Aquí escribo,
al filo de la noche,
en este cuaderno de cristal
y humo,
para ahuyentar las sombras.


Con la ventana abierta,
por si viene el pájaro
del sueño.

AMB







lunes, 31 de enero de 2011

El espíritu de las profundidades




EL REDESCUBRIMIENTO DEL ALMA

C. G. Jung


He regresado, otra vez estoy aquí...
Estoy contigo; luego de largos años de vagar
Otra vez he regresado a ti.
¿Debería contarte todo lo que he visto, experimentado, bebido
en mi interior?
¿O no quieres oír nada acerca de todo el ruido de la vida y el
mundo?
Pero una cosa debes saber, una cosa he aprendido, que hay
que vivir esta vida.
Esta vida es el camino, el más buscado, el camino hacia lo
incomprensible, que llamamos divino.
No hay otro camino.
Todos los caminos son senderos falsos.
Yo hallé el camino correcto, me condujo hacia ti, a mi alma.
Regreso, moderado y purificado.
Entonces yo estaba totalmente absorto en el espíritu de los tiempos
y pensaba en forma diferente que el alma humana.
Pensaba y hablaba mucho acerca del alma; sabía muchas palabras
eruditas acerca del alma; la juzgaba y hacía de ella
un objeto científico.
No consideré que el alma no puede ser objeto de mi juicio
y conocimiento. Mucho más son mi juicio y mi conocimiento
el objeto de mi alma.
Por lo tanto el espíritu de las profundidades me presionaba
para que hablara a mi alma, para que la llamara como un ser vivo
e independiente cuyo redescubrimiento significa la buena
fortuna para mí. Me había perdido de mi alma, durante muchos
años.
El espíritu de las profundidades ve el alma como un ser
independiente, vivo, y con ello contradice al espíritu de los tiempos
para quien el alma es algo dependiente de la persona,
que se deja ordenar y juzgar, es decir, algo cuyo alcance
podemos captar.
Ante el espíritu de las profundidades, este pensamiento es
presunción y arrogancia. Por lo tanto, el gozo de mi redescubrimiento
fue humilde... Sin el alma no hay forma de salir de este tiempo.


Carl Gustav Jung

("Memorias, sueños, reflexiones")


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Esta reflexión del maestro Jung me hace recordar esos momentos sumamente especiales y gratificantes, en los que sentimos que regresamos al hogar interior, a ese hogar del que estábamos tan alejados... Es entonces como si se permutara la pérdida y el desasosiego por la alegría del reencuentro, por la paz de estar de nuevo en la vieja y añorada casa.
Quizá la vida se compone de eso, de encuentro, desencuentro y reencuentro, como en un vaivén de olas que vienen, se van y luego vuelven. Y que aunque nunca sean las mismas, sí lo son en el fondo, porque forman parte de la interminable danza del mar.
Jung nos habla asimismo del espíritu de las profundidades, en contraposición al espíritu de los tiempos... Me gusta mucho esa imagen, y es así como lo siento. Algo parecido intentaba yo expresar, humildemente, con aquello de la diferencia entre la mirada del mundo y la mirada del sueño. La primera está atada a los acontecimientos y cosas cotidianas, condicionada por lo que oye y ve, por lo que la rodea; mientras que la segunda tiende a escuchar y mirar de forma muy distinta, como si bebiera de una fuente interna que la hace traspasar el velo del mundo.
Es, efectivamente, un regreso al alma, esa entidad luminosa que llevamos dentro y que está directamente conectada al espíritu de las profundidades, al océano del inconsciente... Esa entidad que nos habla a menudo, con el lenguaje que le es propio: el lenguaje del sueño.

En otra página del mismo libro nos dice Jung: "Colmado de orgullo humano y enceguecido por el presuntuoso espíritu de los tiempos, busqué durante mucho tiempo mantener al otro espíritu alejado de mí. Pero no me detuve a considerar que el espíritu de las profundidades desde tiempos inmemoriales y para siempre poseía un poder mayor que el espíritu de los tiempos, que cambia con las generaciones y se marchita con las flores del verano... El espíritu de las profundidades cogió mi entendimiento y todo mi conocimiento y los colocó al servicio de lo inexplicable y paradójico, o más bien, lo que así les parecería a las personas de esta época. Me robó el poder para hablar y escribir acerca de nada que no estuviera a su servicio, es decir al servicio de la fusión del sentido y la insensatez..."

