Aquí escribo,
al filo de la noche,
en este cuaderno de cristal
y humo,
para ahuyentar las sombras.


Con la ventana abierta,
por si viene el pájaro
del sueño.

AMB







jueves, 21 de febrero de 2013

A partir del caos

           

  Transcribo aquí las dos primeras páginas del capítulo que el profesor Ziolkowski dedicó a El lobo estepario, de Hesse. Leerlas hoy, después de muchos años, me ha vuelto a confirmar en mi condición de eso mismo, es decir, de lobo estepario. Si bien no he llegado, ni de lejos, a la altura y profundidad del escritor (al que hace tiempo me gusta llamar cariñosamente "el tío Hermann"), sí puedo reconocer ciertos rasgos básicos, similitudes y tonos que dicen de mí que, efectivamente, soy uno de ellos. Lo que eso signifique en mi vida, y si es positivo o no, merecería quizás un escrito aparte. De momento, sólo diré que parece que cada uno tiene su particular estilo, un modo personal de percibir y de reaccionar ante los hechos de la existencia, como una actitud natural no elegida, un lenguaje individual, y desde ahí camina y vive. En mi caso, ese estilo tiene mucho que ver con el del lobo estepario.
  Y ahora os dejo con las interesantes palabras del profesor, que van precedidas por una cita del propio Hesse.


Antonio H. Martín


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  Cerca del comienzo de El lobo estepario hay un notable pasaje en el cual Harry Haller, el autor de la narracción en primera persona, esboza el curso de su carrera. A menudo ha experimentado, dice al empezar, períodos de extrema desesperación.

  "En cierta ocasión perdí mi reputación cívica junto con mi fortuna y tuve que aprender a prescindir del respeto de quienes antes se sacaban el sombrero ante mí. La vez siguiente mi vida familiar se derrumbó de un día para otro: mi esposa, que había llegado a perder la razón, me echó del hogar y de la felicidad. El amor y la confianza se transformaron súbitamente en odio y mortal batalla. Los vecinos me miraban con piedad y desprecio. Por aquel entonces empezó mi soledad. Y nuevamente —años, duros y amargos años más tarde— después de haber construido una nueva vida e ideal ascético-espirituales en absoluta soledad y con laboriosa autodisciplina, después de haber alcanzado otra vez cierta quietud y elevación en mi vida, dedicado a ejercicios abstractos de pensamiento y de meditación estrictamente reglamentada, esta forma de vida, también, se destrozó y perdió de pronto su noble, sublime sentido."

