Allí de donde vengo nadie me retenía.
Sé que nadie me espera donde voy.
Por la ventana inmóviles desfilan los paisajes.
Sería hermoso no llegar a ningún sitio.
Permanecer así:
viajando de un lugar que ya no existe
a otro que jamás existirá.
Juan Bonilla
(«El viajero»)
No es nada habitual en este cuaderno el hablar de política, y eso es principalmente por dos razones. En primer lugar, porque yo de política entiendo muy poco. No es que sea apolítico, pero para escribir sobre política me faltan conocimientos, históricos y actuales, y la necesaria visión de conjunto. Puedo opinar someramente, como cualquiera, sobre algún evento en particular, pero no profundizo lo suficiente, por lo que acabo de decir, que carezco de los suficientes datos y análisis para tener un criterio con fundamento. Así que, por consiguiente, me suelo abstener de cualquier crítica, más allá de un simple comentario superficial. No por no querer mojarme, sino por no decir tonterías. Mejor no hablar de lo que no se sabe.
Y en segundo lugar, porque este cuaderno no fue creado para ese tipo de comentarios. Los que os pasais por aquí sabeis bien que la tónica que se frecuenta en este cuaderno desde hace años, desde su comienzo, es más bien intimista, dedicada a reflexiones, más o menos afortunadas, que algunas veces se disfrazan de cuentos que rozan lo fantástico o entran plenamente en esa dimensión.
Pero hoy me apetece dejar el testimonio de un personaje que últimamente está cobrando cierta fama en este país. Me refiero al líder de esa nueva formación política que lleva el sugerente nombre de "Podemos": Pablo Iglesias. Y lo hago porque este individuo, a pesar de las críticas negativas que suele recibir desde uno y otro lado (que tachan su discurso como adoleciente de populismo y demagogia), me parece que habla muy nítidamente, poniendo los puntos sobre las íes, sin ambages, y dando en el clavo de las cuestiones más importantes.
Otra cosa es que las soluciones que propugna sean o no viables. Los que entienden dicen que no. Pero me gusta mucho que alguien tenga la valentía de llamar a las cosas por su nombre, sin eufemismos ni circunloquios, sin esconderse ante nadie y caiga quien caiga. Y me hacen gracia las reacciones que despierta entre algunos típicos políticos y politiqueros de sillón, que hasta llegan a ponerse nerviosos ante la claridad de sus palabras y la fuerza directa y natural de su mensaje.
Lo de la no viabilidad de sus propuestas tiene su explicación. Cuando se proponen soluciones nuevas a viejos problemas se está intentando mover aquellas piezas que llevan demasiado tiempo fijas sobre el tablero, como si estuvieran clavadas. Es decir, se está intentando un cambio profundo y básico en el esquema habitual. Eso, que a algunos les suena como a desastre y al fin del mundo conocido, es lo que carga las tintas sobre su supuesta inviabilidad. Recordemos, sin embargo, que algo que parece utópico no es en realidad imposible. La utopía se refiere a algo que no existe, pero no necesariamente a algo que no pueda existir...
Los que asisten con desagrado, sorprendidos —y quizá algo temerosos— al avance de esta nueva formación, son precisamente los que están en absoluto de acuerdo con el sistema, los apoltronados, los que se benefician de que las cosas estén como están. Son los que suelen decir aquello, por ejemplo, de que si se les subieran los impuestos a los que más tienen, lo único que se conseguiría es que se fueran del país. Así que mejor que sigan siendo los que menos tienen sobre quienes caiga el peso de los tributos.
En fin, repito que no entiendo casi nada de política y que este lugar no es el idóneo, pero hay cosas que gustan de una forma natural. Y el discurso de este joven señor Iglesias (al que los idiotas llaman "el coleta") me parece sumamente atractivo. Quizá sea por simple intuición y algo de empatía, pero hoy me parece el necesario contrapunto frente a tanta bazofia política anclada y supuestamente correcta. Como una voz en el desierto.
Lo más probable es que el desierto no se deje amilanar. Casi seguro que no. Y seguirá siendo desierto mucho tiempo más, quizá por siempre. Que para eso están los celosos guardianes de los valores "sempiternos", los controladores y súbditos del mundo. La gran masa gris formada por los "realistas" (inventores y amantes de la realidad tal como se muestra ahora) y por los desencantados (los que dejaron de creer en los cambios y se resignaron a lo que defienden los anteriores).
