
Un hermoso oasis verdeante y florido miró a su alrededor y no vio en torno a sí otra cosa que desierto; en vano trató de divisar algo igual a sí mismo. Entonces prorrumpió en este lamento:
"¡Ay de mí, infeliz oasis aislado! ¡He de permanecer solo! ¡En ninguna parte hay nada igual a mí, más aún, en ninguna parte hay siquiera unos ojos que me vean y se alegren con mis prados, mis fuentes, mis palmeras y arbustos! Lo único que me rodea es el triste, arenoso, rocoso desierto sin vida. ¡De qué me sirven en este abandono todas mis prendas, bellezas y riquezas!"
Habló entonces su viejo y gris padre, el desierto:
"Hijo mío, si las cosas fueran diferentes, si yo no fuese el triste y seco desierto, sino que estuviese florido, verde y lleno de vida, tú no serías un oasis, un lugar privilegiado, al que ya de lejos ensalzan en sus relatos los caminantes, sino que serías nada más que una pequeña parte de mí y, como tal, algo minúsculo que nadie notaría. Por ello soporta con paciencia lo que es la condición de tus excelencias y tu fama."
Arthur Schopenhauer
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Este texto de Schopenhauer me hace pensar... Un oasis sólo existe como tal si está rodeado de desierto. Un oasis, por el hecho de serlo, con su agua y sus palmeras, ha de vivir siempre solo, visitado ocasionalmente por los caminantes que tengan la suerte de encontrarlo. ¿Es esto así, es cierto?
Pues parece que sí. Y esa imagen es facilmente extrapolable a la vida humana. Hay muchos solitarios en este mundo desértico, muchos, y algunos brillan como pequeños oasis, y se quejan de sus soledades, de que sus colores, sus voces y su música no los ve ni escucha nadie. Pero es que... son oasis. Y los oasis están para encontrarlos en medio del desierto.
Si todo el mundo fuera un oasis, quizá sería demasiado fácil y aburrido. Y si todo el mundo fuera un desierto, estaríamos en un mundo muerto.
Al oasis se le llama así, por contraste con el desierto, y viceversa. El cielo nocturno es oscuro, negro, profundo, abismal, pero en él brillan las estrellas. Si todo fuera oscuridad, o si todo fueran estrellas... no existiría la vida.
Como siempre, la cuestión anda entre equilibrios, balanzas y armonías. El secreto está en saber cruzar el puente sin caer al río, el secreto está en que si caes al río debes saber nadar. El oasis está en eso, y así, mientras el padre desierto nos mira asombrado, nosotros sonreímos.
Antonio HM.
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-imagen: "Desde el silencio" (sand on the table)
por Isidro Castro