  Este pasaje puede leerse como un relato autobiográfico sin mezcla. Hesse se está refiriendo claramente a sus años de crisis y a su lucha, en el período comprendido entre Demian y Siddharta, por construir a partir del caos de aquella época un nuevo ideal en el cual pudiese creer —el ideal que logró después de su novela hindú—. De hecho, El lobo estepario es más abiertamente autobiográfico que ninguna otra obra de ficción de Hesse. Casi todos los detalles de la caracterización de Harry Haller —desde su ciática, sus gafas y aspecto físico general, hasta sus hábitos de lectura y opiniones políticas— están tomados de la vida y la persona del propio Hesse. Ya hacia 1924 Hesse había comenzado a autodenominarse "una bestia de las estepas", porque se sentía muy alienado de la sociedad a la que había regresado después de su exilio voluntario en las montañas del sur de Suiza. En 1926 publicó un grupo de poemas autobiográficos en el Neue Rundschau bajo el título colectivo "El lobo estepario: Un diario en verso". (Los poemas fueron reimpresos en 1928 como parte del volumen Crisis.) Con esta palabra, "Steppenwolf", que puede traducirse del mejor modo como "lobo solitario", Hesse estaba tratando de delinear su propia situación específica: la de un hombre que se sentía tan aparte del mundo de la gente normal, que era como un lobo entre los corderos de la sociedad burguesa porque su existencia misma amenazaba los ideales, creencias y modo de vida de aquélla.
  Pero, en último análisis, los antecedentes y detalles autobiográficos contribuyen sólo a la textura de la novela. Mucho más significativo es el hecho de que El lobo estepario retrata un fenómeno general de nuestra época: la tragedia del intelecto desesperado. Harry Haller, el intelectual de cuarenta y ocho años que puede soportar la vida sólo porque se ha prometido a sí mismo el lujo del suicidio para cuando cumpla la cincuentena, es un caso extremo, pero su dilema es típico. ¿Cuántos hombres, dedicados verdaderamente a una vida de la mente, pueden decir honradamente que jamás han tenido momentos de duda? ¿Cuántos no han sufrido como el Tonio Kröger de Thomas Mann, con la corrosiva conciencia de que las cualidades mismas que más estiman los han apartado del mundo y de los placeres de una existencia menos problemática? ¿Cuántos no han sentido el profundo aislamiento del intelectual y se han preguntado al mismo tiempo, secreta y frenéticamente, si el ideal espiritual es un sucedáneo adecuado o siquiera honrado de la vida que han abandonado?
  Quienes jamás hayan conocido estas dudas atormentadoras encontrarán incomprensible El lobo estepario, o no verán en él, como ha ocurrido con muchos lectores, sino una eulogía a los placeres de la carne. En muchas de sus cartas y en su epílogo a la edición de esta novela aparecida en 1941 Hesse se lamentó del hecho de que este libro se topó con más malentendidos que cualquiera de sus otras obras. Pero hay muchos que han sufrido la misma desesperanza —la historia intelectual europea del siglo XX es un catálogo de casos— y la novela está dedicada a ellos: a los "locos" de la dedicatoria, aquellos que, según las palabras de Una mirada al caos, son "locos" porque han aprendido a afirmar el caos de su naturaleza sin poner en tela de juicio el ideal. En el segundo nivel de individuación de Hesse los hombres están suspendidos en un limbo entre el mundo y un ideal más alto, participando aún de ambos ámbitos, pero sin estar totalmente a sus anchas en ninguno de ellos. La solución del dilema para aquellos que, como Harry Haller, son incapaces de trascender completamente el mundo, es el sentido del humor y la ironía. La novela de Hesse narra el desarrollo de Harry Haller desde que está al borde de la desesperación hasta que alcanza las alturas del humor que hacen la vida tolerable.


Theodore Ziolkowski


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  En esta nueva etapa de mi vida, no puedo sino saborear con especial delectación palabras como éstas: "Son 'locos' porque han aprendido a afirmar el caos de su naturaleza sin poner en tela de juicio el ideal". Esa es precisamente la fórmula mágica que ando buscando últimamente. Ya he estado más de una vez delante de su puerta, a punto de abrirla, pero, con los nervios, aún no he atinado con la llave. Quizá a mi ánimo le ha faltado el adecuado sentido del humor...


AHM (aprendiz de "loco")

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libro: "Las novelas de Hermann Hesse" - Theodore Ziolkowski
  (Ediciones Guadarrama - Ed. Labor - Madrid, 1976)
imagen: Mariwa Fallenangel - (Big.com)

domingo, 17 de febrero de 2013

La luna...


                           
  Fue una nítida tarde de primavera, serena y fresca, mientras paseaban por las afueras de la ciudad y sonaba esa música inaudible que sólo los soñadores y los enamorados pueden escuchar, cuando Nuria, mirándole directamente a los ojos, dejó caer la bomba a sus pies... Le había surgido un nuevo trabajo, uno muy bueno que no podía o no debía rechazar, una de esas ofertas irresistibles que se presentan sólo una vez en la vida. Pero el problema era que estaba en otro continente... Nada menos que en América. Y ella se sentía feliz a su lado, y no quería de ninguna manera que se estropease la relación.
  Daniel supo en seguida lo que eso significaba: la lejanía. Verse sólo una o dos veces al año durante unos días y el resto llamadas telefónicas, chats, fotografías, quizá alguna carta... La añoranza, el estar envuelto en la niebla de los recuerdos, intentar esquivar casi en cada momento la mordedura de las sombras... La soledad, el buscarla en lugares imposibles, vacíos, el echar de menos su mirada, su sonrisa, su voz... La perspectiva olía intensamente a amargura. Pero la miró durante unos segundos en silencio, se acercó más a ella y cogiéndola ambas manos, sonrió levemente y le dijo que no se preocupara, que no habría distancia que les separase, que siempre, de alguna forma, estarían juntos. Así que debía aprovechar sin falta esa oportunidad. Ya vendrían otros tiempos y volverían a pasear cogidos de la mano, como hasta ahora, y seguirían contándose secretos al oído, para dormir después en la misma cama, con la mágica sensación de compartir el mismo sueño.

