Aquí escribo,
al filo de la noche,
en este cuaderno de cristal
y humo,
para ahuyentar las sombras.


Con la ventana abierta,
por si viene el pájaro
del sueño.

AMB







sábado, 15 de mayo de 2010

Recordarse



"... Hubo quien me aconsejó el olvido de mí mismo. Resultó un mal consejo, ya que sólo dándome cuenta de quién soy puedo hallar algún consuelo."

Oscar Wilde

("De Profundis")

... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ...

Estas palabras del maestro Wilde hay que colocarlas en el contexto en que fueron escritas, o sea, cuando estaba preso en una cárcel de Londres, pero me dan pie a algunas breves reflexiones...
Recuerdo, por ejemplo, a Jung, que decía que el "egoísmo" era una necesidad para el proceso de individuación; o a Gurdieff, que recomendaba "recordarse siempre a sí mismo", porque era necesario para no perderse en el laberinto.

No hay que confundir egoísmo con egolatría. Una cosa es quererse a sí mismo, por el deseo de vivir y crecer, y otra muy distinta es creerse el centro del universo y así permitirse molestar o incluso eliminar a otros seres humanos, sólo por querer ordenar el mundo conforme al propio capricho. Que es el caso de tantos y tantos fascistas que hemos visto pasar a lo largo de la historia.

Pero recordarse, saber quién es uno, en las circunstancias que sean, es una necesidad básica. Hoy, en este mundo tan moderno y tecnificado, todo parece inclinarse hacia la masificación. Algo que por otro lado no es nada nuevo.
Siempre ha existido el "pan y circo", porque eso es lo que piden los humanos, la masa, la gente, que no se ha atrevido a individualizarse, porque es mucho más fácil pertenecer a una tribu, a un equipo deportivo o a una nación, que enfrentarse con el dolor de ser uno mismo.
Pero estimo ese proceso como algo que es absolutamente necesario. Necesario si queremos que nuestra vida particular sea algo digno, algo que merezca la pena, algo que apunte hacia nuevos horizontes.

Quien sólo espere de su vida una situación cómoda y divertida, no tiene la necesidad de recordarse... Cualquier anuncio del televisor le va a mostrar, casi continuamente, lo que tiene que hacer con su vida y ahí va a encontrar su identidad.
Pero hay otros seres humanos que tienen esa necesidad, porque algo, algún brillo, alguna forma de jade se les mostró hace tiempo, mucho tiempo, quizá una señal azul en medio de una nube, o un reflejo de luna en el sendero junto al río...
Estos otros necesitan recordarse siempre, porque si no sienten que se diluyen en un laberinto al que no pertenecen, uno que les ahoga, les asfixia y les anula como individuos.

Lo reconozco, soy un egoísta, a pesar de que mi ego me importe muy poco, y quiero recordarme siempre. Mi egoísmo es, sobre todo, una necesidad de crecer y de no perderme entre la miseria.
La luna me cuenta historias porque sabe que las escucho.

Antonio HM.

27 comentarios:

  1. EXCELENTE! ME ENCANTÓ!!!!! BUENA SINTESIS , CLARA Y DESEADA PARA TODOS.
    pERO SI HAY GENTE QUE POR DISTINTAS CIRCUNSTANCIAS NO PUEDE ESCUCHAR ESOS CUENTOS DE LA LUNA, ESTÁ BUENO QUE QUIEN PUEDA SE LOS RELATE, ASI SE AYUDA A CRECER TAMBIEN. pERO TODO EMPIEZA POR UNO MISMO. VALE!
    ABRAZO

    ResponderEliminar
  2. yo me extraño
    yo me busco
    hasta recordarme


    mil besos*

    (sobre este "recordarse" escribí algo en mi blog...las causalidades,Antonio!)

    ResponderEliminar
  3. No creo que el conocerse a uno mismo, el intentar saber quiénes somos y lo que queremos, sea egoísmo.

    Otra cosa es vivir mirándose uno el propio ombligo y no tener en cuenta a los demás.

    Hay que intentar encontrar el equilibrio y, es evidente, que el que no se conoce, ni se quiere a sí mismo, dificilmente va a ser capaz de conocer, ni de amar a los demás.

    Afortunadamente en este mundo hay realidades maravillosas que están ahí para hablarnos y transmitirnos toda su belleza y sabiduría.

    Un abrazo, Antonio.

