Aquí escribo,
al filo de la noche,
en este cuaderno de cristal
y humo,
para ahuyentar las sombras.


Con la ventana abierta,
por si viene el pájaro
del sueño.

AMB







domingo, 19 de septiembre de 2010

La joya escondida



Un noble pidió al maestro zen Takuan que le indicase alguna forma para matar el tiempo. Los días se le hacían intolerablemente largos en su despacho, sentado rígidamente hora tras hora, recibiendo el homenaje de unos y otros.
Takuan escribió ocho caracteres chinos y se los entregó al noble:

Un día sólo es un día;
La joya más grande es como el día más corto.


Ese día nunca volverá;
Cada segundo vale lo que una joya sin precio.


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- del libro "Carne de zen, huesos de zen"
- Ed. Swan (Madrid, 1979)
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Después de leer esta breve historia zen, se me ocurre pensar en el desprecio que solemos tener hacia los días normales, perdidos como andamos casi siempre entre múltiples rutinas. Hay tantos días que nos parecen iguales... Y es que lo son, sí, pero sólo por fuera.
Cualquier día de nuestra vida es una joya posible, dentro de la aparente imposibilidad. Pero hay que intentar encontrar esa joya, que a nuestros ojos, habituados a la rutina, está oculta entre paredes de niebla y humo.
A veces recuerdo días antiguos, de hace años, y me asombro al reconocer que aquél día o aquél otro en concreto, me perdí algo importante, no ví bien lo que había, no supe percibirlo y, en consecuencia, no hice lo que debí haber hecho.

Pero es tan fácil caer en esto... El mundo no está configurado para vivir, sino sólo para producir y consumir, como si todo fuera una gran maquinaria. Y nosotros, los pobres humanos, las piezas de la misma. Una gigantesca serpiente que se muerde la cola, y nosotros... las escamas.
Por eso, soy amigo de las "paradas", ese acto de detenerse ante el monstruo y pasar de él como si no existiera. Si uno se para, aunque sea sólo unos minutos, empieza a percibir otro tipo de cosas, cambia el ritmo del tiempo y los sentidos se abren a otras posibilidades.
Y es ahí, en esos momentos, donde se puede encontrar la joya escondida, esa que existe siempre, cada día, pero que no solemos ver, por culpa de tantas cosas.


Antonio H. Martín



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imagen 2: AHM

8 comentarios:

  1. Pues ningún día es igual a otro...

    Y lo que dices es muy cierto: basta con un 'stop' de un minuto para ver resplander la joya oculta que no es más que el presente, oculto porque siempre se nos muestra en todo su esplendor y nosotros no miramos...

    En esos momentos en que paramos y escuchamos y vemos, despertamos y nos damos cuenta de que estamos vivos y de que todo es vida a nuestro alrededor.. Ningún día es igual a otro porque cda día el sol alumbra un mundo nuevo, como dice un escritor..

    Ah.. Es hermoso abrir los brazos al mundo que se nos revela con cada nuevo amanecer.... Porque el descubrimiento no termina nunca...

    besos miles querido amigo

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  2. Eso, maga Isis, eso es lo necesario: ¡el stop!
    Si no nos paramos, sólo vemos un discurrir incesante, tan rápido que a nuestra conciencia no le da tiempo a percibirlo adecuadamente.
    Es necesario pararse para percibir, es necesario detenerse para seguir el curso del río.

    Cada día es un día nuevo, sí, pero debemos tener los ojos bien abiertos, porque la niebla de la rutina nos suele cegar, y el mundo se vuelve oscuro.

    Un gran abrazo, maga amiga.

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  3. así es, Antonio:paremos! y admiremos la joya de cada día!

    mil besos,amigo*

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  4. Qué difícil es a veces, ¿verdad Silvia? Pero al mismo tiempo es absolutamente necesario, porque si no la mirada se nos llena del polvo de un camino que no es el nuestro, y eso nos ciega.

    Mil y un besos, amiga Rayu.

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  5. Detenerse en medio de la vorágine de los días, siempre da perspectiva, para ver lo malo y también lo bueno, tienes razón, Antonio.
    Deberíamos saber encontrar ese momento del día, en que la rutina se convierte en joya. Cuestión de miradas, amigo.
    Abrazos.

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  6. Hola, dama Cristal.

    Esa perspectiva que da la "parada" en medio del camino, nos ayuda a ver lo malo y lo bueno, como dices, pero según lo dices me parece que lo consideras como un instante de reflexión, y no es a eso a lo que me refería.
    La parada a que me refiero tiene que ser total, es decir, exterior e interior. No se trata de detenerse a calibrar los pros y los contras, se trata de salirse del mundo rutinario, el de afuera y el mental de uno mismo.
    Creo que es la única forma de encontrar la joya escondida.

    Un abrazo, amiga de Nuncalandia.

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  7. se trata de los 12 Apóstoles (aunque solo son 9) del parque nacional de Port Campbell, en Australia, lo conozco muy bien pues es mi terruña… pero podría ser una simple vista imaginaria desde una ventana, vistas llenas de amistad, amor, fraternidad, igualdad de derechos, respeto… una de esas tantas maravillas que son difíciles de ver, aunque
    existen..

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  8. Gracias, Sila.
    No tenía ni la más remota idea de dónde es ese paisaje. Pero me gustó, por su mezcla de belleza y misterio. La verdad es que todos los ocasos tienen esa mezcla, pero estas rocas ciclópeas en medio del agua añaden un plus importante.
    Y por supuesto que esas "vistas" de amistad, amor, y respeto son difíciles de ver, pero afortunadamente, como dices, existen.

    Un saludo.

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