  Al mes siguiente, Nuria se marchó a los Estados Unidos, a ese maldito trabajo en Boston, por tiempo indefinido. Y él, a los pocos días, se cambió de domicilio, para evitar, aunque fuera un poco, el hiriente acento de los recuerdos. Se fue a otra casa, desde la que se veían mejor las estrellas.
  Por la noche, la primera tras el cambio, antes de acostarse, Daniel se asomó por la nueva ventana y mirando al cielo recordó lo último que la dijo en el aeropuerto, después del abrazo y el beso de despedida, ante la sombra triste de sus ojos, a lo que ella asintió con una suave sonrisa:

  —Tranquila, amiga. Siempre nos quedará la luna...


Antonio H Martín


jueves, 14 de febrero de 2013

Mayo del 2009




Una vez más me ha vuelto a sorprender, y muy gratamente, la aparición en la lista de entradas populares -que se supone son las más leídas últimamente- de un escrito que no recordaba: "Abriendo la mirada". Que, por cierto, se parece mucho a una entrada reciente, la de "El prado".
Y lo mejor no ha sido releer mi breve texto, sino los comentarios que siguen, llenos de frescura e interés. Es por ellos por los que vuelvo a poner aquí esa antigua entrada. Me han hecho recordar el ambiente de entonces, que, aparte de frescura, tenía una alegría que este cuaderno ya no tiene. Aunque, ya se sabe, los tiempos siempre cambian...
Pero bueno, tengo el orgullo y el placer de reponer esta entradita, de hace casi cuatro años, con vuestros correspondientes comentarios, que no tienen desperdicio y me han alegrado el día, este día que también es, como el de ayer, de viento y lluvia.
La mirada a veces se abre y a veces se cierra, pero este particular lobo estepario sigue en esa tesitura de intentar abrirla, cuando y como pueda, para ver aquello que necesita ver y que sabe que, por supuesto, existe, entre los múltiples pliegues de esta confusa realidad.
Gracias por vuestras animosas palabras de entonces. Gracias por vuestra complicidad, simpatía y amistad. Un abrazo.


Antonio H Martín
(14 de febrero, 2013)

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ABRIENDO LA MIRADA...


Cuando abrimos la mirada, cuando olvidamos sombras y problemas, y abrimos bien los ojos podemos llegar a ver maravillas.
La belleza no viene y se va, siempre está ahí, sólo hay que limpiar nuestros ojos de las brumas que los empañan, a veces.
En alguna otra ocasión he escrito aquí sobre el "ver", pero creo que es importante insistir en el tema. La mirada "encerrada" nunca verá más allá de sus propias narices, y una mirada encerrada es una mirada ciega. Ante la visión de un precioso valle, de un bosque mágico o una impresionante montaña, sólo verá... hierba, árboles mudos, campos de cultivo y una gran roca inútil y vacía.
Pero eso que "vemos" no es la realidad, sino un reflejo de nuestra momentánea ceguera.
Así pues, es muy importante abrir la mirada. Importante para nosotros, los que queremos ver lo que vale la pena ver, y constatar que siempre, siempre está ahí, si sabemos mirarlo...

AHM.
(31 de mayo, 2009)





COMENTARIOS:


Alma-en-vivo (31 de mayo de 2009)

muy certeras tus palabras hay que abrir los ojos y saber mirar .
un saludo.
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Momentos de la Vida (31 de mayo de 2009)

Claro que tus palabras son muy certeras, hoy veo con claridad y puedo disfrutar de lo que veo!! un gran beso Antoño!!
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Mardelibertad (31 de mayo de 2009)

No es mas ciego el que no ve
aprender a mirar, aprender a disfrutar
Un abrazo
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Antonio HM (31 de mayo de 2009)

Hola, Alma-en-vivo.
Gracias por tu comentario. Me gusta eso de tener un blog para "el lado oscuro", es muy buena idea.
Un saludo.
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Antonio HM (31 de mayo de 2009)

Pues me alegro, Fabiana.
Entonces hoy es un buen día para ti.
Un beso, amiga.
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Antonio HM (31 de mayo de 2009)

Eso es, Mar: aprender a mirar.
No siempre lo que veamos será agradable, pero sabiendo mirar seguro que nada de lo que es verdaderamente bueno se nos escapa.
Te mando un gran abrazo hasta tu atolón.
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Malvada Bruja del Norte (31 de mayo de 2009)

Hola Antonio,
Efectivamente la foto no estaba antes. Visité esta tarde a mi amigo Alberto, y le comenté que tenía dos fotografías que le iban perfectas a mi último post y el me propuso un trueque: mis fotos por tu texto. Et voilà!

