí escribo,
al filo de la noche,
en este cuaderno de cristal
y humo,
para ahuyentar las sombras.


Con la ventana abierta,
por si viene el pájaro
del sueño.

AMB







miércoles, 15 de julio de 2015

Un asa de viento



    «Para Hesse, el discípulo (Govinda en el caso de Siddhartha) es el parásito que vive a costa de otro. Romano Guardini, el teólogo católico, aconsejaba este parasitismo a los cristianos con respecto de Jesús. Pero el hombre original, es decir, aquel que quiere vivir su propia vida, que acepta su propio destino después de la penosa lucha por descubrirlo, salta fuera de la dialéctica discípulo-maestro y hasta fuera de las doctrinas mismas que el magisterio segrega.

    »Todo esto explica la suma independencia de Hesse, su vida retirada, su marginación, su oposición no sólo a la vulgar y grosera doctrina hitleriana que pretendió convertir Alemania en un país de ciegos discípulos, sino incluso a la naciente República de Weimar, de carácter democrático-burgués. Hesse se ha convertido en el hijo pródigo perfecto que Andre Gide quería: el que reniega de la casa paterna, de la seguridad de cualquier doctrina y de cualquier iglesia, y permanece para siempre en la intemperie de la soledad.

    »A partir de entonces, Siddhartha hace el camino solo. Busca la unidad, pero ya no en el rechazo de la vida sino en la aceptación de la vida y de la multiplicidad de manifestaciones del universo: en las flores, en los pájaros y, seguidamente, en el placer de la unión carnal. Se hace amante de la más famosa cortesana que le enseña las artes y técnicas del amor, y se hace comerciante para aprender todos los trucos de la vida del mundo y hacerse rico. Poco importa que este camino tampoco le satisfaga: lo importante es que ahora busca la unidad del Todo por medio de la multiplicidad y del enriquecimiento de la experiencia. Al final, Siddhartha encontrará la salvación, la plenitud, la unidad en el Nirvana, contemplando el transcurrir del amplio río, sumo signo de esa unidad perfecta: la duración en el cambio de las apariencias, la unidad en la transformación. Ahora es cuando Siddhartha es propiamente Siddhartha, pues este nombre en sánscrito significa "el que ha logrado su objetivo".

    »Para concluir recordaré aquellas palabras que Henry Miller, en Books in my life, dedica a esta obra: Les he dicho con frecuencia a mis amigos y hay una cierta verdad en mi exageración, que si yo no hubiese podido encontrar Siddhartha en otro idioma que en turco, en finés o en húngaro, lo hubiese leido y comprendido igualmente, a pesar de que no sé ni una palabra de estas lenguas bárbaras. Y, seguidamente, Miller recuerda unas palabras de Hesse que naturalmente habían de satisfacer a un escritor como Miller así como a la mayoría de los novelistas de su país: " ...a mí me falta el verdadero respeto por la realidad".» 

José M.ª Carandell
(1977)


    «Se ha dicho que Hermann Hesse fue viejo en la juventud y joven en su vejez. He aquí sus lecciones de iniciación: librarse de cualquier vínculo con los afectos dolorosos, disolverse en la ilusión del nihilismo, ser el creador de la propia alma, sintetizar en ella todas las fuerzas opuestas, absorber la magia de la naturaleza más allá de todas las patrias, agarrarse a un asa de viento para alcanzar todo aquello que deseábamos ser cuando, al salir de la adolescencia, le leíamos en verano tumbados en una hamaca a la sombra de los álamos. ¿Quién no ha soñado alguna vez con ser como él un lobo estepario?»

Manuel Vicent
(2009)

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    Había leído ambas notas sobre Hesse hacía tiempo, pero a Alberto Linde le sorprendió gratamente volverse a encontrar con estos textos, que casi había olvidado. Aunque no era casual, porque ya que Hesse nació en un mes de julio había estado buscando, en libros y periódicos, comentarios sobre este autor, en una especie de pequeño homenaje a alguien por quien sentía mucho aprecio. 
    Después de leerlos y saborearlos, no se le ocurrió otra cosa que irse a un local cercano y amigo, y tomarse tranquilamente una copa de vino, como si estuviera en un grotto del Tesino, a la luz de la luna de una noche antigua, existencial y romántica. Y allí, en la terraza al aire libre, junto al alegre albaricoque y las orondas hortensias, bajo el paso de las nubes y junto al íntimo murmullo de las sirenas de aire y cristal, que sólo él podía oír, se bebió despacio su copa, en un brindis al estimado lobo estepario.
   Más tarde, cuando las sombras empezaran a nacer y el silencio abrazase al mundo, se acercaría al río, para escuchar y ver esa unidad en el cambio, ese fulgor continuo en la multiplicidad, esas mil voces unidas en una sola figura, en una sola sinfonía. Y quizá contemplar también el propio rostro del amigo Siddhartha, del joven y viejo caminante que logró encontrarse con su destino, con su personal nirvana... Para Linde iba a ser como entrar en un sueño. Porque también él, viajero soñador, estaba desde hace tiempo agarrado a un asa de viento...


Antonio H. Martín
(15 de julio, 2015)







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imagen 1: Amanecer junto a la montaña (B.I.G.)
imagen 2: Hermann Hesse (1904) 
música: Serenade - Franz Schubert


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