Aquí escribo,
al filo de la noche,
en este cuaderno de cristal
y humo,
para ahuyentar las sombras.


Con la ventana abierta,
por si viene el pájaro
del sueño.

AMB







domingo, 14 de julio de 2013

La fuerza madre



    «No te dejes vencer por nada extraño a tu espíritu; piensa, en medio de los accidentes de la vida, que tienes dentro de ti una fuerza madre, algo fuerte e indestructible, como un eje diamantino, alrededor del cual giran los hechos mezquinos que forman la trama del diario vivir; y sean cuales fueran los sucesos que sobre ti caigan, sean de los que llamamos prósperos, o de los que llamamos adversos, o de los que parecen envilecernos con su contacto, mantente de tal modo firme y erguido, que al menos se pueda decir siempre de ti que eres un hombre.»

Ángel Ganivet 
(1865-1898)


    Me encuentro por la mañana con estas palabras de Ganivet, en un artículo de J. M. de Prada (www.xlsemanal.com/prada), que titula "El eje diamantino". Palabras que me recuerdan lo que solía decirme a mí mismo en otros tiempos, cuando aquellas sombras y dudas de la juventud le ponían a uno entre la espada y la pared... Prada elogia las palabras de Ganivet, pero asimismo advierte que éste acabó suicidándose antes de cumplir los treinta y tres años, arrojándose a las heladas aguas de un río... Luego, hace una breve reflexión sobre la fortaleza del alma humana y sobre el origen de su enfermedad: la desesperación.
         Pero lo que me interesa de las frases de Ganivet es esa mención de una fuerza madre, una fuerza que reside en nuestro interior y es lo que a veces nos hace sentir que podemos superar cualquier dificultad, y nos ayuda a hacerlo. Ese "eje diamantino" que yo de joven llamaba, simplemente, "magia". Y creo que es exactamente a lo que se refiere el I Ching cuando, en el hexagrama Wu Wang (Lo inesperado), dice: «Ni aunque se tire se puede perder lo que a uno le pertenece realmente.»
    Sentir esa fuerza madre es lo que siempre ando buscando. Algunas veces lo consigo, y otras no. Porque la claridad del paisaje mental no es siempre la misma, y muchas veces los puentes se bloquean y las puertas se cierran. Mucho he escrito ya sobre ello en este cuaderno...
    Y quiero decir que, a pesar de su oscuro final, me ha alegrado encontrarme con las palabras de Ganivet (cuya obra desconozco) en esta soleada mañana de domingo, y comprobar con ello que también él era un caminante y podía ser mi amigo. Son pequeños e inesperados encuentros que nos hacen sentir como una grata brisa de compañía, una cuyo perfume suaviza las duras aristas de este mundo.    
      

Antonio H. Martín

4 comentarios:

  1. Es muy agradable abrir tu blog y encontrarme con tus palabras.
    Un beso

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  2. Que te sea agradable lo que lees aquí, es para mí motivo de satisfacción, amiga. Porque esa es una de las causas principales por las que abrí este cuaderno hace años. Así que me alegro.
    Un abrazo, Malú.

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  3. Fer Abocadejarro ha dejado un nuevo comentario en su entrada "La fuerza madre":

    Gracias: hoy me siento también yo acompañada por este amigo, por tu imagen familiar y por tí, que aunque no te frecuente demasiado, siempre tienes algo importante y vital para transmitirme.

    Muchas gracias, estimado Antonio!

    Fer

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    Respuestas
    1. Hola, Fer, y gracias por tu comentario.
      No sabía que tienes problemas con tu blog, por eso lo he copiado.
      Me alegra saber que encuentras algo de valor en mis entradas.

      Un abrazo, amiga.

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