Era una mañana aparentemente normal. El cielo estaba claro, casi sin nubes, y los sonidos que se oían eran los de siempre, el murmullo como lejano de un pueblo tranquilo. Había dormido bien, de un tirón, sin esas sombras que últimamente le asaltaban en medio de la noche obligándole a pasear por la casa vacía, como buscando un hilo de luz en su conciencia. Se sentía descansado y con fuerzas para empezar el nuevo día. Pero al mirarse en el espejo del cuarto de baño, notó que en su rostro había un gesto extraño.
Vio algo en su mirada que decía: "Ya todo está hecho. Tú estás
hecho. Sabes lo que hiciste en el pasado, en los años ruidosos y en los serenos, cuando creías en ti y cuando no, cuando sentías la voz de la vida y cuando no sentías nada. Muchos caminos has andado, los rutinarios, que devoran el tiempo, y los diferentes, esos que llamabas mágicos, que escapan más allá del tiempo y traspasan la línea del horizonte. Todo eso está guardado en tu memoria, todo eso lo sabes. Y tienes también una idea muy concreta de lo que harás mañana y pasado mañana. Lo sabes. Porque ya todo está hecho. Tú estás hecho..."
Reconoció a la sombra, por lo que decía y por cómo lo decía. Ésta se apartó, pero siguió allí, mirándole desde el fondo del espejo.
-No te esperaba esta mañana, sombra.
-Yo siempre estoy a tu lado.
-Ya, pero no siempre te veo y hoy creía que era uno de esos días en que puedo olvidarme de ti.
La sombra esbozó una sonrisa maliciosa.
-Eres un inconsciente si crees eso. Formo parte de ti y siempre estaré contigo, me veas o no, me recuerdes o no.
-Bien, de acuerdo, eres mi sombra, no podemos separarnos, pero quizá pueda conquistarte...
-¿Conquistarme?
-Sí. Acabas de decir que todo está hecho, que yo estoy hecho, y que mi vida futura no será sino una repetición del pasado. ¿No suena esto absurdo?
-Lo es. Pero es que así es tu vida, así eres tú: absurdo. Por eso sabes que no harás nada distinto de lo que ya has hecho.
-Yo no sé eso que dices.
-¡Ja!
-Mira, sombra, más de una vez te he ahuyentado con un golpe de luz, y volveré a hacerlo.
-Haz como gustes. Lo único que consigues con eso es que me esconda, no que me vaya. Yo siempre andaré cerca.
-De acuerdo, tienes razón. Pero escucha: ¿ves ese monte de ahí enfrente, ese que se recorta contra el cielo del amanecer?
-Sí, lo veo, ¿y qué?
-Ese es el monte de los sueños...
-Ya estás fantaseando.
-No, vieja enemiga, ese monte es real y en él habitan los sueños. No me preguntes cómo lo sé, pero lo sé.
-Bueno, ¿y qué pasa con eso?
-Pues que pienso subir allí uno de estos días.
-¿Al monte de los sueños?
-Sí, y sé que cuando llegue arriba encontraré el secreto.
-¿El secreto? ¿Qué secreto?
-El secreto de cómo borrarte.
Dicho esto, hubo una ondulación como de agua en la imagen del espejo, y la sombra desapareció. Volvería, o quizá no, pero esto le dio un respiro y supo que por fin ese día iba a ser tranquilo, tal vez diferente... Sí, no tenía por qué esperar más: empezaría hoy mismo el camino hacia el monte de los sueños...
Antonio H. Martín
The Mountain from
Terje Sorgjerd on
Vimeo.
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- vídeo: Terje Sorgjerd
- música: Ludovico Einaudi
- foto: Ahm