Y ahora paso a comentarte el texto. Cuanta razón tienes que muchas veces vemos las cosas según nuestro estado emocional, pero otras muchas porque somos así. Tuve un novio (tiempo a), con quien hice una excursión a un bosque mágico, yo estaba extasiada. Otoño: festival de colores, hojas amarillas fluorescentes, naranjas, rojas, verdes, hojas pardas caducas alfombrando con su cric-cric nuestros pasos. Los rayos de luz pasando tímidos entre las ramas. Y entonces...Silencio. Milagro, una hoja cae, bailándole al viento. Yo emocionada le digo a él, mira, te has fijado, no te encanta? Y él me suelta: "Ver muertos"...

Después de aquella excursión hubo un antes y un después. Tiempo más tarde rompí con él, sabía que nunca sería feliz con una persona que no me entendía y no podría entenderme jamás.
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Antonio HM (31 de mayo de 2009)

Ay, amiga Bruja, te entiendo perfectamente.
Eso mismo me ha ocurrido a mí (y lo expliqué aquí un poco en "Amor del ayer").
Compartir la misma sensibilidad con alguien que está a nuestro lado es, la mayoría de las veces, algo "milagroso". Lo normal es que cada uno viva en mundos distintos.
Hiciste bien en separarte de esa persona, porque sólo te habría amargado la vida, por muy buena persona que fuera.

Un abrazo, amiga Bruja.

Pd.- Me parece no equivocarme si te digo que las "hojas pardas caducas" que alfombran el suelo otoñal, no hacen "cric-cric" cuando las pisamos. Ese sonido lo hacen los grillos.
¡Jajaja!
Perdona, pero las hojas de otoño hacen "chunk-chunk".
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Azul (31 de mayo de 2009)

Mucho a nuestro alrededor desea ser descubierto, cosa de tener la intención.

Deseo disfrutes de alegres días amigo Antonio.

Un abrazo
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Antonio HM (31 de mayo de 2009)

¡Muchas gracias, Azul!
Lo mismo te deseo, y a ver cuando vuelves por tu blog, que lo tienes un poquito abandonado.

Un fuerte abrazo, amiga, y que te vaya de lo mejor.
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Terry (31 de mayo de 2009)

Antonio, de todos los blogs, que he podido leer hasta hoy, bien te pudieran otorgar el premio por ser el rey de la templanza... Prudencia tambien.


Me queda mucho que aprender.

Saludos.
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Yurenaguillen (31 de mayo de 2009)

Creo que tienes mucha razón. Muchas veces lo que vemos no es bueno, nos horroriza o no nos gusta, pero la única manera de entender lo que sucede a nuestro alrededor.
Un abrazo grande.
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Luisa Arellano (1 de junio de 2009)

Siempre tienes razón en tus observaciones, Antonio.

Es cierto que la belleza está ahí y lo único que debemos hacer es "verla" eliminando esa tela que lo cotidiano, los problemas, las ambiciones desmedidas, las amarguras... etc. etc. nos coloca encima empañando lo real.

Mientras voy en el coche al trabajo entre un paisaje precioso disfruto muchísimo, pues he ido viendo como cada día hay un matiz nuevo... primero los árboles comenzaban a mancharse de verde con los primeros brotes. Poco a poco los robles, las higueras y los alisos se fueron llenando de hojas... las retamas y escobones se pintaron todo de blanco y amarillo. Los cerezos totalmente blancos en mis primeros días están ahora repletos de frutos rojos en una mezcla imposible con el verde de sus hojas... Hace poquitas mañanas al tomar una curva entre frondosos árboles descubrí maravillada que todo el borde de la carretera estaba "sembrado" de amapolas... No hay palabras para describir tanta belleza. Yo me limito a disfrutarla y a dejar que me impregne.

Es una buena forma de emprezar la jornada laboral y hacerla más llevadera :)

Cuídate mi amigo.