Pero, desde aquí dedico mi aplauso a este joven político con leve apariencia de nazareno —y a su grupo, por supuesto—, que ha venido a traernos una voz nueva y fresca. Una voz que, con un claro destello de sinceridad, brilla hoy en medio de ese desierto gris de lo convencional y lo falso, de lo putrescente en que tantos "realistas" han querido siempre ahogarnos, para salvaguardar sus turbios valores y sus manchadas riquezas.
No es en absoluto mi intención poner a Pablo en algo parecido al lugar del héroe, lo pongo en el lugar que le corresponde. Como he dicho antes, es una voz en el desierto, una voz necesaria que viene a cubrir el asfixiante hueco que había en la esfera política de este país. Una voz que nos recuerda que las transformaciones aún son posibles. Que hay esperanza, si hay voluntad. Que, aunque muchos no quieran reconocerlo y muchos otros no lo deseen, la verdad es que podemos.
Le dedico esa imagen del mago Merlín, no porque le identifique con esa figura mítica, ni mucho menos, sino porque le van a hacer falta algunos poderes mágicos para alcanzar la meta que se ha propuesto. Quizá entre todos, se pueda generar esa magia. No puedo evitar dudarlo, porque son demasiadas las sombras contrarias, los muros y los castillos, pero hay que intentarlo. Al menos, de momento, ya tenemos una alegre pincelada de color en el lienzo gris de esa fingida y cochambrosa realidad, que tantos quieren eternizar.
Antonio H. Martín
(28 de noviembre, 2014)
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imagen 1: Merlín, el mago (o quizás otro druida)
imagen 2: Pablo Iglesias (líder de "Podemos")
Hola Antonio.La verdad es que no esperaba encontrarme una entrada así en tu blog, siempre tan intimista ,pero me ha gustado.No "podemos" permanecer ajenos a todo este rosario de corruptelas y descalabros políticos que están conduciendo a esta sociedad a un callejón sin salida.Hay luz al final del túnel y hay que ir a por ella, podemos y debemos...Buen día caminante
ResponderEliminarSí, amiga, es sorprendente hasta para mí mismo, pero alguna vez había que hacerlo. Quizá porque siento cada vez más de cerca ese callejón sin salida...
EliminarSeguro que hay esa luz al final del túnel. Quiero creerlo así. Y personas como Pablo animan a verlo de esa manera.
Saludos.
Me gustaron los versos que elegiste al comienzo de esta entrada tuya tan jugosa. Hacía mucho que no entraba a tu blog, bueno, a casi ningun blog, y he de decir que tu forma de hablar sobre este fenómeno social me ha sorprendido gratamente. Suscribo tus palabras. Un abrazo Antonio.
ResponderEliminarLos versos son quizá sencillos y austeros, pero tienen mucha sustancia, Carmen. Por eso los puse, aunque parezcan no tener relación con lo que viene después.
EliminarMe alegra saber que mis palabras te han sorprendido gratamente y estás de acuerdo con ellas.
Un abrazo, Carmen Media-Luna.
Pues para no entender de política, te expresas con mucho sentido común, mesura y clarividencia...
ResponderEliminarUna cosa es cierta, Podemos podrá provocarnos muchas incertidumbres, pero los que gobiernan nos han colmado de certezas. Y estas no pueden ser más desalentadoras...
Pablo Iglesias expresa en voz alta lo que muchos pensamos. De ahí a resolver los problemas hay un abismo, pero hace falta una alternativa ya.
Los partidos clásicos están quemados y no afrontan la renovación radical que las circunstancias actuales exigen.
Mucho me temo, sin embargo, que los poderes fácticos no se lo pongan fácil a este partido que tantas esperanzas y desconfianzas está provocando.
Un abrazo, Antonio
Gracias, Luis Antonio.
EliminarDe ahí surge precisamente la emergente fuerza de "Podemos", de esas certezas de los sucesivos gobiernos.
Por supuesto que Pablo y su grupo provocan incertidumbres, lógicamente, pero se trata de una apuesta por lo nuevo y desconocido. De una afortunada conversión (o reversión) de ese antiguo y nefasto refrán de que "más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer".
Sí, es evidente que los poderes esos se lo pondrán difícil. Ya digo que va a necesitar mucho apoyo y mucha magia para llegar a la meta. Pero... quizá lo consiga. Y, sinceramente, pienso que sería positivo. Aunque hoy eso nos suene un poco a cuento chino...
Un abrazo.