A buen paso atraviesa la noche
un caminante.
Con él van
la alta montaña y el ondulado valle.
Hermosa está la noche.
El avanza, no se detiene,
y no sabe adónde su camino lleva.
De pronto canta un pájaro en la noche.
"¡Ay!, pájaro, ¿qué me has hecho?
¿por qué entorpeces mi paso y mis sentidos
y escancias dulce aflicción
en mi oído, obligándome a detenerme
y escucharte?
¿Por qué me
seduces con tu canto y tu saludo?"
Calla el buen pájaro y dice luego:
"No, caminante, no, no es a ti
a quien seduzco con mi canto...
Atraigo a una hembra lejana.
A ti, ¿qué te importa?
Si estoy solo, la noche no es hermosa...
A ti, ¿qué te importa? Tu sino es caminar
¡y nunca, nunca detenerte!
¿Por qué sigues ahí,
qué te han hecho mis trinos,
caminante?"
El buen pájaro calló y meditó:
"¿Qué le han hecho mis trinos?
¿Por qué sigue ahí
ese pobre, ese pobre caminante?"
Friedrich Nietzsche
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Junto a este poema de Nietzsche, escribí, hace muchos años, en un margen de la página, lo siguiente: "Es ésta esa sombra triste que oscurece a veces el rostro del caminante: la soledad, el frío del silencio, la nostalgia y el anhelo de un hogar, con ecos y sonrisas. Mas esto es lo que se paga por el camino, éste es el precio por cruzar el puente..."
Hoy no estoy seguro de que eso sea así, pero reconozco que, en ocasiones, el camino ha de andarse en solitario, y eso nos aleja de ese entorno cálido y amable que, como cualquier ser humano, necesitamos. La soledad no tiene por qué ser el precio de la claridad, pero muchas veces, sin duda, lo es.
Menos mal que también, en algún momento, de alguna manera, inesperadamente, esa soledad encuentra una salida, un lazo, una compañía, una presencia. Y es entonces cuando se diluye, desaparece, se transforma, y deja de llamarse
soledad...
Decía el pájaro del poema de Nietzsche: "Si estoy solo, la noche no es hermosa..." Así es, pero lo principal es andar el camino, y nunca detenerse. Es vital, si queremos seguir siendo
caminantes. Como también lo es aprender la lección, difícil, de que a pesar de la soledad, la noche
sí es hermosa. Verlo o no, depende del poder y la libertad de nuestra mirada.
Antonio H. Martín
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imagen: Antonio HM.