    ResponderEliminar
  4. Mal puede querer a nadie quien no se quiere a sí mismo. No se puede dar lo q no se tiene.
    Besicos.

    ResponderEliminar
  5. En el fondo, sólo existimos cada uno en nosotros mismos. No hay nadie más sobre la faz de la Tierra. Dejamos de pensar en nosotros cuando morimos.

    Tener conciencia sobre los demás es un acto egoísta. Refuerza a ese "cabrón" que es el superyo y lo coloca en su lugar. A veces, demasiado cerca de los demás, otras más lejos.

    Oscar Wilde nunca se halló a sí mismo. Su conciencia estaba muy cerca de todo y de todos, pero nunca dejó de pensar en él mismo para encontrar sentido a su vida. Su mayor soledad fue hallarse abandonado por quienes le admiraron y le adularon, y el haber sido traicionado por lo que más deseó: el amor y la pasión.

    Gracias, Antonio.
    Un abrazo
    Chuff!!

    ResponderEliminar
  6. Yo tambièn soy, de las que escucha las historias de la luna... ( para recordarme y no perderme).

    PD. Gracias a ti Antonio, por tus sabios escritos y reflexiones.
    (El que no este de acuerdo en algo, o no me parezca, no quiere decir que este molesta, mucho menos contigo, eres alguièn quièn merece todo mi respeto, y que tiene mi admiraciòn).
    Siempre visito tu casa, solo que a veces paso de puntillas, para no hacer ruido. :XD

    Besos y muchos màs.

    ResponderEliminar
  7. Comenzaremos a envejecer, el día en que dejemos de aprehender y comenzaremos a morír, el día en que dejemos de recordar. El desorden de los eventos, se convíerte súbitamente en belleza, cuando nuestras vidas siguen sucediéndose, con tal de que acontezcamos. La red entonces, captura parpadeos, al desnudar hilos sin motivo aparente. Dejando a los peces en el mar, donde pertenece y al olvido, en el futuro, de donde nunca debió haber salido...


    Besos, delfín lunar.

    ResponderEliminar
  8. Gracias, Roxana.
    Ya hay muy buenos escritores que relatan, cada uno a su manera, esos "cuentos de la luna". Yo, que no soy escritor, me limito a escucharlos.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  9. Pues Platón decía que ser feliz era un deber...

    Entiendo la diferenciación que haces. Y el maestro Jung también decia que un ser 'individuado' es un ser completo.

    La verdad es que el lenguaje se presta a confusiones y en especial con palabritas que tienen muchas connotaciones.

    Pero hay cosas que trascienden el lenguaje y una de ellas es el susurro de la luna.. "La luna me cuenta historias porque sabe que las escucho" ... Ah... En pocas frases como esta he percibido la ausencia total del ego ;)

    El ego no puede percibir estos lenguajes ...

    Más allá de términos e interpretaciones, el camino exige la total conciencia de uno mismo.. y la destrucción del ego. Un camino arduo, sin duda, en el que muchas veces podremos escuchar las historias de la luna y ver claramente las señales del universo; y otras estaremos sordos y ciegos...

    Recordar... el olvido es el peor peligro..

    Que la luna te cuente de mi cariño hacia ti y de mis mejores deseos para esta semana que empieza ;)

    ResponderEliminar
  10. Muy bien, amiga Silvia.
    Eso es: nos extrañamos y nos buscamos, hasta recordarnos. Porque con ese recuerdo recuperamos la llave, la llave que abre la puerta de nuestra existencia.
    De otra manera andamos como perdidos entre corrientes extrañas, entre mares de sonidos e imágenes que nos confunden y no nos permiten vivir lo que debemos vivir.

    Besos, poeta filósofa.

    ResponderEliminar
  11. Interesante tema. Acordarse de uno mismo, aunque no demasiado. Pero estamos fabricados así. Cada día que nos despertamos, lo primero que hacemos automáticamente es recordarnos.
    Más difícil, todavía para nosotros los latinos. Poseemos una extraña forma de entender los conceptos del Honor y de la Honra. Es algo culturalmente heredado del Medioevo y esto hace que tengamos un ego muy fuerte; es arduo domesticarlo.