Besos
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Antonio HM (1 de junio de 2009)

Amigo Terry, ¿el rey de la templanza, y de la prudencia?
¿Por qué dices eso?
¿Tan sereno me ves?
Pues si es así, no creas, amigo, que uno anda también metido en torbellinos varios. Lo que pasa es que aquí, en este cuaderno, intento poner lo mejor de mí mismo.
A mí también me queda muuucho por aprender, pero lo que no me va a faltar nunca es precisamente eso: las ganas de aprender, de aprender a saber vivir, a estar en contacto directo con la vida.

Un saludo, Don terry.
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Antonio HM (1 de junio de 2009)

Eso es Yurena: no todo lo que veamos será bueno, pero si no tenemos los ojos abiertos, lo bueno también se nos perderá.
Un abrazo, amiga.
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Antonio HM (1 de junio de 2009)

¡Luisa!
Me encanta leerte. ¿Cuando vuelves?
Qué bien que en el trayecto hacia el trabajo encuentres toda esa belleza, pero... ¡no te distraigas, amiga! Que una cosa es ir paseando a pie y otra conduciendo un coche.
Si tanto te encanta ver las amapolas, párate un ratito en el arcén y míralas tranquila y sin peligros.

Un abrazo, Luisa, y cuídate tú también. Se te aprecia.

Besos
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Alfaro (1 de junio de 2009)

Hay que saber ver y vivir lo bueno, lo regular y lo malo y según el cristal del momento...
yo a veces ya solo quisera ser el árbol y no perderme en palabras.
Un abrazo.
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Antonio HM (1 de junio de 2009)

¿El árbol, amiga Alfaro? ¿el árbol mudo? Noooo, por favor, no digas eso.
¿Esto qué es, una epidemia?

Si de verdad tuviérais consciencia, todos los que escribís, del poder de vuestras palabras, no pensaríais nunca en dejar de escribir.
"Perderse en palabras"..., no, al contrario, las palabras son el encuentro, las palabras son el puente entre el caos y la armonía, entre la ceguera y la visión.
A veces puede uno caer en la desidia, pensando que "escribir para qué, si de nada sirve", pero ¡cómo que de nada sirve!
Sin las palabras, seríamos todos unos "zoquetes", sin las palabras todos estaríamos en el lado de la normalidad, es decir, viendo partidos de fútbol y yendo por la noche al bingo...
Las palabras son la llave mágica que compensa el vacío de este mundo idiota.
Sin las palabras, el mundo entero sería vacío y estéril. Sólo piedras rodando cuesta abajo, por simple inercia.
Así que, os lo ruego, los que teneis el don de la palabra, no dejeis de usarlo. Porque el mundo si no se quedará mudo. Y bastante tenemos con la cruz de que sea sordo.

Un abrazo, Alfaro, amiga poeta, y tú sigue dale que te pego, hasta que te salgan callos en los ojos y en las manos, porque te aseguro que en algún lugar (que quizá nunca sepas) tus callos se volverán flores.

Un gran abrazo, vamos, tan grande que no cabe aquí ni por asomo.

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Y un beso.

(sigue escribiendo, no te canses nunca)
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Isis de la noche (1 de junio de 2009)

Bellísima la melodía de Bach..

A veces hay que cerrar los ojos para poder VER.

Nos han enseñado que solo existe una forma de conocer, de saber. Pero la vida, conforme se nos muestra en todo su esplendor, nos enseña a abrir el corazón y comprender que no existe una sola perspectiva del mundo; sino que este es un misterio tan grande, que necesariamente debe ser aprehendido con la sensibilidad, la intuición, la visión del alma...

Maravillosas tus palabras, querido Antonio, que nos invitan a abrir los ojos... del corazón ;)

besos!!

PD: yo creo que hay que CREER PARA VER... No al revés jeje.. ;)
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Antonio HM (1 de junio de 2009)

Hola, amiga Isis.

Estoy totalmente de acuerdo contigo: hay que creer para ver, porque el que no cree no puede ver, sus ojos están sellados.
Eso ya lo dijo el maestro Jesús, con aquello de "hombre de poca fe, que necesitas ver para creer".
Pero ¿qué es creer? ¿cómo se llega a eso?
Para muchos "creer" es estar como en un estado hipnótico, fuera de la realidad, sin darse cuenta de que son ellos los hipnotizados por una realidad a todas luces falsa, engañosa, parcial.
Pero, insisto, ¿cómo se llega a creer?
Pues muy fácil y sencillo: simplemente limpiando nuestro mirar. Quien limpia sus ojos de "realidades" y consigue ver con el corazón, ve cosas que para otros son invisibles.
Pero, ay amiga, no todos quieren ese "mirar", porque presienten que algo que les pertenece y a lo que tienen mucho aprecio, se perderá en el camino.
Se escudan en la incredulidad, en el "¡Bah, pamplinas, tonterías, la vida es lo que es y no hay vuelta de hoja!"
Pero lo que les inmoviliza no es sino el miedo a perder.

