Aquí escribo,
al filo de la noche,
en este cuaderno de cristal
y humo,
para ahuyentar las sombras.


Con la ventana abierta,
por si viene el pájaro
del sueño.

AMB







martes, 14 de septiembre de 2010

El caminante en el espejo



Y sigo con los "rescates del baúl", en los que a menudo encuentro cosas que me sorprenden, aunque hayan sido escritas por mí mismo hace años. Porque el tiempo cambia, las estaciones varían, y aunque seamos siempre los mismos, no siempre sentimos las mismas cosas. Todo depende del viento que sople en cada momento, y del camino por el que vayamos.
Decía Ortega aquello de... "Yo soy yo y mis circunstancias". Pues eso, que todo depende de lo que nos ocurra. Somos los mismos, pero no nos sentimos igual siempre, depende de según y cómo estemos, y tampoco vemos igual ni al mundo ni a nosotros mismos. La experiencia presente, el aire que nos rodea, haya brisa o niebla, lluvia, sol o viento, conforma nuestra percepción.
Y estas notas que he encontrado fueron escritas en una noche particularmente oscura...

... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ...


El caminante se mira en el espejo, después de muchos días. Sobre su mesa, el pequeño reloj de arena va desgranando el tiempo -esa arenilla rosada pasa con rapidez de un recipiente a otro. Un vasito de vino tinto que, poco a poco, se va quedando vacío. Un cigarro holandés que se consume entre los labios y sobre el cenicero de barro -recuerdo de un viaje a un pueblo de la sierra.
Ante él, una foto de su viaje a tierras asturianas: su mujer y él abrazados y sonrientes, de pie sobre la hierba, posando para la cámara. Detrás de ellos, una señorial casa blanca y más allá el cielo, el bendito cielo azul, sin el que nada es posible.
¿Por qué esa mirada? ¿por qué ese ligero temblor en las manos? ¿por qué esa muda pregunta en los labios?

En el corazón de la noche, oculto entre las sombras, vive un pequeño duende del que se dice que obra maravillas...

Nunca he creído en la mentira, nunca la he amado. Y sin embargo vivo con ella, respiro todos los días su aliento, me acuesto todas las noches sobre su cama, y duermo su sueño, su maldito sueño, del que me despierto más cansado y más viejo. ¿Para qué la mentira? ¿Para seguir viviendo? ¿Y para qué seguir viviendo si mi vida es mentira?

El caminante se mira en el espejo, después de muchos días, y en el corazón de la noche, oculto entre las sombras, vive un pequeño duende del que se dice que obra maravillas...


Antonio HM.
(29 de abril, 1990)

12 comentarios:

  1. La vida, aun con todas sus miserias, es el don más preciado que tenemos. Por eso, por preservarla o por miedo a afrontar la verdad con todas sus consecuencis, somos capaces hasta de dormir con la mentira.

    No sé quién dijo aquello de "antes nazis que muertos"... Suena fatal, pero me temo que la mayoría aceptaríamos lo que fuera antes que perderla...

    Un cordial saludo

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  2. No un duendecillo, Antonio, siete, siete largos duendes que blanquean la noche con su estanca nieve, que vence al reproche.

    Leerte es leer al Sr. Scardanelli, a quien sólo responde el hilo del tiempo conductor de olvidos.

    Un fuerte abrazo, postrer aullído del primer estallído.

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  3. La vida, Luis Antonio, no es sólo el don más preciado, es lo único que tenemos, consideraciones metafísicas aparte.
    En cuanto a lo que dices, te comento que siempre que he aguantado vivir con la mentira ha sido porque tenía la convicción de que era transitoria. No lo hubiera hecho si la hubiese visto como algo permanente. No hubiera podido.
    Uno se puede disfrazar de nazi, para salvar la piel en un momento dado, pero nunca ejercer como tal. Porque si no... algo por dentro se rompería para siempre.

    Un saludo, amigo profesor.

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  4. ¿Siete duendecillos, Elisabeth? Pues vale, mucho mejor, jeje.
    Cuantos más duendes, más poder y más magia.

    No sé quién es el Sr. Scardanelli, a no ser que te refieras a Hölderlin, que solía firmar los poemas de sus años de locura con ese nombre.

    Por cierto, me gusta mucho la nueva imagen de tu avatar.

    Un abrazo, amiga poeta.

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  5. Es duro y triste descubrir que tu vida se asienta en la mentira, mirarte en el espejo y descubrir que todo es una farsa.

    Lo que ocurre es que muchas veces tenemos miedo y entonces preferimos vivir en la mentira que enfrentarnos a la verdad.

    Un abrazo, Antonio.

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  6. Ni la verdad es tan maravillosa, ni la mentira tan horrible. Todo depende de las circunstancias, de la propia existencia y las propias convicciones.
    Que la noche nos siga regalando lucidez para seguir escribiendo. Un gran saludo!