    Creo que saberse es sustancial, pero también es sugestivo no saberse, aunque sea en un tris. Alguna vez lo he probado. Hablar de ello, quizás nos llevaría a conceptos como catarsis, transfiguración o éxtasis. Son temas enormes para abordar.
    Individualizarse es provechoso pero nos hace forasteros y eso, créeme, a nadie le gusta. De vez en cuando hay que mimetizarse con el mundo restante.

    Hace mucho, demasiado, que leí ese libro escrito en Reading. Y me gustó entonces.

    Un abrazo amigo.

    ResponderEliminar
  12. que extraño que es
    ayer
    escribí
    algo así,
    pero tan enverso
    y tan laveríntico
    tan mío
    tan mío
    que ni mi sombra entiende
    lo que quise escribir

    y he aquí que
    también escribí
    "y lo peor es que me extraño, y mucho"


    =))))))))
    intertextualidades o realidad sentida??

    beso grande

    ResponderEliminar
  13. Hola, Cristal.

    No hablo de lo que normalmente se entiende por "egoísta", en ese sentido peyorativo de persona acaparadora, nada amable, que todo lo quiere para sí.
    Lo digo en el sentido de tener una memoria de aquello que hay de valor dentro nuestro, que es lo que nos identifica como seres humanos.
    Recordar eso es una necesidad, porque este mundo es toda una ola que quiere empujarnos a olvidar.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  14. Bien dicho, Sara.
    Cualquier querer nace del querer propio, y recordarse es imprescindible para saber quiénes somos, y desde ahí poder vivir y amar.

    Besos.

    ResponderEliminar
  15. Así es, amigo Zen, tienes toda la razón.
    Pero sólo puse esa breve cita de Wilde como preludio a una reflexión un tanto diferente.
    "Recordarse" es no olvidar quiénes somos, tener muy presente aquello que nos despertó a la vida. Da igual en qué edad o en qué lugar, pero hubo un momento en el que de verdad "nacimos". Eso es nuestra seña de identidad, nuestra marca, el rostro de nuestro ser.
    Y es eso precisamente lo que el mundo intenta continuamente de arrebatarnos, para convertirnos en masa.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  16. Me alegra saber, Amanecer, que tú también escuchas esas historias.

    Ah, y no pases de puntillas, por favor, y déjame siempre que puedas esos besos tuyos, porque en este cuaderno quedan como una sonrisa, son... la marca de la mariposa.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  17. De acuerdo, Eli.

    Se envejece cuando se deja de tener ese deseo de enriquecer la conciencia, y se muere cuando ya sólo se quiere el olvido.
    Pero este caminante aún tiene muchas ganas de recordar y de aprender, muchas.

    Gracias por lo de "delfín lunar", me ha encantado.

    Besos.

    ResponderEliminar
  18. Como bien dices, amiga Isis, el lenguaje se presta a veces a confusiones.
    Cuando hablo de "recordarse" no me refiero en absoluto a tener presente continuamente ese ego, que es el conjunto de nuestra memoria. Ese se mantiene solo, sin ayuda alguna.
    Recordarse para mí es otra cosa más interna.

    Efectivamente, en esa frase de las historias de la luna no está el ego, no lo que solemos entender por ego, pero sí el ser, el ser íntimo de que estoy hecho.

    Según entiendo el proceso de individuación que nos contaba el maestro Jung, éste pasa por la total conciencia de uno mismo, como dices, para luego pasar a otro estado, en el que ese ego se disuelve.
    Digamos que entonces nos despojamos de toda la hojarasca de los días, del bagaje inútil de la experiencia, de todos esos recuerdos vacíos, y podemos escuchar, muy claramente, esas historias que cuenta la luna.
    Porque ya, entre la luna y nosotros, no hay distancia.

    Gracias, amiga maga, por tu presencia y tu cariño.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  19. De acuerdo en todo, amigo Conde.
    Los latinos tenemos ese carácter, tan... egocéntrico.
    Pero no es a eso a lo que me refería. Lo he intentado explicar en los comentarios anteriores. El problema está en el término "ego".
    Para mí, recordarse es saber, sentir quiénes somos, pero no por fuera sino por dentro, por muy dentro.

    "Individualizarse es provechoso, pero nos hace forasteros..."

    Estas palabras tuyas me han hecho sonreír. Son la marca de mi vida personal, y no la cambio por nada.
    Aunque duela.

    "Mimetizarse con el mundo restante" está bien, es incluso necesario, pero sólo por fuera, en la superficie, y siempre recordándose.

    Un abrazo, amigo Conde.