¿Otra forma del "tirano interior" del que hablaba Nietzsche? En todo caso, lo que está claro es que existe, y puede condicionar de por vida el comportamiento y la manera de pensar y sentir de cualquiera; de cualquiera que tenga la suficiente sensibilidad para oír su voz. Pero ese condicionamiento no es ninguna prisión, sino una orden clara y contundente que obliga a la impecabilidad, que no nos permite hacer otra cosa que no sea seguir el camino correcto, y atender sólo a aquello que es realmente valioso. Ya dije en una ocasión que ese "tirano" es el mejor de los amigos...

Y por otra parte, seguramente Jung, después de haber vuelto al hogar primigenio de su ser y haber redescubierto el tesoro tanto tiempo olvidado de su alma, se quedó allí ya para siempre... Pero no todos tenemos la entereza y determinación del doctor suizo. Muchos de nosotros somos más frágiles de voluntad, más inconstantes y olvidadizos. Y nuestra veleidad nos lleva a abandonar lo encontrado, a perder lo conseguido; y casi sin darnos cuenta nos hayamos otra vez en medio del laberinto, sin saber ni por dónde entramos ni cómo salir...
La voz del espíritu de los tiempos nos llama con fuerza de vez en cuando, nos engatusa con sus oropeles y, literalmente, nos arrastra... Así que, después de un período de ceguera, hemos de volver a buscar aquello que ayer teníamos en las manos.
Lo mejor en estos casos es nadar en esa laguna de silencio de la que hablé hace tiempo. Porque allí es mucho más fácil escuchar la voz grave y fuerte del espíritu de las profundidades.


Antonio H. Martín
(31 de enero, 2011)




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- "Tower of Subconsciousness", por Jacek Yerka (2008)
- C. G. Jung

12 comentarios:

  1. Increíble sincronicidad, Antonio (una vez más):
    Precisamente me encuentro releyendo esta joya de liobro, la Autobiografía de Carl Gustav Jung.

    Memories, Dreams & Reflections es uno de los mejores libros que he leído jamás. Me fascina sumergirme en estas "profundidades" del inconsciente y el mundo onírico, de la mano de este genio de la humanidad.Muchas veces, más vale re-leer un buen texto conocido queaventurarse en los bestsellers de actualidad.
    Felicidades por esta entrada. Y un abrazo

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  2. Hummmm, está vd. rozando el larguero, señor mío. Y aunque ando sin muchas ganas... lo mismo me animo y cualquier día, comenzamos... ¿comenzamos? casi mejor decir, seguimos... la contienda inacabada (me debe vd. una jeje)
    Yo es que oigo "tirano interior" o Nietzsche y se me dispara el "tic" de la ceja ¡que quieres!

    En fin, ya veremos... pero eso sí, interpretaciones aparte, totalmente de acuerdo con Liz y contigo en una cosa: ese libro es una auténtica joya. Como casi todo lo del Maestro C.G.Jung.

    Buena entrada, y con "miga".

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  3. Sí, el maestro Jung tenía razón... ¡la sincronicidad existe! jajaja.
    Ya lo creo que existe, y me alegro mucho de que así sea.

    Hesse solía decir que Jung era "una montaña", y estoy totalmente de acuerdo. Una montaña que se atrevió, contra viento y marea, a alejarse de lo convencional para internarse en las procelosas pero fascinantes aguas profundas del inconsciente.

    "Bestseller" o no, lo cierto es que la obra de Herr Jung tiene un puesto muy notable en la historia del conocimiento del alma.
    Alguien capaz de dejar a Freud con la boca abierta, no era un hombre cualquiera. De eso no hay duda.

    Un gran abrazo, amiga de las profundidades, que como sabes están llenas de luz.

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  4. Hola, Crystal, batalladora incombustible, jeje.
    Cuando gustes seguimos esas lides amistosas y enriquecedoras (al menos para mí), con espadas laser del modelo dialéctico. La mía está ya muy mellada, pero... presentará batalla.

    Por supuesto que sí: ese libro, como tantos otros del maestro de Küsnacht. es una gema inapreciable.
    Así que habrá que comerse esa "miga".

    Un abrazo, amiga de las galaxias cuánticas.

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  5. Los freudianos y lacanianos que, como sabes me interesan, critican mucho a Jung. Sin embargo, hay cosas que sí, ¿por qué no? el redescubrimiento del alma (precioso texto) la sincronía de la que habláis...
    Un abrazo, Antonio.

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  6. Hola, Bel M.