En fin, cada uno que haga lo que quiera, por supuesto. Yo prefiero abrir la mirada, porque no quiero perderme la maravilla de la vida. Lo demás no me importa.

Es lo mismo que dice el maestro Bach, a su manera, con su preciosa música, que abre puertas y ventanas.

Un beso, Isis.
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Cristal00k (1 de junio de 2009)

Un texto breve el de hoy y que sin embargo me ha sugerido una larga reflexión.
Decía Parménides, que "no se piensa lo que no es".
La realidad es hermética querido amigo y la mirada engañosa, sólo la revelación nos acerca al conocimiento, a la gnosis, que resulta de la observación con los ojos del alma y de la voluntad de querer "ver".
No basta con mirar.
En cuanto a las palabras, decían los herméticos, algo que luego se han apropiado diversas religiones, que al principio fue el verbo, en una referencia clara a que Dios, o el concepto que ellos tenían de divinidad, creó el mundo con la palabra y no con las acciones de sus manos. Y cito esto, porque son realmente importantes y generadoras de realidad las palabras, tanto o más que las acciones. La palabra es el instrumento del pensamiento y lo habita, y es su aliento vital. A alguien tan amante de la simbología como tú seguro que le encanta el Hermetismo.
Bueno, que me enrollo... cual persiana vil... que tienes toda la razón Antonio y que ya tengo "pacavilarunratillomas" ¡hala!
Un abrazo galáctico.


P.D. el que llegue primero, ha de recibir a los que lo hagan más tarde O.K.?
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Cristal00k (1 de junio de 2009)

Dormir, lo que se dice dormir... no es lo nuestro, al menos de noche... jajaja
Un abrazo del buho de al lado.
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Antonio HM (1 de junio de 2009)

Hola, amiga Cristal (búho), jeje.

A mí me pillas al amanecer. ¿Cuál es tu desayuno favorito? ¿Churros, porras, croissants, napolitanas, pañuelos, tostadas...? ¡Ah, Parménides!
¿Ese señor no fue el creador del "eleatismo", del que luego surgieron las filosofías de Platón y Aristóteles? ¡Pues vaya un desayuno!
Ese señor dijo, por ejemplo:
"El pensamiento y el ser son lo mismo". "Lo mismo es el pensar y el objeto del pensamiento: sin el ser en el cual el pensamiento se expresa, tú no podrías encontrar el pensamiento, puesto que no hay ni habrá nada fuera del ser". "El ser es y no puede no ser". "Nada hay que impida al ser llegar a sí mismo"...
¡Pues claro! ¿Qué desayunaba este señor, panecillos de perogrullo?
Y estas frases tan contundentes dieron lugar a que más tarde los "Megáricos" dijeran aquello de... "lo que es posible se realiza, lo que no se realiza no es posible".
Teorema que me recuerda a la famosa frase del torero: "Esto no puede ser, y además es imposible".

En fin, amiga, ¡vaya desayuno que me estoy jalando!

Continúo en el próximo episodio.
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Antonio HM (1 de junio de 2009)

He dicho muchas veces que no soy filósofo, porque es la pura verdad, pero añado que tampoco soy tonto (o eso creo). Nada más lejos de mi intención que criticar al señor Parménides ¡Dios me libre! o mejor ¡Zeus me libre!
Pero, vamos a ver, ¿qué tienen que ver las churras con las merinas, aparte del hecho de ser ovejas?

Me dices, amiga Cristal, que "la realidad es hermética y la mirada engañosa". ¡Claro que sí! Eso es lo que intentaba expresar con mi humilde texto. Por eso digo lo de la necesidad de abrir la mirada. Decía: "limpiar nuestros ojos de las brumas que los empañan", porque es la única forma de convertir el "mirar" en "ver".