    ResponderEliminar
  20. Rolalola, no te extrañes, recuérdate, vuelve a tu encuentro, regresa al sitio donde de verdad estás.
    Si no la vida es algo ajeno en lo que no estamos presentes.

    Besos.

    ResponderEliminar
  21. En muchas creencias, sobre todo de origen oriental venimos de una unión con la divinidad y tratamos de volver a ella, pasando por múltiples vidas, hasta acercarnos poco a poco con un nivel de conciencia que nos acerque más y más a Ésta. Ahí la individualidad tiene sentido desde fuera de nosotros mismos y dentro de nosotros mismos y tratar de conectar con esa parte de fuera con esa parte de dentro. Esa interconexión entre nuestro macro y micro cosmos hace que tengamos un día a día, más o menos convulso o relativamente calmado o con emociones vibrantes y a flor de piel. Uno a veces ha de salir de sí mismo para que el árbol sí le permita ver el bosquey viceversa, como alguien ha sugerido se trata de un juego de equilibrio de forma natural y no forzado entre ser y existir; entre ser consciente y saber disfrutarlo. Como dijo Ortega y Gasset, uno de los primeros en estudiar "la masa" hace ya casi 100 años, y que ya anticipaba de sus peligros y de sus bondades; uno es uno y sus circunstancias y aunque todo está ya escrito uno ha de reescribirse así mismo cada vez que se pone ese pijama de inviduo, y el truco es tranformar sus rayas y el ambiente de prisión por el de camuflarse con el bosque y formar parte de la naturaleza y de la sociedad en la que vivimos sin ser ni más ni menos que nadie... sólo uno mismo. Pero para eso como alguien ya ha incidido antes hay que conocerse así mismo. Ya aparecía en el templo de Apolo en Delfos y también en las colinias del sur de Italia donde Pitágoras impartía sus enseñanzas, quien no sé conozca así mismo que no cruce esta puerta. Quizá hay más connotaciones con Alicia en el País de las Maravillas y con el mismo Matrix sobre este tema que no entre nosotros y el vecino que tras pasar un tabique sigue viendo la tele mientras algunos leemos o escribimos algo...

    ResponderEliminar
  22. Hola, Antonio.

    Tocas un tema algo "peliagudo", porque a veces no es fácil determinar el límite entre autoconciencia, egoísmo y egolatría.

    Desde luego, Oscar Wilde las tenía sobradamente a las tres características. Es más: se ha dicho que es uno de los máximos ejemplos de narcisismo... y sabemos bien que esto último no es sano.
    Pero este individualismo suyo lo combinaba con una de las mentes más brillantes, y una de las plumas más diestras que se han dado. Era un maestro de los aforismos, los cuales muchas veces estaban cargados de humor e ironía, pero no por ello menos válidos. Por ejemplo, recuerdo ahora uno de ellos:

    "To love oneself is the beginning of an andless romance" = "Amarse a sí mismo es el principio de un romance interminable."

    Podemos reírnos ante esta ingeniosa propuesta; podemos criticarlo por tenerse a sí mismo en tan alta estima...
    Pero al mismo tiempo, según lo leamos, nos puede también ayudar a sentirnos bien con nosotros mismos, a reconocernos, a recordar nuestra unicidad y a no autodevaluarnos.

    Yo creo que esto de"recordarse" tiene que ver con tomar conciencia de que somos parte de un Todo (familiar, social, regional, nacional, planetario...), y que venimos aqui a desempeñar un papel específico. Tiene que ver con sacar lo mejor de uno mismo, en el campo que hayamos elegido participar; con cumplir nuestra misión en la vida, cualquiera que esta sea, y hacerlo bien dentro de nuestras posibilidades. Con guardar respeto ante quien lo merezca, con aprovechar nuestro tiempo en cosas productivas , útiles, bellas...

    Y él lo hizo: se destacó como escritor, dramaturgo, poeta, orador y también como filósofo. Yo lo considero una autoridad en Filosofía del Arte y en el campo de la Estética.

    "De Profundis" es una obra capital que no debemos dejar de leer. Porque, si bien otras de sus obras más conocidas fueron escritas cuando estaba en la cima de la popularidad, ésta la escribió cuando estaba preso y lleno de dolor: es como el otro lado de la moneda, el "otro" Wilde. Es necesario conocer las dos caras de este gran hombre.
    ¿Que tuvo defectos? Sí, y bastantes. Pero lo importante es lo valioso que nos dejó.

