Últimamente veo muy poco la televisión y no veo las noticias (no por falta de interés, sino por falta de tiempo), así que me he enterado por mi primo Juan Luis (prestigioso periodista deportivo de Costa Rica), de la reciente muerte del bueno de Labordeta.
Iba a escribir algo al respecto, pero he preferido poner aquí el texto de mi lejano primo, porque es un profesional y sabe de esto mucho más que yo.
Labordeta era, y es, en algún lugar de ese entramado luminoso que llamamos misterio, una buena persona. Solía decir que quien se hace político no es por el sueldo, sino por los ideales... Ay, Labordeta, ay...
Me duele su ausencia, pero... el aire nos trae, y el aire nos lleva de vuelta.
Sólo le ví una vez en persona: yo estaba en la puerta de la tienda en que trabajaba entonces, y le ví pasar por la calle. Le reconocí de inmediato, porque era inconfundible, y me encantó saludarle:
- Hola, caballero, buenas tardes.
Se paró y me miró un poco asombrado, y tras breves segundos me respondió al saludo amablemente con otro "buenas tardes".
Labordeta, amigo, te deseo un buen viaje hacia el infinito. Aquí queda tu memoria, la que tú construiste con tu actitud, con tu bonhomía, con tu buen hacer, con tu dignidad, tus canciones y tus libros.
"Poeta, político, músico y, sobre todo, persona de una sola pieza", así le define mi lejano primo. Y yo añadiría que el amigo Labordeta gastaba un gran corazón, un gran sentimiento por su querida tierra de Aragón y por todos los buenos de este mundo, tan complejo y caótico.
Así que... ¡buen viaje al infinito, amigo Labordeta!
Antonio HM.
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"Váyase a la m..."
(José Antonio Labordeta)
En una sociedad hipócrita, privan las soluciones a medias, las respuestas disfrazadas, las actuaciones encubiertas, las frases entrelineas, la falta de compromiso, y toda una retahíla de excusas, dando rodeos e intentando confundir. En síntesis, se acostumbra a decir verdades a medias que no son sino mentiras encubiertas.
(...)
Por otra parte, falleció este domingo un poeta, político, músico y, sobre todo, persona de una sola pieza. El aragonés José Antonio Labordeta, si bien sólo trascendió en la península ibérica, su conducta y léxico es a tener en cuenta. “Las cosas como son y por su nombre”, decía. Enfermo de cáncer desde hace 4 años, nunca cambió y siempre fue auténtico. Tenía “un pronto” muy fuerte y era “de poca paciencia”; algo muy típico “de la gente de pueblo”, justificaba.
Labordeta, abroncaba a cualquiera. Pero como no quería perder algo tan valioso como un amigo, enseguida recapacitaba; recurriendo al humor y a sus guiños hábiles, para que las aguas volvieran a su cauce. Todo en aras de la verdad y la libertad, por las que luchó en su trinchera. Su franqueza le generó amigos y enemigos siendo diputado. En una convulsa sesión en la Asamblea, vísperas de la guerra de Irak, desde la bancada gubernamental se mofaban de él cada vez que subía a la tribuna, diciéndole “que se fuera a su tierra con la mochila”, refiriéndose a una exitosa serie de televisión que protagonizó. Poca gracia le hacían a Labordeta esas pullas; así que cuando los diputados oficialistas insistieron, les encaró: “Ustedes que han controlado el poder toda la vida; les fastidia que hablemos aquí las gentes que hemos estado torturados por la dictadura. Eso les jode a ustedes, c…, y es verdad, joder. ¡A la mierda!”. Sorprendido por el eco de su impertinencia, pidió que esa frase figurase en su epitafio. Ahora se le cumplirá el deseo.
Juan Luis Hernández-Fuertes