
EL REDESCUBRIMIENTO DEL ALMA
C. G. Jung
He regresado, otra vez estoy aquí...
Estoy contigo; luego de largos años de vagar
Otra vez he regresado a ti.
¿Debería contarte todo lo que he visto, experimentado, bebido
en mi interior?
¿O no quieres oír nada acerca de todo el ruido de la vida y el
mundo?
Pero una cosa debes saber, una cosa he aprendido, que hay
que vivir esta vida.
Esta vida es el camino, el más buscado, el camino hacia lo
incomprensible, que llamamos divino.
No hay otro camino.
Todos los caminos son senderos falsos.
Yo hallé el camino correcto, me condujo hacia ti, a mi alma.
Regreso, moderado y purificado.
Entonces yo estaba totalmente absorto en el espíritu de los tiempos
y pensaba en forma diferente que el alma humana.
Pensaba y hablaba mucho acerca del alma; sabía muchas palabras
eruditas acerca del alma; la juzgaba y hacía de ella
un objeto científico.
No consideré que el alma no puede ser objeto de mi juicio
y conocimiento. Mucho más son mi juicio y mi conocimiento
el objeto de mi alma.
Por lo tanto el espíritu de las profundidades me presionaba
para que hablara a mi alma, para que la llamara como un ser vivo
e independiente cuyo redescubrimiento significa la buena
fortuna para mí. Me había perdido de mi alma, durante muchos
años.
El espíritu de las profundidades ve el alma como un ser
independiente, vivo, y con ello contradice al espíritu de los tiempos
para quien el alma es algo dependiente de la persona,
que se deja ordenar y juzgar, es decir, algo cuyo alcance
podemos captar.
Ante el espíritu de las profundidades, este pensamiento es
presunción y arrogancia. Por lo tanto, el gozo de mi redescubrimiento
fue humilde... Sin el alma no hay forma de salir de este tiempo.
Carl Gustav Jung
("Memorias, sueños, reflexiones")
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Esta reflexión del maestro Jung me hace recordar esos momentos sumamente especiales y gratificantes, en los que sentimos que regresamos al hogar interior, a ese hogar del que estábamos tan alejados... Es entonces como si se permutara la pérdida y el desasosiego por la alegría del reencuentro, por la paz de estar de nuevo en la vieja y añorada casa.
Quizá la vida se compone de eso, de encuentro, desencuentro y reencuentro, como en un vaivén de olas que vienen, se van y luego vuelven. Y que aunque nunca sean las mismas, sí lo son en el fondo, porque forman parte de la interminable danza del mar.
Jung nos habla asimismo del espíritu de las profundidades, en contraposición al espíritu de los tiempos... Me gusta mucho esa imagen, y es así como lo siento. Algo parecido intentaba yo expresar, humildemente, con aquello de la diferencia entre la mirada del mundo y la mirada del sueño. La primera está atada a los acontecimientos y cosas cotidianas, condicionada por lo que oye y ve, por lo que la rodea; mientras que la segunda tiende a escuchar y mirar de forma muy distinta, como si bebiera de una fuente interna que la hace traspasar el velo del mundo.
Es, efectivamente, un regreso al alma, esa entidad luminosa que llevamos dentro y que está directamente conectada al espíritu de las profundidades, al océano del inconsciente... Esa entidad que nos habla a menudo, con el lenguaje que le es propio: el lenguaje del sueño.
En otra página del mismo libro nos dice Jung: "Colmado de orgullo humano y enceguecido por el presuntuoso espíritu de los tiempos, busqué durante mucho tiempo mantener al otro espíritu alejado de mí. Pero no me detuve a considerar que el espíritu de las profundidades desde tiempos inmemoriales y para siempre poseía un poder mayor que el espíritu de los tiempos, que cambia con las generaciones y se marchita con las flores del verano... El espíritu de las profundidades cogió mi entendimiento y todo mi conocimiento y los colocó al servicio de lo inexplicable y paradójico, o más bien, lo que así les parecería a las personas de esta época. Me robó el poder para hablar y escribir acerca de nada que no estuviera a su servicio, es decir al servicio de la fusión del sentido y la insensatez..."
¿Otra forma del "tirano interior" del que hablaba Nietzsche? En todo caso, lo que está claro es que existe, y puede condicionar de por vida el comportamiento y la manera de pensar y sentir de cualquiera; de cualquiera que tenga la suficiente sensibilidad para oír su voz. Pero ese condicionamiento no es ninguna prisión, sino una orden clara y contundente que obliga a la impecabilidad, que no nos permite hacer otra cosa que no sea seguir el camino correcto, y atender sólo a aquello que es realmente valioso. Ya dije en una ocasión que ese "tirano" es el mejor de los amigos...
Y por otra parte, seguramente Jung, después de haber vuelto al hogar primigenio de su ser y haber redescubierto el tesoro tanto tiempo olvidado de su alma, se quedó allí ya para siempre... Pero no todos tenemos la entereza y determinación del doctor suizo. Muchos de nosotros somos más frágiles de voluntad, más inconstantes y olvidadizos. Y nuestra veleidad nos lleva a abandonar lo encontrado, a perder lo conseguido; y casi sin darnos cuenta nos hayamos otra vez en medio del laberinto, sin saber ni por dónde entramos ni cómo salir...
La voz del espíritu de los tiempos nos llama con fuerza de vez en cuando, nos engatusa con sus oropeles y, literalmente, nos arrastra... Así que, después de un período de ceguera, hemos de volver a buscar aquello que ayer teníamos en las manos.
Lo mejor en estos casos es nadar en esa laguna de silencio de la que hablé hace tiempo. Porque allí es mucho más fácil escuchar la voz grave y fuerte del espíritu de las profundidades.
Antonio H. Martín
(31 de enero, 2011)

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- "Tower of Subconsciousness", por Jacek Yerka (2008)
- C. G. Jung