    Qué curioso: otro fenómeno sincronístico. Últimamente no sueles pasarte por aquí, o no dejas huella, y has venido justo en esta entrada, coincidiendo con la entrevista que te hicieron hace muy poco en la radio, que versaba, si no recuerdo mal, sobre la relación entre el psicoanálisis y la literatura.
    Entrevista que aún no he tenido tiempo de escuchar, pero que escucharé en breve con sumo interés.
    Tienes razón: casi todas las escuelas psicoanalíticas rechazan la mayor parte de la obra de Jung. Fue muy sonada su ruptura con el profesor Freud, y eso quedó en los anales de la historia del psicoanálisis como una mancha indeleble.
    La recusación hacia Jung imagino que fue y es por motivos de academicismo. No entro en detalles, porque los desconozco, pero me atrevo a aventurar que el "pecado" de Jung fue el de atreverse a entrar en otros ámbitos, fuera del círculo científico al uso, y a intentar ver los asuntos del alma desde otras miradas.

    Para los académicos y ortodoxos era inadmisible que un prestigioso doctor que había empezado su brillante carrera en la escuela freudiana, y que incluso había sido señalado como el sucesor de Freud, se dedicara después a estudios alquímicos, taoístas y parapsicológicos. De todo punto inadmisible. Muchos pensaron que era un excéntrico o que estaba algo loco. Y en todo caso, que era una vergüenza para el psicoanálisis.
    Pero bueno, la historia se ha cebado con muchos que en principio parecían inviolables y que nunca se iban a caer de la estatua. También Freud ha sido duramente criticado...
    Jung, con sus diferencias, con sus extrañas incursiones en mundos prohibidos, ha quedado como una figura enorme, llena de peso y valor. Como ya he señalado en otro comentario, Hermann Hesse decía de él que era "una montaña".

    Y tú, Bel, aun prefiriendo a Freud y a Lacan, has sabido encontrar uno de esos valores: el poético.
    De eso se trata, amiga, de tener la suficiente sensibilidad y claridad de juicio para saber ver las gemas escondidas, independientemente de etiquetas y prejuicios.
    Y en el bosque llamado Jung hay muchas de esas gemas.

    Un abrazo.

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  7. Lo primero que vi al entrar en tu blog fue la imagen...me quede contemplando e imaginando lo que nos querria decir el autor...creo que divagaría mucho tiempo sobre ella.
    Sentir que llegamos al hogar, ya sea interior o exterior siempre es sentirnos felices y reconfortables.
    Un saludin.

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  8. Hola Antonio. Leí tu aclaración a esta entrada y me parece que lo que escribiste está al margen de toda discusión. Es materia que dejó de serlo cuando atravesó tu corazón. Díste nombre a una isla y lejos de sus orillas, el nenúfar desató su flor. Un abrazo.

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  9. Nos conectamos con el espíritu de las profundidades cuando nuestra alma es removida, sacudida, despertada. Lo experimento ahora y veo qué insignificante es la realidad que me rodea, ¡cuánta importancia se da a asuntos insulsos! He podido conectarme antes con el espíritu de las profundidades. No lo hice, quizá conscientemente, aunque... ¿alguna vez somos conscientes de algo? No. No hasta que se experimenta la pérdida. Yo me entiendo. Quiero decirte que tu escrito me ha sacudido. Y el de Jung también.

    Blanca

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  10. Hola, Malú.

    El cuadro se titula "La torre del subconsciente", o sea que el asunto está muy claro. Y los cuadros de Yerka suelen poseer esa cualidad que atrapa, fascina y da qué pensar.
    Estoy de acuerdo, Malú, llegar al hogar es lo mejor que puede pasarnos, se encuentre éste donde se encuentre.

    Un saludo, amiga astur.

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  11. Gracias, Eli.
    No creo ser tan bueno como dices, pero desde luego lo que sí es cierto es que todo lo aquí escrito pasa por el tamiz del corazón.
    Gracias por leer la nota aclaratoria.

    Un abrazo, poeta.

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  12. No solemos ser del todo conscientes de nuestros actos, porque casi siempre nos arrastra la vorágine cotidiana, esa que coloca un velo sobre todas las cosas, tejido en el taller del espíritu de los tiempos.
    Y es, como dices, al sentir una sacudida cuando ese velo se rompe, se abren puertas y ventanas y podemos conectar con el otro espíritu, el viejo, el profundo.

    Un saludo, Blanca.

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