    Te felicito por esta Entrada, y por convocarnos a "recordarnos" a nosotros mismos.

    Un beso

    ResponderEliminar
  23. Hola, Chema.

    Perdón por el retraso, pero es que he estado unos días de vacaciones en tierras del norte.
    Debo decirte que me gusta mucho tu comentario, en especial eso que dices de que...

    "... y aunque todo está ya escrito uno ha de reescribirse a sí mismo cada vez que se pone ese pijama de individuo..."

    Yo no sé si todo está escrito, pero sí tengo claro que tengo que reescribirme a diario; a eso me refiero cuando hablo de "recordarse".
    Hay momentos para todo: a veces uno anda desnudo por el mundo, y eso es bueno, porque te moja la lluvia y te acaricia el aire, pero recordarse no es exactamente ponerse un "pijama de individuo", no se trata de vestirse con la máscara-persona, sino de tener presente el origen de nuestro sentir, ver una imagen clara de aquel camino que elegimos (o que nos eligió).
    Todos somos parte de un todo, por supuesto, pero cada uno necesita recordar su propio lenguaje.
    Así lo veo.

    Un saludo.

    ResponderEliminar
  24. Hola, amiga Liz.

    Totalmente de acuerdo con tu apreciación de Wilde. Pero insisto en que usé esa frase suya fuera de contexto.
    Para nada hablo aquí de narcisismo, sino de otra cosa muy distinta.
    Recordarse es escuchar la propia voz, esa voz antigua que nos despertó a la vida hace tiempo, hace mucho tiempo, cuando sentimos por primera vez que éramos capaces de subirnos a una nube y volar con ella.
    Y mil cosas más, que cada uno sabe en su interior...

    Un beso, pintora de sueños.

    ResponderEliminar
  25. Por cierto, Liz, en esa frase que citas de Wilde, veo el peligro...

    "To love oneself is the beginning of an endless romance..

    Es bueno quererse a sí mismo, bueno y necesario, pero antes uno debe desbrozar ese "sí mismo", quitar los lastres, las rémoras, las sombras que va acumulando al cabo de los años, y quedarse sólo con lo más valioso, con esa mirada limpia y ese brillo del camino que descubrimos y que nos descubrió.
    De otra manera corremos el peligro de creer que todo "lo nuestro" es importante, y eso puede dar lugar a muchos desvaríos innecesarios, como por ejemplo encerrarnos en una burbuja medio opaca, turbia, que no nos permite ver con claridad.
    Sólo eso.

    Otro beso, amiga Liz.

    ResponderEliminar
  26. Gracias por tu comentario Antonio H. Martín, por que así he aprehendido un matiz de lo que pretendías reflejar en la interpretación propia del comentario de Oscar Wilde. Me viene a la mente aquel mito platónico que nos hablaba de que antes de nacer nuestras almas tienen que cruzar por varios ríos y caminos y uno de ellos es letho, el del olvido para que cuando llegamos a este mundo no recordemos nada de lo que fuimos en otras vidas. Y al partir de este mundo, nuestra alma atravesaría el río mnemo y volvería a recordar todo aquello que fue. Para volver a olvidarse (letho) cuando vuelva a este mundo transmigrado en otra persona. Sería maravilloso conocer y ahondar en esa substancia que forma parte de nuestra esencia y que sin ella nuestra ideosincracia no tendría sentido. Y muchas veces perdemos esa referencia y nos sentimos practicamente perdidos. Ese "recordarse" o "mnemosine" que llamarían los antiguos griegos es lo que nos refleja una sonrisa sincera en el rostro y alcanzaríamos lo que Maslow en su pirámide denominó como autorealización. Ahora sí creo haberte entendido...

    ResponderEliminar
  27. Hola, Chema.

    Yo no entiendo de transmigraciones, pero ¿quién sabe?... Se nota que bebí de ese río "Letho". Pero sí entiendo que es necesario recordarse, porque eso nos ayuda a tener presente una imagen de nosotros mismos, la primera imagen, el primer sentimiento, aquel con el que nos identificamos como seres humanos, aquel en el que vimos cuál era el camino a seguir.
    Letho no nos impide recordarnos, sólo nos distrae, pero con un poco de silencio se puede volver a saber quiénes somos en realidad.

    Un saludo.

    ResponderEliminar