Las palabras, ah las palabras. Creo que antiguamente, muy antiguamente, las palabras eran "mágicas", es decir que conjuraban con su poder a la realidad misma, o sea que la creaban.
"La palabra es el instrumento del pensamiento", afirmas, y tienes toda la razón, pero se te olvida decir que asimismo el pensamiento es un intrumento de la palabra. Quiero decir que la palabra es la expresión de un pensamiento -obviamente- (bueno, no siempre), pero el pensamiento mismo procede a su vez de la palabra, de esa sintaxis concreta. Es decir, pensamos según hablamos, pero también hablamos según pensamos. Es la pescadilla que se muerde la cola...
Por eso los maestros zen, entre otros, luchan por romper ese "embrujo".

La realidad es hermética, por supuesto, pero todavía lo es más si estamos "enganchados", "trabados" con un idioma concreto. Porque los límites de ese idioma serán los límites de nuestro pensamiento.
Bueno, en absoluto quería yo tocar estas profundidades con mi escrito. Sólo me refería a algo tan simple como "abrir" la mirada, en el sentido de sacudirse el peso de las rutinas y poder así ver algo más que una triste y opaca realidad. Sólo eso.

Pero tú, me arrastras a los fondos, amiga Cristal. La próxima vez me avisas y me pongo la máscara de oxígeno, jejeje.

¿Pacavilarunratillomas? Pues no sé bien qué es, pero ya tengo unas cuantas, jeje.

Parménides que siga en su siesta ontológica, que yo me voy a desayunar café con leche y unas galletas.

Un abrazo, amiga, y gracias por mantenerme despierto y ayudarme a abrir la mirada.

I love you!

(en el mejor de los sentidos y con todos mis respetos)
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Malvada Bruja del Norte (1 de junio de 2009)

Jajajaja...¿no hacen chunk-chunk las zapatillas deportivas mojadas de lluvia?
Jajajaja, es verdad que los grillos hacen cric-cric, pero las hojas en un bosque también...has olvidado las pequeñas ramitas que hay muchas veces debajo :-))
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Cristal00k (1 de junio de 2009)

No,no, ni cric, cric, ni chunk chunk, sino crhass, crachss, ¡que lo sepais!
Hola Brujita!
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Antonio HM (1 de junio de 2009)

Ah, Bruja, más que bruja, ahora cambias de estrategia, ¿eh?
De manera que no te referías a las hojas sólo sino a las que tienen ramitas debajo, ya, ya...
Y añado yo que si hay un pobre caracol debajo suena "¡Crunch!".
Bueno, crunch más cric-cric, más chunk-chunk, ¡vamos, toda una banda sonora de peli de terror!
¡Jajaja!
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Antonio HM (1 de junio de 2009)

Vaya, vaya, y Cristal en vez de decirme algo sobre mis sesudos comentarios, va y se apunta al juego de las onomatopeyas... ¡Si ejjjqueee!
¡País éste, oyes! Y luego nos quejamos de que hay crisis, y que si patatín y que si patatán...

¡A ver, por favor, alguien por ahí que tenga un diccionario onomatopéyico!
O en su defecto, alguien que haya andando el pasado otoño por un bosque con hojas en el suelo que debajo tengan ramitas.

Lo de "crachss" suena creíble, Cristal, siempre y cuando haya ramitas debajo, porque sigue siendo un sonido que denota fractura. Y que yo sepa, una hoja no se rompe porque la pises, a no ser que esté muy seca, con lo cual no hablaríamos de otoño sino de verano... ¡Jod...! Esto se está alargando.
¡Sabeis lo que os digo! ¡Que cada uno pise las hojas como le dé la gana! Que las mismas ya dirán lo que tengan que decir, jejeje.

¡Hala, a pisar hojas! ¡Y a pasar hoja!

Un abrazo, pisadoras de hojarasca.
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Alfaro (1 de junio de 2009)

Gracias,
a veces hecho de menos jugar con los colores y todo no se puede hacer.
Muchas gracias,
un beso.
....................

Antonio HM (1 de junio de 2009)

¿Gracias, por qué, Alfaro?
No será por el comentario que acabo de dejar en tu ciudad...
¡Pues sí que eres rápida, amiga! Jejeje.

Un abrazo.
....................

Alfaro (2 de junio de 2009)

Gracias, por el comentario de allí también, pero eran por tu respuesta a mi comentario de aquí.
buenas noches.
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Lirio (2 de junio de 2009)

¡Claro que sí, Antonio!

