Este es el consejo que dio el viejo marinero a los muchos que le escuchaban, atentos y en respetuoso silencio, en el muelle del puerto, en aquella mágica hora de un atardecer antiguo:
"Conquistar el paraíso que hay oculto dentro de la vida, saber encontrar ese pozo escondido en el desierto...
"Ésta es nuestra más importante misión, y aunque sea una misión ciertamente difícil, en la que tendremos que sortear mil obstáculos y atravesar toda una sombría selva llena de peligros, merece con mucho el esfuerzo de llevarla a cabo.
"Si no seguimos esa misión, si no escuchamos la voz de ese reto y no encontramos el coraje para seguirla, nuestra vida no será más que una pálida y miserable sombra de lo que quizá pudo ser.
"Tenemos que abrir bien los ojos, para intentar que lo hasta ahora invisible se haga visible, que nos muestre su rostro diáfano y desnudo. Tenemos también que abrir nuestros oídos, para poder escuchar esa música lejana cuya melodía sólo hemos logrado acariciar levemente en algún sueño.
"Emprendamos el viaje en busca del tesoro de la vida. Montemos en nuestro frágil barco de madera, despleguemos las velas y zarpemos hacia la mayor de las aventuras.
"Y que un buen viento nos acompañe en la travesía, y nos lleve hacia nuestro destino.
"La estrella que buscamos está allí, en algún lugar más allá del océano."
AHM. (2008)