Aquí escribo,
al filo de la noche,
en este cuaderno de cristal
y humo,
para ahuyentar las sombras.


Con la ventana abierta,
por si viene el pájaro
del sueño.

AMB







viernes, 23 de octubre de 2015

Sueños con luna




    «... Poseía ese don glorioso aunque funesto, común a los poetas y los niños, por el que con unos pocos detalles insignificantes el alma construye para sí todo un cielo donde habitar.»  

Algernon Blackwood
(El valle perdido - 1910)


    Me dijo hace poco el amigo Alberto Linde que en el país del sueño todas las noches son de luna llena. Al menos, en todos los sueños a los que él había viajado. El sentido de esto se nos escapa... Pero quizá se trate de algo bien simple: es evidente que la luz de la luna llena ayuda mucho a ver con mayor nitidez en un escenario nocturno, y seguramente el inconsciente se sirve de ello para mostrar cualquier detalle valioso del sueño. Aparte del efecto estético que esa luz supone proyectada sobre cualquier paisaje, dotándolo de un cierto encanto, que —no se sabe bien por qué— le da un toque como de magia.
    No creo que Alberto esté de acuerdo con esta apreciación, porque para él (como he señalado otras veces) lo que llama «país del sueño» nada tiene que ver con lo que normalmente consideramos como sueños, sino que se trata de algo así como otra dimensión, con lo cual el propio inconsciente no actúa sobre las características del sueño, ni en un sentido ni en otro. De modo que si en uno de esos sueños o viajes se ve una luna llena es porque efectivamente la hay, no por causa de una manipulación del inconsciente personal del individuo que está viviendo la historia.     
    Mis propios sueños son últimamente demasiado complejos, enrevesados y sin gracia como para contarlos, enredados en exceso en cuestiones que tienen mucho que ver con lo trivial y mundano. Pero no así los de mi amigo, que continúa haciendo sus particulares «viajes» por tierras que muchas veces rayan —o incluso entran de lleno— en la esfera de lo fantástico. Hasta ahora sólo me ha contado pequeños fragmentos sueltos de esos sueños, pero es muy probable que pronto rompa su reserva y me narre alguno de ellos más completamente, con lujo de detalles, visión de conjunto y sentido de historia, con lo que podré escribirlo yo aquí. A mi manera particular, pero intentando siempre ser fiel al relato original de mi amigo.  
    Espero que sea uno de esos sueños con luna llena...


Antonio H. Martín
(23 de octubre, 2015)

4 comentarios:

  1. Mis sueños, cada vez más escasos y complejos , siempre han sido en blanco y negro.

    Un abrazo

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  2. Hola, Luis Antonio.
    Lo de "complejos" me lo creo, pero lo de "escasos" no. Lo que ocurre es que cada vez vamos estando más lejos de cierta conexión... Y por eso recordamos menos. Pero te aseguro que seguimos soñando, ¡y mucho! Es una pura necesidad, mental y también fisiológica.
    En cuanto al blanco y negro, ningún problema. Recuerda que las mejores películas se rodaron en blanco y negro (aunque ya existía el technicolor). Por aquello de que así se intensifican rasgos y escenas, sobre todo en los dramas.
    Por lo demás, no he hablado yo nada de colores en los sueños... Y además, en blanco y negro queda muy bien una luna llena.

    Un abrazo, amigo viajero.

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  3. Dile a tu amigo Alberto que no deje de soñar.Espero la luna llena...

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    Respuestas
    1. Estate tranquila, amiga (si es que eres quien pienso), para Alberto es imposible dejar de soñar... No sabría existir sin sus viajes al país del sueño. Son para él una pura necesidad, su escogida aventura personal y el más valioso tesoro que posee. Sin esas gemas de vida que son sus sueños, se mustiaría como una flor en invierno.
      En cuanto a la luna... también yo espero que pronto me cuente alguna de sus últimas aventuras por su querida tierra de sueños. Por supuesto, con luna llena.

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