Asi es, precisamente asi. Todo es del color del cristal con que se mira... y no es lo mismo mirar superficialmente que "ver", con todo lo que ello implica.

Y aún hay más, pues al observar por ejemplo un paisaje con detenimento y con disposición a dejarse impactar por él, sobrevienen siempre otro tipo de pensamientos y reflexiones sobre la vida, la grandeza, la eternidad, la belleza,etc... De modo que en el ver está el entender muchas cosas. Creo yo.

O bien, cuando miramos con mente abierta una obra de arte, no estamos solamente considerando su forma externa, sino que nos dejamos impactar por su fuerza, interpretamos sus simbolismos, o hasta "vemos" la mano de su creador, aunque éste ya no esté presente.

Es una alegría leerte y escuchar la hermosísima música que acompaña tus letras.

Besos
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Antonio HM (2 de junio de 2009)

Ah, Alfaro, perdona, en ese momento no me acordé de mi anterior respuesta. Si es que está uno muy 'liao'...

Un abrazo, amiga.
....................

Antonio HM (2 de junio de 2009)

¡Bien, mi amiga Liz me comprende!

¿Quieres que te regale un lirio? Como veo que has vuelto a perder el tuyo...

Liz, cuando miras con "la mente abierta", como dices, no sólo puedes ver otras cosas que no son evidentes a simple vista, sino que... ¡te puedes hasta meter dentro!
El tío Hermann lo hizo una vez. ¿No has leído esa historia?

Un beso luminoso como un lirio.
....................

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música: "Serenade" - Franz Schubert
imagen: Big.com

domingo, 10 de febrero de 2013

Lo inseguro



Nos pasamos casi toda la vida buscando la seguridad, y creo que es un camino erróneo. Porque frecuentemente los hechos nos demuestran que esa seguridad es una especie de utopía. Podemos llegar a alcanzarla, al menos aparentemente, en determinados puntos, pero siempre habrá otros puntos que desestabilicen el mapa global. Pareciera como si la vida fuese fundamentalmente insegura. Es decir, lo contrario de lo que buscamos. Por lo tanto, es equivocado esforzarse en ello, más allá de lo obvio.
Es tanto nuestro afán de seguridad (en donde incluyo como faceta a la comodidad), que un simple día de invierno, con viento y lluvia, nos molesta en grado sumo sólo porque interrumpe la forma en que deseamos caminar... Evidentemente, la naturaleza no atiende en absoluto nuestros deseos, sino que sigue sus propias pautas. En consecuencia, buscamos siempre que podemos un sitio tranquilo, cálido y seco, donde poder pasar mejor ese día.
Todo esto es lógico, pero lo malo es cuando lo extendemos a todos los ámbitos, insistiendo en una especie de huida permanente de la realidad, y nos creamos una burbuja personal, tanto mental como físicamente, en la que queremos habitar y de donde no queremos nunca salir. Ahí es donde veo el error, porque la propia vida nos dice a menudo que esa burbuja es ficticia, y nos lo dice con hechos muy concretos, incuestionables y a veces definitivos, que abren fisuras en esa burbuja y hasta en ocasiones llegan a romperla en mil pedazos.
¿Qué ocurre entonces? Pues que nos sentimos defraudados en nuestra búsqueda, inseguros, vulnerables, vacíos e incluso perdidos. Sin saber qué hacer, aparte de intentar volver de alguna forma al lugar anterior o a algún otro similar. Es decir, de recuperar en la medida de lo posible esa seguridad perdida, que antes disfrutábamos y que creíamos inviolable.

Se nos dice que la vida es una lucha constante, que todo es pasajero, transitorio, fugaz... Pero aun así nos seguimos empeñando en buscar asilo y refugio en alguna parte, donde haya paz, seguridad y buen tiempo... No es la senda del guerrero lo que nos atrae. En fin, somos humanos y es normal que reaccionemos así. Pero alguna vez deberíamos pararnos un poco, reflexionar y darnos cuenta de la futilidad de nuestros esfuerzos. Porque es muy posible que lo inseguro sea precisamente el camino a seguir. Eso sí, sólo para aquellos que quieran realmente viajar.

No sé si he expresado bien lo que quería decir. Pero hay que tener en cuenta que esto lo escribo en uno de esos días desapacibles, de viento y lluvia...


Antonio H Martín

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imagen: BIG.com