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  7. Dos cosas.

    A- Ortega y Gasset...mierda. Esa frase la oíamos cada dos por tres en clase de filosofía. Creo que pasamos un 90 por ciento de las clases oyendo al menos una vez esa maldita frase.

    B- Vivir una mentira a veces...qué digo a veces, nunca es bueno. Y más si la mentira es tu propia vida. Sin embargo, en ocasiones es mejor vivir de ese modo que intentar descubrir la verdad, porque duele. Fuese como fuere, veo que éste no es tu caso. Y ciertamente, me alegro.

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  8. Saludos Antonio. Interesante tu tema. Y esa escena. Esa escena es la de un tiempo feliz. Yo creo, que es la única cosa que tiene una pizca de verdad subjetiva seguramente, sobre la mentira general aunque sea una verdad rancia, una verdad que fue.
    La foto de aquel viaje, y las imágenes de personas antes de la metamorfosis del tiempo.

    Pero salvo el movimiento del reloj de arena, todo es un gran embuste. Todos vivimos en la mentira. Aunque duela y no queramos y ambicionemos ser sinceros ante los demás. No atinamos a saber la verdad pero huimos inconscientemente de ella, porque es demasiado amarga. También es mentira ese prado verde, ese cielo azul, esa nube anaranjada. En realidad es todo una amalgama aburrida de manchas grises y negras que nuestros ojos modulan y demodulan para nuestro breve interés. Porque nada seria posible (como bien dice el texto). Ni siquiera las palabras son veraces. Verdad, no significa nada para quien no sepa castellano. Por eso es tan tremenda esa frase de Ortega, aunque esté muy gastada. Nunca existe lo objetivo. Falsifican los fracasados con sus ficciones para soportar el nuevo día. Engañan los triunfadores porque no quieren enfrentarse a los escalones de su triunfo hacia el empíreo y allí vuelven a fingirse para mantenerse y no caer de nuevo al lado de los desdichados. No sabemos nada. Y de ahí la ilusión. La mentira consustancial y omnipresente. Solo –como dije- sabemos que la clepsidra no se detiene. Eso si, lo duendes mágicos existen. Dentro de nosotros.

    Excusa este comentario tan dilatado.

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  9. En realidad, Cristal, no es que mi vida de entonces se asentara en la mentira, sino que mis circunstancias eran un teatro, un mal teatro que me dañaba, pero en el que tenía que actuar.
    Mi elección no estaba entre la mentira y la verdad, no tenía elección.
    Pero hoy eso ha cambiado.

    Un abrazo.

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  10. Es como dices, Mercedes.
    No afirmo ni niego ni verdad ni mentira, en términos objetivos, pero sí digo que hay determinadas circunstancias que nos dañan, porque nos obligan a expresarnos y a actuar como quien no somos, y no todos sabemos ser buenos actores.
    Yo, desde luego, no. Puedo aguantar un poco de tiempo, pero no mucho.
    Menos mal que está la noche...

    Saludos.

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  11. Hola, mariposa Kimberly.

    Dos cosas:

    A- Soy más partidario, mucho más, del loco Unamuno que del académico Ortega, pero tengo que reconocer que "el yo y las circunstancias" forman un conjunto. Por supuesto, éstas influyen en aquel, eso es obvio, lo interesante es la vuelta de hoja, cuando es el yo el que influye. Y eso también es posible, yo lo suelo llamar magia.

    B- Vivir una mentira no es bueno, tal y como apuntas, pero hay muchas ocasiones en que uno tiene que vivir enredado en una mentira sin quererlo, por obligación. Lo importante es recordar la propia verdad, que va por dentro, de ahí lo del duende...

    Mi verdad no me duele, al contrario,
    es como un viento que me da alas.

    Un abrazo.

    PD.: En absoluto creo que seas "lo peor", jeje.

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  12. Amigo Conde, ¿todos vivimos en la mentira?
    ¿Todo es mentira?
    Bien, pues, como decía mi tío Hermann, yo también lo soy. Y si mi ilusión es sólo eso y no tiene ningún sentido, entonces viviré siempre en ese sin-sentido.
    Si la "verdad" es la verdad del mundo... no me interesa ni lo más mínimo.
    Los duendes existen, claro que sí, y las hadas. Conozco a algunos y a algunas, en persona. Así que no están sólo dentro de mi mente.

    El tiempo no se detiene, efectivamente, porque le gusta caminar y si se para se estanca y se pudre. Eso es lo que debemos evitar a toda costa. Porque la vida es como el aire y como el agua. Y a veces, sólo algunas veces, ese tiempo se levanta y vuela... cosa de duendes y hadas.

    Gracias por tu comentario "tan dilatado" y, añado, tan sustancioso.

    Un abrazo.

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