Aquí escribo,
al filo de la noche,
en este cuaderno de cristal
y humo,
para ahuyentar las sombras.


Con la ventana abierta,
por si viene el pájaro
del sueño.

AMB







martes, 24 de julio de 2012

Descripción



"Los seres humanos no son objetos; no tienen solidez. Son seres redondos, luminosos; no tienen límites. El mundo de los objetos y de la solidez no es más que una descripción que fue creada para ayudarlos, para facilitar su paso por la tierra."

"La razón hace que los seres humanos olviden que la descripción del mundo es tan sólo una descripción, y antes de que se den cuenta, han atrapado la totalidad de sí mismos en un círculo vicioso del cual raramente escapan en toda su vida."

"Los seres humanos son perceptores, pero el mundo que perciben es una ilusión: una ilusión creada por la descripción que les contaron desde el momento mismo en que nacieron.
Así pues, el mundo que su razón quiere sostener es, en esencia, un mundo creado por una descripción que tiene reglas dogmáticas e inviolables, reglas que su razón aprende a aceptar y a defender."

"Lo malo de las palabras es que nos hacen sentirnos iluminados; pero cuando nos damos la vuelta para enfrentarnos al mundo, siempre nos fallan y terminamos enfrentándonos al mundo como siempre: sin iluminación. Por esta razón, un guerrero busca actuar en vez de hablar, y para ello obtiene una nueva descripción del mundo, una descripción en la que hablar no es tan importante y en la que los actos nuevos conllevan reflexiones nuevas."


Carlos Castaneda

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Estas citas de Castaneda me hacen recordar algo que me decía a mí mismo cuando era muy joven: que de lo que se trataba era de una lucha entre la vida y el mundo. Por supuesto, me refería a mis propios problemas, que intentaba superar, y por "vida" entendía mi particular sensibilidad, mi pequeña colina de sentimientos, mi forma de percibir la existencia. Mientras que "mundo" era todo lo demás, el ingente océano de conceptos y tendencias que imperaba a mi alrededor, y que parecía contradecir y oponerse a que yo pudiera vivir, serena pero intensamente, en mi remota e íntima isla personal.
Parece que ya intuía yo entonces que el llamado "mundo" no era sino una particular descripción, compartida por millones, y que lo mío era otra descripción diferente que no encajaba en la anterior. Y me planteé así la vida: como una lucha por conservar siempre mi propia visión de las cosas, y no caer nunca en la otra, que para mí disminuía y degradaba la existencia a algo trivial, muy lejano a mi sentir.
Ya sé que mirar las cosas de esta forma es muy simplista, pero sólo tenía dieciocho años, y lo que me importaba no era ponerme a examinar el problema desde un punto de vista filosófico, psicológico o sociológico (aparte de que no hubiera sabido hacerlo), sino, sobre todo, conservar y defender mi ilusión, mi alegría de vivir contra esa inmensa marea que la amenazaba continuamente. Creo que es un egoísmo muy lícito ese.
Sobre el resultado de esa personal lucha, he estado escribiendo en este cuaderno virtual durante más de cuatro años, así que no voy ahora a extenderme más. Sólo añadiré que me hace gracia cuando dice Castaneda eso de que el mundo es una ilusión que nos contaron desde el momento mismo en que nacimos. Y me hace gracia porque recuerdo que, de niño, cuando los mayores se empeñaban en enseñarme las reglas de su particular descripción, yo solía poner cara de circunstancias y un poco como de perplejidad, y entonces ellos decían: "mírale, por un oído le entra y por el otro le sale."
Y así sigo, perplejo ante una descripción de la realidad que no puedo ni quiero aceptar, pero también asombrado de conservar aún el poder de mi propia mirada y encontrar así, de vez en cuando, retazos de otra descripción distinta, la misma que me enamoró hace ya cien años.
Pero no olvido la última cita que he puesto aquí de Castaneda, en la que menciona que los actos son más importantes que las palabras. Así que, sin sentirme para nada iluminado por lo que acabo de escribir, voy ahora mismo a enfrentarme al mundo sin hablar, con un acto simple, sin pliegues ni flecos mentales que lo desfiguren. Voy a abrir la ventana, en esta tranquila noche de verano, y voy a sentir la brisa del norte, escuchar la voz del río y mirar si alguna estrella ha venido por aquí de visita con su sonrisa lejana...


Antonio H. Martín



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música: Infinite Beauty
álbum: Prelude to Infinity
autor: Robert Haig Coxon
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(Nota: Quizá a algunos, tanto el vídeo como la música os parezcan demasiado "celestiales", y puede que lo sean. Lo son. Pero es una música que suelo usar para relajarme y me ha parecido bien ponerla aquí. Porque relajarse ayuda mucho a parar el diálogo interno, el constante parloteo de la mente, y eso deshace la normal descripción del mundo y deja el camino libre para que otra descripción nueva haga acto de presencia.) AHM

2 comentarios:

  1. Y es que la percepción individualizada del mundo por cada uno de nosotros recrea una realidad diferente. Por cierto, me ha encantado el vídeo yo también escucho este tipo de música no sólo para relajarme sino también para intentar "crear" algo.

    Un abrazo grande,

    María Eva.

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  2. Así es, María Eva. Yo no sé hacerlo de mejor forma: percibir desde uno mismo es el modo de percibir en el que me siento más auténtico.
    El vídeo es, como decía, muy celestial, pero me gusta, y esa música me ayuda a conectar con otras realidades, más cercanas al corazón.

    Gracias por tu visita. Un abrazo.

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